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CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18

 

En cuanto Bruno vio a Ana entrar en la sala de espera con la doctora Rosse, las asaltó con preguntas. Sobre todo, Bruno asalto a Ana, sujetándola por ambos brazos.

—¿Cómo está? —

—Tranquilízate, Bruno— Ana insistió. Pero comprendía que no serviría de nada, ya que ella misma estaba intranquila.

—¿Cómo quieres que me tranquilice? ¿Cómo está mi esposa? —

—Señor Simons— intervino la doctora Rosse — Quiero informarle que logramos detener el sangrado. Tuvimos que realizarle un cerclaje cervical [21] para mantener el embarazo. Pero este procedimiento no es garantía de que todo saldrá bien su embarazo ha sido declarado de alto riesgo— Bruno escuchó lo que dijo la doctora Rosse, pero miró a Ana para qué le explicará a que se refería.

— Se recurre a este tipo de cirugías cuando el cuello del útero está empezando a abrirse y existe riesgo de un aborto— Dijo Ana seriamente. Pero comprendía totalmente la preocupación de Bruno por su esposa.

—¿Ella puede perder al bebé? —

—Existe el riesgo, pero trataremos por todos los medios que eso no suceda— Ana no hacía promesas a los pacientes, jamás, pero era Mina. Ella haría todo lo humanamente posible porque eso no sucediera.

—Ella permanecerá en el hospital un par de días en observación. Cuando vaya a casa la paciente necesita cuidados. No debe ni puede permanecer sola. Además, la quiero en absoluto reposo. Nada de emociones fuertes, nada de esfuerzos extra y sobre todo nada de sexo por un tiempo, si es que en verdad desean que este embarazo llegue a feliz término. O al menos a un punto en que sea viable el bebé. — Dijo la doctora Rosse.

—Si doctora, así lo haré— Bruno suspiró.

—Espere aquí, la enfermera vendrá por usted tan pronto como traslademos a la señora Simons a una habitación.

—Gracias, Rosse— dijo Ana a la doctora, ahora le debía un gran favor. No solo había atendido a Mina inmediatamente cuando fue ingresada, sino que permitió que Ana estuviera en el quirófano prácticamente vigilando sus manos. También estuvo Edson en la galería vigilando a Ana. Ella aún estaba de baja. Fue toda una lucha con el neurocirujano cuando la vio entrar. Ella no debería de estar fuera de casa para comenzar.

—La mantendremos vigilada— Rosse le sonrió y se alejó dejándola a solas con Bruno.

—¡Dios! — Bruno se frotó la cara cansamente.

—Tranquilízate, hiciste bien en traer a Mina el hospital urgentemente, lograron atenderla a tiempo—

—¿La vida de Mina corre peligro? — Ana metió las manos en los bolsillos de la bata.

—Siempre hay un riesgo, no te voy a mentir— Ana suspiró —Pero haremos todo lo posible para que el embarazo llegue a término, de no ser de esa manera, lo primero será salvar la vida de Mina—

—Si Mina pierde al bebé, me temo que no volverá a ser la misma. — Bruno se sentó en una de las sillas pesadamente. Ana asintió con la cabeza.

—Te ayudaré a encontrar una enfermera que pueda estar con Mina, así podrás trabajar…—

—Arreglaré mi horario— Interrumpió Bruno —Me deben vacaciones y días libres, por los menos, los primeros días quiero estar con ella. Después buscaremos ayuda, incluso creo que mi madre o mi hermana pueden ayudarnos — Ana pensaba que la enfermera sería mucho mejor. Pero no era su decisión.

—Muy bien— Ana miró su teléfono, ya era noche —Necesitas descansar. Yo me puedo quedar con ella esta noche. —

—Me quedaré— Ana apretó los dientes, pero no dijo nada. Iba a alejarse, pero Bruno la detuvo. —¿Qué fue eso que tuviste un accidente? — Ana apretó los dientes.

—¿Dónde escuchaste eso? —

—Las enfermeras estaban comentando que te recuperaste rápido de tu accidente ¿Por qué nosotros no supimos nada? Mina tiene días tratando de comunicarse contigo— Ana suspiró.

—Tuve un accidente de coche, recibí un golpe fuerte en la cabeza. — Ana se llevó la mano a la cabeza, al final había recibido un par de puntos detrás de la oreja. Pero no era nada que con el tiempo no sanara. —Pero estoy bien, aunque estoy de baja en el trabajo hasta que el neurocirujano me autorice— Bruno Gruño

—¿Tuviste un fuerte accidente y no avisaste? —

—Estoy bien, el golpe en la cabeza fue lo más preocupante. Los estudios es parte del protocolo, y aparte de tener varios raspones y moretones en el cuerpo, no sucedió nada grave—

—Mina merecía saberlo— Manifestó Bruno.

—Mina no es mi contacto de emergencia en caso de accidente ¿De acuerdo? — Meses atrás había cambiado sus registros médicos para que Kai o Alex fueran los que tomaran las decisiones médicas en caso de ser necesario. Después de todo estaba metida en un enredo policial. Ahora estaba considerando a cambiarlo nuevamente para Gideon fuera su persona de más confianza. —Ni mi familia se enteró, y quiero que siga de esa manera, estoy bien y es lo último que diré sobre este tema, ahora si me disculpas…— Ana se giró para alejarse. Pero nuevamente Bruno la detuvo.

—El que yo esté con ella, no significa que no te vaya a necesitar, Ana—

—Lo sé— Aseguró Ana —¿Cómo crees que me sentí mientras la veía en la mesa de operación y no se me permitía hacer nada? —

—Con que estuvieras ahí, fue más que suficiente— Ana miró a Bruno por sobre encima de su hombro.

—Ella es mi amiga, Bruno. Soy su familia y estaré con ella hasta dejé de necesitarme— Ana comenzó a caminar. Necesitaba un momento a solas. Había sido muy difícil para ella, se había sentido impotente al ver a Mina en la sala de operación y no poder hacer nada por ella. Se sentía como en una pesadilla. Miró de nuevo su móvil, no fue para comprobar la hora, sino porque no había recibido ningún mensaje de Morgan. La había dejado botada en el restaurante y no sabía se había llegado con bien a casa.

Casi sin siquiera ser consiente entró en una de las habitaciones de suministros, necesitaba un segundo para recobrar la calma. Ella no tendría por qué estar ahí, pero era imposible irse a casa ahora… Llegó a uno de los estantes y se recargó contra el anaquel de almacenamiento. Mina casi había muerto. Ser consiente de ese hecho no le sentó del todo bien. Sujetando el móvil en su puño Ana marcó el número de Gideon. Le contestó al segundo tono.

—¿Dónde estás? Que sepas que Kai está furioso, se enteró que saliste de casa sin avisarle y sin custodia— Acusó su amigo, al fondo podía escuchar música de jazz. —Tengo más de una hora llamándote—

—Estaba en el quirófano— Dijo Ana rindiéndose, sus piernas cedieron y se dejó caer al piso, con la espalda recargada en el estante.  —Mina fue ingresada con amenaza de aborto— De todos sus amigos, Gideon era el único que conocía su situación con Mina, por supuesto que Morgan conocía a Mina y a Bruno, pero no era lo mismo.

—¡Jesús! ¿Te encuentras bien? — Ana escuchó que la música de jazz era detenida y también escuchó la clara protesta de Dorian.

—Ella tuvo una crisis en la mesa de operaciones ¿Imagina cómo me sentí cuando me impidieron intervenir? — Ana cerró los ojos, se había sentido tan impotente. Y culpable, porque en ese instante no habría dudado en pedirle a doctora Rosse que interrumpiera el embarazo. Primero que nada, era la seguridad de Mina, estaba segura de que Bruno no se habría opuesto. Pero no era decisión de Ana para darla. Mina no era nada suyo. Y siempre hacía mal en olvidarlo

—Joder, ¿Por qué no me llamaste? ¿Quieres que vaya? —

—No— Ana respiró profundo, abrió los ojos y estiró las piernas —Estoy bien, Mina ahora está en recuperación. Pero su embarazo es de alto riesgo—

—Ana…—

—Estaba en medio de una cita cuando me llamó Bruno— interrumpió cualquier discurso cursi que Gideon hubiera podio dar. Ya se había desahogado, Ana no quería compasión, necesitaba avanzar. Gideon no dijo nada por varios segundos.

—¿Era un chico o una chica? — Preguntó pensativo —No me digas. Estoy seguro de que era la chica hippie—

—Su nombre es Morgan— Ana involuntariamente hizo una mueca —En realidad no era una cita romántica, nos encontramos por casualidad y la invité… Nada formal—

—¿Casualidad? — Escuchó la burla en su voz. —Mejor acepta que esa chica te gusta de verdad—

—Hay algo en Morgan que enciende mi vena sobreprotectora, ¿Recuerdas la película de bambi? La escena donde el ciervo bebé intenta patinar en el hielo y se le enredan las piernas, describen a Morgan perfectamente— Ana rio. Sin duda Morgan parecía un pequeño cervatillo asustado y desorientado.             

—Eso suena… Extraño— Dijo Gideon —No eres de las que soportan la torpeza de la gente—

—Tal vez ella me haga cambiar de idea— Ana recargó la cabeza y miró al techo —Ella es un desastre, pero me hace reír y me agrada estar con ella. — Era cierto, frente a Gideon podría admitirlo, Morgan era extraña. Aunque dudaba que esa palabra la describiera correctamente, pero le agradaba estar con ella. Había algo en ella que la hacía sentir en calma. Recordó el besó que le dio en la casa de Mina…

—Tienes que traerla a casa a comer un día de estos— Intervino Gideon —Si ella logra que se ilumine un poco tu corazón oscuro. Estoy a favor de que sea tu novia, y quiero tratarla, en el hospital no habló mucho. — Ana apretó el móvil contra su oreja.

—Te dije que es mi amiga, me agrada estar con ella, pero no tengo otros intereses…—

—¡Venga ya! No me salgas con esas, ¿No te gusta esa chica? — Ana iba a contestar que no.

—No de la forma en la que piensas, Ella no es…—

—¿Cómo las chicas que te llevas a la cama? — Interrumpió Gideon —Eso es bueno, no necesitas una chica más para follar, necesitas una chica de la cual enamorarte— ¿Enamorarse? ¿De Morgan? Ana dudaba que pudiera enamorarse de nadie, lo intentó, muchos años atrás, pero fue imposible. Por eso encontró en el sexo una vía de escape de su triste realidad. Morgan no era material para ser follada. Ella debería de ser amada. Como ese tipo de amor del que se nutrían los poemas y los mitos. Ana solo la corrompería.

—Ella tiene veinticuatro años y sigue siendo virgen— Informó a Gideon, lo escuchó jadear sorprendido —Yo no soy ese príncipe azul que ella está esperando, Gideon—

—Aún es difícil de creer eso de que es virgen ¿Estuvo encerrada en una caja o qué? —

—Es una chica en un cuento de hadas y yo aquí soy la bruja malvada, ¿Ahora comprendes por qué es mala idea? — Ana era muchas cosas, demasiadas, estaba muy lejos de poder llegar al cielo cuando muriera. Aunque aún dudaba mucho que hubiera algo más allá de la muerte, que si lo hubiese entonces ella iría directivo al infierno, había un espacio reservado para ella. Y arrastrar a Morgan con ella, sería el peor de sus crímenes.

Por unos minutos más, Ana estuvo conversando con Gideon Eso la calmó un poco más. Gideon era bueno escuchándola, ambos se habían acoplado muy bien, sin importar las circunstancias iniciales se habían hecho amigos. Hasta ahora, era él quien mejor la conocía.

Muchas horas después Ana continuo sentada ahí. En la oscuridad. Tratando de resolver el maldito rompecabezas que era su vida. Cuando el trasero le dolió por estar sentada en el suelo duro. Se dirigió a la sala de descanso para prepararse un café. Jamás había estado en la sala de descanso de los titulares por más de cinco minutos. Pero ahora que no estaba trabajando, por fin logro sentarse en uno de esos sofás mullidos. No supo a qué hora se quedó dormida. Hasta que fue despertada por el sonido de su busca. De la estación de enfermeras le estaban avisando que Mina había despertado. Al mirar su reloj se dio cuenta de que eran pasadas de las cuatro de la madrugada, había dormido bastante.

Mientras avanzaba por el pasillo considero escribir un mensaje para Morgan, pero lo haría a las cinco. Sabía que ella despertaba a esa hora para ir a trabajar. Quería asegurarse de que hubiera llegado bien a casa y disculparse por lo ocurrido. Cuando llegó a terapia intensiva en el área de obstetricia, revisó el expediente de Mina, se enteró de cómo había estado evolucionando hasta ahora. Cuando entró en la habitación, encontró a Bruno junto a la cama de Mina, ella estaba consiente. Se veía cansada y demacrada en su hermoso rostro, pero aun así le sonrió al verla. Estaba sumamente pálida.

—Bruno me contó que estuviste a mi lado— Dijo ella con voz cancina.

—¿Y dónde iba a estar si no? — La mirada fue atraída hacia el doppler fetal [22] , que monitoreaba el ritmo cardiaco del bebé. Ana era muy mala en captar algunas cosas que por lo general otras personas captaba en un instante. Una sonrisa. Un pensamiento. Una acción. Pero la medicina si la comprendía, Mina y Bruno serian padres. Le fue informado tiempo atrás, pero ver ahora mismo, el monitor media la frecuencia cardiaca y los latidos del feto y eso fue como un golpe para Ana. Era cierto, tendrían un bebé. Era surrealista. Ana al ver la frecuencia cardiaca, fue como si lo convirtiera en real. Como si mucho antes no lo hubiera creado. Mina iba a darle a Bruno un hijo. Una familia, algo que Ana nunca había deseado. De repente un trago de vodka sería bien venido. Se preguntó cómo era posible sentir la pérdida de algo que nunca había tenido. Siempre supo que iba a terminar de este modo. Siempre supo que no había esperanza. Pensó que lo había aceptado. Pensó que estaba preparado. Ella se había equivocado.

—Ana— escuchó la voz de Bruno —¿Todo bien con el bebé? — Ana se había quedo viendo con demasiada atención el monitor fetal.

—Todo está bien— Intentó sonreír, pero no pudo, la preocupación cruzó por el rostro de Mina

—¿Ocurre algo malo? —Al ver que no contestaba inmediatamente, Mina le dijo a Bruno que las dejara solas por unos minutos. El receloso marido y padre parecía dudoso en hacerlo, pero al final se marchó.

—¿Ana? ¿Qué sucede? — Mina preguntó con voz insegura.

—Creo que pensar en tu bebé no era algo que captará mi cerebro— Ana apuntó hacia el monitor —Ahora es real, estás casada y pronto serás madre, es como una patada en el estómago— El rostro de Mina perdió todo color. Abrió la boca, pero la cerró de nuevo sin hacer ningún ruido. Mina se mordió el labio y bajo la mirada. Ana la estudió. Y luego tomó una profunda aspiración. No podía ser. Mina no podía saberlo. Ella no podía.

—¿Te lo dijo Bruno? — Ella estaba sorprendida por la tranquilidad de su propia voz. Mina miró a cualquier sitio, menos a ella.

—Cuando Bruno te conoció, menciono algunas cosas…—El estómago de Ana se volcó sobre sí misma, creando una extraña sensación de vacío.

—Mierda— Ana cerro los ojos, y miró alrededor de la habitación buscando una vía de escape. Mina le dio una sonrisa.

—¿De verdad creías que no me daría cuenta? Me miras como, como…— Mina se sonrojó, se lo veía incómoda. —Tu mirada es muy intensa— Un sonido ronco salió de la garganta de Ana. No sabía si reír o ir a esconderse en alguna parte. Todo este tiempo había pensado que estaba siendo sutil, pero al parecer, Mina lo había sabido todo el tiempo. Ana tenía que salir a toda costa de ahí.

—Esto no puede estarme pasando ¡Mierda! — Ana dio un paso atrás.

—Ana— La llamó Mina con un tono de voz desesperado. —No me dejes—

—Tengo que ir a… Urgencias— Mintió, pero que sabría Mina sobre eso.

—Ana por favor, de verdad que no me importa que sientas cosas por mí… Nada tiene que cambiar— Ana rio amargamente.

—¿Piensas que desearte y amarte es divertido para mí? — Preguntó amargamente mirando a Mina. Ella ahora estaba más pálida y sus signos vitales estaban comenzando alterarse, no era correcto estar haciendo eso en ese momento. Una mirada de incertidumbre cruzó los rasgos de Mina.

—Sabes que eres la persona a la que más quiero en este mundo, te necesito, eres mi ancla a tierra. Pero no puedo corresponder a tus sentimientos como tú quieres—Mina se secó una lágrima —Nada tiene que cambiar. Realmente no me importa—

—A mí sí me importa— Ana espetó. —Yo te amo, siempre te amé— ante esas palabras, le siguió un largo silencio. La expresión en el rostro de Mina era extraña.

—Yo lo siento tanto— dijo Mina mortificada. Nuevamente el monitor alertó sobre el aumento en sus constantes. Rindiéndose Ana se acercó a la cama.

—Deja de alterarte, Mina, eso le hace daño a tu bebé— En ese momento, Ana sentía ira y un profundo odio. Contra el mundo. Contra Mina. Contra ella misma. Pero Mina era Mina, el ser más especial para ella y hacerle daño de cualquier forma posible no era aceptable. Mina se agarró a su bata.

—Prométeme que no te alejaras de mí, Ana— Había verdadero terror en los ojos de Mina —Yo no quiero perderte, eres mi familia— Ana sonrió.

—No me perderás, Mina— dijo en voz suave, tratando de destrabar los dedos de Mina de su bata. —Pero de ahora en adelante necesito que tengamos cierta distancia entre ambas, tú tienes tu vida y yo la mía— Mina apretó la tela de bata de Ana con más fuerza, sus hermosos ojos estaban llenos de pánico.

—¿Qué quieres decir con eso? — Preguntó dudosa —Es ella ¿no es así? Esa chica te alejará de mí—

—¿Morgan? — preguntó Ana, de alguna forma arreglándoselas para mantener su voz firme. —¿Qué tiene que ver ella en todo esto? —Mina lo quedó mirando.

—Durante años has tenido muchas aventuras, hombres o mujeres, pero ella es diferente ¿no es así? Ella te alejará de mí — Ana miró la cara de pánico de Mina y tuvo que contenerse de tocarla.

—Seguiré siendo tu amiga— Sorprendentemente Ana no negó que tuviera otro interés en Morgan.

—¿Amiga? ¿Esa amiga que me ignora por días? ¿Qué ni siquiera quiere verme? —Mina miró a su mano todavía apretando la bata de Ana. —Yo te necesito—Tal vez para muchos era extraño la amistad que ambas mantenían, era extraño incluso para Ana. Esa enferma necesidad que sentía por Mina era incomprensible incluso para ella. Era un enamoramiento estúpido, amabas se necesitaban, pero donde Ana no tendría problemas en acostarse con Mina, para Mina las mujeres no eran atractivas. Jodido. Muy jodido.

—No te voy a abandonar— Ana dijo inexpresivamente. —Pero tienes que entender que yo necesito guardar mis distancias—

—La última vez que guardaste tus distancias, no me contestabas el teléfono— Mina la abrazó de repente, había algo muy desesperado y doloroso en ello. —Ana, no hagas esto. Por favor. Yo no puedo…—

—Bruno es un buen hombre, y te ama— De eso podría dar fe, Bruno era un gran hombre, no cualquiera toleraría que una persona que deseaba a su esposa estuviera cerca todo el tiempo. —Mi obsesión por ti no es buena para la relación con tu marido—

—¡No me importa un carajo! — Mina apretó aún más los brazos a su alrededor. —Esto es lo que necesito. Tú. — Ana luchó con la reacción instintiva de su cuerpo. Se acercó a Mina.

—Lo siento— dijo Ana. —Necesito tiempo—Besó a Mina en la sien, pero Mina la apartó, con su mandíbula apretada, ira y algo parecido a traición en su mirada.

—Bien. ¡Aléjate! — dijo empujándola lejos de la cama— Esa chica no podrá remplazarme, nadie lo hará, tú me quieres a mí, tú me necesitas a mí y sé que volverás— Jamás había visto a Mina con esa actitud. No era la chica dulce que tanto amaba. Sin decir otra cosa, Ana salió de la habitación. Dio instrucciones a las enfermeras que le suministrarán un sedante para dormir, Mina no debería de alterarse de esa forma. Después se dirigió hacia cualquier parte donde pudiera estar sola. Entró en una sala de exploración en el área de maternidad, estaba sola y oscura, Así que Ana se sentó en el sofá y hundió el rostro entre sus manos. Dejo que todas sus emociones salieran. Necesitaba quedarse vacía por dentro para volver a comenzar.

 

 

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