Edith
Prólogo
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Prólogo
Era legendario.
Su reputación recorría los largos caminos desde su Surrey natal hasta la capital, Londres, y todos lo conocían como el duque conservador.
Esta característica no se debía a su férreo o moderado carácter, nada de eso. Lo llamaban conservador porque no era capaz de «conservar» a ninguna mujer.
Primero fue la dulce y preciosa Amery, una delicada perla americana que, con solo mirarla, era capaz de alegrarte el día. Su delicada piel, sus labios carmesí y su suave cabello eran motivos más que suficientes para enamorar a cualquiera, como así sucedió, porque el mismo día de su boda lo abandonó para fugarse con el mozo de las caballerizas.
A esta le siguió la práctica Camile. Unidos por el despecho pensaron que un matrimonio entre ambos sería la solución perfecta. Por desgracia, el destino tenía reservados otros planes para ella y terminó por reconciliarse con su ex prometido.
La tercera de la lista fue Francesca. ¡Ay, Francesca! No había una viuda igual. Alegre, divertida, coqueta... Justo lo que necesitaba. Con ella pasó grandes momentos, sin embargo, cometió un gran error: se quedó embarazada… pero no de él. No era algo que pudiera tomarse con ligereza y la viuda quedó descartada como futura duquesa de Dunham.
La última, y la más malcriada de todas, fue Gertrude. Egoísta, llorona y manipuladora, hacía que la vida junto a ella pareciera un infierno. Que decidiera dar por terminado el compromiso fue una bendición para Jeremy, aunque hubiera estado dispuesto a sacrificarse como un auténtico mártir.
Al final la suerte fue dispar: todas las jóvenes encontraron el verdadero amor y el pobre Jeremy se quedó solo. Amery se casó con su antiguo empleado en Gretna Green, convirtiéndolo en el muchacho más afortunado del planeta. Había encontrado el amor junto a una preciosa mujer y además pasaba a ser el único yerno de un adinerado industrial de Estados Unidos. Camile regresó con su antiguo prometido y, por lo que sabía, no habían parado de… procrear. Francesca se unió en matrimonio al embajador de Argentina —y futuro padre de su hijo—, mientras que Gertrude fue capaz de encontrar un esposo que la soportara.
Así que todo el mundo sabía de la habilidad de Jeremy Gibson para encontrar el amor… Aunque no para él, sino para otros.