Dibujos animados, videojuegos, redes sociales y bienestar psicológico de niños y adolescentes.

Dibujos animados, videojuegos, redes sociales y bienestar psicológico de niños y adolescentes.

Crianza Respetuosa

Son muchos los beneficios que la era de la tecnología, le ha traído a la humanidad. 

En el caso de la infancia, ellos son protagonistas de cambios a nivel de la subjetividad, como consecuencia de nacer y crecer en contextos altamente desarrollados. Una parte importante de este desarrollo, tiene que ver con el universo digital.

Aunque Cuba es un país en vías de desarrollo, los niños y adolescentes cubanos ya comienzan a estar en contacto con dispositivos tecnológicos, tempranamente.

Nuestro propósito no es en ningún modo negar las ventajas de las tecnologías. 

Para la educación de niños y adolescentes, es una valiosa herramienta y forman parte también, de sus modos de entretenimiento y socialización.

Sin embargo, los padres y cuidadores en general debemos tener la preparación requerida, para regular el uso de las tecnologías, de modo que favorezca y nunca afecte a nuestros niños y adolescentes.

Una parte de esa preparación es conocer los riesgos, consecuencias negativas y los cuidados que debemos tener, cuando nuestros hijos se exponen al uso de tablets, teléfonos inteligentes, computadoras, consolas y otros.

En una sesión anterior abordamos las actividades fundamentales de cada etapa evolutiva. Desde que un niño nace y hasta los tres años de vida, todo su desarrollo depende casi por completo de los cuidados que le brinden sus padres y otros familiares. La estimulación temprana implica interactuar con el niño, conversando, cantando, jugando y realizando acciones con objetos. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que poner a un pequeño de cero a tres años, a visualizar dibujos animados, tiene más riesgos que beneficios y por ello, recomiendan no hacerlo.

Esta advertencia se debe a que cuando se expone a la televisión a un niño de edad temprana, está faltando el vínculo humano, la relación con el cuidador que a través del afecto, va estimulando el desarrollo. 

Cuando la exposición a dibujos animados es por largo tiempo, falta ese relación potenciadora imprescindible y comienza a afectarse el desarrollo del niño.

El daño por sobreconsumo de dibujos animados en los niños pequeños, puede llegar a ser severo 

Se afecta el desarrollo de los procesos cognitivos, siendo notable el atraso del lenguaje en particular. Además el niño experimenta falta de interés social y otras conductas que no son normales para su edad.

A partir de los tres años en adelante, se pueden escoger dibujos animados apropiados. 

Los niños deben verlos por poco tiempo y siempre en compañía de algún cuidador, que vaya interactuando con el pequeño respecto a la trama del audiovisual infantil.

No es recomendado que el niño vea la televisión mientras lo alimentan. Esto, conspira contra la formación del hábito de alimentación y puede afectar el apetito del pequeño.

VIDEOJUEGOS

Los videojuegos están diseñados para una edad determinada. Es lo primero que los adultos deben conocer y actuar respecto a la supervisión de los juegos que el niño prefiere y ayudarlo a elegir bien.

Es importante igualmente, estar muy pendiente del tiempo que el niño invierte jugando.

El juego físico y la socialización son muy necesarias y no deben ser suplantados por los juegos digitales. Incluso es preferible que el videojuego sea compartido con algún amiguito, a que juegue en solitario.

Se debe tomar en cuenta que los videojuegos generan ansiedad, debido a que los niños se sumergen en una trama, que requiere la ejecución de acciones mentales, casi exclusivamente.

Mientras más tiempo juegan, más ansiedad pueden padecer. 

Además se puede llegar a la conducta adictiva, que se caracteriza esencialmente por la pérdida de los intereses normales para la edad del niño.

No solo son psicológicas las afectaciones que se derivan del sobreconsumo de videojuegos. Otras especialidades han alertado acerca de la aparición de daños visuales, ortopédicos, obesidad o inapetencia, entre otros.

Sin embargo, el aislamiento en casa a causa de la COVID, ha incrementado el consumo de dibujos animados y de videojuegos en la infancia. 

Aunque ciertamente es un recurso que en estas condiciones, puede ser útil para que los niños se entretengan, es muy necesario que se regulen los tiempos, se escojan y supervisen los contenidos y que se les ofrezcan más opciones de actividades atractivas.

En el caso de las redes sociales como Facebook, las plataformas de mensajerías como WhatsApp o Telegram y el uso de correo electrónico, las edades mínimas para su acceso se ubica entre los 13 y 14 años. Ello incluso dependiendo, de la madurez que denote el adolescente.

Los adultos deben saber que hay muchos riesgos aparejados al uso de las redes y mensajerías. 

Los adolescentes comienzan a estar en contacto con otras personas e influencias, que muchas veces los padres no logran conocer ni controlar adecuadamente. 

En casos extremos pueden llegar a ser víctimas de pedofilia, abusos, acoso, entre otros nefastos fenómenos. 

Adicionalmente a lo anterior, los adolecentes necesitan y reclaman privacidad. Por lo que a esa edad, ya no es adecuado, supervisar directamente sus teléfonos. Esto complejiza más el panorama.

Sin embargo debe existir suficiente confianza para que el muchacho o muchacha, acuda a sus padres ante alguna situación que lo requiera. Pero para que esto ocurra, ellos deben haber sido preparados para advertir los peligros. Y deben tener además, buena comunicación con sus padres. Esto es posible, cuando se sentaron las bases para ello, desde etapas anteriores.

En tiempos en que a los adolescentes les ha faltado la interacción social, tan importante en esta etapa, las redes sociales pueden ser un paliativo sustituto, en alguna medida. Pero los adultos no podemos perder de vista, los riesgos siempre presentes.

La preparación de los cuidadores respecto a estos temas, la regulación de los tiempos de consumo y la supervisión de los contenidos a los que se accede a través de las pantallas, constituyen una responsabilidad de la que depende la salud mental de niños y adolescentes.



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