Carta 3

Carta 3

Juan Mt
Algún lugar alejado del cielo, año MMXX


Apreciable rocío de la mañana.

El día de hoy me apresuro a escribirle ya que hemos recibido dolientes noticias que podrían cambiar la historia y el futuro de todos. Un gran mal se acerca y amenaza con borrar la alegría de la faz de la tierra de la mano de un ángel de la muerte. Los portadores de noticias no han podido darnos más detalles pero nos han solicitado que permanezcamos encerrados y sin contacto durante al menos cuarenta días con el fin de aminorar las posibilidades de que el mal entre a nuestros cuerpos y extinga la luz de nuestros ojos.

Ahora y más que nunca es cuando me pregunto - ¿acaso es un destino cruel el que se empeña en mantener una distancia entre nosotros?, ¿acaso estoy destinado a sufrir para mis adentros las ansias de tocar su alma una vez más?, ¿acaso no debería regocijarme en el calor de su cuerpo?, ¿hemos pecado tanto?-. ¡Cuánta desgracia e infortunio nos rodean!. Ojalá pudiera saltar la inmensa oscuridad de este foso, tirarme al vacío y caer en sus brazos a mil metros abajo de la muralla, mientras usted con sus dulces ojos calma la amargura de estos tiempos apocalípticos.

Ahora parece que los cuatro jinetes con sus míseras catástrofes se reducen a nada si los comparo con el hecho de estar tan lejos de usted y de su tierno calor del alma. Con fuerza sujeto con mis manos estos helados y oxidados barrotes y grito hacia la inmensurable oscuridad - ¡¿dónde está?!, ¡¿dónde está?!, ¡venga pronto!-.

Venga pronto que la esperaré.

A merced de que obtenga la presente antes de su propia reclusión, su siempre atento.

Don Pascual de Cártago

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