El misterio de los siete goles en propia puerta

El misterio de los siete goles en propia puerta


Capítulo 19

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Mi maleta era nueva y es de las que aprietas dos botones y hacen clac y se abren, y además tiene llave. Y yo tengo la llave siempre bien guardada.

Pero a la maleta no le daba la gana abrirse.

—Eso es la llave, que lo mismo se te ha mojado —dijo Camuñas.

—O que la cerradura se ha llevado un golpe y se ha estropeado —sugirió Angustias.

Así estuvimos un buen rato, intentando abrirla por todos los medios.

Hasta saltando sobre ella, que dijo Camuñas que a veces funciona.

Primero, él solo, y luego acabamos saltando cuatro sobre la maleta.

—¿Se puede saber qué hacéis? ¿Nos vamos a la piscina o no? —preguntó Toni, que ya estaba en bañador y muy impaciente.

—Es que la maleta de Pakete no se abre —dijo Ocho.

Toni se quedó muy serio.

Después dijo:

—Yo sé cómo abrirla. Dejadme.

Agarró la maleta y se fue con ella hacía la terraza.

—¿Qué vas a hacer? —le pregunté yo, cada vez más nervioso.

—Abrirte la maleta, Pakete.

Y siguió empujándola, cómo si la fuera a tirar por la terraza. Yo no podía creerme que fuera a hacerlo.

—¿Pero cómo vas a tirar la maleta? Hay más de cuarenta pisos…

—Seguro que del golpe se abre —dijo tranquilamente—. Lo hago por ti, Pakete.

Los demás le miraban entre asustados y expectantes. ¿Sería capaz de tirarla?

Yo creo que, en el fondo, Camuñas y todos los demás estaban deseando que la tirase.

Yo le miré fijamente.

Toni levantó la maleta…

Y entonces pasó lo último que Toni y yo esperábamos. Oímos un «clac».

La cerradura de la maleta se abrió sola. Toni y yo nos miramos.

—Se ha abierto —dije.

—Ya veo —dijo él.

Y después de un instante de duda, la dejó en el suelo.

—Otra vez será —dijo, y pasó al interior de la habitación.

Yo agarré mi maleta, que había estado a punto de salir volando, y por fin la abrí.

—¿Qué es eso? —pregunté al ver el interior.

—¿Qué es eso? —preguntó Angustias señalando algo dentro de la maleta.

Yo levanté lo primero que tenía a mano. Era un bikini.

—Pakete, ¿por qué llevas ropa de chica en tu maleta? —preguntó Tomeo.

—A Pakete le gusta llevar ropa de chica —dijo Ocho.

—Que no me gusta —protesté yo.

—No pasa nada. Si te gusta, pues te gusta —dijo Camuñas—.

Cada uno es muy libre de ponerse lo que quiera…

Y empezaron a reírse.

Yo tiré enseguida el bikini dentro de la maleta y la cerré.

—Bueno, ¡vale ya! ¡No es mi maleta! ¡Alguien se ha equivocado! —respondí yo.

—¿Seguro? —preguntó Camuñas.

—Venga, ponte tu bikini favorito y vamos a la playa —soltó Toni, y todos fueron saliendo hacia la playa, mientras se reían. Yo me quedé allí cerrando otra vez la maleta.

Pensé que había tenido muy mala suerte y que no era justo que hubieran aparecido todas las maletas menos la mía.

Un rato después, bajé solo en el ascensor. Con la maleta. Tenía que llevarla a recepción y preguntar qué había pasado.

En el piso 30 se abrieron las puertas y entró alguien. Era Nihal.

Llevaba el pelo negrísimo recogido en una coleta, y el chándal de entrenamiento.

¿Los del Cronos estaban en el mismo hotel que nosotros?

—No mires a mí —dijo la turca.

—¿Estáis aquí…? —empecé a decir yo.

—No hables a mí —me interrumpió.

—Hablas muy bien español.

—¿Qué he dicho? —dijo mientras seguía mirando al frente.

El ascensor siguió bajando.

Yo no me atrevía a decir nada ni a moverme.

—En La Finca aprender inglés y español y francés —dijo ella por fin—, porque son los idiomas que debes conocer todos los futbolistas profesionales. Y deja de mirar a mí.

—No estaba mirándote.

—Sí estabas.

—Vale, te estaba mirando porque no hay nadie más y tú estás hablando. ¿Dónde quieres que mire?

Dio un paso y se vino hacia mí.

—Puedes mirar pared —dijo muy seria. Yo no sabía qué hacer.

En el siguiente piso, el ascensor se paró, y ella se bajó y salió corriendo.

—¡No mires a mí! —dijo mientras se alejaba. Me quedé a cuadros.

¿Qué le pasaba a aquella chica? ¿Por qué estaba tan rara?

¿Qué le había hecho yo?

Y entonces me di cuenta de una cosa.

A pesar de lo antipática que parecía a primera vista, Nihal me caía bien.

No sé explicarlo.

Pero eso es lo que pensé.

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