El Diario momentáneamente en pausa

El Diario momentáneamente en pausa

Cecy Gauna-Diario de una Artesana

Hola a todos.

De antemano sé que me voy a emocionar escribiendo y cuando lo quiera publicar en el canal de Telegram, me van a faltar caracteres. Y no quiero alterar ninguna palabra, ni sacar una sola coma para “que entre”.

Tampoco me voy a demorar buscando fotos o haciendo una portada. Solo quiero decirlo todo. Sin ediciones.

Pasó tiempo desde la última vez que publiqué un post para Diario de una Artesana, y los que me leen desde el principio notaron el cambio radical en mi prosa y el giro brusco post-pandemia de mi mensaje.

Antes del colapso mundial mi enfoque era simple pero poderoso: los artesanos somos agentes de un verdadero cambio de consciencia. Estamos sembrando amor con nuestro trabajo cotidiano. Cambiamos la energía del mundo desde lo invisible y en el anonimato. Día a día. Puntada a puntada. Nos levantamos y elegimos lo mismo, una y otra vez por el simple hecho de que lo amamos.

Aún sigo sosteniendo esa convicción. De hecho, es la convicción que mueve mi vida entera. Sigo tejiendo. Sigo creando. Sigo sintiendo que mi trabajo invisible es el que realmente cuenta y hace toda la diferencia.

Pero todo lo acaecido desde marzo del 2020 cambió por completo el enfoque de entonces. No porque ya no lo crea, sino porque me siento instada a actuar desde otro lugar.

Sostengo desde hace mucho que sin libertad no puede existir ninguna clase de amor. Y como es la libertad el bien amenazado en estos tiempos, desde lo que soy, artista y artesana, comprendo que ya no basta “tejer con amor, escribir con amor, cantar con amor” para hacer una diferencia en el mundo. Me siento llamada a moverme. Y moverme muy rápido. A pensar estratégicamente, porque, aunque la gran mayoría no se ha enterado, estamos en el medio de una guerra psicológica.

Y con psicológica no quiero decir imaginaria. No. Es bien real y está aconteciendo justo ahora, frente a nuestras narices. Mis únicas armas son el arte, y mi juicio propio.

No les voy a relatar mis batallas. Ni las derrotas ni las victorias. No vienen al caso porque en este momento estoy segura que todos y cada uno de nosotros está librando batallas interminables en el interior de sí mismo.

Lo que sí vine a decir es que, dado que mi prosa ha mutado radicalmente, y la investigación que decidí iniciar por mi cuenta me ha llevado por derroteros insospechados, todo que actualmente digo, escribo y lo poco que publico, poco a nada tiene que ver con Diario de una Artesana.

Quien soy no está encajando con aquella que escribía en 2019 y que estaba feliz de haber cumplido el sueño de publicar un libro.

A veces me dan ganas de editar los escritos de entonces y hacer una antología de publicaciones. Me entran ganas por el solo gusto de recordarme a mi misma cuando el mundo era lo mismo que ahora, un sinsentido regido por una estructura esclavista, pero mi ingenuidad no permitía que me diera cuenta que tampoco era libre entonces.

Al menos la esclavitud se disfrazaba de otras cosas. Ahora es tan evidente que me da nauseas.  

Ni siquiera se toman la molestia de vestirla con otras ropas: la muestran abiertamente.

En fin.

No es mi intención decepcionar a los lectores. Tan solo hacer la advertencia de que no estoy pudiendo escribir sobre mis aventuras artesanales. Tampoco me salen bien las analogías humorísticas que tan a menudo incluía en los posts.

Mis dilemas actuales ya no son del tipo “me compro tres madejas para que no se me termine el hilo a mitad de un proyecto”, sino que en cambio pienso: “Si decretan otro cierre, ni siquiera podré comprar lana”.

Aún con lo trágico y melodramático podría sacar un buen chiste, pero ciertamente, no estoy de ánimos para ello.

Los mejores chistes (macabros) que me salieron estos días fueron: “No les alcanzó el presupuesto para pijama a rayas y se contentaron con un pase nazi.” “Si los datos oficiales del Ministerio de Salud siguen arrojando que nueve de cada diez vacunados mueren, en pocos meses los negacionistas vamos a ser mayoría.”

También me doy cuenta de que no es momento de tibiezas ni neutralidades. Es imposible tal cosa ya. En 2019 podía permitírmelo. En las postrimerías del 2021, no. Antes podía jugar a hacerme la zonza aunque siempre tuviera en la punta de la lengua fuertes opiniones acerca de muchas cosas. Me podía guardar el sarcasmo para una reunión con amigos, y escribir cosas divertidas para los blogs.

Lo que ocurrió me obligó a tomar partido. Y peor aún: a vivir mi verdad personal en todas sus facetas, con todos sus matices sea online o la vida real. Y cuando me quité el barbijo prometiéndome que no habría poder en el mundo capaz de volvérmelo a poner, también juré no guardar más silencio acerca de las incoherencias que veía ni permitir que nadie me tapara la boca. Ni física ni simbólicamente.

Sí, me metí en un par de líos, como siempre. Pero estos líos no me hicieron ni una pizca de gracia.

Finalmente, y después de casi dos años comprendí, luego de descender a una oscuridad infinita de la que creí que no iba a poder salir, que no tengo que pedir permiso ni perdón por ser yo misma, ni excusarme por defender mi libertad ni mi dignidad como ser humano.

Soy una artista, lo enfoque como lo enfoque es lo que soy. Y ninguna jaula, física o psicológica puede impedir mi expresión.

Quizás no sea del gusto de los lectores. Quizás muchos se confundan, dado que es el trastorno más común de estos tiempos, quedarse con la forma sin analizar el contenido. Con amabilidad fingida los demagogos cuelan medias verdades o patentes mentiras, y lo dicho con rudeza se descarta aunque se alinee a una verdad más grande.

Yo veo muchos zombies que no son capaces de advertir estas sutilezas. Un confundido más no me preocupa. Lo que me preocupa es que tanta tecnología transhumanista no ha enseñado a nadie como leer entre líneas ni a descubrir el inmenso poder de la intuición.

Este escrito es para ellos. Para los que saber sentir la vibración de las palabras y la energía que emanan. Los que pueden desentrañar el verdadero mensaje que expongo y para el cual me faltan más palabras para poder decirlo mejor.

Al final siempre se trata del Amor.

Solo que ahora prima, al menos para mí, defender con uñas y dientes la libertad que posibilita el Amor.

Los artesanos y artistas seguimos siendo agentes de un cambio genuino de consciencia. Solo que ahora ha llegado el momento de demostrarlo.

Los abrazo a todos. 

Report Page