Danza del mar y el invierno

Danza del mar y el invierno

Juan Mt

Así como el mar arremete contra los riscos, empujando de vez en vez a la dura costa. La roca permanece inerme ante cada embate, resiste y no se doblega. En algunas ocasiones parte en miles de serpientes la caricia salina, quienes ofendidas pero nunca derrotadas, vuelven a unirse bajo el canto de las caracolas.

Así como el frío invierno arremete contra las montañas, congelando con su gélido calor el paso de las noches. Las estrellas permanecen como espectadoras del espectáculo que se libra en la Tierra. En algunas ocasiones, caprichosas se ocultan tras el velo que cubre la oscuridad pero no abandonan la danza helada de las cumbres con el viento del Norte.

Cuando la furia incontenible del mar no se sosiega con la roca, baila con el frío del invierno. Se sonríen, se acarician bajo la Luna, se golpean, no ceden el uno ante el otro, se regocijan ante el oponente, y vuelven a la carga. Una lucha interminable. El mar grita, embravecido. Se calma, se oye el coro de sus hijos en la profundidad. Se llena de luces propias. El frío invierno apacigua su fuerza. Se detiene, espera sobre la cimas. Charla con los luceros. Después del inmenso silencio, el embate. Vuelven, fieros como al principio. Sin cuartel, sin paso a la tregua, se unen, se abrazan, giran en la vorágine eterna. El mar y el frío invierno se toman, se estrechan. Su fuerza inminente, imparable, sin fin, eterna, un sello de hielos perpetuos.


Publicado originalmente el 07/06/2017

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