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CAPÍTULO 2
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CAPÍTULO 2
Washington D. C. meses después…
Ana Carson no lograba recordar la última ocasión en la que había estado en una iglesia, si la memoria no le fallaba estaba segura de que fue en aquella ocasión en la que el hermano de su madre había fallecido. No era como si hubiera sido muy unida a ese tío o los parientes de sus padres en general, pero su madre ese día no le permitió escaparse, tuvo que asistir sin escusas ni pretextos. Ana provenía de una enorme familia, algunos católicos, otros cristianos, algunos más solo eran creyentes, y un grupo poco numeroso tenía algo de fe en que existía algo más poderoso que gobernaba la existencia humana y el universo. Excepto ella, Ana era la manzana podrida, la oveja negra, el dolor de cabeza de sus padres, la hija que no tenía salvación. Ana no creía en Dios, era ortodoxa, ella solo creía en la medicina. Era cirujana después de todo, creía en la ciencia. Por esa razón mantenía la distancia de su familia y sobre todo de las iglesias, solo que ese día en particular no había podido escaparse por ninguna razón. Por más que lo intentó.
Ansiosa, se llevó la mano al cuello para acomodarse el corbatín, sentía que la cosa la estaba asfixiando. ¿Por qué mierda estaba permitiendo esto? Ella no era de las que se asustaban tan fácilmente o permitía que otros la pisotearan, ella era la doctora Carson, Satanás como sus compañeros la llamaban. <<Es porque esos idiotas no saben ni una mierda sobre mi>> Pensó. Ana no tenía amigos en la ciudad, ella era originaria de New Jersey, había estudiado la universidad en Stanford, y si había venido a D.C. estudiar su especialidad y terminar su residencia era solo por una razón.
—Mejor terminar con esto ahora— Murmuró para sí misma, caminó por el estrecho pasillo de piedra hasta detenerse frente a la puerta de madera al final del corredor. Enmascarando sus emociones alzó el brazo y llamó a la puerta con los nudillos.
—Adelante— Escuchó una voz suave. Ana abrió la puerta y dio un paso dentro de la habitación. Entonces la encontró, ahí en medio de la habitación, hermosa y vestida de blanco estaba su amiga de toda la vida, Mina. Toda la gente que la rodeaba y las personas que la conocieron a partir de que llego a Washington. Pensaban que Ana era una persona solitaria y sin amigos, tal vez así era. La razón por la que otros pensaban así, era porque Ana no hablaba de sus asuntos privados con nadie, últimamente se había propuesto cambiar y estaba comenzando a confiar en las personas, Kai, Alex, Iain, Keity y su más reciente amigo, Gideon. Este último era su mejor amigo. Al menos mejor amigo fingido para una misión supersecreta, pero eso había cambiado con los días, Ana se había propuesto en serio a mejorar su actitud y tratar de conectar con las personas. Después de la muerte del doctor Harper, optó por quedarse en Washington frente a toda apuesta que hicieron sus colegas. El noventa por ciento de los médicos apostaron que aceptaría la oferta de Boston, pero Ana había decidido quedarse ahí e intentar hacer algo con su vida. Lo había prometido y por lo menos estaba intentando cumplir esa promesa. Seguramente la idea del doctor Harper sobre hacer amigos no involucraba que se inmiscuyera en asuntos policiales supersecretos, pero algo era algo ¿no?
Aceptar la amistad de Kai había desencadenado varias situaciones y algunas un poco extrañas, pero el detective Kai Wilson resulto ser su vínculo con el mundo, gracias a él conoció a los amigos que ahora tenía. Alex, Iain, Keity, Gideon, el fiscal Allister Morrison, aunque con este hombre en particular, no podía asegurar que fuera una gran amistad. Apenas y mantenía algunas cuantas conversaciones cordiales, después estaba Gideon, su más cercano amigo por ciertas circunstancias, al principio todo era fingido, pero ahora realmente era una buena amistad. Por esa razón fue a él a quien le pidió que la acompañara a la boda, pero no había sido del todo sincera con él.
—Estás hermosa, Merlina— Dijo Ana sonriéndole a la chica. Ella frunció el ceño.
—Sabes que odio mi nombre completo— Ella se giró hacia Ana —Llamarme así, es como si estuviera escuchando a mi papá—
—Tu padre era un gran profesor de historia, deberías de estar agradecida que su personaje favorito era el Mago Merlín [2] y no alguno de los caballeros de la mesa redonda— Ana rio —Podrías haber terminado llamándote Lancead o Tristana de Leonis [3] — Mira frunció sus labios.
—Es cierto— Mina la miró de pies a cabeza —Hablando de caballeros… Estás impresionante— Ana sonrió, ella había descartado usar un ridículo vestido como dama de honor. No era que no le gustaran los vestidos o que ella quisiera aparentar ser un hombre. Ana era de la firme creencia que cualquier mujer u hombre podría vestirse y utilizar lo que quisiera, ella no juzgaba si un hombre se vestía de mujer o una mujer de hombre, era solo ropa. Y Ana, aunque era bisexual, estaba consiente que era una mujer, le encantaba ser mujer y utilizar ropa sexy, la prueba de ello era que gastaba mucho dinero en lencería y zapatos de tacón. Su esmoquin blanco era sexy , se ajustaba a su cuerpo perfectamente, su trasero lucía espectacular, sobre todo, Ana amaba los tacones ¿Qué mujer no lo hacía? Ana se acercó a Mina y le acomodo el velo.
—Tú también estás preciosa, Mina— Le sonrió —Bruno tiene suerte— Mina la miró con lágrimas en los ojos.
—Lo amo tanto— Ella murmuró y Ana sintió que su corazón se estrujaba —Ojalá mis padres estuvieran aquí— Lo único que pudo hacer Ana en ese momento fue abrazarla, y eso hizo, la atrajo contra su cuerpo y envolvió en sus brazos, tratando de consolarla y consolarse a sí misma. Ana había conocido a Mina cuando era niña, Mina acababa de perder a sus padres en un accidente y fue enviada a vivir con su tía, la cual en aquellos años era una amiga de la madre de Ana. Mina y ella se volvieron amigas al instante, crecieron juntas, fueron juntas a la escuela, hasta que tuvieron que separarse en el bachillerato, a la tía de Mina la habían transferido a California.
Durante años mantuvieron comunicación por teléfono y mensaje. Años después, Ana fue a la universidad en Stanford y cuando se enteró que Mina estaba en Washington, no dudo en aceptar la oferta de venir a hacer su residencia en esta ciudad. Muchos la juzgaron de loca al aceptar Washington en lugar del hospital de Minnesota el cual contaba con el mejor programa de prácticas. Si las personas pensaban que no tenía debilidades pues, las tenía, y su talón de Aquiles [4] se llamaba Mina.
—Donde quiera que estén, tus padres están orgullosos de ti, Mina—
—Los extrañó tanto— Mina la abrazó más fuerte, Ana cerró los ojos y aspiró el aroma a flores característico de Mina. Tenía que grabar ese aroma en su memoria. Ya que se había propuesto alejarse de Mina lo más que pudiera, ya era suficiente, con su boda con Bruno, Ana tendría que hacerse a la idea de una buena vez que Mina era heterosexual y que no vería a Ana jamás como algo más que una buena amiga. Su estúpido amor platónico tenía que morir de una buena vez. Ana tenía que continuar con su vida. Ana se separó de Mina y sujetó su rostro con ambas manos. Le sonrió.
—No puedes llorar el día de tu boda, allá fuera te espera Bruno en el altar, iniciaras una familia con él, tus padres donde quiera que se encuentren seguro que estarán sonriendo—Dijo Ana. Ella no creía que existiera algo después de morir, pero seguro que creer eso consolaba a muchas personas. Por Mina era capaz de decirle lo que fuera por consolarla. Mina absorbió por la nariz de una manera muy poco femenina.
—Tienes razón— Mina sonrió — ¡Me voy a casar hoy! No puedo ser un mar de lágrimas—
—Estoy segura de que, aunque aparecieras en el altar toda roja y llorosa, aun así, Bruno se casaría contigo—
—Bruno es el amor de mi vida—
—Lo sé, y él es el tuyo, ambos están hechos el uno para el otro—Mientras decía esas palabras Ana desvió su mirada hacia el vestido de Mina y fingió estar acomodándolo. Había ensayado esa frase frente al espejo. Ana mejor que nadie sabía que ese par se amaba, y ese era su problema, los sentimientos de Ana no cabían aquí, ella había llegado tarde. Bruno se había ganado a Mina desde muchos años atrás, y simplemente Ana no tenía corazón para destrozar ese amor. Ni arriesgar su amistad con Mina.
En ese momento la organizadora de bodas las interrumpió, todo estaba listo, era el momento. Colocando una sonrisa en su rostro, Ana sujetó a Mina del brazo, no solo era la dama de honor, era la encargada de entregarla en el altar al hombre que amaba. ¿Podría ser eso más cruel? Ignorando a la organizadora de bodas que le sonreía coquetamente, caminaron por el pasillo de piedra. Ese día Ana no estaba de humor para coquetear con nadie. Ni siquiera tenía la tentación de conseguir un ligue para esa noche, al menos no quería llevarse a la cama a ningún invitado de la boda, con la organizadora de bodas había coqueteado en otras ocasiones, pero fue más para distraerse a sí misma en esos momentos en que Mina estaba alegremente escogiendo su vestido de bodas o las decoraciones del salón.
En la puerta principal fueron recibidas por las otras amigas de Mina que se desvivieron en decirle lo preciosa y feliz que se veía, en menos de dos segundos estuvieron listas y la música comenzó a sonar. Esa melodía típica de las bodas sonaba a los oídos de Ana como una ejecución a muerte. Tomando aire, se preparó para comenzar la caminata por el pasillo de la iglesia, cientos de ojos las miraron mientras esperaban la señal de la organizadora para comenzar a avanzar.
—Todos están mirándote— Murmuró Mina a su lado.
—Tú eres la novia, todos están mirándote a ti— Contestó Ana con una ceja arqueada. Mina rio y se ocultó detrás del ramo.
—No tonta, tú causas sensación, eres el perfecto caballero— Mina alzó la vista —Puedo ver en la mirada de muchas que te miran como un galán perfecto y los hombres con envidia. No pueden competir contigo, seguro que si te lo propones podrías tener a cualquier mujer u hombre esta noche—
—Bueno, podre verme bien el día de hoy, pero estoy aquí para ti— Le dijo sinceramente. Mina la miró con cariño, antes de regresar su vista hacia el altar. La organizadora de bodas dio la indicación de avanzar, pero Mina no se movió. En cambio, la sintió apretar su brazo.
—Ana— Murmuró.
— ¿Sí? —
—No te alejes de mi lado— Ana apretó su mano tratando de darle consuelo.
—No lo haré, te lo prometo— Y con esas palabras, Mina dio el primer paso y Ana la siguió. Durante su caminata por el pasillo de la iglesia, vio a Gideon observarla atentamente, no pudo sostenerle la mirada mucho tiempo, temía que Gideon viera lo que Ana en verdad sentía en ese momento. Aunque confiaba mucho en él, Ana aún no se sentía cómoda mostrándole a los demás ese lado tan patético suyo. << Satanás tenía corazón, tal vez era un corazón oscuro, pero al final de cuentas si tenía un corazón >>
El tiempo que duro la ceremonia fue la hora más larga de su vida, pensó que su corazón oscuro ya estaba lo suficientemente dolorido, pero escuchar los votos de Mina fue lo más horrible que pudo haber escuchado en su vida, pero lo soportó. Firme y sin mostrar nada en su rostro, logró soportar la boda, la fiesta, y pudo dar su discurso como buena dama de honor que era. Gideon no la cuestiono, pero estaba segura de que él se había dado cuenta, ya que en más de una ocasión lo descubrió mirándola atentamente.
Como era de esperarse, a mitad de la celebración los novios comenzaron a bailar su primer vals como recién casados, también se esperaba que poco a poco, los amigos y familiares comenzaran a bailar también con ellos. Como la madrina se esperaba que bailase con el novio y Ana que deseaba demostrar que podía hacer esto por Mina. Lo hizo. Reconocía que Bruno no era un mal tipo, nunca lo fue, era la predisposición de Ana para odiarlo.
—Creo que estas es la parte donde me amenazas si le hago daño a Mina— Dijo Bruno divertido. Ana lo miró con una ceja arqueada.
— ¿Crees que no puedo golpearte? —
—Seguro que puedes—Bruno rio — Pero eso no me asusta, me preocupa más el hecho de que quisieras arrebatármela— Ambos se miraron a los ojos mientras se deslizaban por la pista de baile.
—Ella te ama a ti— dijo ella con convicción.
—Y tú a ella— Dijo Bruno sin miedo a su reacción.
—Somos amigas— Dijo Ana con voz dura, no se dejaría amedrentar por Bruno.
—Lo sé— Bruno suspiró y alzó la vista para mirar a Mina bailando con uno de sus amigos —También sé que ella no se ha dado cuenta de tus verdaderos sentimientos, de ser así tal vez…—
—Ella te ama a ti— Interrumpió —Ahora es tu esposa—
—¿Por qué jamás se lo dijiste? — Esa era una buena pregunta que Ana no estaba dispuesta contestar. Pero Bruno necesitaba esa respuesta, quería que él se quedara tranquilo. Ana jamás haría nada para alejarlo de Mina.
—Por qué confesarme seria causarle problemas a ella— Ana colocó la mano en el pecho de Bruno —Solo prométeme que siempre la vas a amar y proteger— Bruno le sonrió.
—Lo prometo— Ana asintió y continuaron bailando, pero no por mucho tiempo. Sorprendiéndola a ella y a todos, Bruno se detuvo y se acercó a Mina que ahora estaba bailando con su suegro. Asintiendo con la cabeza Bruno le sonrió y la animó. La cara del padre de Bruno no tenía precio mientras cedía su lugar a Ana. Mina solo sonrió mientras aceptaba la mano de Ana y justas comenzaban a bailar en la pista del baile, el que ambas bailaran no era nuevo para ellas, tal vez era incómodo para los demás. Pero a Ana le importaba un pepino los sentimientos de los demás, este era su momento con Mina. Tal vez el último.
Mientras se deslizaban por la pista de baile, en algún momento Mina la miró a los ojos con emoción en la mirada.
—Mi adorada, Ana— Susurró sonriendo —Muchas gracias por estar aquí conmigo, por ser mi amiga— Mina era preciosa con ese cabello castaño arenoso, sus ojos verdes y sus labios rosados. Pero ahora, mientras mostraba esa paz en su mirada, esa emoción en sus ojos, Mina era aún más hermosa. Ana no podía hacer otra cosa que sonreírle, aunque por dentro, su corazón se oscurecía más y más.
—No tienes que agradecerme por nada, Mina— Ana sintió que su corazón se agrietaba mientras pronunciaba las siguientes palabras —Siempre seré tu amiga y estaré para apoyarte— En experiencia de Ana, ninguna persona podría prepararse para un impacto repentino, de repente llega y la vida cambia para siempre. Este día debía aceptar que nada sería igual.
Cuando el vals terminó Ana se reunió con Gideon en la barra, Gideon no dudo en ofrecerle su trago de whisky, a ella no le tembló la mano al sostener el vaso y tomarse todo el líquido de un tragó. Apenas y sintió el líquido quemar su garganta. Se arrepentiría de esto en la mañana, pero lo necesitaba.
—Cuando nos conocimos, me torturaste una hora completa hablándome de todos tus ex, no recuerdo que la mencionaras a ella— Ana dejo el vaso sobre la barra y pidió otro trago. Recordaba ese día, cuando Kai le pidió fingir ser amiga de Gideon para una misión secreta, Ana no había dudado mucho en aceptar, había algo divertido en jugar a policías y ladrones. Al principio lo hizo por experimentar otras cosas, un tipo de deporte fuera del hospital, pero fingir ser amiga de Gideon se tornó en algo serio, al menos para ella.
—Porque ella no es mi ex— Dijo sin mirarlo —Es mi amiga de la infancia—
—Y por lo que veo es tu amor platónico— Gideon también pidió otro trago.
—Por eso dije que no todos tenemos suerte en el amor— Ana señaló con los ojos a Bruno, ahora estaba bailando con su esposa, nadie podía negar que eran una hermosa pareja—Bruno tiene suerte, y Mina no pudo haber encontrado aún mejor hombre para ella— Dijo sinceramente. Esas palabras le quemaban el pecho, pero era la verdad.
— ¿Ella sabe de tus sentimientos? — Preguntó Gideon, pero Ana no podía tener esa conversación en ese momento.
—No estoy de humor para tener esta conversación ahora— Ana miró su reloj —Si nos damos prisa alcanzaremos a llegar antes de que termine el partido— Gideon enarcó una ceja en estado de confusión.
— ¿Qué partido? —
—Boston contra los Yankees— Ana se tomó nuevamente de un trago el whisky. Ana no era muy fan de los deportes, ella no era buena en los deportes, jamás lo fue, por eso no le interesaba nada al respecto, pero cualquier cosa ahora era la perfecta excusa para escaparse.
—No sabía que te gustaba el béisbol—
—No me gusta— Ella se aflojó el corbatín, la cosa la estaba ahorcando —Pero Keity dijo que se reunirán esta noche en la cafetería de Iain—
— ¿Quiénes? —
—No tengo idea— Mintió. Aunque Keity no lo había mencionado era casi por seguro que Dorian estaría ahí presente. Odiaba hacerle esto a Gideon, pero al parecer, ambos necesitaban enfrentar a sus demonios esa noche. Ana miró un segundo hacia la pista de baile donde ahora los novios bailando. Ambos se sonreían y se miraban con amor —Supongo que estarán amigos de ellos y la verdad no me interesa, simplemente quiero salir de aquí—
—Oye, como vamos a marcharnos si ni siquiera han cortado la tarta de bodas— Ana apartó la mirada de la pista y lo fulminó con los ojos entrecerrados, Gideon sonrió descaradamente— ¿Qué? La tarta de bodas es la mejor parte de la noche—
—Te compraré una tarta de chocolate en la cafetería de Iain— ella lo sujetó del brazo —Ahora, salgamos de aquí— Salieron de la boda sin despedirse de nadie. Cada pasó que daba Ana a la salida le costó mucho trabajo. No era como si en alguna ocasión hubiera tenido esperanzas sobre ese amor irracional que sentía por su mejor amiga fuera algún día correspondido. Pero ahora Ana era consiente que todo cambiaria entre ellas. Mina tenía a Bruno, ambos formarían una familia y Ana no estaría ahí para estorbar.
No tardaron mucho en llegar a la cafetería de Iain, era sorprendente lo mucho que su vida había cambiado en los últimos meses, su maestro estaría orgulloso al enterarse que había seguido su consejo, ahora estaba intentando hacer amigos. Kai era el vínculo que lo hizo conocer a Iain, Allister, Keity, Alex y ahora a Gideon. Conectarse con las personas nunca fue su fuerte, pero poco a poco estaba consiguiéndolo.
—Todos nos mirarán extraño cuando entremos ahí— comentó Gideon, no se habían cambiado, comprendía la preocupación de Gideon, por las ventanas de cristal, alcanzaba a divisar a los comensales, todos vestidos casualmente y en su mayoría, los hombres ahí reunidos llevaban las camisetas de sus equipos. Solo podía ver a unas cuantas mujeres.
—Que importa—dijo Ana, la verdad era que no le importaba mucho lo que la gente dijera o pensara de ella —Y sonríe —dijo ella apretando aún más fuerte el agarre en el brazo de Gideon, el hombre parecía a punto de salir corriendo si Ana se lo permitía.
— ¿Qué sonría? — Gideon le mostró los dientes. Ella rodó los ojos.
—Sonríe como si lo hicieras en serio —dijo su ella arrastrándolo para qué entrará.
—Solo diré hola y después me marcharé —dijo con una sonrisa fingida.
—Me iré contigo entonces. —Dijo ella, asintiendo cortésmente a un hombre que los saludaba, frecuentaba mucho el café de Iain. No solo por la comida, últimamente también estaba teniendo muy buena amistad con la pareja del fiscal, lo que pareció un plan muy elaborado de encubierto, se estaba volviendo algo serio para Ana —Podemos ir a un bar y embriagarnos ¿Qué te parece? Estoy segura de que, si nos esforzamos lo suficiente, podríamos encontrar buena compañía para esta noche— No era que tuviera esa noche muchos ánimos de follar con alguien, pero podría intentarlo.
—Sí, creo que sexo para esta noche es lo que necesito—
—Tenemos un trato entonces —dijo ella, con voz firme— Sé que iniciamos esta amistad de forma extraña, pero me agradas Gideon, gracias por acompañarme esta noche— Gideon rio. Ella no había querido ir sola de ninguna manera, y curiosamente en su cabeza, fue en Gideon en la primera persona que pensó. Keity y Alex, eran buenos chicos, le caían muy bien y hacían varias locuras juntos, pero ellos eran mucho menores que Ana, Gideon y ella eran de la edad. Por lo tanto, se sentía más en confianza con Gideon para lo que enfrentó esa noche. Nadie sabía lo de Mina, y aún deseaba mantenerlo en privado de sus amigos, no sabía por qué. Tal vez porque quería que los demás siguieran pensando que era la bruja mala y no tenía debilidades.
—No tienes nada que agradecer, doctora— Gideon le apartó un mechón de cabello de la cara —Estás hermosa esta noche, quiero que lo sepas, cualquier hombre o mujer estarían afortunados de estar contigo— Ella le sonrió.
—Lo mismo te digo a ti, olvida a ese idiota del abogado, tú mereces a un hombre que te amé de verdad— Gideon hizo una mueca. Le había contado todo lo sucedido a Ana, desde el incómodo momento en que Kai lo había descubierto y después echado la bronca por ello, hasta que había follado con el hombre y el idiota le había informado sobre su compromiso. Irónicamente tenían eso en común, ambos amaban a alguien que no podían tener —Somos amigos ¿no? Lo que tú odies, yo lo odio, y creo soy capaz de volver a romperle esa pierna derecha a Dorian Donnart— Los intentos de Ana de distraerlo fallaron, ya que inmediatamente Gideon se dio cuenta de que Ángela estaba ahí. La mujer reía con Iain, Ana lo había visto a través de la ventana. Por esa razón lo había sujetado, ahora mismo también podría marcharse, pero estar dentro del local ya era un pequeño avance.
— ¿Qué hace ella aquí? — preguntó Gideon.
—Creo que debemos irnos—dijo Ana en voz baja —No vale la pena— Gideon apartó la mirada de la mujer y sonrió a Ana.
—Vinimos a divertirnos —dijo Gideon —Busquemos a tus amigos para que me presentes a Iain; a Alex y a Keity la conocí el otro día, aunque no hable con ellos—Ana sonrió, asistiendo con la cabeza. El lugar estaba lleno de hombres y mujeres que no conocía, muchos los miraban con curiosidad y claras intensiones en los ojos, pero Ana se concentró en buscar a sus amigos. Caminó por entre los comensales sin soltar el brazo de Gideon. Con la mirada se aseguró que Dorian Donnart no estuviera cerca, si viera al abogado en ese momento estaba más que dispuesta patearlo con sus zapatillas de mil doscientos dólares.
—¡Dios mío! Estás preciosa— Keity la miró sorprendida, de arriba abajo. Al llegar a ellos, Keity la hizo girarse y le describió a Alex detalladamente su atuendo. Aunque Alex ya sabía cómo se veía, ya que él fue quien la acompañó de compras.
—¿Cómo fue la boda? — Preguntó Alex cuando Ana se acercó y le dio un beso en la mejilla. Alex sabía que iría una boda, pero no de quien. Ni lo que esa persona significaba para ella.
—Una boda es una boda— Se quejó con una sonrisa, sin apartarse de su amado Alex, Ana hizo las presentaciones correspondientes. Como esperaba, Keity y Alex, inmediatamente aceptaron a Gideon.
—Me alegra que vinieras, Gideon. — Kai se les unió y palmeó su hombro cuando se reunió con ellos — ¿Quién se murió? — preguntó burlón al verlos vestir de forma tan elegante.
—Es la nueva moda policía troglodita— dijo Ana interrumpiéndolos.
—Joder, estás preciosa— Kai hizo que la doctora girara y luciera su atuendo. Comenzaron a conversar animadamente, hasta que poco después. Su guerra interminable de palabras con Kai fue el centro de la plática, quien iba a decir que el policía sería el inicio para todo eso. En el hospital lo conoció al atenderle heridas menores, muy frecuentemente tenía que agregar, Kai Wilson era muy propenso a herirse, Ana ya se lo había advertido si continuaba con esas tendencias heroicas, dejaría a Alex viudo muy joven.
—Ana, ¿te puedo hacer una pregunta? — Susurró Keity a su lado.
—Ya sabes que puedes preguntarme lo que quieras— Aseguró Ana, no perdiendo de vista a Gideon. Cada vez su amigo estaba más y más ansioso.
—Dijiste que fuiste la mejor de clase en la universidad…— Comentó Keity —¿Te toco dar a ti el discurso de graduación? — Ana miró a Keity con una sonrisa ladeada. Parecía nerviosa y Keity no era de las que se ponían nerviosas fácilmente.
—¿Darás el discurso de graduación? Felicidades— Keity estaba a punto de graduarse, cosa que enloquecía a su padre, su pequeña niña estaba convirtiéndose en mujer rápidamente — ¿Ya decidiste tu carrera? — Lo último que recordaba Ana era que Keity estaba indecisa entre arquitectura y diseño gráfico.
—Quiero ser arquitecta paisajista, estoy esperando que me acepten en Massachusetts— Comentó Keity con una mueca.
—Massachusetts ¿Eh? Eso serán demasiados kilómetros para el sobreprotector de tu padre— Ana buscó con la mirada al fiscal de distrito. El cual estaba conversando con un hombre de traje, pero en ningún momento perdía de vista tanto a Keity como a Iain, el hombre los vigilaba como halcón. Allister era el hombre más serio, reservado y… Contenido qu e Ana hubiera conocido. Ana sabía que el fiscal amaba a Iain, aunque eran polos opuestos. La personalidad de padre e hija también era completamente diferente. Aunque si era testigo de la forma en la que Allister trataba a su pareja y a su hija. Hasta había renunciado al hecho de convertirse en magistrado, simplemente por pasar más tiempo con su familia.
—Iain asegura que tendrá que aceptar mi decisión—
—Iain está en lo correcto— Asintió Ana con la cabeza regresando la mirada hacia Keity
—Yo había estado preocupada por mi padre. Siempre temí el día en que tuviera que ir a la universidad. No quería dejarlo solo, durante años fuimos él y yo. — Keity sonrió con cariño —Conocer a Iain fue lo mejor que nos ha pasado a ambos. Sé que mi papá amó a mi padre Nicolás, pero me alegra que se diera la oportunidad de amar a Iain, ellos estarán bien cuando me marche. — Ana ya se había dado cuenta con anterioridad, Keity era muy madura para su edad. Comprendía las cosas con facilidad y era buena tomando decisiones, ya le había contado Iain que ella fue clave para que Allister se decidiera a mostrar sus verdaderos sentimientos.
—No vas a desaparecer, Keity, solo son unos cuantos kilómetros, tenemos aviones para eso. — Ana le dio un pequeño golpe con el hombro. —Y respecto a tu discurso de graduación, simplemente tienes que hablar desde el corazón, manifestar lo que sientes, lo que anhelas y lo que esperas, sé que lo harás bien— Keity sonrió.
—Será épico—
—Sé que si— Ana regresó su mirada hacia Gideon, al ver como Gideon giraba constantemente su cabeza hacia la puerta, Ana supo inmediatamente a quien había visto.
—No lo mires tan fijamente —Murmuró Ana colocándose a su lado.
— ¿Podemos irnos ya? —Preguntó Gideon, haciendo un esfuerzo por no mirar alrededor en un claro intento de encontrar una vía de escape.
—Creo que si vamos por la izquierda podemos hacer una retirada rápida—Dijo Ana sus labios se curvaron en una mueca— Pero se supone que le debemos demostrar que no te importa ¿no? —
—Y que propones ¿eh? —
— ¿Has tenido sexo con alguno de los presentes? — Gideon miró a Ana con una ceja arqueada — ¿Qué? No estaría nada mal intentar conocer a alguien, yo optaría por sexo rápido, pero quien sabe, a lo mejor entre los presentes encuentre un buen prospecto de pareja ¿no crees? — Ella no buscaba pareja, ni en un millón de años quería complicarse la vida. Bastantes problemas tenían en sus manos.
—Oye, no sé qué concepto tienes sobre mí, pero no soy una zorra que se abre de piernas a cualquiera— Comentó molesto. Ana rio.
—Lo sé, cariño, pero sexo es sexo, y aunque la idea era ir a buscarlo lejos de aquí ¿Qué más da? Seguro que uno de estos chicos está más que dispuesto— Ana le guiño un ojo y se acercó a un grupo de hombres, ellos encantados le sonrieron. Ana era bisexual, y sobre todo era libre, le daba lo mismo si estaba con una mujer, con un hombre, con dos parejas, etc. El sexo era el acto más normal del mundo, no había nada de malo en experimentar. El objetivo era divertirse y obtener placer de ello. Gracias a que tenía la mente abierta y había experimentado muchas cosas. Entonces podría decir con seguridad que era lo que le gustaba y lo que no. Mientras conversaba con los hombres, miraba constantemente a Gideon, su amigo seguía indeciso, y Ana odiaba eso. Gideon debería de mandar a la mierda a Dorian y seguir con su vida, el abogado no lo merecía. Sonrió cuando Gideon se acercó a su pequeño grupo, Ana entrelazó su brazo con él y comenzaron a charlar con los otros hombres. El pequeño grupo se dio cuenta inmediatamente que no era fan de los deportes, así que se concentraron en invitarles las bebidas y conversar de otros temas sin importancia, a su lado Gideon comenzó a conversar con un hombre en particular y se alegró por ello. Ambos estaban haciendo bastante bien para tener el corazón roto.
<< Tú no tienes corazón>> Recordó la ocasión en que una persona le dijo eso. Ella no había querido hacerle daño, pero por aquel entonces, Ana no había estado lista para amar a nadie.
<< Y sigo sin estarlo>> Ana era consciente de que no estaba buscando amor, ni un compromiso, su sueño no era tener una familia, ni en un millón de vidas Ana se veía a sí misma siendo madre. ¡Que dios jamás lo permitiera! No era buena ni con los niños, ni con las mascotas. Ana podría diestramente realizar una cirugía complicada como la mejor, pero cuidar a un niño o a una mascota era misión imposible para ella. Ana giró su cabeza cuando Gideon la sujetó del brazo.
—Nos disculpan un segundo, necesito a la doctora— Gideon la apartó del pequeño grupo de admiradores. La zona de la entrada del local cerca de la caja registradora era donde menos personas había. Ahí la llevó Gideon.
— ¿Qué sucede? Parece que te encontraste con un fantasma —dijo Ana preocupada.
—He conectado con alguien, con una sola palabra lo puedo llevar a casa conmigo—
—Eso es genial, bien por ti —Dijo Ana con una sonrisa coqueta. Gideon no dijo nada. — ¿Pasa algo? —
—Sé que soy capaz de montar una orgia de ser necesario —Murmuró Gideon—. Pero el sexo no creo que sea la solución a mis problemas— Hubo un momento de silencio. —Al menos no es lo que quiero—
—Entonces ¿Qué necesitas? —Dijo Ana con una mirada comprensiva.
—Quiero ir a casa, tal vez ver una película, una cerveza— Gideon se encogió de hombros —Necesito pensar y poner todo en perspectiva— Ana guardo silencio un instante, considerando que hacer, sobre el hombro de Gideon, Ana vio al abogado. Sus ojos estaban claramente en Ana, fulminándola con la mirada. ¿En serio? Entonces Ana se dio cuenta de algo muy curioso. El abogado estaba claramente celoso. ¿De Ana? Momentos antes Gideon estuvo rodeado de apuestos hombres, pero el abogado no hizo nada, ahora miraba a Ana como si ella fuera el enemigo. << Que patético>> Su demonio interno sonrió y se frotó las manos ansiosamente. Jugar un poco con el abogado sería divertido.
—Te comprendo —dijo ella lentamente—Sé mejor que nadie que en ocasiones se necesita poner el botón de pausa y replantearte sobre que harás a continuación con tu vida en la temporada número dos— Ella había tenido que hacer precisamente eso, no hace mucho tiempo atrás. Había tocado fondo y ahora poco a poco estaba volviendo a recuperarse y no era nada sencillo, ya que demasiado tarde se había dado cuenta de las cosas. Y ya nada podía hacer por recuperar el tiempo perdido.
—Quiero una pareja, quiero hijos, quiero enamorarme— declaró Gideon. Ana le sonrió comprensiva. Eso era lo que muchos deseaban al llegar a cierta edad <<No es mi caso>> pensó. Pero si comprendía lo que era querer tener otra vida.
—Creo que la parte más difícil es la de enamorarse— Sorprendiéndolo, Ana se abrazó a él. Por un instante los sintió rígido. Ana también se sentía torpe, todo esto de los abrazos, los besos y los mimos era nuevo para ella. Poco a poco estaba aprendiendo.
— ¿Por qué el amor es tan complicado, G? —
—El humano es quien lo hace complicado—Gideon suspiró, y lo sintió suspirar en su cabello. Mientras continuaba abrazada a Gideon, Ana observó la reacción del abogado, sus ojos ardían con ira contenida y Ana tuvo que aguantar sus ganas de reír.
— ¿Sabes? Si nosotros fuéramos compatibles, me casaría contigo —dijo Ana alzando la mirada hacia Gideon.
—Bueno, yo me casaría contigo si tuvieras un pene— ambos rieron. Pero Ana estaba más que decidida de llevar a Dorian Donnart a la locura, sorprendiendo a Gideon se alzó sobre la punta de sus pies y lo besó en la comisura de la boca.
—Solo quiero intentar algo— Dijo ella empujando suavemente su barbilla y lo besó en los labios, pero apenas pasó un instante antes de que el beso abandonara la ternura y se volviera posesivo y voraz. Gideon no se relajaba, pero Ana no se daría por vencida, en la vida, nunca nadie le había rechazado un beso y Gideon no sería la excepción. Ante su insistencia Gideon entreabrió los labios permitiéndole profundizar el beso. Un segundo después Gideon correspondió su beso tomando las riendas de la situación, su boca se apoderó de ella y la besó un poco más. Fue él quien se separó un instante y la observó, esperando que explicara que rayos estaba sucediendo. Ana le sonrió.
— ¿Y bien? ¿Sentiste algo? — Preguntó ella. Gideon rio.
— ¿Ahora soy un experimento? — Ella se encogió de hombros.
—Tenía la esperanza de que fueras bisexual—
—Creo que agote esa posibilidad hace muchos años— Gideon se separó de ella, pero siguió sujetándola de la mano.
—Me iré a casa— dijo tranquilamente, Ana acababa de cometer una locura al besarlo y debería de estar agradecida que Gideon no la hubiera rechazado para comenzar o que su amistad se tornara rara. Su intención al besarlo había sido molestar al abogado. No se detuvo a pensar en las consecuencias.
—Si te aseguras de alimentarme y proveer el vino, me iré contigo—
—Tenemos un trato entonces— Gideon esperó en la puerta mientras Ana fue a buscar su bolso y despedirse de sus amigos. En su trayecto de regresó a la puerta, su mirada nuevamente se encontró con la del abogado, el hombre parecía que quería acercarse a Ana y si Ana hubiera sido hombre, seguramente Dorian le hubiera dado unos cuantos golpes. Pero el abogado no haría eso. El arrogante y orgulloso hombre de hielo jamás se rebajaría a hacer un escándalo. Para molestarlo aún más, Ana le sonrió triunfante y le guiñó un ojo. Ignorándolo se fue a reunirse de nuevo con Gideon.
En casa, Ana y él hicieron un gran trabajo montando una fiesta privada solo para ellos. Se bebieron varias botellas de vino, la cocina quedó hecha un desastre y aunque no era un bailador, Ana lo obligó a bailar. Fue muy entrada la madrugada cuando el cuerpo de ambos no dio para más. Ana recordaba como Gideon la había llevado en brazos a la cama. Ana estaba relajada, había logrado mediante la bebida, el baile y las carcajadas deshacerse un poco de sus frustraciones. Por lo general eso siempre lo conseguía con el sexo. Pero pasar la noche divirtiéndose con Gideon fue muy bueno.
Entre la nube alcohólica que nublaba su cerebro, Ana fue consiente que Gideon se acostaba a su lado, no le molestaba dormir con otra persona, aunque no compartieron sexo. En el hospital no era que pudiera conseguir privacidad mientras trataba de dormir un poco en sus largas horas de guardia.
Estaba a punto de quedarse dormida, cuando escuchó un teléfono móvil sonar. Esperaba no fuera el suyo, en ese momento no podría atender ninguna emergencia.
—Diga— Escuchó la voz de Gideon susurrar, la habitación estaba en silencio. Pero le era imposible escuchar lo que decía la otra persona al otro lado de la línea, se dio una buena idea de quien se trataba al escuchar a Gideon hablar.
— ¿Acaso le ha sucedido algo a Sammy? — Ana sonrió. Samanta igual a… Dorian Donnart.
—Entonces… — Había frustración en la voz de Gideon.
—Sí, pero no entiendo…—
— ¿Y a ti que te importa? — Espetó Gideon molesto —Mi vida personal no es asunto tuyo Dorian, tienes prometida y mi misión de protegerte término, que más te da si yo decido acostarme con la doctora— Ana se aguantó las ganas de reír, eso era una victoria para Ana. Dorian Donnart había caído directamente en su trampa.
—Adiós Dorian— La habitación se volvió a quedar en silencio, a su lado Gideon se quedó callado y quieto, seguramente carcomiéndose la cabeza pensando en Dorian. A consideración de Ana, Gideon no tenía por qué preocuparse, Dorian estaba en su límite y no tardaría nada en romperse, Ana se aseguraría de ello.