Christine

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Segunda parte: Arnie. Canciones de amor adolescentes » 35. Ahora un breve intermedio

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35. Ahora un breve intermedio

Drive that old Chrysler to Mexico, boy.

Z. Z. TOP

En la escuela superior de Libertyville, el entrenador Puffer había cedido su puesto al entrenador Jones, y el fútbol americano había cedido el suyo al baloncesto. Pero nada había cambiado realmente: los encestadores de la ESL no lo hacían mucho mejor que los guerreros del campo de fútbol americano, el único que destacaba era Lenny Barongg, hombre que practicaba tres deportes, de los que el baloncesto era el más importante. Lenny se esforzaba tenazmente en conseguir los éxitos que necesitaba para que le otorgasen la beca deportiva para Marquette que ambicionaba.

Sandy Galton se largó súbitamente de la ciudad. Hoy estaba aquí, y mañana había desaparecido. Su madre, una borracha de cuarenta y cinco años que no aparentaba menos de sesenta, no pareció excesivamente preocupada. Como tampoco su hermano menor, que se drogaba más que cualquier otro muchacho de la escuela superior de Gornick. Por la de Libertyville circuló el romántico rumor de que se había largado a México. Pero circuló también otro rumor menos romántico: que Buddy Repperton se había enfadado con Sandy por alguna razón y este había creído más prudente no dejarse ver. Se acercaban las vacaciones de Navidad y el ambiente de la escuela se hizo más inquieto y más revoltoso, como ocurría siempre antes de una larga vacación. El índice general de aprovechamiento del cuerpo estudiantil experimentó el descenso habitual antes de la Navidad. Los trabajos sobre libros eran entregados con retraso y mostraban a menudo un parecido sospechoso con los resúmenes que figuraban en las cubiertas (a fin de cuentas, ¿cuántos estudiantes de Inglés son capaces de calificar de «vehemente clásico de la adolescencia de posguerra» a El guardián entre el centeno?). Los ejercicios escolares quedaban hechos a medias o por hacer, el porcentaje de los periodos de descanso para besuqueos y caricias en los pasillos aumentó vertiginosamente, y el consumo de marihuana aumentó también al tratar los estudiantes de la escuela superior de Libertyville de animarse un poco más para las fiestas navideñas. Así, muchos estudiantes estaban en la gloria, prevalecía el absentismo de los profesores en los pasillos y en las habitaciones, brillaban los adornos navideños.

Leigh Cabot no brillaba. Había suspendido un examen por primera vez en su carrera escolar y su ejercicio de mecanografía había sido considerado deficiente. No podía estudiar, su mente volvía una y otra vez a Christine, a los verdes instrumentos del tablero que se habían convertido en odiosos y voraces ojos de gato, ansiosos de observar su muerte por asfixia.

Pero, para la mayoría, la última semana de colegio antes de las vacaciones de Navidad fue un plácido periodo en el que se disculpaban las faltas que en otras ocasiones habrían merecido severos castigos, en que los duros profesores cerraban los ojos ante un examen en que todos se habían portado malísimamente, en que muchachas furiosamente enemistadas hacían las paces, y en que muchachos que habían peleado repetidamente por ofensas reales o imaginarias hacían lo propio. Tal vez lo más significativo de la apacible temporada era que Miss Rat-Pack, la Gorgona del Aula 23, había sido vista sonriendo…, no sólo una, sino varias veces.

En el hospital, Dennis Guilder había mejorado algo: había cambiado las escayolas bajo tracción de la cama por otras que le permitían andar. La fisioterapia no era ya la tortura que había sido para él. Paseaba por pasillos adornados con oropeles y decorados con pinturas de primero, segundo y tercer grados, y hacía repicar sus muletas, a veces al compás de los villancicos alegremente difundidos por los altavoces.

Era una censura, una tregua, un interludio, un periodo de calma. Durante sus al parecer interminables paseos arriba y abajo por los pasillos del hospital, Dennis reflexionaba y se decía que las cosas podían ser peores…, mucho peores.

Y antes de mucho tiempo, lo fueron.

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