Despertar

Despertar


Portada

Página 6 de 44

—A ver si no me equivoco —añadió Xinyu—. Quieres que hablemos sobre mujeres. Genial, adoro este tema; además, tengo entendido que hay por ahí una tal Kirsten que te vuelve loco.

—Yo no diría tanto. Me preocupa. Ellos la siguen.

—¡Oh, sí, te preocupa!, pero ¿en qué sentido?

—Aparte de que Nathrach y Nathair la sigan, no sé muy bien cómo actuar con ella. Está a la defensiva, cautelosa, utiliza palabras afiladas como cuchillos para mantener las distancias, pero ha admitido que le gusto. Y ayer la besé, quizás fui muy brusco. No pensé en lo de sus padres.

—¿Qué pasa con ellos? No estamos en la edad media. No tienes que pedirles permiso para coquetear con ella.

Tanto Clay como Kun resoplaron, lo que hizo que Xinyu se asustara por algo que desconocía.

—Bueno, verás —comenzó Clay tomando la palabra—. Su madre la abandonó cuando nació y su padre… no sabe quién es. A su madre la violaron.

—¡Vaya! —exclamó Xinyu—. Una situación complicada. Tendrás que ir con cuidado e intentar destruir la coraza que se habrá construido sobre sí misma.

—No entiendo qué quieres decir.

—Es probable que no habrá salido con nadie y habrá rechazado a cualquiera que se le acercase. Es incluso se sienta culpable por lo sucedido a su madre y hasta puede que haya oído reproches de su abuela, que perdió a una hija por ganar a una nieta de un acto no consentido. Tendrás que ir con cuidado y portarte con ella como nadie lo ha hecho hasta ahora. Es más que probable que sienta rechazo hacia el sexo, que le hayan hecho ver la parte más oscura, en lugar de hacerle ver lo bello del acto y lo que significa.

—Bueno, ya la he besado. Ayer, cuando estábamos encerrados en el armario huyendo de los Ser’hi y Juraknar, la besé. Estaba muy nerviosa, aterrada; solo quería que pensara en otra cosa y... al parecer lo conseguí. Te prometo que fui cuidadoso, quiero decir que nunca la trataría bruscamente. La besé luego por segunda vez, pero créeme, no lo hubiera hecho si le molestara, lo habría notado: ella respondió a mi beso. —Hizo una pausa pensando en las palabras de su maestro y continuó—. Tienes razón en mucho de lo que has dicho. Ha rechazado a bastantes chicos y no tiene amigas. Xin era su único amigo y cuando le rechazó dejaron de hablarse.

—Pues ya sabes, si no es un mero capricho debes tratarla bien, ser paciente. Si es otra más, olvídala Kun, aunque no conozca a esa chica sé que su cabeza es un caos y lo último que necesita es alguien que solo la quiera para un polvo.

—¿Tienes que ser tan crudo? —preguntó con el ceño fruncido.

—La acabas de conocer, no puedes estar enamorado. Si quieres diversión busca a otra, Clay y yo te hemos educado de otra manera y no me gustaría avergonzarme de tu comportamiento.

—Pero aunque la haya conocido de repente… no sé, esto es diferente. Hay algo en ella, distinto a las demás. Hace que me atraiga por ella como no me ha pasado con ninguna chica hasta ahora —confesó mirando a su tutor y maestro—. ¿Qué pensáis?

—Bueno, Kun —añadió Clay—. No eres de este planeta, eso es una realidad y puede que eso marque alguna diferencia en lo que a sentimientos se refiere.

Las palabras de Clay quedaron algo confusos a Kun y Xinyu, que volvieron a sus tareas.

***

Eran las once de la noche cuando Kirsten se dirigía de nuevo al edificio. Había terminado de trabajar en la piscina climatizada y aunque había esperado a Harry durante un tiempo, no había aparecido. Así que imaginó que su horario en la gasolinera se había alargado más de lo previsto.

Al menos ya estaba en el edificio y todo estaba en silencio. No escuchaba los típicos ruidos de sus compañeros de vivienda, ni sus broncas. Y a pesar de que no le gustaba hacerlo, lanzó un vistazo al primer piso a su izquierda. Empujó débilmente la puerta y al instante reconoció el olor a sangre.

Fue entonces cuando lo vio. Una extraña criatura, escuálida, de piel rugosa y gris, devoraba a un vagabundo. La escena era tan cruda que no pudo evitar soltar un grito y eso llamó la atención del engendro. Sus cuencas negras se fijaron en ella y su boca se abrió con ansia dejando al descubierto una larga lengua y dos hileras de colmillos.

El ser comenzó a correr en dirección a ella, a cuatro patas y Kirsten echó a correr. Volvió al exterior, al bosque y corrió con todas sus fuerzas. Le faltaba el aliento, apenas podía respirar debido al pánico y entonces la bestia se lanzó sobre ella provocando que cayera al suelo.

La chica gritó de pánico al pensar sentir sus garras y mandíbulas destrozando su piel. Pero el engendro no hacía nada. Únicamente la tenía aprisionada, como si estuviera esperando que llegase otra persona.

Nerviosa comenzó a moverse. El pánico la dominaba y con sorpresa observó cómo sus manos se volvían rojas y era la primera vez que se alegraba de que eso estuviera sucediendo.

Tras forcejear un poco más logró girarse y posó sus manos sobre el pecho escuálido del monstruo. Al instante las llamas surgieron de las manos de Kirsten prendiendo al monstruo que tras lanzar un lastimero gemido, comenzó a retorcerse por el suelo.

Kirsty se puso en pie y se separó de la esfera de fuego en la que se había convertido el engendro.

—Sabía que serías capaz —añadió Juraknar a cierta distancia de ella—. Estaba esperando verte actuar, asegurarme de que no me equivocaba y ahora lo sé. ¡Tienes que venir conmigo! —dijo tendiéndose la mano—. Has de permanecer a mi lado.

Kirsten negó con la cabeza y echó a correr. A su espalda escuchaba los torpes movimientos del inmortal al seguirla con la armadura. Eso lo convertía en una persona pesada y menos ágil, lo que le ayudó a Kirsty a ganar distancia. Tenía que llegar a casa de Kun. Con ellos estaría a salvo. Cuál fue su sorpresa a encontrar a Xin a cierta distancia. El chico iba con espada en mano, observando todo cuanto le rodeaba y dominada por el miedo, se lanzó a sus brazos cuando llegó a él.

—¡Me sigue, me sigue! —dijo nerviosa—. Me va a llevar con él.

—Shhs, tranquila —añadió Xin deslizando su mano por la espalda de su amiga, intentando calmarlo—. Estamos dentro de un perímetro de protección. No puede entrar y no puede vernos. ¡Mira!

Kirsten se separó de Xin. Vio al inmortal a unos cinco metros. Miraba de una dirección a otra y a pesar de la poca distancia que les separaba, no lograba verlos. Y al momento vieron como Juraknar invocaba una puerta a Serguilia y regresaba a su hogar.

Finalmente Xin acompañó a Kirsten hasta un tronco cercano, donde ella tomó asiento mientras se calmaba. No podía decirle a Xin lo que le había hecho al monstruo. No podía confesar que en ocasiones llamas brotaban de sus manos, no tras descubrir que ese elemento significaba el mal.

—¿Estás mejor? —se interesó Xin, tras darle un tiempo de descanso—. Hay zonas de los alrededores de mi casa que es segura. Un perímetro mágico nos protege. Quizás sería buena idea pedirle a Xinyu que alargue ese escudo hasta tu vivienda. De esa manera estarás protegida hasta que averigüemos que quiere ese desgraciado.

Kirsten asintió a la vez que se sorbía la nariz. Nunca le gustaba mostrar debilidad, pero lo de hoy le había asustado más de lo que quería admitir y algunas lágrimas habían mojado sus mejillas.

—Te acompañaré a casa —dijo Xin, ayudándola a ponerse en pie.

Ella no opuso resistencia y en silencio caminó junto al muchacho, hasta que él comenzó a hablar.

—Quería pedirte disculpas. Sé que me he portado como un idiota, como un verdadero gilipollas y solo espero que me perdones y podamos recuperar la amistad que teníamos.

—¡Está bien! —aceptó agotada—. El que los amigos discutan es algo muy común; olvidaremos todo lo que nos hemos dicho.

Xin sonrió satisfecho. Aún quería saber una cosa más y al parecer ella lo había intuido. A pesar de sus diferencias, sus continuos roces, le comprendía como nadie lo había hecho nunca. Durante el tiempo que disfrutaron siendo amigos habían llegado a conocerse muy bien. Compartían los mismos gustos literarios y la misma atracción hacia el arte; con el tiempo y con solo mirarse a la cara, podían llegar a saber si uno estaba de humor o no. Decididos a emprender de nuevo su amistad, caminaron hacia la entrada de la vivienda de la chica y se detuvieron allí.

—Por favor, contéstame con sinceridad. ¿Te gusta Kun?

—En realidad tu hermano siempre me atrajo. Lo veía por los pasillos y todo eso y... gustarme... Ojalá no fuera así, no quiero complicar mi vida amando a alguien, pero no puedo controlarlo. No entiendo tu rencor hacia él. Pensé que quizás era porque sois Dra’hi y, bueno, él es el mayor; pero tú naciste el año del dragón, no él, lo que te convierte en el más fuerte.

Xin nunca había pensado en tal posibilidad y ahora que ella se lo decía admitía que quizás tuviera razón. Solía perder ante Kun, ya fuera con las manos o con la espada, pero últimamente siempre era él quien salía vencedor. Quizás cuando recuperaran sus poderes sellados sería más fuerte. Solo él había nacido el año del dragón, Kun era Dra’hi porque tenían que ser dos, como dice la profecía, pero si él no hubiera sido concebido su hermano habría sido un niño normal, que seguramente habría muerto a manos de Juraknar hacía años. Pero aun así, Xin se preguntaba qué habría visto ella en su hermano. Había tantas cosas que quería saber.

—Kirsty, ¿hasta dónde has llegado con Kun?

Esperó unos segundos la respuesta, aunque a él le parecieron minutos, y, como temía, sus peores pensamientos se cumplieron.

—Por favor, Xin, porque no dejamos este tema. Apenas hace unos días que conozco a tu hermano y solo nos hemos besado.

—¿Qué ves en él que no veas en mí?

—¡Xin, por favor! —pidió. Agotada lo miró, rogándole que no dijera nada más—. Estoy cansada, ¿no podemos dejar esta conversación para mañana?

—¡No lo entiendo! —se quejó—. Yo siempre he sido tu amigo y ahora llega él y en unos días consigue lo que yo no he conseguido en meses.

Su tono comenzaba a asustarla y empezó a caminar hacia atrás alejándose de él muy despacio.

—Eso no importa —le dijo—. Tú y yo solo somos amigos y ya está —le hizo saber sin dejar de ver como el muchacho se acercaba a ella—. Por favor, Xin, no estropees las cosas. Me gusta tu hermano. Compréndelo —susurró, observando al joven a apenas unos centímetros alejado de ella—. Últimamente siempre estoy asustada. Los Ser´hi me siguen… por favor, no hagas que también tenga miedo de ti.

Xin deslizó sus dedos por la mejilla de Kirsten. Horrorizado sintió como temblaba y furioso se alejó de allí.

Con la respiración entrecortada, Kirsten entró en la casa y de su pantalón tomó su teléfono móvil y llamó a Harry.

—Lo siento pequeña, no he podido ir a recogerte. He tenido que quedarme hasta tarde, en realidad aún no he salido.

—¡Ha pasado algo en el edificio! —confesó con la voz entrecortada—. Había algo… un animal. Ha matado a uno de los vagabundos. ¡Estoy muy asustada! —confesó incapaz de aguantar las lágrimas.

—Eh, no llores. No vayas al edificio. Quédate en casa de tu abuela. Llamaré a Alisa para que pase la noche contigo, yo averiguaré qué ha pasado. Tranquila, Kirsty, habrá sido un lobo.

Ella se despidió de Harry deseando que un lobo se hubiera colado en el edificio, pero sabía que eso no había sido así.

***

Xin llegó sin aliento al restaurante y abrió de golpe. Estaba vacío, pues ya era medianoche. En la barra estaba su hermano junto a Clay. Ambos hablaban animadamente con Xinyu, mientras él aún sufría su humillación. Con paso firme caminó hacia ellos y con uno de sus dedos golpeó a su hermano en el hombro. Este se giró y recibió de lleno el puñetazo de Xin. Ambos se lanzaron al suelo y comenzaron a rodar por él asestándose torpes golpes.

Clay se disponía a separarlos, pero Xinyu se lo impidió.

—¡Déjalos!, esto va a ser cosa de chicas. Deja que se zurren, yo les haré aprender la lección.

Ambos siguieron golpeándose sin ser separados. Kun consiguió inmovilizar a su hermano bajo su cuerpo; el ojo aún le palpitaba debido al fuerte golpe recibido. Xin colocó una de las piernas entre Kun y su cuerpo y lo lanzó con fuerza hacia atrás; se puso en pie y recibió en su ojo derecho un fuerte golpe. Todo se le nubló y retrocedió, cegado.

—¡Basta ya! —gritó Xinyu.

Pero al parecer no parecían dispuestos a parar. Xinyu saltó entonces por encima de la barra, y se dirigió a ellos, junto a Clay. Furioso, lanzó el delantal que cubría sus caderas y les miró. Primero a Xin: se introdujo en su mente haciendo que se quejara de dolor y cayera al suelo encogido. Luego volvió hacia Kun e hizo lo mismo, cayendo este junto a su hermano.

—¿Qué les has hecho? —preguntó Clay alarmado.

—Solo tendrán dolor de cabeza durante días —explicó—. Se lo tienen merecido por críos e inmaduros. —Se dirigió a ellos sin mostrar misericordia—: ¡Sois Dra’hi! —gritó—. ¿Entendéis lo que quiere decir? —preguntó furioso—. No sois chicos normales con preocupaciones normales, tenéis el destino de Meira en vuestras manos; si os separáis, la marca desaparecerá de vuestro pecho y es entonces cuando seréis normales —les hizo saber. Entonces se agachó junto a ellos y al levantar sus ropas vio las marcas menos claras y brillantes. Se estaban volviendo borrosas y supo que no tardarían en desaparecer—. ¡Poneos en pie! —exigió.

De mala gana lo hicieron y con ojos vidriosos miraron a su maestro.

—¿Por qué has pegado a tu hermano? —preguntó a Xin—. O me dices la verdad o te la saco a la fuerza.

—Es por Kirsty —confesó—. ¡La has besado! —acusó a su hermano—. Sabes que me gusta y lo has hecho. Te has fijado en la única chica que me atrae

—A mí también me gusta y yo le gusto a ella, lo siento. Además, pensé que ya no te interesaba, creí que solo estabas molesto con ella.

—Pues te equivocas… me sigue gustando y tú, tú, te has entrometido.

—¡Basta ya! —interrumpió Xinyu—. Los dos a la cocina, a fregar platos —ordenó.

—¡Pero si está el lavavajillas! —replicó Xin.

—Es vuestro castigo. A fregar y luego los introducís en el lavavajillas.

Sin decir nada, se dirigieron a la cocina.

Xinyu volvió a rodear la barra y en silencio terminó de recoger, escuchando de fondo la voz de los hermanos, que no dejaban de discutir.

—Puede parecerte raro lo que voy a decirte, pero ahí va —dijo Clay—. Es muy extraño que los Ser’hi persigan a una chica. ¿Qué puede tener ella de especial para que la sigan? Además está el hecho de que Juraknar debe saber que las marcas podrían desaparecer si ellos se odiaran o se llevasen mal. Quizás Kirsten sea de los suyos, enviada para separarlos.

—Ya lo he pensado —admitió—. Las respuestas las tendremos mañana. Kun la traerá y me introduciré en su mente hasta averiguarlo todo sobre ella; si es de los suyos lo sabremos y la enviaremos a Serguilia. —Su expresión cambió y se volvió mucho más frío—. Clay, se nos acaba el tiempo —le confirmó—. Los ejércitos de Juraknar son más numerosos por cada día; no sé qué pretende, pero sé que busca algo en cada planeta. Me gustaría esperar más, pero los chicos deben partir —confirmó—. Con la primera luna del año viajaremos a Draguilia y se adentrarán en la Caverna de Hielo.

Clay asintió sin poder evitar preocuparse. Tenía intención de averiguar quién era Kirsten en realidad y le preocupaba el destino de los chicos. Durante años él y Xinyu habían viajado a Draguilia y por Shen habían conocido la situación de los demás planetas, que no era muy buena. Le preocupaba enviar a los chicos a semejante lugar, pero desde que dieciséis años atrás los había recogido cuando cayeron de la nada, supo que no eran normales, ni siquiera él mismo lo era. Desde el principio supo de su destino. Lo temió durante años, pero tenía que asumirlo.

Pero lo que ambos desconocían era que Xin había escuchado la conversación y pensaba averiguar por sí mismo si la chica formaba parte de los Ser´hi. Ya era raro que él y su hermano se hubieran encaprichado de la misma chica y si ella había sido enviada para separarlos, iba a lamentarlo de por vida.

A

l

d

e

s

c

u

b

i

e

r

t

o

(

X

i

n

)

Era sábado y Xin se había levantado temprano con tal de evitar a su hermano y también a Clay y Xinyu. No quería escuchar sermones o que controlasen cada minuto de su día. Tenía otras cosas que hacer. Y hacía dos horas que llevaba esperando en el bosque que rodeaba la urbanización de Kirsten.

En ocasiones había visto a la chica a través de la puerta de la cocina. No estaba sola, otra joven le acompañaba y pacientemente aguardaba a que ambas salieran de la vivienda. Y no fue hasta más tarde cuando las vio partir.

Kirsten vestía unos leggins negros y una sudadera blanca. En ese momento estaba calentando, por lo que supuso que iría a correr por la zona. En cambio la otra chica llevaba el uniforme de una cafetería a la que él solía ir en ocasiones.

Una vez las vio despedirse y tras esperar unos minutos, fue a la casa. Se dirigió a la puerta trasera y tras observar que ningún vecino le prestaba atención, utilizó una ganzúa y entró en la vivienda.

Sobre una mesa en la cocina encontró varias cartas y al dirigirse a ellas, le llamó le atención una en especial que decía:

“Orden de desahucio”

—¡Vaya! —se lamentó. Iba dirigida a la abuela de Kirsten. Lo supo de inmediato al reconocer su apellido y no pudo evitar sentir lástima por su amiga ante la proximidad de quedarse sin hogar.

Pero se prometió olvidar sus sentimientos. Puede que todo fuera una farsa. Era posible que ella no fuera más que un señuelo para romper la buena relación que mantenía con su hermano.

Siguió caminando y entró en el salón.

—¡Dios mío! —exclamó al ver las paredes tiznadas debido a algún fuego y el suelo lleno de cenizas y hollín. Más le alarmó la sensación que le abrumaba, algo que sentía siempre cerca de Nathair o Nathrach—. Magia… esto no es normal. Esto ha sido creado por magia.

Dispuesto a averiguar mucho más, se dirigió a la planta superior.

***

Tras correr todo lo aprisa que pudo, Kirsten se detuvo y miró el reloj. Había hecho un buen tiempo y estaba sin aliento. Tras apoyar las manos sobre sus rodillas, respiró profundamente.

—Creo que sé porque eres tan buena corriendo —añadió Kun, quien por fin la encontraba. Llevaba un rato buscándola y se alegraba de haber dado con ella—. Diría que llevas gran parte de tu vida huyendo, pero a veces hay que dejar de correr.

Kirsten se incorporó y le miró.

—Vaya, ahora se supone que eres un experto en analizar la mente.

—Estudio sicología —añadió el chico, avanzando hacia ella—. De algo me debe de servir tantas horas de estudio. Quiero hablar contigo.

—No es el momento, Kun, quiero seguir entrenando —añadió reanudando la marcha, pero la mano del chico cerrada sobre la suya le impidió seguir adelante—. Quiero correr, Kun, lo necesito. Gracias a mi velocidad ayer escapé de Juraknar, ¡no puedo permitirme flaquear!

—¡Qué! ¿De qué estás hablando? ¿Por qué no fuiste a casa?

—Pero si hablé con Xin. Me lo encontré en el bosque.

Kun se obligó a calmarse y más serenamente escuchó lo sucedido la noche anterior. Aún no se explicaba porque su hermano no le había hecho participe en algo tan importante o porque no se lo había dicho a Clay o Xinyu.

Pensar en la terrible actitud de Xin le puso de los nervios, pero se obligó a calmarse. No podía permitir que nada rompiera su relación con su hermano o estarían condenados.

—Cálmate, Kirsten, conmigo estás a salvo. Tengo que hablar contigo y quiero disculparme —al escuchar esto, la chica se relajó. Se puso delante de él y Kun sintió como sus dedos se entrelazaban con los de él—. Siento haber sido tan brusco contigo. Debería haber pensado en cómo has crecido, en lo que piensas de los hombres y debería haber sido más caballeroso. No quiero perderte, no quiero hacer nada que me aleje de ti.

Kirsten sonrío. Y por un momento lo olvidó todo. El fuego, Juraknar, los Ser´hi, Xin y solo pensó en ella. Se puso de puntillas y besó a Kun. Saboreó sus labios y anheló mucho más de él. Abrió su boca a la suya mientras sus manos exploraban el pecho del joven y cuando las manos de él la rodearon por la cintura, no sintió rechazo, sino que deseó acercarse mucho más.

Pero ambos se separaron al sentir una terrible ola de frío. Al mirar al lago comprendieron qué estaba pasando. Estaba comenzando a helarse y esa magia provenía de un vórtice que conectaba Serguilia con la ciudad.

Kun sabía que de ese lugar iba a salir Nathrach y estaban demasiado lejos del perímetro de protección. Debían ocultarse y halló el lugar perfecto a escasos metros. Frente al lago había un gran árbol que estaba hueco. Junto a Kirsten se escondió en su interior y cubrieron con malezas la entrada. Aun así, lo vieron todo. A Nathrach posarse sobre la superficie helada, seguido de un cabizbajo Nathair.

Con horror Kun observó que caminaban en su dirección. Tras soltar una maldición se arrastró hasta la zona más profunda del árbol y separó las piernas para que Kirsten se acoplase a él. La chica cerró sus manos sobre la camisa de él y ocultó la cabeza en su pecho y entonces deslizó el colgante de su dragón alrededor de los dos. Y aguardó.

Los vio muy cerca e incluso Nathair se detuvo cerca del árbol. Pero ninguno los descubrió y siguieron su camino. Aguardaron unos minutos sin moverse ni hablar.

Kun sentía los rápidos latidos del corazón de la chica y hasta había notado como temblaba de miedo cuando escucharon que se acercaban. Y nadie mejor como él para comprender su temor. Ya había pasado por eso; encontrarse cara a cara con la frialdad de Nathrach y la crueldad de Juraknar. Durante mucho tiempo tuvo pesadillas, aunque poco a poco fue asimilando todo el terror que provenía de Meira.

No podía hacer nada. No podía decirle que todo saldría bien, porque realmente ni siquiera sabía si eso podía pasar. Él no podía protegerla. No tenía sus poderes y eso le aterrorizaba. Únicamente la abrazó; la estrechó entre sus brazos hasta que los temblores de Kirsten desaparecieron. Entonces ella se desvió unos centímetros de él y deslizó sus tímidos dedos por el rostro de Kun. Su piel era suave y le gustaba. Pasó los dedos por el puente de su nariz y se fijó en sus ojos, verdes y brillantes. Siempre le habían gustado.

—¡No puedes ser real! —susurró.

—No entiendo por qué dices eso —dijo tomando su mano y besándola cálidamente.

—¡Porque te portas muy bien conmigo!

Kun le dedicó una sonrisa y salió al exterior. No había ni rastro de sus enemigos y tendió la mano a Kirsten para que saliera.

—Mi maestro quiere conocerte. Te aseguro que con él estaremos a salvo.

La chica aceptó y la pareja, cautelosa, se dirigieron a la ciudad.

***

Mientras, Xin, seguía husmeando en la casa de Kirsten. Al llegar a la planta superior le sorprendió ver tan poca actividad de vida como en la inferior. Desde luego tenía la sensación de que hacía mucho que nadie vivía ahí. Y al igual que en el resto de la vivienda, también había indicios de que hubiera habido un incendio.

En la primera habitación encontró varios sacos de dormir y algunas prendas, por lo que siguió adelante. El resto de las estancias estaban vacías, salvo el baño, aunque hubo una habitación que llamó su atención. La del fondo. Varios tablones impedían entrar en ella y decidido a saber qué ocultaba y porque sentía la magia más presente en ese lugar, comenzó a apartarlos.

***

La pareja no tardó en llegar al restaurante, donde el agradable calor les acogió al entrar y con las manos cogidas, avanzaron hacia la barra, donde les esperaba Xinyu.

—Kirsten, te presento a Xinyu, mi maestro.

Ella sonrió levemente y estrechó la mano del hombre que también le sonreía. Por indicación suya, tomó asiento en uno de los taburetes y los vio perderse tras un pasillo situado al fondo.

—¿Qué piensas? —preguntó Kun a su maestro.

—Es muy mona, aunque yo prefiero que tengan más donde poder tocar, pero es muy guapa.

Rió divertido al ver la expresión del chico; le pasó el brazo alrededor del hombro y lo llevó a una habitación donde había dos sillones blancos formando una L, un televisor al fondo y una pequeña mesa.

—Kun, lo que voy a decirte no va a gustarte, pero cuanto antes lo sepamos mucho mejor para ti y para Xin. Clay y yo pensamos que quizás la chica sea del mismo bando de Juraknar, es decir, que haya sido enviada para llamar la atención de los dos y así conseguir que os pelearais. Si os enfadáis o vuestra unión desaparece, os convertiréis en chicos normales y os podría matar con facilidad.

—¿Por qué iban a seguirla entonces?

—Simplemente para captar vuestra atención y que os encontrarais cerca. Es una chica normal y corriente, por qué iban a mostrar interés en ella. Piensa un poco. Y además, han empezado a ir tras ella cuando tanto Clay como yo tenemos intenciones de que vuestros poderes vuelvan ya a vosotros.

—¿Cuándo iremos a la Caverna de Hielo?

Ir a la siguiente página

Report Page