Cuando viajé a Comala

Cuando viajé a Comala

Juan Mt
Pedro Miranda, naturalista y guía de Zapotitlán Salinas.


Cuando viajé a Comala esperaba encontrar bajo mis pies las piedras del camino cociendo las suelas de mis botas. Esperaba sentir el polvo seco y abrasante rompiendo mis pulmones mientras me dejaba la nariz llena de mocos secos. Estaba parado cargando mi mochila, una llena de fantasmas, meras voces haciendo ecos. La cosa es que mis ilaciones eran puras esperanzas, como un morralito, que en lugar de tortillas y frijoles, cargaba nada más que hubieras.


Me quedé largo rato viendo Comala desde lejos. A medio día el pueblo parecía que flotaba entre las ondas dibujadas por el calor. A ratos se percibía el reflejo del sol entre algún ventanal y a ratos aparecía un remolino de polvo que se movía como si señalara el sitio que había venido a buscar.


Mientras lo que veía me llenaba de un holgado consuelo, lo que escuchaba me hacía temblar la piel; y es que bajo el sol de ese medio día no había nada más desquebrajador que el ensordecedor silencio.


Tal vez ustedes se pregunten por qué puro silencio si en la soledad lo que más te grita es el corazón queriendo salirse del pecho, más aún cuando cree que se va a morir. Yo no sé, la cosa es que no les quiero mentir, no escuchaba nada, tal vez ya me había muerto.


Xalapa. 23/06/2021

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