Ema
Capitulo Seis
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Porque mi departamento parecía como la obra de un Hippie drogado en estos momentos. Di dos pasos hacia atrás sin control alguno de mi cuerpo y agradeciendo al cielo por haberme quitado los zapato antes de entrar, de pronto necesitaba un sitio seguro donde apoyarme.
—¿Estas segura que no estas borracha?
—No. —Afirmo mientras me estabilizo —No lo estoy, y sabes no lo estaba cuando se lo dije a Lucas.
—Aun no entiendo por que le dijiste algo así ¿Qué te pasa?
—¿Por qué? ¿De verdad lo preguntas?, bueno te explicaré —a tientas estiro la mano hacia atrás buscando algún sitio donde apoyarme, pero no hay nada, así que me cruzo de brazos intentando parecer decidida y firme. —Es porque a diferencia de las mujeres que tu traes aquí, a quien no le importa un bledo si estoy o no estoy, salvo que no puedan salir por que no esta el portero o necesiten el baño y yo estoy dentro ¿sabes?, los hombres en su mayoría, no entienden lo que tenemos.
Y en el momento que las palabras salen de mi boca empiezo a arrepentirme.
—¿Y que se supone que tenemos? —Da dos pasos amenazadores hacia mí y lo imito retrocediendo.
—Ya sabes… —murmuro tragando con fuerza. De pronto me siento acorralada ante su escrutinio, se me seca la garganta y me muerdo la lengua mientras el corazón se me desboca.
Maldito traidor, le gruñó mentalmente a lo que mi corazón responde con un agitado tamborileo encantado ante la idea de tocar un cuerpo masculino. Corrección, ser tocada por ese cuerpo masculino.
—No, no lo se. —Responde.
Sigo retrocediendo y noto la pared rozando mis manos. Al fin algo de que sostenerme.
Achica los pasos que nos separan como un felino al acecho y coloca sus manos a los lados de mi cabeza. Sus ojos no se apartan de mi ni un segundo y el calor empieza a surgir por todos partes de mi cuerpo mientras me acorrala como si fuera una presa.
Hago un recuento de los sitios en llamas y caigo en la cuenta que el centro entre mis piernas esta respondiendo con grandes llamaradas.
¡Contrólate!
Quise gritarle pero no me oiría. Estaba claro que necesitaba un encuentro cercano con cualquier tipo.
—Ya sabes, —tartamudeo mientras intento tragar y rogar por que la pared me de unos centímetros para escapar.
Replanteo mi escape, pero no hay forma de salir, sin saltar la mesa adorable sin tirar ninguno de los jarrones que tiene encima. Y amaba esos jarrones.
—Somos, somos… —tartamudeo pero no puedo terminar.
Me da un beso inesperado.
No como los otros besos, ninguno se parece al beso de la otra noche…me da un beso, un beso largo y profundo. Un “señor beso”, su lengua se abre paso mientras la lucidez atina a volver, pero la retengo donde esta.
Me doy cuenta que no necesito pensar en estos momentos y mi cuerpo lo sabe. Sin saber cómo, me encuentro abrazándolo y devolviéndome el beso. Una corriente eléctrica pasa por mi columna y me arqueo un poco para no caer cuando mis rodillas fallan mientras me pego a él. Sus músculos ondulan bajo mis manos mientras absorbo tanto de él como me es posible.
Su boca explora la mía y un gemido se me escapa de los labios.
No se cuanto tiempo pasamos así. Dos minutos, dos horas, cuando se aleja, siento mis labios hinchados y la respiración agitada, aun sigo con mis brazos apretando sus hombros.
A decir verdad me encuentro jadeando como si le hubiera jugado una carrera de doscientos metros llanos a Usain Bolt y hubiera ganado.
Estoy caliente, mi piel hierve con su toque y ya no recuerdo de que hablábamos, tan solo puedo concentrarme en su boca sensual y atractiva.
—Dime —demanda agitado sin apartar sus ojos de mí. —¿Qué es lo que tenemos Ema? —Su respiración me acaricia la piel y no hay modo de continuar con una conversación, ya no puedo pensar.
Mi lengua se niega a hacer otra cosa que no sea saborearlo y lamerle el cuello.
Antes de empezar a tartamudear nuevamente me toma en brazos aferrándome del trasero y quietándome el aliento, trago con fuerza mientras me levanta sin problemas como si pesara lo que una pluma y no puedo dejar de mirarlo.
Me lleva a la cama, a su cama.
No puedo articular palabra en todo el trayecto, es como si él se hubiera robado mi capacidad de razonar. En mi lucha interna, mi cerebro quiere opinar algo, con urgencia, busca comunicarme algo que es súper importante pero las hormonas y mi corazón cierran filas y le impiden hablar.
Me deja de pie sobre el colchón y sin girarse, ni apartar sus ojos de mí, cierra la puerta con el pie. Aun estoy vestida, pero ante su mirada me siento tontamente desnuda.
—Tu no necesitas un hombre como él —susurra de la forma mas seductora que haya escuchado alguna vez.
Lo observo mientras se quita la camiseta muy lentamente, no puedo evitar lamerme los labios al ver aquellos músculos torneados.
—Él no es para ti —vuelve a susurrar de una forma tan sensual que se me dispara aun mas el pulso. Acercándose con lentitud, me observa de pies a cabeza y vuelve a apretarme contra su cuerpo. Sus manos se aferran a mi trasero mientras su boca deja un reguero de besos desde mi pecho hasta el vientre y se que estoy perdida.
Me dobla las rodillas mientras su boca vuelve a apoderarse de la mía y caemos juntos en la cama.
Su peso es algo agradable, aunque me cuesta respirar no me importa ¿Quién necesita respirar?, huele riquísimo y estoy en llamas desde las células mas pequeñas hasta las neuronas parecen embebidas en su esencia y en corto circuito.
De algún modo sé que debería detenerlo, debería, pero no puedo.
Mis manos pueden sentir su tersa piel, sus músculos tensándose bajo mis manos. Su suave boca, se abre camino entre mi pelo que cae sobre mi hombro hasta que encuentra la zona sensible de mi cuello.
—Cris… —gimo agitada mientras comienza a sacarme la ropa con la misma necesidad con las que mis manos lo exploran, me vuelvo líquido bajo sus dedos y mi cerebro racional deja de funcionar cuando sus manos tocan mi vientre.
Estoy completa y totalmente perdida.