Cap. 9 De su hijo a su mujer

Cap. 9 De su hijo a su mujer

Benjamin Ljubetic


Nuestros encuentros con papá seguían siendo nuestro secreto, cuando mamá trabajaba nosotros aprovechamos para estar juntos. Papá seguía siendo muy cariñoso, y yo lo disfrutaba, a mis ocho años ya era un adicto a su pene, y él era adicto a mi. Cuando estábamos en casa con visitas yo me acercaba a abrazar a papá y ese solo gesto hacía que algo en él cambiara, y claramente era lo que sentía internamente al tenerme a su lado, yo podía sentir como se excitaba, como me miraba con pasión y eso me encantaba; sin saberlo realmente yo lo provocaba, lo calentaba y yo sabía que eso hacía que la próxima vez que estuviéramos a solas, él me tomaría con desesperación, me besaría con pasión, me penetraría con su lengua mi boca y mi culito y apretaría todo mi cuerpo. Como yo ya sabía eso, buscaba instancias para acercarme, y jugar a ese pequeño juego de seducción sin que nadie más pudiera verlo. Para todos, mi padre era un papá cariñoso, muy preocupado y nuestra relación era excepcional. Claro que lo era, pero nadie imaginaba que lo era porque yo me había convertido en el pequeño putito de papi.


Nuestra confianza en los juegos sexuales que teníamos había crecido mucho, ya habían pasado casi 2 años desde que yo comencé a hurgar en las sábanas para buscar el pene de papá. Y desde hace un tiempo ya no era necesario hacerlo a escondidas, pues él estaba siempre dispuesto para que yo me aferrara a su entrepierna y buscara su pene erecto, caliente y grande que tanto me gustaba, mi pequeña boca no tardaba en devorarlo y como si se tratara de un entrenamiento, ya estaba especializado en que pudiera entrar más de la mitad de su pene en mi pequeña boca sin atorarme o provocarme arcadas, ya no había oportunidad en que no acabara en mi lengua y en mis labios, lo que me había vuelto un experto bebedor de su semen. Ya era un adicto, pero más que al sabor o la textura, que sí eran deliciosas, yo necesitaba sentir como explotaba, escuchar como gemía, tocar su piel erizada al momento de lanzarme su semen en mi boquita. Nuestras prácticas durante meses se habían limitado a eso, yo me enfocaba en darle placer y hacerlo acabar, pero en ese entonces yo sentía que era yo quien recibía el placer, era yo quien recibía el regalo de papá como si fuera una bendición. 


En mi fiesta de cumpleaños número nueve  no fue la excepción, mi casa estaba llena de gente, compañeritos de la escuela, vecinos, sus padres, mis tíos, mis primos, mis abuelos; mi padre siempre ha estado muy involucrado en todo lo que me pasa y todo lo que hago, mis estudios, mis hobbies, mis preocupaciones, él se ha dedicado a complacerme y a darme todo lo que me gusta y necesito, y la fiesta de cumpleaños era sin duda su gran regalo, mi madre también estaba muy presente, pero como ya podrán darse cuenta la relación con ella era totalmente diferente, con mucho amor, mucha preocupación, pero sin la conexión, el deseo y la pasión de la relación con papá.


En muchos momentos durante la fiesta me acerqué a papá, me sentaba en sus piernas y en varias de estas ocasiones pude sentir su pene duro o en semi erección, era un juego perturbador y delicioso para él, en cambio para mi era una mezcla de inocencia y travesura. Los niños no sabemos que somos poderosos seduciendo a hombres, yo tuve la suerte de averiguarlo y de que ese hombre al que seduje era mi padre, y desde que iniciamos siempre estaba dispuesto a saciar sus deseos conmigo.


Mientras jugábamos con mis primos uno de ellos me tiró su Coca-Cola encima por accidente, todo mi atuendo de cumpleaños estaba manchado, pegajoso igual que mi cuerpo, llamé a mi mamá que estaba muy cerca de nosotros y sin parar de reirse me fue a buscar para ayudarme, entramos a la casa pues estábamos en el patio.


- Tendrás que bañarte - me dijo mi madre

- Pero si estamos jugando - regañé molesto, porque eso significaba perder tiempo de jugar y divertirme

- Pero no puedes ponerte la ropa limpia encima, mira como tienes el pecho y el cuello, hasta en el pelo - y se rió.


En ese momento estábamos en el pasillo y mi madre me quitó la polera para llevarla a la ropa sucia y apareció mi padre.


- ¿Qué pasó bebé?  - Preguntó en tono de burla

- Matías me tiró la Coca-Cola encima

- No te la tiro, fue un accidente - intervino mi mamá cuando regreso con mi ropa limpia.

- ¿Qué vas a hacer? - Preguntó mi papá

- Lo voy a bañar rapidito, está todo pegajoso 

- ¿Quieres que lo bañe yo? 


Pude ver en los ojos de papá ese brillo especial y mi corazón se aceleró, mis labios se acomodaron después de ser relamidos por mi lengua imaginando lo que significaba estar con papá a solas encerrado en el baño, me puse tan feliz.


- No, no te preocupes, atiende a los invitados y ordena mientras,  para llevar la torta y cantar el cumpleaños feliz después, ¿bueno amor? - dijo mi madre abriendo la puerta de la sala de baño, y caminando a la ducha.


Mi corazón se paralizó, dejé de respirar por un momento y vi que todos los deseos desaparecían en tan solo un segundo, pero no podía decir nada, miré a papá intentando encontrar en su miraba el mismo deseo que yo tenía, el me miró, sonrió mostrándome sus hermosos y perfectos dientes blancos, me toco la espalda desnuda y mis suaves vellos se erectaron al contacto de sus suaves y tibias manos


- Vaya bebé, los espero en el patio - dijo cerrando un ojo como siempre lo hacía cuando compartíamos algo como dos cómplices.


Mamá me bañó, me ayudó a vestir y regresamos a la fiesta. Ya estaba todo listo para el momento de la torta, papá encendió las velas y mamá trajo la torta mientras todos cantaban. Antes de abrir los regalos fuí a mi habitación para buscar un juguete que quería mostrarle a mis primos.


- ¿Qué haces bebé? - preguntó papá desde el marco de la puerta de mi habitación.

- Vine a buscar el auto a control remoto para mostrarselo a Julian y a Felipe

- Apúrate - me dijo justo antes de perderse en el pasillo en dirección a su habitación


Cuando encontré el auto, salí y papá aún no regresaba, lo fui a buscar para bajar juntos y estaba en el baño dentro de la habitación de mis padres, recién terminaba de orinar, lo miré desde su espalda, ancha y fuerte, sus hombros redondos, su cintura pequeña, los pantalones cortos dejaban ver unas pantorrillas grandes y firmes, con bastante pelo pero no en exceso. 


- ¿Qué haces mirándome? - dijo sin quiera darse vuelta

- Te vine a buscar - respondí con el autito en la mano

- Me lavo las manos y vamos - dijo mientras su brazo evidentemente se movía para sacudir su pene.


Se dio vuelta hacia el lavamanos justo antes de soltar su pene y dejarlo que se escondiera dentro de sus slips blancos, me acerqué y antes de que cerrara el pantalón corto, acerqué mi cara a su paquete, olí y besé su pene por sobre la tela, su pene reaccionó con un saltito de alegría, el mismo que sentí yo en mi guatita y que sentía cada vez que tenía a papá cerca. Con la mano libre tomé el elástico y lo moví hacia abajo, aparecieron sus pelos enredados, gruesos, negros, y la base su pene, estaba un poco más grueso, despertaba poco a poco. Tiré más abajo para que escapara de su encierro y así lo hizo, rebotó en el aire, luego me golpeó una mejilla y la frente, su pene completo era del tamaño de toda mi cara. Abrí mi boca y engullí su glande, alcé la mirada y él estaba mirándome complacido. Mi boca experta hizo que su pene se pusiera completamente erecto en segundos, podía sentir su calor embargando mi boca, su olor subía a mi nariz, mi padre seguía con sus ojos clavados en mí, estoy seguro que esperaba esto todo el día. Intensifiqué mi mamada, y sentí su glande crecer, lo volví a mirar, con sus ojos y un pequeño gesto de afirmación me estaba avisando que estaba a punto de venirse. Era su forma de “pedirme permiso” para llenarme la boca. Claramente no debía hacerlo, pues sabía que es algo que me encanta, pero tenemos nuestros códigos. Con una mano sujetaba mi  autito, con la otra me apoyaba en su pierna, mi boca hacía todo el trabajo y ante el inminente orgasmo él comenzó con un suave vaivén de caderas para guiar mi mamada y explotar en mi boca. Se hinchó un poco más, sus venas en el tronco del pene parecían reventar, su respiración se entrecortó, llevó su mano a mi nuca, un leve sabor a exceso de preseminal lleno mi boquita anunciando que el primer chorro de semen estaba a punto de salir.


- ¿Ignacio? ¿Estás tú con Benjamín? - se escuchó la voz de mi madre acercándose

- eeehh, sí mi amor, estamos acá en la habitación - respondió mi padre mientras sacaba el pene de mi boca y una perla blanca se asomaba decidida por su glande para salir, subió su slip y la absorbió de inmediato.

- ¿Qué están haciendo? - preguntó mi madre cada vez más cerca.


Yo salí del baño, corrí y me lancé en la cama con mi autito en la mano, mi padre abrió el closet del baño y la puerta no dejaba verlo cuando mi madre entró en la habitación.


- Estoy buscando unas pilas para el autito del Benja - dijo asomando la cabeza al ver que mi mamá ya estaba en la puerta del baño.

- ¿Tiene que ser ahora mi amor?- preguntó mamá mirándome.

- Sí, porque se lo quiero mostrar a los chiquillos.

- Acá están las cuatro pilas dobles A - dijo mi padre incorporándose y cerrando el closet.

- Ya! vamos - Nos apuró mamá.


Los tres salimos al mismo tiempo y fuimos al patio.

La fiesta terminó tarde, y ese día como era verano mis primos se quedarían en casa, por lo que la pieza de invitados  y mi pieza estaban llenas. Debido a eso papá no podría hacerme dormir. Todos los niños cerca de la medianoche nos fuimos a la cama, jugamos un rato en la habitación hasta que vino la mamá de Julián y nos apagó las luz para dormir,


Desperté cuando todo estaba oscuro, solo la luz de la luna, y las luces tenues del  patio iluminaban un poco, me levanté para ir al baño, estaba ocupado el que está frente a mi habitación, no quise ir al del otro lado del pasillo y mucho menos bajar al del primer piso, así que me fui al de mis padres, la puerta siempre está abierta o junta, y esta no era la excepción, a medida que me acercaba me percaté que la televisión estaba encendida, no se escuchaba nada, pero si se veía la luz parpadeante, cuando llegué a la entrada, justo antes de abrir la puerta vi que papá tenía los pies de mi madre en su pecho, y él tenía todo su cuerpo sobre el de ella, se besaban y mi padre movía su cadera de arriba abajo, juntando y separando su cuerpo del de mamá, por mi posición, por la luz y porque afiné la vista pude ver que el vaivén de mi padre era porque su pene, ese que tanta leche me había dado en estos últimos 3 años de vida estaba entrando y saliendo de mi madre. Los besos ahogaban los gemidos, las manos de mamá se aferraban a la espalda de mi padre y la luz del televisor iluminaban su blanco y lampiño trasero, era grande, redondo, al tener las piernas abiertas parecía más imponente, se relajaba y se contraía al salir y al entrar de mi madre, en ese momento recordé lo que tantas veces me había dicho papá sobre lo que hacen los papás con las mamás, y porque yo no podía hacerlo con él. Me di cuenta en ese momento que mi pequeño pene se había erectado, me dolía de lo duro que estaba, cuando llevé mi mano para tocarlo escuche a papá decir algo que no pude entender, pero luego de esto se separo un poco de ella, saco su pene se su vagina y pude ver, gracias al televisor, el espacio plano donde estaba la vagina de mamá, rosada, hinchada, se veía abierta, mi padre se masturbaba y gemía. Mi madre tocaba su vagina y de pronto el semen de papá salió expulsado regando la vagina, el estómago, los pechos y puedo deducir que la cara de mamá también.


Esa leche que debía estar en mi estómago, que debí saborear unas horas atrás en el baño, ahora estaba toda sobre el cuerpo de mi madre. Con mi pequeño pene erecto decidí volver y bajar al baño del primer piso, intenté no hacer ruido y me escabullí en la oscuridad.




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