Dialéctica para principiantes (III)

Dialéctica para principiantes (III)

Karlito Marx

En "Questions de méthode" de 1957, Jean-Paul Sartre determina que, en ocasiones, los sistemas de pensamiento se representan como “horizonte de toda una cultura”, además de “insuperables en tanto que el momento histórico del que son expresión no ha sido superado”. 

Es sabido que con esta tesis en "Crítica de la razón dialéctica", el filósofo francés señala al marxismo como la filosofía que, a su juicio, refleja el “horizonte” político del siglo XX, y añade “lejos de estar agotado, el marxismo es todavía joven, casi en su infancia: apenas ha comenzado a desarrollarse. Sigue siendo, por lo tanto, la filosofía de nuestro tiempo: es insuperable porque las circunstancias que lo engendraron no han sido superadas todavía". 

O sea, mientras que algunos pensadores de hoy visualizan un Marx superado y adaptado, para Sartre, el marxismo constituía y previsiblemente seguiría constituyendo el horizonte insuperable del pensamiento en la medida en que “las transformaciones de las relaciones sociales y los progresos de la técnica” no hubieran liberado al hombre del “yugo de la escasez”. 

Solamente después de que tales mutaciones de la realidad hubieran establecido las condiciones para todos que los seres humanos alcancen un margen de “libertad real más allá de la producción de la vida” se podría hablar del comienzo de otro momento histórico, en que el pensamiento de Marx habría de volverse anacrónico, superado por una “filosofía de la libertad”.

Sin embargo, a finales del decenio de 1980 y principio de los años 90, a solo tres décadas de las escrituras referidas, las palabras de Sartre llegaron a sonar para muchos oídos no solo como insensatas, sino incomprensibles, como si el “horizonte” que habría caducado hacia 1990 hubiera sido, ya no el de la realización del marxismo, sino el de su incomprensión o fracaso. La lista de acontecimientos resultaba apabullante: caída de la Unión Soviética, desaparición del sistema socialista de Europa, la evolución del comunismo chino hacia una forma particular del capitalismo, derrota de los movimientos obreros y los partidos de izquierda en buena parte del mundo, y el triunfo casi generalizado de las políticas de liberalización económicas.

En tales circunstancias, de derrotas tácticas, se reprodujo el entusiasmo entre los enemigos del marxismo, mientras afloró el oportunismo, y la prestidigitación en la mente de no pocos militantes.

Seguimos.

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