Crisis, Derechos y luchas de los pueblos
Antonio García.La complejidad de la actual crisis sistémica o civilizatoria como la denominan algunas corrientes de pensamiento, se agudiza, se trata de múltiples factores que interactúan entre sí, en distintas velocidades, frecuencias y tonalidades, generando importantes retos para su comprensión y análisis.
El cambio climático tiene consecuencias devastadoras para los pueblos sobre todo para esas regiones de donde los principales contaminantes o emisores de CO2, el norte global, han extraído las materias primas imprimiendo un nivel alto de violencia, empobreciendo comunidades y devastando culturas, dejando futuros suspendidos e inciertos y ahora sufriendo las consecuencias directas de un modelo que en últimas no es de “desarrollo”, sino destrucción, que no se detiene.
La crisis social y económica no es de ahora ni casual, sabemos que es provocada, consecuencia de modelos impuestos a la fuerza en el mundo, sobre todo en el sur global, sistemas que hoy pasan factura manifiesta con altos índices de pobreza y pobreza extrema, mendicidad, desempleo, informalidad, una suerte de abandono global de amplias capas de la población, situación que hace pensar en la necesidad de replantear la razón de los Estados hoy, la tecno-burocracia hace su tarea a rajatabla pero para el beneficio de ese modelo de muerte, pobreza y exclusión, la cifras la muestran con claridad.
La hiper-concentración de la riqueza, que ahora se agudizará más y más, y más aún ante la compra de bancos en quiebra por mega-bancos globales, las cifras año por año crecen en términos de acaparamiento, a 2023 ya se afirma que el 1% de la población -los ricos ricos- concentra las dos terceras partes de la riqueza generada, ¿qué pasa con los controles? ¿La justicia social? Y ¿los derechos económicos sociales y culturales? Las cifras y los hechos son contundentes.
El hambre camina por el mundo, sea por la falta de alimentos o por el alto precio de los mismos, pero no se tocan sus cusas reales, un sistema de acumulación que concentra la producción, semillas, fertilizantes, pesticidas y la comercialización de alimentos en pocas manos.
Las limitantes en financiación del logro de los llamados objetivos del milenio también nos muestran la ausencia de un real discurso-acción en materia de derechos, se alejan la metas, retroceden los logros y baja la financiación, se hacen inoperantes los organismos internacionales, se pierde la llamada neutralidad y los Derechos Humanos quedan más en el campo de la retórica usada como parte de gran entramado que mueve y justifica las guerras, saqueos, etc.
Las deudas de los países como mecanismos de control y dominación crecen y traen efectos implacables, dejan a las sociedades y gobiernos en una sin salida: ¿a quién cumplirle? ¿La satisfacción de los derechos de los pueblos o el pago de deudas muchas ilegitimas u odiosas? Argentina viene a la mente, pero no es el único caso. Como consecuencia miles de familias viviendo en la calle sin garantías más que la muerte. En esto el Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM) ha sido reiterativo en alerta la necesidad de hacer frente a este fenómeno de manera urgente.
La concentración monopólica de los medios de información se deja sentir en su edición, en su narrativa de gran desinformación funcional que afecta a los pueblos, gobiernos o Estados que se salen de la lógica del gran capital transnacional.
El futuro se ha empeñado y quieren más, las pensiones, la salud, los demás derechos de las generaciones presentes y futuras, los pueblos se molestan unos más organizados que otros, pero crecen las inconformidades y como una ola que camina por los continentes, las protestas por derechos aumentan ya vimos Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Panamá, igual en Asia, África, entre muchos casos registrados, ahora resuenan las protestas en la misma Francia.
Como respuesta la contención violenta del Estado, se acentúa un concepto de seguridad plegado al modelo económico, lamentable que en Chile por ejemplo se tramita una Ley que da más poder a la gendarmería sumado a ello una postura de poca o nula escucha frente a las luchas de los pueblos originarios (Mapuches) por la defensa de sus territorios, el trato que Macrón ha dado a las legítimas protestas en Francia, ni que decir de lo que ocurre en Perú y Ecuador, y regresa la pregunta: ¿ y los derechos?
Sin duda la crisis cruza por las instituciones globales y locales, las devela, evidencia sus contradicciones o sus reales objetivos según el caso, es parte de la lista de la compleja y profunda crisis que nos ha tocado y que claro golpea de manera inmisericorde a los pueblos.
Este fenómeno, esta realidad nos deja grandes retos como pueblos, escuchar más profusamente lo que ya venimos haciendo en los territorios para hacer frente a este amplio número de situaciones, el ejercicio de la solidaridad, la cercanía, la construcción de tejido social, de circuitos económicos, la recuperación de espacios de encuentro, debate y lucha, el fortalecimiento de la lectura de realidad para mejorar nuestras acciones, articularnos como red de pensamiento y acción emancipadoras ante una amenaza contundente, diversa y cambiante contra el tejido de vida de la naturaleza y de los pueblos, de las luchas emergerán las nuevas lógicas que construirán nuestro futuro.