El “Terror Romanorum”.



El “Terror Romanorum”.
Tras la victoria sobre Cartago en el año 202 a. E.C, que marcó el fin de la segunda guerra púnica, había llegado para la República Romana el momento de la expansión máxima. Su objetivo fue Hispania, la antigua Iberia de los griegos. En el 197 a.E.C, los legionarios romanos entraron en Hispania por “Cartago Nova” (Cartagena), donde los veteranos comenzaron a recibir su merecido “premio”: territorios donde iban asentando con sus familias. Estos asentamientos no les cayeron muy bien a las tribus ibéricas, nada dispuestas a ceder un centímetro siquiera de sus tierras sin luchar por ellas. Los celtíberos acabaron haciendo pactos con los romanos, en cambio los lusitanos quienes según Estrabón: “eran la tribu más poderosa y numerosa de la Iberia”, no estaban dispuestos a firmar ninguna alianza.
Los lusitanos se encontraban situados en lo que hoy es Portugal, Zamora y parte de Badajoz; es decir: entre las cuencas fluviales del Duero y del Guadiana. En los territorios lusitanos que daban al mar se vivía bien pero, en el interior de Lusitania la vida era más difícil. La agricultura no era muy floreciente, ni la ganadería tampoco, esos lusitanos tenían que dedicarse al pillaje para supervivir. Es en ese contexto que nació Viriato, en un lugar que puede estar entre Zamora y Portugal, en la zona de la Sierra de la Estrella (Serra da Estrela). De origen muy humilde, Viriato creció como cualquier hombre de su tribu dedicándose al pillaje, al pastoreo y a supervivir cómo podía.
Los romanos avanzando, los lusitanos retrocediendo y los celtíberos observando, a la espera. Año 155 a.E.C, comienza la revuelta de los lusitanos. En pequeños grupos organizados y conocedores de su territorio, los lusitanos adoptan un “modus operandi” de ataque innovador para su época: la guerrilla. Así es cómo los lusitanos empezaron a enfrentarse a los romanos. Las legiones romanas acostumbradas a las batallas campales en terreno abierto, no estaban preparadas para guerrilleros atacando en pequeños grupos, conociendo muy bien a su entorno y dispersos.
Año 150 a. E.C, el “praetor” Cayo Sulpicio Galba convoca las tribus lusitanas en un determinado lugar para negociar con ellas, prometiéndoles territorios a cambio de la paz. Según Estrabón, serían un total de 30000 lusitanos, de diversas tribus, los que acudieron a la cita. A medida que iban llegando, los lusitanos se iban agrupando, esperando impacientes al pretor romano. Sin embargo, pronto comprobaron cómo los legionarios romanos los iban rodeando, hasta dividirlos en diversos grupos. Cuando estaban listos para parlamentar, el pretor dio la orden y las legiones se abatieron sobre los lusitanos. Ocurrió una gran masacre. Casi la totalidad de los lusitanos padecieron a manos de los romanos, solamente un pequeño grupo logró supervivir y escapar; en ese pequeño contingente estaba Viriato. Esta emboscada determinó el destino de Viriato. El sencillo pastorcillo guerrillero empujado por un afán de venganza, se va a convertir en un auténtico guerrero y líder militar.
Con escasas armas y menos comida, aquel pequeño grupo de lusitanos se refugió en las montañas que tan bien conocían, y desde ahí inician un hostigamiento a las legiones romanas. Eran muy pocos, pero sabían cómo atacar, además, el odio hacia sus enemigos los movía. Atacando con frecuencia, y en series de pequeños combates (táctica de la guerrilla), los lusitanos empiezan a ver cómo los romanos iban perdiendo cada vez más efectivos. El poder de Viriato se va haciendo más evidente, se comienza a hablar de él en Roma. Para debilitar todavía más las tropas romanas en Lusitania, estalla la tercera guerra púnica: Cartago se ha vuelto a sublevar.
Año 147 a. E.C, es el inicio del poder para Viriato. El inicio de su periodo floreciente. Su grupo ya no está compuesto de un puñado de guerrilleros, sino de centenares de hombres listos a combatir al lado de su líder contra el enemigo invasor. Todos estos guerreros se encuentran esparcidos por gran parte de la provincia de la Hispania ulterior romana. Nos encontramos en la serraría de Ronda, en las cercanías de Tríbola, escenario de la primera gran victoria para Viriato.
El cónsul romano Cayo Vetilio al frente de una legión al completo, con sus legionarios, auxiliares y alas de caballería, se encuentra muy cerca de los lusitanos. Es entonces que avista a un pequeño grupo a caballo que parece ir al encuentro de los romanos. Los caballeros lusitanos convencen a los romanos que han decidido huir, no tomar parte en la batalla. Les hacen entender que los lusitanos se sienten acosados por los romanos muy superiores en número. Entonces los romanos deciden seguir a los jinetes lusitanos quienes comienzan a huir. Las tropas romanas los persiguen decididas a capturarlos. Los equites lusitanos van conduciendo a sus perseguidores a una peligrosa trampa. Cuando dan por ello, las tropas romanas estaban en una zona pantanosa, y sobre ellas se abatieron en masa los hombres de Viriato. La victoria fue rotunda, ni siquiera Vetilio escapó. Esta fue la victoria que consagró Viriato cómo el Líder incontestado de su pueblo.
El Senado está consternado. A Tríbola se siguieron seis grandes enfrentamientos más, y, en todos ellos, Viriato el Lusitano inflige humillantes derrotas a Roma. El considerado “pastorcillo inculto” por el Senado, se convirtió en el “Terror Romanorum” (El terror de los romanos.) Después de Tríbola, Viriato llega a Segóbriga, está rozando la provincia Citerior, el último reducto romano. Casi toda la provincia está en sus manos. En el 146 a. E. C, cae Cartago de nuevo ante los romanos, esta victoria va a permitir liberar a más efectivos para Hispania y, sobre todo, para hacer frente a Viriato.
El cónsul Fabio Máximo Emiliano es enviado a Hispania con un fuerte contingente de hombres. En la batalla de Baecula (Bailén), las tropas romanas del cónsul Emiliano consiguen, por fin, una victoria sobre el “Terror Romanorum”; pero no logran capturar al líder lusitano. Cuando todo parecía terminado para Viriato y su causa, los celtíberos quienes llevaban años observando a los lusitanos, deciden romper su pacto con Roma y juntarse a Viriato.
El símbolo para la Celtiberia era Numancia, donde se encontraban 8000 defensores que van a lograr resistir al asedio romano durante 10 años. Las guerras celtiberas se iban esparciendo por toda la península, y Viriato con sus lusitanos al lado de los celtíberos.
Año 140 a. E.C, Viriato lleva ya diez años combatiendo a los romanos. El Senado envía a un nuevo cónsul, Quinto Fabio Máximo Serviliano. Cierta noche, Serviliano al mando de cuatro legiones, lanza un ataque por sorpresa a la aldea de Viriato. En plena noche y totalmente tomados desprevenidos, los lusitanos son masacrados por las tropas de Serviliano. Viriato y un puñado de los suyos logra escapar para unirse a otros tantos que andaban por la zona. El líder lusitano aunó a sus escasos efectivos y arremetió contra los romanos con más ira que nunca. Esta fue otra vergonzosa derrota para Roma. Ante esta situación, el Senado romano con el propósito de firmar un definitivo tratado de paz con Viriato, lo reconoce “Rey de los Lusitanos” y “Amigo popular de Roma”.
Viriato recibe este nombramiento con satisfacción. En realidad, él también ya carecía de efectivos y estaba harto de guerrear. Cuando parece que todo había terminado en bien para los lusitanos, llega un nuevo cónsul a Hispania, el hermano del anterior, Quinto Servilio Cepión, quién quiere acabar de vez con el “Terror Romanorum”.
Hastiado de tanta guerra, Viriato desea parlamentar con el nuevo cónsul y le envía a tres de sus emisarios: Audax, Ditalco y Minura. Cepión convence a estos hombres a traicionar a su rey con promesas de honores y riquezas. Cierta noche, los tres traidores entran en la tienda de Viriato y lo apuñalan durante el sueño. Así terminó el periodo floreciente para los lusitanos; su rey había muerto asesinado por sus propios hombres.