Cap. 7 De su hijo a su mujer

Cap. 7 De su hijo a su mujer

Benjamin Ljubetic


Era la primera vez que mi padre tenía un orgasmo "consciente" conmigo, pues cuando de su pene salieron los chorros de semen que probé por primera vez mientras él dormía, fue un orgasmo que yo provoqué sin saber y claramente no consentido. Ese día también fue la primera vez que sentí su lengua en mi culo, y ese solo hecho de sentir el calor de sus labios, la humedad de su lengua y como esta me acariciaba y me iba penetrando suavemente me había vuelto loco de placer, que se me hace dificil de explicar, pues lo sentía en mi culito, en mi pene, en mi guatita, en mi pecho, todo yo era placer, y se potenció al momento de sentir su semen golpeando mi espalda sintiendo lo caliente y espeso.


Pasaron unos segundos y luego de que tomará una respiración profunda, me tomó otra vez de mis axilas y me levantó para separar mi culito, húmedo y bastante dilatado de su boca, justo cuando me estaba alejando, acercó su cabeza y me besó otra vez entre mis nalguitas. Yo seguía en la luna, no entendía muy bien todo lo que había pasado, en mi interior sabía que quería y necesitaba más, también sabía que había más por descubrir, pero en esta noche antes de dormir pude vivir sensaciones que me hicieron explotar de placer, como poder mamar el pene de papá y mirar sus ojos mientras lo hacía sin tener que esconderme o hacerlo como algo prohibido, o sentir sus dedos gruesos y grandes agarrando mis nalgas, abriéndolas y llegando hasta mi culito, mientras me decía “pero tienes esto”... o cuando su lengua se perdió entre los pliegues de mi rosado ano, mientras él la movía justo antes de mojar mi espalda con su semen, ese semen que quería volver a tener en mi boca como la primera vez, o que pronto sabría lo que era tenerlo adentro, como un regalo de mi padre para mi.


Todo esto sentía en los segundos que él me levantó, mi sexo se separó de tu boca y bajó mi cuerpo para que nuestros labios se volvieron a juntar. Ahora su lengua estaba más caliente y entró en mi pequeña y rosada boca, comenzó a moverse y yo sentía su calor y su humedad, era delicioso sentir esos masculinos labios, me sentía tan amado, tan protegido, era como un sueño, nos besamos como locos. Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda lo que provocó que su semen se esparciera por mi piel, al parecer esto lo excitó mucho más, porque sentí como si quisiera comerme la boca al poner aún más intensidad, moviendo sus labios y succionando los míos, hasta hacerlos casi doler.


Cuando nos separamos lo miré, le sonreí y le pregunté:


- ¿Papi por qué no me diste eso adentro como me dijiste que lo hacías con la mamá?


- Porque ya te expliqué bebé que para eso se debe poner mi pene duro en la vagina, y tu no tienes vagina - Me respondió mientras se sonrió.


Yo lo miré inquisidor, llevé mis pequeños dedos a la entrada de mi culito, que seguía húmedo por su saliva y le dije:


- Pero me dijiste, “pero tienes esto” cuando te dije que me encantaría tener vagina para que me hagas los mismo que a mami


- Sí bebé, pero tu culito es muy pequeño, mira mi pene, es muy grande, no entra muy bien en tu boca que es mucho más grande que esto - y acercó sus dedos a mi culito y se encontró que mis deditos aún estaban ahí acariciándome suavemente, como dándome placer muy lentamente.


- ¿Y puedo tenerlo grande como la vagina de mamá? para que puedas ponerlo dentro - Pregunté inquieto, cuestionándolo tanto a él como a mí mismo, pues no estaba seguro de que la pregunta tuviera lógica.


Al parecer mi pregunta lo incomodó, o lo hizo volver a la realidad de lo que había pasado, pues bajó la mirada, y sin dejar de ser cariñoso intentó cambiar el tema preguntándome si tenía frío, como yo siempre he sido bastante astuto comprendí que no debía insistir, ya habría otro momento para poder ir resolviendo dudas, lo miré y moví mi cabeza afirmativamente, él me besó la nariz y la frente, se incorporó, tomó mi pijama y me lo puso, podía sentir sus manos, su vellos, su respiración, su masculinidad y su amor en ese pequeño acto, cuando ya estaba vestido, me invitó a subirme en su espalda mientras él ordenaba la cama, esa noche como mamá no estaba dormiríamos juntos, me encantaba cuando mamá trabajada y nosotros podíamos estar solos. Me acostó y luego él fue a la cocina, regresó con un vaso de leche y unas galletas y encendimos la televisión, me quedé dormido en su pecho con mis labios cerca de su tetilla.


Desperté y estaba oscuro, la mano de mi padre estaba en mi pecho, en contacto directo con mi piel, me di cuenta que no tenía el pijama puesto, ni la parte superior, ni los pantalones que papá me puso antes de dormir, pude sentir su estomago pegado en mi espalda, su piel estaba caliente, muy caliente. Su pubis estaba muy pegado a mis nalgas y su respiración era profunda y calmada. No entendía qué había pasado, recuerdo todo lo que habíamos hecho antes de ponerme en su pecho, pero no entendía porque estábamos ambos desnudos, no era algo que me molestara, muy por el contrario, despertar así en medio de la noche y tener a papá protegiéndome de esa manera era un sueño, pero no dejaba de ser un misterio. El saber que papá dormía profundamente y sentir su cuerpo completamente desnudo me dio sensaciones muy ricas en mi penecito y en mi guatita, mi mente voló a todas esas ocasiones que jugué por meses con el pene de papá mientras él dormía, tener el poder de tocarlo y sentir como su pene se ponía duro me hacía sentir especial. Desde que papá me descubrió con su pene en mi boca segundos después de eyacular en mis labios, no había “secretos” entre nosotros, eso me (nos) permitía tener libertad de estar juntos de tocarnos y ser cariñosos como siempre lo hemos sido, pero sabiendo que las cosas eran diferentes entre nosotros, como él me lo había pedido, era nuestro secreto, y solo él y yo debíamos saberlo. Pese a esta “libertad” el poder tocar a mi padre mientras dormía era algo que me seguía fascinando y lo había hecho muchas veces desde que me descubriera. Mis manos se escabullían en su entrepierna, sentía su pene a veces dormido, a veces algo despierto y otras completamente duro, no me había atrevido a ponerlo en mi boca otra vez a escondidas, pero si lo deseaba.


La respiración se mi padre seguía profunda, siempre que dormíamos juntos me fijaba en eso, su paz al dormir, ahora no podía verlo, pero sentía su piel tersa, joven, con poco vello, sus manos masculinas, su olor tan característico y ese calor que emanaba de su cuerpo delgado, pero firme, bien formado y con sus músculos marcados. Al notar que estaba disfrutando de su sueño decidí llevar mi mano a mis nalgas, eso me daría la posibilidad de tocar su pelvis y sus pelos enredados y suaves; me separé un poco de él y sentí su pene flácido junto a mi piel, estaba tan o más caliente que el resto del cuerpo, mis pequeños dedos lo rodearon, pero no se movió como antes, seguí acariciándolo con mucha suavidad para no despertar a papá y para no hacerle daño. Unos minutos más tarde decidí despegar mi cuerpo completamente del suyo, y muy lentamente me fui dando vuelta para quedar frente a él, mi cara quedó a la altura de su pecho, acerqué mi boca y le di un besito cariñoso, puse mi mano en su cintura delgada y lo acaricié por todo su costado y bajé un poco a su cadera, en esa posición podía llegar sin problemas hasta el inicio de su pierna y con la yema de mis dedos podía tocar el hueco que se forma en el costado de las nalgas, donde nace el músculo de los que tienen un buen culo, mi padre era uno de ellos, lo tenía grande muy respingón, con el tiempo se lo fue admirando, pero como estaba recién descubriendo muchas cosas de él, en ese momento me llamó la atención esa hendidura que se formaba en el costado y llevé mis manos a ella, y luego seguí hasta su nalga completa, era una delicia, estaba suave y dura a la vez, era firme, tibia, tenía una suave capa de delgados pelitos que pasaban por mis pequeños dedos, le di caricias lentas y muy suaves, me afirmé de su nalga y bajé hasta que mi boca llegó a su estomago, me detuve unos segundos, lo besé y bajé con otro impulso hasta que mi nariz se hundió en los vellos de su pelvis, mis labios estaban a la altura del nacimiento de su pene, al ponerlos ahí, pude sentir la mezcla de su olor, de su piel y de sus pelos, todo junto era una maravilla. Mi mano seguía afirmada de su nalga, incluso la moví un poco y pude agarrarle desde casi donde se juntaba con la otra, abrí mi boca instintivamente buscando su pene en la oscuridad de la noche y más aún bajo las sábanas, no fue difícil encontrarla, incluso no necesité las manos para atraparla. Era la primera vez que tenía el pene de papá en mi boca y estaba flacido, la sensación era tremenda, podía sentir su longitud, su suavidad, sus pliegues, al mover mi lengua pasaba de un lugar a otro ocupando mi pequeña boca, estaba feliz, porque al estar así de blanda me cabía entera, mis labios la rodeaban y con ellos llegaba hasta la base de su pene, sentía la rugosidad de sus testículos en mi labio inferior y la suavidad de sus pelos en mi labio superior, mientras mi nariz estaba hundida en sus pelos, podía respirar perfectamente, mientras mi boca sentía su sabor, su calor y mi mano se perdía sintiendo la dureza y firmeza entre sus masculinas nalgas.


Poco a poco y muy lentamente su pene empezó a cobrar vida, se puso más caliente y comenzó a crecer, intente mantener lo que más pude su carne dentro de mi, pero mi boca era muy pequeña, es difícil para un niño de 7 años tener el pene de su padre al inicio de sus treinta en la boca, más cuando eres pequeño y delgado, y tu padre es alto y fuerte.


Cuando ya estaba completamente erecta, mis labios se centraron en su glande, me encantaba succionarlo despacio pero con intensidad y sentir como entraba en mi boca y mis labios se cerraban justo luego de que su cabeza entrara, como atascándolo para no sacarlo nunca más, en ese momento y con mi succión cada vez más experta es cuando comenzaba a botar su lubricante natural, ese líquido tan suave, con una viscosidad que lo hacía parecido a la miel, con un sabor que me inundaba la lengua y me hacía querer tenerlo ahí recibiendo ese almíbar que no podía ver, pero si sentir como el mejor dulce del mundo. Al aumentar mi intensidad la respiración profunda de papá se pausó, al parecer ya no estaba tan profundamente dormido, movió su cuerpo para ponerse de espaldas, lo que hizo que su pene se me escapara de mis labios con un sonoro “plop” cargado de humedad y mi mano tuvo que soltar su nalga que ahora descansaba completa sobre la cama. No demoré mucho en buscar en la oscuridad su pene y volver a engullir su cabeza que seguía produciendo presemen, cuando lo atrapé, mamé y tragué lo que no paraba de salir, llevé mis manos a sus testículos y los acaricié con suavidad mientras me acomodaba de rodillas entre sus piernas para tener más acceso y estar más cómodo. Ahora tenía a papá completamente a mi merced, él dormía y yo gozaba de su cuerpo y de su masculinidad.


No tardé mucho en agarrar su pene con una mano, la otra seguía en sus testículos, mi mano agarraba su tronco, era imposible abarcarlo completo, era grueso y mis dedos no podían juntarse al cerrarla, sentía como palpitaba, sentía su calor, sentía su humedad y sus venas. Mi pequeña boquita rosa estaba golosa mamando, lo sacaba y lo volvía a meter, ponía la punta de mi pequeña lengua en el hoyito de su glande y sacaba gustoso lo que venía de ahí, mi mano subía y bajaba, era un a mezcla de todo, pero sobre todo de amor, de felicidad, de pasión, de deseo. Mi mamada subió en intensidad y en cómo lo masturbaba, tal como él me había explicado en alguna ocasión, sentí su respiración más intensa y entrecortada, de pronto movió las piernas y escuché:


- Qué rico bebé - y luego vino un suspiro de placer


Yo seguí chupando, con devoción, ya no lo sacaba, mantenía su glande en mi boca y solo movía mi cabeza y mi lengua para que entrara y saliera, dándole placer extra, yo creo que en ese tiempo solo me cabía un cuarto de su pene en mi boquita, aún no tenía tanta experiencia y nuestra diferencia de tamaño lo hacía casi imposible.


- Bebé, estoy a punto de acabar, me vas a sacar la leche - escuché que me dijo mientras yo seguía mamando, mis labios instintivamente se cerraron un poco más y atraparon su glande con más determinación. En un momento sentí su mano en mi cabeza, con la que suavemente empujó para separarme mientras con la otra intentó agarrar el tronco de su pene, pero mi boca desesperada de su masculinidad y mi mano aferrada a su tronco no lo soltaron y seguí agarrado a su pene aún con más ganas, él empezó a moverse con desesperación, sus manos intentaron sacarme otra vez para él continuar con la faena, pero yo me aferré aún más, si es que era posible, y sin poder controlarse más explotó en mi boca por segunda vez, pero ahora era consciente de ello, ahora yo sabía lo que pasaba después de jugar con su pene así, y él sabía que su pequeño hijo regalón estaba dándole placer como a él le gustaba, sentir mi boca llenarse de su leche era un premio para mi, y sin pensarlo tragué, uno, dos, tres, cuatro sorbos; los tragué a medida que iban saliendo, los lanzaba con espasmos, pequeños saltitos que separaban sus nalgas de las sábanas para darle más intensidad su orgasmo. Fue así como recibí su leche y la bebí completa por primera vez en mi vida.


Un suspiro de su parte y el último sorbo de la mía fue lo que terminó con ese orgasmo, de pronto me percaté que mi pequeño pene estaba duro, lamí mis labios y con mis manos toqué mi pene, tres o cuatro centímetros, que al sentirlo así erecto me provocaba un placer parecido al de tener la lengua de mi padre en mi culito justo antes de irnos a dormir.


Me trepé por el cuerpo desnudo de papá. Solo podía sentir su piel húmeda por el sudor, su estómago duro y firme por las convulsiones de su orgasmo, la oscuridad era total, él buscó mi cara con sus manos, y luego me besó en los labios y en las mejillas, seguramente tenía un poco de su semen en la comisura de mis labios o al menos el sabor de su leche. Mi pequeño pene erecto se posó cerca de su ombligo y sus manos tibias y suaves recorrieron mis hombros, mi espalda, mis caderas, mis nalgas y las abrieron apretándolas con suavidad pero con firmeza. 

- Gracias bebé - me dijo acercando sus labios a mi oído en un susurro con su voz profunda que terminó en un beso delicado en mi oreja.




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