Carta 6

Carta 6

Juan Mt
Algún lugar alejado del cielo, año MMXX

Alma


Apreciable y siempre radiante usted, considero un robo y un ataque el que se ha perpetrado desde su persona como origen. ¿Cuál ha sido el daño?, ¿cuáles son las pérdidas materiales?. Daños, varios pero ninguno material. El sueño, es el sueño el que se ha llevado y en conjunto varios de los gestos de alegría y pensamientos de mis amaneceres. Admito que no ignoraba sus planes y hasta me siento cómplice y partícipe de tal acción que me ha llevado a la agonía absoluta. Agonizo pero no me estoy muriendo, este malestar es diferente al común. Me gustaría definir el término sin causarle a usted más pesar que el de decirle culpable.

Y es que usted con la dosis indicada parece que ha aletargado mis reacciones y vacilo demasiado, tiemblo de veras y cuando estoy próximo al abismo, la caída, usted pone su mano y me sostiene cual si fuera pluma. Me balancea entre el viento y el oscuro espacio infinito. Me devuelve a la tierra con un toque de sus manos y destruye todo mi ser en una explosión interestelar con solo poner sus labios junto a los míos.

Quedo a expensas de los elementos, totalmente descubierto a mis mentiras y verdades y solo puedo conjeturar gestos que iluminan mi cara cuando chocan con los asteroides iluminados de su rostro y con sus auroras boreales, aunque comienzo a quedar más cautivado por las australes.

Usted es culpable de que mi existencia se transforme en un universo de ilimitadas extensiones donde el nacimiento y la muerte de las estrellas pueden darse en una fracción minúscula de su aliento estrellándose con mi piel. Su estela, su gravedad, su magnetismo, su campo cuántico, su física. Usted y la relatividad. Usted a sus veinte, culpable es usted a sus veinte y más.

Infinitamente,

Don Pascual de Cártago

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