El duelo psicológico en niños y adolescentes (pérdidas físicas y emocionales)

El duelo psicológico en niños y adolescentes (pérdidas físicas y emocionales)

Crianza Respetuosa

El duelo es el proceso psicológico de adaptación emocional que se produce tras una pérdida significativa, ya sea física o emocional. 

Los niños también pasan procesos de duelo, pero no se manifiestan del mismo modo que los adultos.

Vamos a hacer referencia al duelo que ocurre cuando un niño:

- Pierde a un familiar cercano. 

- Vive la distancia física y emocional por un viaje temporal o permanente o porque el familiar cumple sanción en centro penitenciario. 

- Sufre la separación o divorcio de los padres.

La pérdida por fallecimiento de uno de los padres u otro familiar cercano al niño, es un acontecimiento de alta carga emocional negativa. 

Al igual que los adultos los niños transitan a su manera por las etapas de los duelos: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

Sin embargo la edad del infante en el momento de sufrir la pérdida, influye en las manifestaciones que tendrá.

Antes de los dos años, los niños sufrirán las repercusiones de la ausencia, en aquellas rutinas que le daban sentido al vínculo con el familiar. Pero no tendrán registro consciente del sentido de la "pérdida". 

Estos pequeños pueden adaptarse con relativa facilidad, si otra persona se ocupa de ir sustituyendo al ausente, en las actividades que realizaba con el niño y tratando de reproducir su estilo, hasta donde sea posible.

Entre los tres y cinco años, los niños no entienden aún el concepto de la muerte, pero sí se entristecen con la idea de no ver más al familiar que ya no está. 

Si existía un vínculo afectivo importante entre ellos, el pequeño mostrará afectación pero al mismo tiempo, dará señales de no entender bien lo que ha sucedido. 

Puede hacer reiteradamente las mismas preguntas y creer que la persona puede volver en algún momento. 

El pensamiento pragmático de esta edad, los puede hacer parecer fríos o crueles. Ellos pueden por ejemplo decir:¿Y ahora quién me va a llevar al círculo? O fantasear con una nueva pareja para su mamá, para tener un nuevo "papá". Es completamente normal.

Todas las preguntas deben ser respondidas y dejarles espacio para la elaboración emocional. E irlos acompañando con afecto pero sin sobreprotección. 

Las rutinas y actividades que desarrollaba el niño con el familiar ausente, deben ser sustituidas en todo lo posible.

A partir de los cinco o seis años, los niños ya comprenden la irreversibilidad de la muerte. 

El duelo entonces va a revestirse de un modo más notorio de la tristeza por la despedida. 

En cada caso sus manifestaciones van a depender de la intensidad del vínculo afectivo con el familiar ausente y de las características de cada niño. 

Es importante dejar que fluya la expresión emocional y que el niño hable o pregunte todo lo q necesite.

En función de las características de la pérdida que ha ocurrido, los niños deben recibir explicaciones, para prevenir que tengan preocupaciones por la posibilidad de muerte de otros familiares cercanos.

Los adultos deben comprender que las manifestaciones de dolor emocional son normales y necesarias. Es parte del proceso de elaboración de la pérdida. 

Igualmente se debe saber que la tristeza infantil no se expresa como en los adultos. En ellos es más probable que ocurran cambios de conducta y disminución de intereses habituales. 

Es bueno restablecer sus rutinas con prontitud. El juego y la socialización pueden ser buenos paliativos. 

Muchas personas tratan de ocultar lo que ha sucedido por temor a que los niños se afecten. Sin embargo hay que decir la verdad y explicar con las palabras y detalles que admite la edad de los pequeños.

Los niños casi siempre prefieren que sus padres no tengan que viajar para no separarse de ellos. Cuando una madre o un padre, salen de viaje por un tiempo prolongado, ellos experimentan un impacto emocional negativo y ocurre un proceso de duelo. Es normal entonces que afloren esos sentimientos y conductas que son una respuesta natural a la pérdida sufrida. 

Cuando esta ausencia ocurre antes de los dos años, el vínculo se desdibuja mucho. Prácticamente habrá que volver a construirlo, cuando vuelvan a encontrarse. 

Después de los tres años es muy importante que se mantenga la comunicación directa y sistemática con el niño. 

Los padres a veces se quejan de que los niños no desean hablar, que prefieren seguir jugando, por ejemplo. Las necesidades inmediatas pueden ser más apremiantes; es normal.

Al regreso de un viaje de larga duración, puede ser difícil recuperar la comunicación y ejercer la autoridad con niños más grandes y con adolescentes. Ellos sienten que el padre que ha estado ausente, ha perdido el derecho a poner normas y regular conductas. 

Esto se debe al debilitamiento del vínculo, que se debe reparar con tiempo de calidad compartido entre padres hijos.

En el caso en que esta separación entre padres e hijos, ocurre por sanciones penales con privación de libertad, los niños deben recibir las explicaciones alusivas a que los adultos también pueden cometer errores que tienen esas consecuencias. 

Se debe facilitar hasta donde sea factible, la comunicación entre ellos y permitir que el niño pueda visitar a su mamá o papá.

El acompañamiento en estos casos, debe incluir el estar pendientes de la reacción social en el entorno escolar y en grupos de amigos, dada la posibilidad de que reciban burlas y exclusión.

En los divorcios, sobreviene un duelo dado porque la vida no puede continuar como era. No será posible compartir cada día con el cuidador que ya no viva con el niño. Además a veces tienen que cambiar de vivienda y comunidad, por lo que se siguen sumando las pérdidas.

Los niños sin embargo, con independencia del duelo, se afectan más por los malos manejos del divorcio, que por el divorcio en sí mismo. 

Algunas recomendaciones al respecto:

👉 Comunicar al niño lo que está sucediendo, dejando claro que el vínculo con sus padres no se afectará. 


👉 Establecer y aplicar un buen sistema de atención y comunicación con ambos padres.


👉 No poner al niño nunca en situaciones de tomar partido o elegir a uno de los padres. No hacerle chantajes ni presiones emocionales. 


👉 Ambos padres deben ocuparse por igual de la regulación de la conducta del hijo (normas, límites, educación). Evitar que un ambiente sea de mayor disfrute que el otro.

Debe saberse que en todos los procesos de duelo hay un margen de tres a seis meses en los que pueden apreciarse cambios de conducta y otros síntomas de afectación, que son normales siempre que la tendencia sea a mejorar y no a empeorar.

Los niños suelen responder bien a la adaptación a las pérdidas, siempre que se adopten todas las medidas pertinentes.

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