Declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia sobre la aprobación por la Asamblea General de la ONU de la resolución "Integridad territorial de Ucrania: defensa de los principios de la Carta de la ONU"

Declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia sobre la aprobación por la Asamblea General de la ONU de la resolución "Integridad territorial de Ucrania: defensa de los principios de la Carta de la ONU"

Cancillería de Rusia

El 12 de octubre, durante la sesión reanudada del 11º período extraordinario de Sesiones de Emergencia de la Asamblea General de la ONU, se aprobó la resolución titulada "Integridad territorial de Ucrania: defensa de los principios de la Carta de las Naciones Unidas" en la que se condenan los referendos en las regiones de la RPD, la RPL, Zaporozhie y Jersón.

Esta odiosa iniciativa no hace sino reafirmar el documento vetado por Rusia el 30 de septiembre en el Consejo de Seguridad de la ONU. Una vez más, las delegaciones occidentales han endosado la solución de la cuestión ucraniana sobre la plataforma de la Asamblea General, confirmando la "incapacidad" del Consejo de Seguridad de llevar a cabo su misión principal de mantener la paz y la seguridad internacionales.

En un momento en el que los Estados miembros se encontraban de nuevo bajo una enorme presión, que incluía las amenazas de sanciones, Rusia propuso una votación secreta sobre el proyecto. Obviamente, esto habría permitido a muchas delegaciones expresar su verdadera posición sin temer las consecuencias de sus decisiones "equivocadas", en opinión de Washington y sus satélites. Sin embargo, esta propuesta fue rechazada a raíz de unas maniobras de procedimiento sin escrúpulos orquestadas por nuestros oponentes, en violación de todas las normas vigentes para el trabajo de la Asamblea General.

No obstante, a pesar de todas las artimañas y la presión sin precedentes (pusieron en juego las amenazas directas de cortar el apoyo financiero o la asistencia humanitaria en caso de que los Estados miembros desobedezcan a Washington), el documento antirruso no recibió un apoyo incondicional: decenas de países se negaron a votar a favor. El resultado fue de 143 Estados miembros a favor y otros 50 en contra, se abstuvieron o no participaron en la votación. Entre los que no sucumbieron a la presión externa se encuentran países importantes e influyentes como Argelia, India, Irán, China, Pakistán, Sudáfrica y Etiopía, entre otros. Rendimos un homenaje especial a Bielorrusia, la RPDC, Nicaragua y Siria por su postura decisiva y categórica.

No cabe duda de que esta resolución, en contra de su título, no tiene nada que ver con la defensa de los principios de la Carta de las Naciones Unidas. Las afirmaciones de adhesión al derecho internacional por parte de EE.UU. y otros países de la OTAN no son más que una evidencia de doble rasero. Los ejemplos convincentes abundan. Fueron ellos quienes estuvieron a la vanguardia de los partidarios de la "independencia" de Kosovo e insistieron en su derecho a la secesión, a pesar de la ausencia de una amenaza real para la población civil. Otro ejemplo son las declaraciones estadounidenses sobre su disposición a utilizar la fuerza para defender a Taiwán, que es una parte integrante de la RPC.

Los referendos en la RPD, la RPL, las provincias de Zaporiyia y Jersón se llevaron a cabo de plena conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, las normas y principios del derecho internacional y la Declaración de 1970 sobre los principios del Derecho Internacional, que garantiza la integridad territorial, pero solo a aquellos Estados donde "los gobiernos representan a todo el pueblo que habita en su territorio sin distinción alguna por motivos de raza, religión o color". Evidentemente, las autoridades de Kiev no cumplieron ni están cumpliendo en absoluto este criterio, utilizando al máximo los métodos terroristas contra la población civil y la infraestructura.

En general, la aprobación de la resolución confirmó una vez más que Occidente está tratando de resolver, en primer lugar, sus propias tareas geopolíticas contra Rusia, mantener su monopolio escurridizo en los asuntos mundiales y promover divisiones internas en varios Estados miembros. Además, esta iniciativa de confrontación claramente no tiene como objetivo encontrar una solución pacífica, sino prolongar el conflicto en Ucrania.

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