Discurso del Embajador de Rusia Igor Romanchenko en el 9 Aniversario de Primavera de Crimea

Discurso del Embajador de Rusia Igor Romanchenko en el 9 Aniversario de Primavera de Crimea

Embajada de Rusia en el Perú

El evento de hoy está dedicado a una ocasión importante y simbólica para cada patriota ruso, que pasó a ser parte de nuestra vida como la "Primavera de Crimea". El 16 de marzo de 2014 se llevó a cabo un referéndum de Crimea, en el cual los habitantes de la península tomaron casi por unanimidad (97%) la decisión histórica de reunificarse con Rusia, ejerciendo su derecho a la autodeterminación fijado en las normas internacionales.

Aquel año, como saben, se orquestó en Kiev un golpe de Estado nacionalista con el apoyo de Occidente. El régimen de Kiev, respaldado por las organizaciones neonazis extremistas, comenzó a imponer una ucranización forzada del país, para llevar a cabo las purgas de la población de habla rusa, la cual constituye la mayoría aplastante de los crimeanos. Los habitantes de la península comprendieron claramente la situación y evaluaron correctamente en qué podrían desembocarse estos acontecimientos. No había necesidad de movilizar a nadie, los crimeanos tomaron una postura firme para defender su Patria. La Primavera de Crimea se convirtió en una verdadera fiesta para todos: la solidaridad y la armonía del pueblo multinacional, la aspiración a la libertad y justicia histórica.


Me gustaría recordar brevemente la historia centenaria de Crimea, contar por qué Crimea es la tierra rusa auténtica. En el siglo X, desde la época de las campañas del legendario príncipe Sviatoslav, surgió el principado ruso de Tmutarakan en parte del territorio de la península. Según la leyenda, el más importante santo ortodoxo, el patrón de la flota rusa, Andrés el Apóstol, visitó esta tierra. En Crimea, el príncipe Vladimir se convirtió al cristianismo y bautizó a Rus en 988. A raíz de la invasión mongola-tártara, Crimea pasó a formar parte de la Horda de Oro, y luego del Imperio Otomano, y durante muchos años las fértiles regiones del sur de Rusia se transformaron en una “frontera rusa” para combatir saqueos que efectuaba este enemigo. La seguridad de las fronteras del sur y la incorporación de Crimea a Rusia se hicieron vitales para miles de campesinos rusos.

Los intentos de Rusia de resolver estos problemas con el Imperio Otomano en el campo de batalla comenzaron a finales de los siglos XVII (diecisiete) y XVIII (dieciocho). Basta recordar las campañas del Príncipe Golitsyn, comandantes Minikh, Dolgorukov-Krymsky, las victorias de Rumyantsev y Suvorov, y las de Ushakov… Pero lo principal son los esfuerzos a largo plazo del estadista Grigory Potemkin, el favorito de la emperatriz Catalina II, que no solo conquistó, sino desarrolló el territorio de Novorossia. El 19 de abril de 1783, Catalina II firmó un manifiesto "Sobre la incorporación de la península de Crimea al Estado Ruso". Así Crimea se hizo rusa para siempre. Al hallarse en paz y prosperidad, en Crimea se construyeron ciudades, magníficos palacios, surgieron centros turísticos, se desarrollaron industrias y se creó la Flota del Mar Negro. 

El aire crimeano inspiró a pintores y escritores de fama mundial: Tolstoy, Chejov, Aivazovsky y muchos otros.

Muy a menudo el pueblo ruso tuvo que defender esta tierra, incluso con armas: además de las batallas con el Kanato de Crimea y los otomanos, la defendieron de ataques de la coalición de Gran Bretaña, Francia y Turquía en el siglo XIX, y en 1941-1945 – de Alemania nazi. La ciudad de la gloria militar de Rusia – Sebastópol – y sus habitantes mostraron ejemplo de admirable resistencia y coraje. Cada centímetro de esta tierra está cubierto de sangre de nuestros soldados.

En 1954, de acuerdo a lo que hoy parece una decisión poco comprensible del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, Jruschov, Crimea fue transferida formalmente a la República Socialista Soviética de Ucrania. En aquel tiempo el pueblo soviético no le atribuyo ninguna importancia a esto hecho ya que todos vivían en una sola familia fraternal de los pueblos de la Unión Soviética. Pero después de 1991, la cuestión de Crimea surgió de nuevo y con mayor tensión.

Después del colapso de la Unión Soviética, a la población de la península no le concedieron el derecho a pronunciarse sobre su adhesión a una Ucrania independiente. Sin embargo, los crimeanos seguían sintiéndose parte de Rusia con la historia milenaria y no de un joven estado ucraniano. El 20 de enero de 1991, por decisión del Consejo Regional de Diputados de Crimea, se llevó a cabo el primer referéndum, en el que el 93% de los participantes votaron a favor de que Crimea se convierta en un sujeto independiente dentro de la Unión Soviética.

Sin embargo, sus resultados fueron ignorados por las autoridades ucranianas. Los intentos de celebrar otro referéndum de independencia en 1992 fueron hábilmente frustrados: Ucrania aprovechó su ventaja en infraestructura y cortó el suministro de agua a la península.

Sin embargo, en Crimea posteriormente se llevaban a cabo numerosas manifestaciones y se creaban decenas de organizaciones prorrusas. No es de extrañar que en 2014, cuando se preguntó la opinión de los habitantes de Crimea por primera vez desde 1991, ellos inmediatamente lo aprovecharon para regresar a casa.

Ahora Crimea va adelante, se desarrolla con éxito y se transforma ante nuestros ojos: se crea una infraestructura moderna, se construyen y se mejoran instalaciones industriales, agrícolas y sociales. Al mismo tiempo, las tasas de crecimiento económico se encuentran entre las más altas del país: alrededor del 6,5%. La península es un excelente ejemplo para las nuevas regiones, evidencia del renacimiento del estado ruso.


Crimea se ha convertido en el centro del inquebrantable espíritu ruso y la invencibilidad de Rusia. Y ahora, cuando nuestro país lleva a cabo la operación militar especial, protegiendo los derechos y la vida de la población del Donbás, que también expresó su deseo de regresar a su puerto natal, Crimea cumple con honor y dignidad todas las tareas que se le asignan para garantizar la seguridad de la Patria con el apoyo de todo el pueblo ruso y la economía adaptada a las nuevas condiciones, desarrollando su propio enorme potencial.

Estamos vinculados por una historia milenaria, somos inseparables, ¡Crimea y Rusia están juntos para siempre!

 

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