El camino del arquero

El camino del arquero


La repetición

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La repetición

El gesto es la encarnación del verbo; es decir, una acción es un pensamiento que se manifiesta.

Un pequeño gesto nos delata, de modo que tenemos que perfeccionarlo todo, pensar en los detalles, aprender la técnica de tal manera que se vuelva intuitiva.

La intuición no tiene nada que ver con la rutina, sino con un estado espiritual más allá de la técnica. Así, después de mucho practicar, ya no pensamos en todos los movimientos necesarios. Éstos pasan a formar parte de nuestra propia existencia. Pero para eso hay que entrenar y repetir.

Y, si no fuera suficiente, entrenar y repetir.

Fíjate en un buen herrero cuando trabaja el acero. Para el ojo inexperto, repite los mismos martillazos.

Pero el que conoce el camino del arquero, sabe que cada vez que levanta el martillo y lo hace descender, la intensidad del golpe es diferente. La mano repite el mismo gesto, pero conforme se acerca al hierro, sabe si debe tocarlo con más dureza o con más suavidad.

Con la repetición pasa lo mismo: aunque parezca igual, siempre es distinta.

Fíjate en el molino. Para el que ve sus aspas sólo una vez, parece girar siempre a la misma velocidad, repitiendo el mismo movimiento.

Pero el que conoce los molinos sabe que están condicionados por el viento y que cambian de dirección siempre que hace falta.

La mano del herrero se entrenó repitiendo miles de veces el gesto de martillear. Las aspas del molino pueden moverse velozmente después de que el viento haya soplado mucho y pulido sus engranajes.

El arquero permite que muchas flechas pasen lejos de su objetivo, porque sabe que sólo aprenderá la importancia del arco, de la postura, de la cuerda y del blanco después de repetir sus gestos miles de veces, sin miedo a errar.

Los verdaderos aliados jamás lo criticarán, porque saben que el entrenamiento es necesario y es la única manera de perfeccionar el instinto y el tiro.

Hasta que llega el momento en que ya no hay que pensar en lo que se está haciendo. A partir de ahí, el arquero pasa a ser su arco, su flecha y su blanco.

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