El horror según Lovecraft (vol. I)

El horror según Lovecraft (vol. I)


Ambrose Bierce

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Ambrose Bierce

LA MUERTE DE HALPIN FRAYSER

(The Death of Halpin Frayser, 1893)

La gran eclosión anglosajona que anunció el advenimiento del moderno cuento de miedo tuvo uno de sus pioneros indiscutibles en el excéntrico periodista y escritor norteamericano Ambrose Gwinnett Bierce (1842-1914?), ligado a Lovecraft no solamente por su gusto por lo macabro, su misantropía, su pesimismo y su temperamento taciturno, sino, al parecer, por lejanos vínculos de sangre a través de un común antepasado celta apellidado Gwynedd.

Aventurero y bohemio, Bierce participó de joven en la guerra civil americana como voluntario en las filas federales y acabó desapareciendo en México en plena revolución cuando pretendía unirse a las tropas de Pancho Villa. Tras de sí dejaba una serie de duelos provocados por su causticidad como columnista semanal en el naciente emporio periodístico de Hearts, que le convirtió en el más temible articulista del país, confirmando el apodo de «Bierce el amargo» que tan a pulso se ganara durante su estancia de cuatro años en Inglaterra.

De su extensa producción literaria aquí sólo nos interesan sus dos colecciones de relatos macabros «Tales of Soldiers and Civilians» (retitulado más tarde «In the Midst of Life») y «Can Such Things Be?», centrados todos en el hecho mismo de la muerte y la mayoría ambientados en plena guerra de secesión. Como afirma Lovecraft, «prácticamente todos los cuentos de Bierce son de horror; y aunque muchos de ellos tratan sólo de horrores físicos y psicológicos dentro del orden natural, una parte sustancial admite lo malignamente sobrenatural y representa una importante aportación a la literatura espectral norteamericana». Uno de sus preferidos es «La muerte de Halpin Frayser», ingeniosa y terrible variación sobre el tema edípico, con la que Bierce alcanza la plenitud de lo que, para H.P.L., son sus mejores logros dentro del género terrorífico: la presencia inequívoca de una «siniestra malevolencia al acecho» y el «arte de sus oscuras sugerencias».

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