Declaración pública de David Martin, fundador y presidente de M-CAM International en el Parlamento Europeo 3 de Mayo de 2023
CarlosDeclaración pública de David Martin, fundador y presidente de M-CAM International. En el ejercicio de ese cargo, ha revisado más de 4.000 patentes sobre coronavirus:
“Hace más de una década me senté en esta misma silla, en el Parlamento de la Unión Europea, y advertí al mundo de lo que se avecinaba. Hablamos entonces de si Europa debía adoptar la política de Estados Unidos, aceptando las patentes de materiales de origen biológico. Ya entonces advertí al mundo de que el uso de la naturaleza como arma contra la humanidad podía tener consecuencias nefastas.
El coronavirus como modelo de agente patógeno fue aislado en 1965. Más tarde fue identificado como uno de los primeros modelos de virus infecciosos replicables que podían usarse para modificar otras experiencias en humanos. Cada afirmación que estoy haciendo está basada en material publicado.
En 1966 se utilizó como experimento biológico en personas el primer modelo de coronavirus, COV. Fue el primer intercambio de datos sobre coronavirus entre Estados Unidos y Reino Unido. Y en 1967 hicieron los primeros ensayos en humanos inoculando a personas con coronavirus modificados. El virus del resfriado común se convirtió en una quimera [una quimera es un organismo modificado artificialmente] en la década de 1970.
En 1975, 1976 y 1977 comenzaron a descubrir cómo modificar el coronavirus inoculándolo a cerdos y perros, y esos trabajos fueron la base de la primera vacuna contra la proteína “spike” de Pfizer. La patente fue solicitada en 1990: la primera vacuna contra la proteína “spike” del coronavirus.
En 1990, Pfizer descubrió que las vacunas contra los coronavirus no daban resultado. Los coronavirus cambian y mutan con el tiempo. Desde 1990 hasta 2018, todas las publicaciones sobre vacunas contra coronavirus concluyeron que los coronavirus mutan demasiado rápido para que las vacunas sean efectivas. Hay miles de publicaciones en ese sentido, no financiadas por compañías farmacéuticas. Investigación científica independiente, que evidencia también las modificaciones del coronavirus introducidas por Ralph Baric en la Universidad de Carolina del Norte.
En 2002, la Universidad de Carolina del Norte patentó “un clon infeccioso defectuoso de replicación del coronavirus”. Esa patente fue el resultado de investigaciones financiadas por Anthony Fauci en el NIAID entre 1999 y 2002, y precedió al SARS 1.0 en un año.
El primer SARS tampoco fue un fenómeno natural. El fenómeno natural se llama resfriado común o gastroenteritis. El SARS fue una investigación desarrollada por seres humanos para atacar a seres humanos, y fue patentado en 2002.
En 2003, el CDC solicitó una patente sobre el coronavirus del SARS aislado de humanos, en violación de los tratados de armas biológicas. Descargaron una secuencia de China y solicitaron una patente en Estados Unidos. La Oficina de Patentes de Estados Unidos la rechazó en dos ocasiones, hasta que los CDC decidieron sobornar a la Oficina de Patentes para que aprobara finalmente la patente en 2007.
Ese patógeno fue etiquetado como tecnología de armas biológicas en 2005. A partir de 2005, su clasificación oficial fue "agente habilitador de guerra biológica". Se han entregado más de 10 mil millones de dólares para investigarlo, a través de Anthony Fauci. En el otoño de 2014, la Universidad de Carolina del Norte recibió una carta del NIAID que pedía suspender la moratoria de las investigaciones sobre ganancia de función en coronavirus in vivo, porque sus becas ya habían sido adjudicadas. Recibieron una exención.
En 2016 publicamos un artículo en las actas de la Academia Nacional de Ciencias, explicando que el coronavirus del SARS estaba listo para propagarse entre seres humanos. Era el WIV 1: Wuhan Virology Institute - virus 1. La comunidad sabía que iba a haber una liberación accidental o intencional de un patógeno respiratorio. “Liberación accidental o intencional de un patógeno respiratorio” era la expresión utilizada.
En abril de 2019, siete meses antes del presunto “paciente número uno”, Moderna modificó cuatro solicitudes de patentes para incluir el término “liberación accidental o intencional de un patógeno respiratorio”, como justificación para producir una vacuna frente a algo que aún no existía. La intención era lograr que el mundo aceptara una pauta de vacunación universal. En un correo electrónico dejaron escrito: “Necesitamos mejorar la comprensión del público acerca de la necesidad de contramedidas médicas, como las vacunas contra la influenza o el coronavirus. Un impulsor clave serán los medios de comunicación, y los inversores responderán si ven que habrá beneficio”.
Hemos secuestrado la ciencia. No ha habido ningún tipo de supervisión moral, en violación de todos los códigos que defendemos. En lo referente al coronavirus, no ha existido un comité de revisión financieramente independiente desde 1965”.