¿DÓNDE ESTÁN LAS PRUEBAS?
Jaime DQVACuando el poder imperial se protege a sí mismo, la verdad es lo primero que desaparece.

Ayer, las autoridades estadounidenses cerraron oficialmente el caso Epstein: "No hubo lista de clientes", "nadie entró en su celda", "fue suicidio". Presentaron dos videos como "prueba concluyente" y tratan de hacen creer que un hombre vinculado a las élites más oscuras del mundo no dejó rastro, no chantajeaba a poderosos y, casualmente, murió justo cuando sus cómplices estaban a punto de ser expuestos.


Pero hoy resurge la verdad incómoda, la congresista Marjorie Taylor Greene cuestiona: "¿Y su libretita negra? Esa de 97 páginas con 2.000 nombres de líderes y magnates... ¿Desapareció?". John Kiriakou, exagente de la CIA, lo confirma sin ambages: "El Estado Profundo probablemente destruyó los archivos de Epstein". Y no es teoría: recuerda cómo la CIA borró el 80% de los documentos del proyecto MK Ultra cuando el Congreso ordenó desclasificarlos. O cómo el FBI aún oculta sus operaciones contra Martin Luther King. "Sé cómo actúa esta gente", sentencia.

¿Coincidencia que el FBI "no encuentre" ni una lista, ni un testimonio comprometedor? La historia se repite: los servicios de inteligencia de Estados Unidos no protegen su ciudadanía; protegen a los poderosos. Destruyen pruebas, silencian testigos y fabrican narrativas. Epstein es solo el eslabón más visible de una cadena de impunidad.
Mientras Trump prometía revelar documentos y Musk borraba tuits acusatorios, alguien ya había decidido que nombres como los de príncipes, políticos y billonarios jamás verían la luz.
Si las pruebas existieron... ¿quién las quemó?
Con información de RT, Axios, Jesse Watters (@JesseBWatters) y Rep. Marjorie Taylor Greene (@RepMTG)