Desmontando mitos

En el año 2018 la población que tenía reconocido un grado de discapacidad en la Comunidad de Madrid representaba el 5,5% del total de la población. Sin embargo, entre 0 y 5 años ese porcentaje era tan sólo del 1,2%, y entre 6 y 17 años del 2,6%. Donde se dan los porcentajes más altos es entre las personas de más de 65 años, representando a un 13% de la población de ese rango de edades, consecuencia del proceso de desgaste propio de la edad.

Con estos datos en la mano, por cada 38 alumnos en las aulas de primaria o la ESO debería haber 1 alumno con alguna discapacidad. Sin embargo, la realidad es otra en el rango de estos dos niveles de enseñanza: en los colegios públicos hay un 3,4% de alumnado con alguna discapacidad frente a un 1,6% en los concertados y un 1,1% en los privados. La escuela pública acoge a más del doble de alumnado que la concertada y al triple que la privada.

Si observamos las cifras absolutas, además de comprobar la importancia del número de alumnos con alguna discapacidad en los centros públicos, vemos que en la educación especial (tanto pública como concertada) superan a los escolarizados en los propios centros concertados ordinarios, 5.427 alumnos frente a los 4.741 en la concertada.

Podemos concluir, en primer lugar, que el número relativo de alumnos con alguna discapacidad representa un porcentaje muy bajo del total de alumnado, incluso en la actual distribución desigualdad por tipo de centro. Un 3,4% representa 1 alumno por cada 29, y no se me escapa que, en cualquier caso, el elevado número de alumnos que tenemos en nuestros aulas (la famosa ratio) es un factor clave que no ayuda a desarrollar una enseñanza de todos y para todos.

Y, en segundo lugar, constatar la concentración del alumnado con alguna discapacidad en los centros públicos y, más grave aún, en la educación especial por su carácter marginal al sistema educativo general, ya denunciado por la ONU en el marco de la Convención de los derechos de las personas con discapacidad.