Día 80. Miércoles 03 de junio de 2020 

Día 80. Miércoles 03 de junio de 2020 


Es triste que la única actividad que logre sustraerme del mundo por completo sea jugar a la granjita virtual, en vez de diseñar un nuevo muñeco amigurumi o tejerlo.

Ahora me la paso cosechando trigo, alimentando a la vaca, recogiendo manzanas…

Le anoto un tanto a los desarrolladores del juego, que han colocado el condimento adictivo que consigue que me enganche por horas.

Pero bueno, creo que ya estoy exagerando como siempre. Anteayer estuve cantando karaoke tres horas seguidas y me emocioné al llegar por fin a los tonos agudos de Whitney Houston en I will love you. Esto también me sustrajo del mundo con la misma eficacia que la granjita.

Día ochenta de cuarentena. La maniobra de mi mente de ponerse a cosechar maíz en una granjita virtual fue una respuesta instintiva a la sobrecarga de información violenta a la que me expuse y que describí ayer. Necesitaba salirme de esa vaina (dirían mis amigas colombianas). Necesitaba desconectar de esa vibración tan sofocante y claramente dañina. Y al parecer lo conseguí porque me siento más relajada ahora.

La parte más tirana de mi ha dicho que no está bien perder el tiempo a lo bobo en una actividad tan intrascendente como alimentar gallinas imaginarias que no dan huevos comestibles, pero no le he hecho el menor caso. Esta realidad tridimensional es tan ilusoria como esas gallinas. Y en el día eterno de la marmota, el concepto de tiempo ha desaparecido por completo. Al punto que ya me da igual en si lo utilizo en esto o aquello siempre y cuando me sienta bien o me divierta con lo que haga.

Además las predicciones para el futuro no son muy halagüeñas, tanto que si me guío por ellas, más vale disfrutar hoy que ya habrá tiempo de trabajar arduo después. O de descansar en paz, nunca se sabe.

Sí, hace un tiempo vengo prestando atención a las brujas y videntes. Y la crítica natural que cualquiera podría hacerme es que quizás sea menos nocivo emplear mi tiempo en recoger peras de un árbol virtual que andar poniendo la atención en supercherías.

Y sería una crítica válida, por supuesto. En especial si tengo en cuenta ese principio universal y espiritual que reza que ni los ángeles del cielo conocen el futuro, menos podría un ser humano narrarlo de antemano.

O bien, como propone la física cuántica, existirían muchísimos futuros probables para un mismo observador, y vivir como presente alguno de ellos dependería exclusivamente de la línea temporal escogida subjetivamente por dicho individuo.

Sin embargo tengo una buena razón para escuchar de cuando en cuando a estas personas que dicen ver cosas que el común de la gente no alcanza a vislumbrar. Y es que yo misma en ocasiones me podido anticipar a eventos que sucederían días o semanas después o notar con claridad el curso final de determinados acontecimientos personales. Y aunque no lo hago a voluntad como los videntes, sí que he comprobado que con el olfato adecuado uno puede predecir el futuro inmediato analizando que está ocurriendo ahora y detectando la tendencia.

Y lo maravilloso de detectar la tendencia de un evento o acontecimiento es que da un amplio margen de maniobra en el presente que permite cambiar el desenlace natural de las cosas.

Por ejemplo, sé que la tendencia a sentarme a escribir estas cosas todos los días durante un par de horas, con muchísima probabilidad desembocará en un escrito de doscientas páginas. Con lo cual ya tendría suficiente material para publicar un nuevo libro.

Esa es la tendencia. Si decidiera que no es mi deseo que en el futuro haya un nuevo libro, simplemente tendría que detener la escritura ahora y ya no existiría tal libro.

Digamos que no es el caso, porque la idea de publicar un nuevo libro me está resultando bastante tentadora.

Pero volviendo a las brujas que adivinan la suerte... y no necesito ser adivina para advertir que el mundo se dirige a un inevitable colapso económico y que la acción obvia en el presente es almacenar comida. De vez en cuando escucho a estas personas para informarme acerca de la tendencia y tomar acciones individuales en tiempo presente que redirijan el curso de mis acontecimientos hacia otro futuro. Redirecciono la línea temporal cambiando mis acciones de hoy.

Si el futuro es algo que las personas creamos colectivamente con nuestras acciones individuales y si la tendencia indica un resultado negativo, simplemente modifico mis acciones de hoy para no darle mi energía a esa tendencia. Si noto que el sistema financiero está a punto de explotar y que si la cuarentena continúa no pasará mucho tiempo hasta que comience el desabastecimiento de comida y la empiezo a almacenar ahora, mi futuro probable de pasar hambre ya no se producirá. Al menos tendré suficiente para aguantar un par de meses.

En fin. Creo que si soy artífice de mi destino, en el sentido de que tengo la capacidad de hacer algo en el presente para evitar catástrofes futuras, y no me parece mal analizar las tendencias. O bien puedo seguir jugando a la granjita y abstraerme del mundo indefinidamente. Al final, la elección siempre es individual y personal.

Creo que es suficiente por hoy. Mi hijo me está llamando para jugar.



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