Día 78. Lunes 01 de junio de 2020

Día 78. Lunes 01 de junio de 2020


Ayer y hoy fueron días de energía netamente acuariana, futurista, espacial y utópica. Algo en mí siente marcadamente la transición de la era que se está yendo, la de Piscis, y la nueva que ya casi está aquí: Acuario.

No soy astrónoma ni astróloga, pero tengo afición por estos movimientos planetarios que inciden a nivel colectivo e individual con sus energías características.

Hace dos días, el 30 de mayo, la nave espacial Crew Dragon de SpaceX partió tripulada por dos astronautas desde Florida, Estados Unidos hasta la Base Espacial Internacional que se encuentra allá arriba, en algún lado. Un lugar en el espacio que no se precisar, pero ahora que me doy cuenta de mi poca información, seguramente iré a investigar.

Lo más espectacular es que el lanzamiento fue filmado y transmitido en directo. Yo lo vi diferido recién ayer, pero me encantó. También me divirtió bastante el desconcierto manifestado por los terraplanistas que explicaban que el lente de las cámaras que tomaban la perspectiva de nuestro planeta, eran ojos de buey que deformaban la verdadera y chata superficie de la Tierra.

Reflexioné en el hecho curioso de que a lo largo de estos últimos años he leído o escuchado noticias de personas o grupos con claras inclinaciones medievales y me pregunté si acaso estábamos sufriendo algún tipo de retroceso en el tiempo o bien si, por efecto de algún prodigio de la física cuántica, ambos tiempos se estaban superponiendo y coexistiendo simultáneamente, como una suerte de realidad paralela. De otra manera no me puedo explicar que haya gente que afirme que la tierra sea plana, o que en pleno siglo veintiuno se siga sintiendo la mano de hierro de la Santa Inquisición y su caza de brujas consecuente.

Yo no creo que la tierra sea chata, y esta afirmación surge de mi observación de la configuración de la naturaleza, no de los libros escolares que nos adoctrinan. Que si hablamos de educación tradicional tengo mucho que criticarle al modelo prusiano actual, formador de obreros de fábrica.

Como sea. De todas formas esta cuestión es intrascendente. Redonda o plana la tierra, sigo en cuarentena día setenta y ocho, encerrada en mi casa, los vuelos permanecen suspendidos, los transportes públicos también y según las normas ahora vigentes no me puedo alejar de mi residencia más de quinientos metros a menos que tenga un permiso otorgado por las autoridades. Y no tengo ninguno.

Al cabo que ni quería. No pienso salir tampoco. Hoy hace mucho frío. Y esto quizás se deba a una falla en la Matrix, porque en el Chaco todo el año es verano. ¿Qué nos van a venir a contar del calentamiento global a nosotros los norteños? Chaco es el calentamiento global. Cincuenta grados a la sombra, trecientos sesenta cinco días al año, es solo para valientes.

Volviendo a la energía acuariana futurista que imprimió su vibración a mis días, tropecé con un video que hablaba de un supuesto cronoscopio que captaba eventos del pasado, invento que fue confiscado posteriormente por el Vaticano.

Entre los inventores había un sacerdote católico, es por eso que razono que el artefacto fue vetado por la Iglesia y no por la CIA. A la postre que se llevaron el artilugio y la humanidad se quedó sin saber que se puede mirar televisión del pasado en diferido.

No obstante, ese sacerdote salió a contar en conferencias la existencia del cronoscopio mostrando asimismo una supuesta fotografía real de Jesús de Nazaret. Me sorprendí bastante a decir verdad en ese punto del video. Le di pausa observando la imagen. Se veían claramente a tres hombres. El de la izquierda es Juan sin dudas, le dije a mi marido que miraba conmigo. Por su juventud y por lo imberbe. Este del medio es Jesús. Y el de la izquierda no podría ser nunca Pedro. Pedro era más gordo y tenía ojos saltones. Además es muy mayor. No parece ser uno de los apóstoles.

Al rebobinar la escena que acaba de vivir y lo que había dicho me sorprendí todavía más al descubrirme hablando como si conociera a todas esas personas y las señalara en la foto. ¿Acaso me había vuelto loca de repente?

No. Había leído concienzudamente la saga de libros Caballo de Troya de Juan José Benítez que describe como las fuerzas aéreas estadounidenses llevaron adelante un proyecto de viaje en el tiempo en 1973 saltando hasta el año 30 a la Palestina de Jesús.

En 1982 uno de estos viajeros, mayor de la USAF, se contactó con el escritor español legándole sus diarios donde narraba con pelos y señales vida y obra del Nazareno.

Esos libros y su lectura me han conmovido hasta las lágrimas. Tal es así que de ser cierto que se contara en aquellos años setenta con la tecnología que permitía el viaje en el tiempo, un nuevo Jesús, ajeno a todas las religiones que se practican en la actualidad, más humano y más real se ha introducido en mi corazón y quedará allí para siempre.

Y en el caso de que sea una ficción novelada, como dice el autor, “que Dios bendiga a los soñadores”, porque es imposible no enamorarse perdidamente de la figura del Hijo del Hombre que se describe en aquella saga. Puede que ese enamoramiento se parezca la simpatía idealizada que se gana un personaje de una película, y daría lo mismo que los viajes en el tiempo sean reales o no. Al final, el amor es todo lo que importa.

Por supuesto que mi mente lógica y racional sigue dudando de la posibilidad que tiene el ser humano de viajar en el tiempo, pero precisamente, siguiendo ese razonamiento, advierto que los trabajos de Albert Einstein y Nikola Tesla fantasearon con darle una base científica al asunto.

Después de la supuesta fotografía real de Jesús seguí con otros videos de viajeros en el tiempo, entre los cuales aparecía un tal Noah. Un chico con aspecto de adolescente al que habían pixelado el rostro para que no se le pudiera identificar, afirmando que en 2028 se anunciaría al público la existencia de los viajes en el tiempo.

Tendremos que esperar ocho años para confirmar sus dichos.

Por supuesto no han faltado aseveraciones acerca de la evolución de la nanotecnología, la robótica y la convivencia pacífica de humanos con aliens.

De cualquier modo, aún deberá correr mucha agua bajo el puente antes que podamos vivir estas cosas, porque mientras continúe la caza de brujas a supuestos infectados con coronavirus o personas convencidas de que la tierra no es redonda no le veo mucho futuro a esta línea de temporal de tiempo. Esta Matrix todavía tiene errores de código que resolver.

Aunque una parte de mi sigue teniendo una gran fe en la humanidad como raza resiliente capaz de grandes prodigios, otra parte de mi sigue moviendo la cabeza negativamente no solo con los absurdos que ocurren en el mundo, sino también con mis propias incoherencias personales. Y desde esa perspectiva más pesimista creo que aún no estamos preparados para gestionar grandes tecnologías que podrían causar más mal que bien.

No hay que ir muy lejos para advertir como las redes sociales funcionan como un semillero que produce actitudes mentecatas en las personas. Como se ensalza la estupidez y se la aplaude. Sin olvidar que se reproduce como cucarachas con hashtags.

A veces me acuerdo de esos días que nada más levantarme en lo único que pensaba era en qué foto debía publicar para seguir manteniendo en vilo a “mis seguidores”, mientras mi hijo deambulaba por la casa con el pañal rebosante de orina. Una vergüenza infinita me embarga por mi tremenda estupidez. Y así vamos todos por la vida con nuestros aparatitos rectangulares pegados a la frente, olvidando de socializar con la persona que está sentada a nuestro lado.

Si pudiéramos viajar en el tiempo haríamos cosas tan ridículas como sacarle una foto a la comida del Renacimiento o tomarnos una selfie con Tutankamon.

Interna y emocionalmente no estamos preparados para la era de Acuario. Carecemos de la lucidez que hace falta para vivir en armonía con esa energía utópica, futurista y de marcada consciencia de unidad con nuestros semejantes, utilizando los juguetes tecnológicos como herramientas de desarrollo interior en vez de usarlos para embotar nuestros sentidos.

Que vengan rápido los aliens a auxiliarnos porque opino que necesitamos mucha ayuda para salir de esta pesadilla colectiva y despertar de una vez a nuestra verdadera naturaleza.



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