Criminal

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Capítulo seis

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Sara se mordió el labio mientras miraba a Faith. El abrumador deseo de llegar a un acuerdo empezó a surgir en su interior. Amanda presentándose en el orfanato con un martillo, la rabia inexplicable de Will, su repentino deseo de quedarse solo.

Faith era muy lista. Había trabajado como detective de Homicidios en el cuerpo de policía de Atlanta antes de convertirse en agente especial del GBI. Llevaba dos años siendo la compañera de Will. Su madre era una de las viejas amigas de Amanda. Si Sara le contaba lo que había sucedido en el orfanato aquella noche, ella podría ayudarle a encajar las piezas.

Pero entonces perdería a Will para siempre.

—Faith. Me alegro de que seamos amigas. Me caes muy bien. Pero no puedo hablar a espaldas de Will. Quiero que sepa que yo estaré siempre a su lado.

Faith se lo tomó mejor de lo que esperaba.

—Eres demasiado sana para mantener una relación con un policía. Especialmente con Will.

Ella también había pensado que quizá fuera mejor no seguir manteniendo aquella relación, pero dijo:

—Gracias por comprenderlo.

Faith saludó a una mujer mayor que estaba en el puesto de enfermería. No llevaba traje pantalón, sino pantalones vaqueros y una blusa estampada, pero tenía el inconfundible aspecto de policía, algo que se percibía en su forma de mirar a su alrededor, descartando a los hombres buenos y fijándose en los malos. La mujer le devolvió el saludo, miró el tablero de pacientes y luego se dirigió a la habitación de Amanda.

—Se entrenó con el Mossad después del 11-S —dijo Faith—. Tiene dos hijos y tres nietos. Se ha divorciado cinco veces, dos del mismo hombre. Y consiguió todo eso sin ponerse un traje pantalón. Ella es mi modelo —dijo Faith con tono reverencial.

Sara acunó a Emma para verle la cara. Desprendía un aroma suave e intenso, una mezcla de pañales y sudor.

—Tu madre es también un buen ejemplo.

—Somos muy diferentes —dijo Faith encogiéndose de hombros—. Mi madre es tranquila, metódica, siempre parece tenerlo todo bajo control, y yo soy impredecible.

La evaluación era un tanto extraña viniendo de una mujer que siempre llevaba una escopeta cargada en el maletero del coche.

—Yo me siento segura sabiendo que estás con Will. —Faith nunca se daría cuenta del elogio que acababa de hacerle—. Creo que sabes reaccionar cuando te ves amenazada.

—Sí, cuando no pierdo los nervios. —Señaló la habitación de Amanda—. Si explotase una bomba en este momento, en cuanto se posase el polvo, verías que todas ellas permanecen en el mismo sitio, con la pistola en la mano y dispuestas a matar a los terroristas.

Sara había visto a Amanda en algunas situaciones peligrosas y lo que decía Faith era tal cual: no lo dudaba ni un instante.

—Mi madre me dijo que, cuando ingresaron en el cuerpo, la primera pregunta que le hacían en el polígrafo era sobre su vida sexual. ¿Eran vírgenes? Si no lo eran, ¿con cuántos hombres habían estado? ¿Más de uno o menos de tres?

—¿Eso es legal?

—Todo es legal si te sales con la tuya —dijo sonriendo de oreja a oreja—. A mi madre le preguntaron si ingresaba en el cuerpo para tener sexo con los policías, y ella les respondió que eso dependía de lo guapo que fuese el agente.

—¿Y qué me dices de Amanda? —Su caída en el sótano le había hecho recordar sus primeros tiempos en el cuerpo—. ¿Fue siempre policía?

—Que yo sepa, sí.

—¿Nunca trabajó en los servicios infantiles?

Faith aguzó la mirada. Sara pudo ver cómo algún resorte se encendía en su mente de policía.

—¿Adónde quieres ir a parar?

Sara mantuvo su atención en Emma.

—Solo es curiosidad. Will no me ha hablado mucho de ella.

—Ni lo hará —respondió Faith, como si ella necesitase que se lo recordara—. Crecí con Amanda. Estuvo saliendo con mi tío durante años, pero el muy idiota jamás le pidió que se casara con él.

—¿Nunca se ha casado? ¿No tiene hijos?

—No puede tenerlos. Sé que lo intentó, pero no pudo.

Sara tenía la vista fija en Emma. Eso era una cosa que compartía con Amanda Wagner, y no era algo de lo que le gustase presumir.

—¿Te la imaginas como madre? Mejor estarías con Casey Anthony[5].

Emma hipó. Sara le acarició la barriga. Ella le sonrió a Faith. Deseó hablar con ella, pero no podía. Hacía mucho tiempo que Sara no se sentía tan aislada.

Siempre podía llamar a su madre, pero no estaba de humor para que le echase un sermón sobre el bien y el mal, sobre todo porque ella percibía claramente la diferencia, lo que la hacía sentirse menos la víctima de un amor apasionado y más alguien que se había resignado a ser una mujer sumisa. Eso fue justamente lo que Cathy Linton le dijo: ¿por qué se lo vas a dar todo a un hombre que no te dará nada a cambio?

—¿Has sido tú o Emma? —preguntó Faith.

Sara se dio cuenta de que había soltado un gruñido.

—Yo. Estaba pensando que mi madre tenía razón en algo.

—Yo odio cuando eso me sucede —respondió Faith irguiéndose—. Hablando de…

Evelyn Mitchell estaba de pie, al lado del centro de enfermería. Tenía el mismo estilo que sus amigas: traje pantalón, cuerpo esbelto y una postura perfecta, a pesar de necesitar muletas. Resultaba obvio que buscaba a su hija.

Faith se levantó de mala gana.

—El deber me llama.

Arrastró los pies mientras se dirigía hacia el mostrador de enfermería.

Sara levantó a Emma y le tocó la nariz. La niña le enseñó ambas encías, gimiendo de placer. Si alguien cuestionaba lo buena madre que era Faith Mitchell, solo tenía que mirar a su hija. Sara besó las mejillas de Emma, que sonrió. Unos cuantos besos más y soltó una risotada. Dio una serie de pataditas en el aire. Sara la besó de nuevo.

—¿Su qué? —gritó Faith.

La voz retumbó en la sala de urgencias. Madre e hija miraron abiertamente a Sara. Desde la distancia, se podía decir que eran gemelas. Ambas tenían el mismo peso y la misma estatura, el mismo cabello rubio y los mismos hombros. Faith tenía una expresión preocupada, pero Evelyn se mostraba tan imperturbable como de costumbre. La mujer mayor dijo algo. Faith asintió antes de dirigirse a Sara.

—Lo siento —dijo cogiendo en brazos a Emma—. Tengo que marcharme.

—¿Va todo bien? —preguntó ella dándole a la niña.

—No lo sé.

—¿Se trata de Ashleigh Snyder?

—No. Bueno, sí.

Faith abrió la boca, pero luego la cerró. Era obvio de que pasaba algo malo, pues Faith no se sorprendía fácilmente, y Evelyn Mitchell no era el tipo de persona que proporcionaba información.

—Me estás asustando, Faith. ¿Le pasa algo a Will?

—No… —Se detuvo—. No puedo… —Hizo una pausa de nuevo. Apretó los labios hasta formar una delgada línea. Finalmente dijo—: Tenías razón, Sara. Tenemos que separar algunas cosas.

Por segunda vez aquella noche, le ocultaban un secreto y le daban la espalda.

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