El misterio de los siete goles en propia puerta

El misterio de los siete goles en propia puerta


Capítulo 34

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Nihal era distinta a todas las chicas que yo conocía. Tenía una manera de mirarte muy rara.

Parecía que siempre estaba enfadada.

Y sin embargo, me caía bien.

No puedo explicarlo.

—Ten cuidado tú —dijo.

—Sí, sí, perdona —dije.

Me quedé mirándola como un tonto.

—¿Vas a levantar o quedar encima de mí todo el día?

—Ah, sí, claro —dije, y me puse en pie.

La miré sin saber qué decir.

—Te gustan los pasajes del terror, ¿eh? —dije, por decir algo.

—¿Puedo decir verdad? —me preguntó.

—Pues claro.

Nihal se acercó a mí.

Miró a un lado y a otro, como si alguien pudiera escucharla. y me dijo en voz baja:

—No gusta pasaje del terror, ni laberintos, nada.

—¿Ah, no?

—Pero todavía gustan menos fotos y periodistas —dijo—. Así que yo escondo aquí.

Nihal jugaba muy bien al fútbol.

No le gustaban las fotos ni los periodistas, y tenía una manera de mirarte y de decir las cosas que te ponía nervioso.

Nihal, la turca del Cronos. Allí estábamos.

En la entrada del Laberinto del Minotauro.

—¿Quieres que entre contigo? —dije.

—¿Pero tú no sales ahora? —me preguntó.

—Sí… y no. O sea, que he entrado por el final, y ahora no sé muy bien dónde estoy, pero me encantaría acompañarte. Si a ti te parece bien. Además, como ya he estado, puedo avisarte para que no te asustes con los dragones que caen del techo y esas cosas, aunque supongo que tú no te asustas por esas tonterías, ¿verdad?

Nihal sonrió.

Creo que era la primera vez que sonreía.

—Tú juegas muy mal fútbol, pero muy gracioso —dijo.

También era la primera vez que una chica decía que yo era gracioso.

Y me sonó bien.

Aunque me dijera que jugaba mal al fútbol, cosa con la que no estoy de acuerdo, y que supongo que lo dijo sin pensarlo muy bien.

—Pero mejor vas con tus amigos, ellos esperan —dijo Nihal.

—¿Qué amigos?

—Ellos —dijo Nihal, y señaló a la entrada del laberinto.

Allí estaban mis ocho compañeros.

Toni, Helena, Marilyn, Camuñas, Tomeo, Angustias, Ocho y Anita. y los ocho me estaban mirando sin decir nada.

No me había dado cuenta hasta que Nihal los señaló.

—Ah, sí, parece que me están esperando —dije.

—Adiós —dijo ella.

Y entró en el laberinto.

—Adiós —dije yo con un poco de pena.

La vi alejarse por el túnel y desaparecer dentro del pasaje.

En ese momento, todos mis compañeros vinieron hasta donde yo estaba.

—¿Qué ha pasado?

—¿Qué haces con la turca del Cronos?

—Toni dice que habéis hablado con Maxí.

—¿Qué te pasa, Pakete?

Los miré y me encogí de hombros.

—No me pasa nada —dije—. La estaba interrogando.

—Sí, seguro —dijo Angustias.

Nos fuimos de allí. Teníamos mucho que hacer. y mucho que investigar.

Mientras salíamos del parque, Helena me miró desde lejos. Sin decir nada.

Noté que era una mirada rara.

A lo mejor era así como la miraba yo cuando la veía hablar con Luccien.

No lo sé.

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