•EL CHAT ME AYUDO CON MI SOBRINA.

•EL CHAT ME AYUDO CON MI SOBRINA.

Contos
17 MIN.



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Cuando mi sobrina Bea vino a vivir conmigo para estudiar en la universidad, era una chica bastante inocente, pero el tiempo y alguna ayuda exterior hicieron que conmigo aprendiera lo que es el sexo, de paso reencontré a mi familia con la que no me relacionaba demasiado.

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Cuando vi a mi otra sobrina Cris y a mi cuñada Sofía estaba de lo más feliz, cada una en su estilo eran unas mujeres fantásticas, además de tener unos físicos ideales, eran unas mujeres de una pieza, y me querían mucho.

Después de la estancia en mi casa donde terminamos de conocernos, volvieron a su casa, Bea continuó conmigo, como siempre acudía a la universidad y hacía una vida social lógica para su edad, salía con chicas y chicos, alguna vez venían a recogerla para salir o traerla de alguna fiesta, con algunos de sus compañeros llegué a coger confianza, eran buenos chicos y chicas, por supuesto les gustaba divertirse y lo hacían, iban a todos los sitios donde había juerga y disfrutaban a lo grande.

Una tarde me preguntó qué opinaba de una amiga suya que se llamaba Patricia, realmente no la conocía más que de vista, era simpática y parecía ser una buena chica, físicamente estaba muy bien, tendría unos 20 años y vestía muy formal, acababa de salir de un colegio interna, sus padres habían hecho un esfuerzo tremendo para que fuera a la universidad, las chicas se veía perdida en la ciudad y Bea había pensado que estuviera en casa, solo hasta que encontrara un piso compartido, en principio no me gustó la idea, no conocía de nada a la chica para meterla en casa, por otro lado, le vendría bien a Bea tener una compañera y amiga para sus estudios, la habitación sería la misma y de su manutención se ocupaba ella naturalmente, además se veía bastante formal, no tuve más remedio de consentir, pues Bea me miraba como un corderito.

Patricia se trasladó desde la pensión que estaba, se instaló rápidamente ayudada por Bea y me dijo…

--- Muchas gracias Sr. Alfonso por dejarme estar en su casa hasta que encuentre un piso económico, le prometo que no lo lamentará.

--- Por favor Patricia, en primer lugar llámame Alfonso, y después darte la bienvenida a mi casa… mejor, nuestra casa, como ves Bea y yo no llevamos muy bien y con toda la confianza, más que tío y sobrina, somos ante todo amigos, ya lo irás viendo, por supuesto siéntete como en tú casa, estoy a tu disposición.

Bea nos miraba contenta y abrazando a Patricia le enseñó la casa. Yo me quedé en el salón oyéndolas como se contaban cosas en su habitación. Instalaron el ordenador de la chica y la ropa en el armario.

Bea le había informado sobre mí, de mis costumbres, y mis horarios, por lo que en unos días estaba integrada con nosotros.

Se pasaban las tardes estudiando y contándose cosas, me gustaba oír las voces juveniles de las chicas en una casa normalmente silenciosa, después de cenar solíamos hacer un poco de sobremesa o se iban a su cuarto.

Una tarde de sábado Bea me preguntó si creía que su ropa le vendría bien a Patricia, pues querían salir y no tenía aún ropa moderna.

Yo creí que muchas cosas no le vendrían bien, pero asentí, mi sobrina sacó un montón de prendas al salón para ver que podría valer, Patricia estaba entusiasmada, pues le encantaba la ropa, yo ejercía de juez, mientras Bea le iba seleccionando las prendas, Patricia se las ponía en su habitación, parecía un pase de modelos.

La chica era un poco más alta que Bea, más delgada, tenía más pecho y menos caderas, los vestidos se iban sucediendo, llegó uno que era escotado por detrás hasta casi la cintura y con la falda ancha y corta. Cuando salió Patricia con él estaba muy guapa, pero cuando se acercó se apreciaron los defectos que se le notaban, en principio le tiraba de delante y se le veía el sujetador por detrás, Bea me pidió parecer, pues le gustaba mucho, pero no le quedaba bien, en principio le dije que tenía un problema de “base”, no entendieron y les tuve que aclarar que el primer problema venía de debajo de la ropa, la chica se entristeció, le dije que tendríamos que hacer algunos ajustes, la chica se quedó pensativa, pero Bea le animó a hacer cambios.

En principio le dije que las pinzas del vestido no le coincidían y le tiraban por todos lados y teníamos que ajustarle algo, le dije a Bea que le soltara los tirantes y le bajara el vestido hacia delante, la chica se cubrió el pecho con las dos manos, mi sobrina me miró, mal comienzo, me quería decir, con mucha delicadeza le cogió las manos y se las dejó caer, el sujetador que llevaba estaba bastante usado, de un modelo muy antiguo de color gris, no decía nada, los tirantes anchos y un poco rozados, me miró por el rabillo del ojo y le dije con la mirada que eso era lo primero que habría que suprimir. Le preguntó si no tenía más y la chica dijo que otro igual de color carne. Bea me dijo que intentara yo ajustarlo para ver si se podía aprovechar, me acerque y lo primero que hizo fue cubrirse otra vez, le tranquilice, le dije que no pasaba nada, que ya había visto chicas en la playa en bikini y no pasaba nada, me dijo…

--- Es que yo no he estado en ropa interior delante de ningún hombre, me da mucha vergüenza, no sé como reaccionaré, estoy muy nerviosa.

--- Bueno tranquila, si no quieres no hacemos nada, pero piensa que ya no estás en el internado, ya debes vestir como una chica moderna y un sujetador solo es un sujetador.

--- No, si yo quiero que me adaptes los vestidos, pero me da vergüenza, perdona, intentaré evitarlo, tú sigue.

--- Mira, lo primero es ver si podemos ajustar el tuyo y si no, te pruebas uno de Bea, vale?, creo que usas una 100 y Bea una 95, pero servirá.

--- Muy bien, haré lo que me digas, gracias Alfonso, ya estoy tranquila.

Con mucho cuidado de no tocarle, le estiré de los tirantes, el sujetador se tensó, se subió levantando el pecho, mejoró bastante, pero seguía bajo, seguí estirando los tirantes y como no le apretaban los corchetes del contorno, le escaparon por bajo del sujetador una pequeña parte de las tetas, ella no lo notó, pero se veía la piel blanca y redondeada, le volví a subir los tirantes y asomaron dos dedos más de piel tierna por debajo de la prenda, se adivinaban las areolas a punto de asomar, le dije para tranquilizarla que pusiera las manos bajo sus tetas, lo hizo y le bajé los tirantes de los hombros, las copas del sujetador quedaron fláccidas sobre las manos de Patricia que sujetaba las dos tetas, le dije que no las soltara, ella estaba tranquila, pues, no se veía nada, le solté los corchetes de detrás y el sujetador se aflojó del todo, me volví de espaldas y le dije que soltara el sujetador, cuando me volví tenía una teta en cada mano, eran redondas, blancas, duras y con unos pezones grandes que apenas se ocultaban entre los dedos de la chica, Bea miraba expectante, quería saber cómo le iba a quitar la vergüenza a la chica.

Estuve probando a acortar los tirantes del sujetador de Patricia, cuando lo había conseguido le dije que se cogiera los pezones y los levantara, eran unas tetas preciosas, jóvenes y blanquísimas, colgadas de los pezones parecían unos pasteles de merengue, cogí el sujetador y se lo apliqué por debajo, después le dije que se lo sujetara ella, pasó las manos bajo el sujetador, las copas cayeron sobre sus manos que sujetaban las tetas quedando al aire los pezones y las tetas subidas al máximo, cogí una copa, le pasé el tirante por el hombro, después la teta correspondiente se la coloqué apretándole un poco el pezón entre mis dedos, sin pretenderlo, se puso terso y salió un centímetro, con el otro hice lo mismo, ya Patricia como sabía la operación soltó su parte y la teta quedó al aire con medio sujetador colgando, miraba como su teta antes oculta a todo el mundo ahora la cogía con mi mano abierta, la sostenía hasta que la otra subía el tirante para meterla dentro de la copa. Se sintió más cómoda al notar sus tetas altas saliendo entre las copas hinchadas, le dije que se probara otra vez el vestido, ahora le quedaba bastante mejor, pero se veía mal ajustado.

Le hice una seña a Bea que trajo una caja con sujetadores de lo más sugerentes, la dije a Patricia que se bajara otra vez el vestido, ya lo hizo ella sola, se quedó en sujetador esperando mis órdenes, lo primero le dije que se lo soltara por detrás y se lo quitara, me obedeció sin titubear, las dos tetas quedaron a la vista, eran redondas y con los pezones grandes y rosados, con el frío se salieron, ella me miró como pidiendo disculpas, le sonreí, le dije que pusiera los brazos en jarras hacia atrás, sacando pecho, con las modelos presentadas a tamaño natural, le iba sobreponiendo los diferentes sujetadores de Bea, las tetas le nacían desde los lados bajo los brazos, hasta que se juntaban casi las dos en un canalillo profundo, le ponía el sujetador y lo elevaba hasta que Patricia le parecía bien, si no le cabía la teta, la subía o la ladeaba hasta que estaba cómoda, los pezones estaban duros y brillantes, cuando era un sujetador de encaje se los mojaba para ver si los marcaba el sujetador, las primeras veces lo hacía con los dedos, pero después si tenía las manos ocupadas con alguna prenda, se los lamía, las primeras veces se encogía, pero después se acercaba para que los cogiera con los labios, los chupaba y los mordía, ella cerraba los ojos y suspiraba, las manos no las quitaba de las caderas, yo le cogía las tetas con las manos y las chupaba desde bajo hasta rodearlas hasta llegar al pezón, estaban duras, se notaban las venitas, mi cara se apretaba entre sus tetas mordiéndolas hasta que le dolían.

Le dije si se podía quitar el vestido, no se hizo de rogar, se lo bajó y dejo a la vista las bragas del mismo juego que el sujetador, le hice una cara de desaprobación, se las quitó bajándolas hasta los pies, sacando uno tras otro lanzándolas aparte, tenía el pubis sin depilar, el vello negro le subía desde el triángulo como un hilito hasta el ombligo, le seguía por los labios en las ingles hasta donde no llegaba a ver, volvió a poner las manos en las caderas, Bea sentada en un sillón nos miraba callada.

Me acerqué a la chica, le pase un brazo entre los suyos, la abrace por la cintura y la atraje hacia mí, se quedó en la misma postura, su pubis estaba pegado a mi polla dentro del pantalón, le besé en el cuello, su piel hacía un olor a piel caliente y perfumada a la vez, el rubor marcaba sus mejillas y su pecho se agitaba con las respiraciones, con la pierna separé las suyas y mi muslo se apretó sobre su sexo, ella se acoplaba mojándome el pantalón, mi polla que estaba debajo se alargaba camal abajo, mi boca lamía los lóbulos de las orejas, ella me ofrecía su piel más sensible, cuando le busque entre la maraña de pelos en su pubis, note el calor que subía entre sus labios, pese a no verlo, se notaba su clítoris asomando entre ellos, era grueso y estaba hinchado, mi mano lo encontró y le retiré la piel protectora dejándolo brillante y mojado, al fin dejando caer la cabeza sobre mi hombro se dejó hacer, mi mano separó sus labios mientras mi boca buscaba la suya, fue un beso tierno al principio, pero mi lengua no tardo en encontrar la suya, me la absorbió ávidamente, sus brazos por fin se movieron y me abrazó estrechamente, su mano buscó el cierre de los pantalones, se oyó un ziiiip y mi polla salió como un muelle, no llegó a desplegarse del todo cuando la tenía cogida y le retiraba el prepucio, me empujó al sofá, cuando caí sentado se montó entre mis piernas, cuando abrí los ojos tenía dos tetas en la cara y mi polla dentro del coño de Patricia, me besaba en la boca y se metía la polla hasta dentro, no paró hasta correrse, no habló ni una palabra, estaba concentrada en el placer que le llenaba, cuando vino el orgasmo solo dio un suspiro profundo desde el fondo de su ser, solo dijo…

--- Gracias Alfonso, hace muchos años que he soñado con esto, me alegro de que hayas sido tu el primero.

Cuando se levantó, vi que mi polla estaba un poco ensangrentada.

Bea estaba alucinada, era testigo de la desfloración de Patricia, la chica había pasado una pubertad reprimida, hoy había nacido a la vida.


CONTINUARÁ...


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