Casablanca

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5. Todo el mundo va a Rick’s

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Al lado de Edeson se encontraba otro pionero del cine de Hollywood, el maquillador Perc Westmore, que entró en el oficio en 1921, el año en que Adolphe Menjou se quedó sin la mitad de su mostacho característico por un accidente de afeitado y Perc le fabricó uno nuevo. En Casablanca, Westmore se vio enfrentado a un problema especialmente peliagudo: ayudar a Ingrid Bergman a aparecer radiante sin inundarla de glamour ni sacrificar el estilo natural que la había hecho famosa.

Al mismo dilema se enfrentó Orry-Kelly (nombre auténtico, salvo el guión, añadido por los publicistas de Hollywood), el diseñador australiano que revolucionó el departamento de vestuario de la Warner. Cuando llegó al estudio en 1931, Kelly ya estaba establecido en el mundo de la moda, y en ese año se convirtió en uno de los primeros modistos que se pasaron al cine.

De hecho, durante gran parte de los catorce años que trabajó en la Warner, Orry-Kelly siguió sacando su línea particular, actitud que fue causa de discordias entre él y la dirección de la Warner. Cuando el estudio intentó explotar la obra de su figurinista creando Studio Styles, una línea de modelos adaptados de sus diseños cinematográficos, Orry-Kelly les prohibió que utilizaran su nombre. Así pues, cada prenda llevaba una etiqueta que decía: “Diseñado por el Diseñador Estrella de Warner Brothers”.

El montaje de Casablanca fue confiado a Owen Marks, baluarte del Departamento de Montaje de la Warner Brothers desde los tiempos del mudo. Marks trabajó en todo tipo de proyectos, desde Disraeli hasta The Private Lives of Elizabeth and Essex.

Carl Jules Weyl, director artístico que inventó la Malasia de La carta y el esplendor provinciano que da fondo a Kings Row, se encargó de levantar una sección del Marruecos francés en los terrenos de la Warner. Weyl era un distinguido escenógrafo alemán que se había instalado en el estudio en 1936, y que ya no se movería de allí hasta su temprana muerte en 1948. Entre sus logros figuraban el Oscar obtenido en 1938 por Robin de los bosques.

El último precursor hollywoodense asignado a Casablanca fue Max Steiner, el hombre que casi en exclusiva sentó las bases de la composición de música de cine en los primeros años del sonoro. Por su parte, Curtiz se procuró asesoría técnica contratando los servicios de un oficial del Ejército francés, el teniente Robert Aisner, que no sólo se había escapado de un campo de concentración alemán, sino que había hecho el camino de los refugiados, escala en Casablanca incluida. El equipo humano estaba listo. Todos llevaban el mismo rumbo. Sin embargo, el 25 de mayo de 1942, a falta aún de un guión definitivo y aprobado, aún ignoraban cuál sería exactamente su punto de destino.

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