Cap. 14 De su hijo a su mujer

Cap. 14 De su hijo a su mujer

Benjamin Ljubetic


Mi bebé, mi nena, mi putita, mi nene, mi amor… cada una de esas palabras cobraban más sentido en mi cabeza ahora, hace unos segundos papá me había dejado su juguito adentro, yo había estado con mis piernas lampiñas y delgadas, abiertas completamente por sus brazos firmes, él estaba entre ellas dejándome sentir la dureza, el grosor, y el calor de su pene. Ahora me sentía en las nubes, aún podía escuchar el sonido de su saliva al entrar y sacar la cabeza su pene en mi colita, esa que me había estado rosando dulcemente justo antes de explotar en mi. Cuando la intensidad del orgasmo bajó y luego de besarme y abrazarme de recostó sobre mí, bajó mis piernas y él se acomodó entre ellas, su pecho lo pegó al mio, sus codos los apoyó uno a cada lado de mi diminuto cuerpo y puso su cara en mi cuello, seguía respirando agitado, sus labios húmedos estaban justo bajo mi oreja, su pecho firme en mi estómago y sus pene aún duro estaba palpitando, perdiendo fuerza a la altura de mis rodillas. ambos sudábamos, mi manos acariciaban su ancha espalda, estaba un poco húmeda por su sudor, por lo que mis deditos se deslizaban fácilmente desde su cuello y hombros hasta casi sus nalgas, a las que no podía llegar por nuestra evidente diferencia de tamaño. Así estábamos mientras en mi cabeza no dejaban de pasar escenas de todo lo que había vivido con papá estos tres años, mis mamadas secretas, su cara al descubrir que yo era su mamador nocturno, su lengua en mi culito la primera vez que la posó en mi, su semen en mi boca y la explosión de sabor al sentirlo, sus acabadas abundantes en mi cuerpo, en mi espalda, a veces en mi pecho y por sobre todo en mi boca, eso creo era lo que más le gustaba. Cómo ya le he contado me había vuelto un adicto a mamarlo donde fuera. Al ser pequeño no tenía que arrodillarme para hacerlo, bastaba con acercar mi cara, restregar mi nariz en su pantalón o en su ropa interior y esperar con mi boquita abierta que pusiera su pene en mi; flácido, a medio erectar o completamente duro, dependía de la ocasión o del lugar.


Mi culito se sentía caliente, tenía una pequeña picazón y sentía que iba a explotar, porque todo su juguito me lo había dado adentro, no muy adentro como podría haber sido si hubiese tenido el culito más entrenado, pero sí, los cuatro o cinco centímetros de longitud de su glande hacían la profundidad suficiente para llenarme, y sobre todo considerando que era la primera vez que hacía algo así.


Mientras mis pequeñas manos seguían acariciando su espalda y sus labios seguían pegados a mi suave, blanco y tibio cuello, en mi cabeza seguían resonando las palabras con las que papá me había llamado en los últimos años “bebé, mi nena, mi putita, mi nene, mi amor”, cada una de ellas representaba un momento diferente, una acción diferente y por ende una sensación distinta en mi interior.


  • ¿Papi? 
  • Si bebé
  • ¿Soy tu nena?
  • … eres mi nene … - dijo sonriendo y separando su rostro de mi cuello para mirarme a los ojos.
  • Pero me dijiste nena cuando estabas conmigo
  • Sí mi amor, disculpa… no debí - decía titubeando y quizás buscando las palabras correctas para expresar lo que sentía.
  • ¿Lo hiciste porque es lo que haces con mamá?
  • Yo pienso que si bebé, es que ya sabes, las cosas que hacemos yo las hago con mujeres, entonces es…
  • Entonces soy tu mujer - lo interrumpí.


Él se quedó en silencio paralizado, sus labios gruesos estaban entre abiertos como queriendo partir una frase, sus ojos color miel estaban pegados a los míos.


  • No mi amor, eres mi hijo, solo que no me acostumbro.
  • Pero puedo ser tu mujer si quieres - dije con toda la sinceridad que un niño de nueve años puede hablar con su padre estando ambos desnudos uno sobre el otro.
  • Pero no se puede Benjita
  • Papi - dije usando un tono que indicaba que lo que diría a continuación era algo serio - tú me dijiste que lo que hacen los papás con las mamás es poner su pene adentro y dejarles el juguito, eso es lo que hicimos y como tu me dejaste el juguito tu eres el papá y yo soy la mamá.
  • Eres un loco bebé - dijo soltando risas - pero no es tan fácil, o sea, sí, es lo que hacemos los papás con las mamás, pero eso no te convierte en una mamá.
  • Pero tengo el juguito dentro de mi papi - respondí rápido y me quedé en silencio un momento más largo que lo que esperaba - Papi… papi… - dije ansioso - me dejaste tus bebés adentró! Voy a tener un bebé.


Papá comenzó a reírse como un loco, se separó de mí y sus carcajadas eran tremendas, se incorporó y sin dejar de reír se paró junto a la cama, mi cuerpecito pequeño que estaba calientito porque todo este tiempo papá estuvo sobre mí cubriéndome con su gran y masculino cuerpo, sintió el cambio de temperatura. Lo miré y pude ver su pene flácido colgando encima de sus grandes testículos, ni siquiera con mis dos manos juntas podría abarcar todo lo que tenía entre las piernas. Su joven abdomen se marcaba al ritmo de las carcajadas, yo lo miré con la cara más seria que pude poner y me crucé de brazos para mostrarle que no era nada divertido para mi. Me miró, puso una rodilla sobre la cama, él seguía de pie tan masculino como era y me miró dejando de reir.


  • ¿Qué pasa?
  • Te estas burlando de tu hijo - dije fingiendo enojo.
  • No bebé
  • Sí - dije cortante -  te ríes porque te dije que estoy embarazado
  • Me río porque no estás embarazado, los hombres no podemos tener bebés, solo las mujeres.
  • ¿De verdad?
  • Pero claro mi amor ¿Has visto alguna vez un hombre con la pancita grande? - me pregunto mientras imitaba a una mujer embarazada. Pensé un momento y negué con la cabeza - ¿Ves?, por eso me río, porque no se puede.
  • O sea que puedes llenarme todas las veces que queramos el culito con tu juguito y no tendré bebés.
  • Exactamente bebé
  • Y me llenarás siempre papi
  • Ya lo veremos mi amor - Papá siempre tenía respuestas evasivas cuando yo hablaba de ciertos temas, no sé si era por miedo, por arrepentimiento u otra razón, pero intentaba hacer como que nada hubiese pasado.


En ese momento sentí un deseo casi incontrolable de ir al baño, el aire, la saliva y el semen de papá que tenía en mi interior querían salir, y mi cuerpo reaccionaba como cuando quería hacer caquita, no me quería mover, seguramente algo cambió en mi cara.


  • ¿Qué pasó bebé?
  • Quiero hacer caquita papi
  • Ven vamos al baño
  • No me puedo mover
  • Ven, vamos, yo te llevo - me dijo mientras se acercó para ayudarme a sentarme y poder salir de la cama.


Cuando estaba sentado en el borde de la cama hice una pausa antes de ponerme de pie, apreté mi culito para que nada saliera, tenía miedo de manchar todo, lentamente me paré, papá me tomó del brazo y comenzamos a ir al baño juntos. En un momento no pude controlar más, apretaba con todas mis fuerzas, pero la presión desde mi interior fue mayor y sentí como mi culito se abrió para expulsar, me paré en seco y llevé mi mano derecha que estaba libre para cubrir mi culito, recibí un pequeño chorro muy caliente, me puse rojo de vergüenza, no quería mirar, papá se percató de lo que pasó, y se hincó a mi lado 


  • ¿Estas bien?
  • Me hice papi - dije casi llorando
  • Vamos al baño
  • No puedo caminar más, se va a salir todo
  • A ver
  • No!!! - grite
  • Pero Benja, no pasa nada, si se mancha limpiamos - dijo llevando su mano a la mía.


La tomó, la levantó y luego la llevó hacia adelante para que yo mirara, al ver que mi mano guiada por la suya se acercaba, cerré los ojos como cuando veíamos películas de terror y una de las escenas era muy terrible.


  • Mira bebé


Abrí los ojos lentamente y mi mano que formaba una especie de copa contenía el espeso, blanco y aún tibio jugo que papá había dejado en mi interior hace un momento. 


  • ¿Ves? no hay nada sucio, es mi semen.
  • Es blanco como leche
  • Sí, es la leche de papi
  • Me la puedo tomar
  • No bebé - Dijo papá un poco escandalizado
  • ¿Por qué no? Si dijiste que no hay nada sucio
  • Pues, no lo sé
  • Yo la quiero - dije levantando mi mano y llevándola a mi boca.


Cuando puse mi mano junto a mis labios pude sentir el olor de la leche de papá, ese olor que ya había sentido tantas veces, pero ahora tenía una intensidad diferente, la mezcla de su saliva, el haber estado en mi culito y el tiempo transcurrido le dieron una intensidad aún mayor, la miré y pude ver el color blanco y transparente, se podía ver el cambio en la textura. Acerqué un poco más y saque mi lengua que entró en el hueco formado por mi mano y su punta se hundió en el blanquecino líquido que tantas veces ya había bebido, pero siempre directo desde el pene de papá, nunca desde mi mano y mucho menos recién salido de mi culito. El sabor me impregnó, cerré los ojos mientras mi lengua entraba otra vez en mi boca, cubierta por una capa espesa del semen de papá que quedó en mi labios, los que tuve que lamer, la leche de papá y la saliva en mi boca hicieron una explosión en mi interior, mis boca se llenó de más saliva la que tuve que tragar dejando mi boca vacía y mi garganta sintiendo como bajaba lentamente el semen de papá. Sentí un dedo de papá en mi culito, justo en la dilatada entrada y abrí los ojos, él me miraba perplejo, lo que pasaba, nunca imaginó que algo así podría pasar, claramente yo tampoco. Él era el adulto, él era el experimentado, yo con mis nueve años estaba descubriendo muchas cosas, solo me dejaba llevar por las sensaciones que me provocaba todo lo que estaba viviendo. Sin despegar sus ojos de mi rostro, de mis ojos, de mis labios que se movían todavía saboreando, penetró un poco con su dedo en mi culito húmedo y jugoso, al meter casi la mitad de su grueso dedo mi esfínter se relajó y sin temor a ningún accidente, solté un poco más de la leche de papá que tenía en mi interior, al momento de salir, pude sentir que estaba aún más abierto, pues el dedo de papá ya no hacía presión, unos segundos más tarde, mi pequeño anito lleno de semen volvió a su posición original y apretó la falange del dedo de papá, que así como su palma y el resto de los dedos de la mano estaba lleno de semen. Sacó el dedo lentamente y mi culito le dió la salida sin antes soltar un poco más del suave líquido que papá había depositado en mí. Papá trajo la mano hacia adelante y pude ver como estaba totalmente embarrada de su esencia, el olor penetró profundo en mi nariz y mi boca comenzó a salivar como pocas veces, sin pensarlo, ni él ni yo, mientras mi boca se acercaba para engullir sus dedos, él acercaba su mano para meter con determinada delicadeza dos de sus dedos que atrape con mis labios, al sacarlos, todo el semen de papá fue quedando dentro de mi boca, la presión de mis labios sobre los dedos de papá, la humedad de mi lengua y la cantidad de saliva que había generado fueron el conjunto de limpieza perfecto para dejarlos sin un rastro del blanquecino líquido. Cuando sus dedos abandonaron mi boca, mi lengua rápidamente se pegó a la separación entre los demás dedos, e intrusa comenzó a recoger todo rastro de lo que encontró a su paso, cuando ya había acabado de lamer la palma, papá volvió a poner sus dedos en mi dilatado culito infantil, recogió un poco de semen que estaba en los pliegues de mi ano y lo trajo nuevamente a mis rojos labios. Sin siquiera pensar volví a usar mi lengua, estaba como hambriento, cerré los ojos para disfrutar del sabor, de la textura, de la temperatura, cuando sentí que la lengua de papá se pegaba a la mía, y eran sus dedos casi limpios ya que se atravesaban entre nosotros, su lengua y la mía se tocaban mientras intentaban recoger lo que más podían. Su mano salió de entre nuestras bocas y nuestras lenguas se juntaron, como en una lucha de quién saboreaba más, sus gruesos y masculinos labios comieron toda mi boca. Era tal la intensidad y frenesí de nuestro beso que con nuestra diferencia de tamaño era muy fácil que su boca tragara mi nariz, o mi mentón, o que su lengua al salir recorriera mis mejillas, mi barbilla e incluso mi cuello, todo en un solo beso que había hecho que mi penecito estuviera erecto y el de papá también, podía sentir el calor que emanaba de ese trozo de carne tan grueso como una de mis muñecas.


Era tal la locura que papá me tomó en brazos, no dejó de besarme y me posó sobre la cama, se arrodilló en el suelo, apoyó su pecho en el borde de la cama, me tomó como a un muñeco, me puso en posición de perrito y metió su lengua profundo en mi culito, haciendo que su cara de perdiera entre mis pequeñas nalgas. Mi ano estaba lo suficientemente dilatado, relajado y excitado para que al contacto con su lengua no tardará nada en abrirse y tragar su lengua que se movió entre los pliegues saboreando su semen y la combinación de mis jugos y nuestras salivas, comencé a gemir, era la primera vez que emitía este tipo de sonidos, tan fuertes tan constantes y sin poder controlarlos. No puedo decir precisamente que tuve un orgasmo, pues nunca había tenido uno, pero tenía un calor que me llenaba por todos lados, sentía mis labios hinchado, mi lengua los humectaba, mi garganta emitía quejidos por la sensación de los labios, la lengua y la barba de papá en mi. La lengua seguía recorriendo las paredes de mi culito, donde antes había estado su glande, luego su leche, luego sus dedos, ahora estaba su lengua que sin esperarlo recibió la última descarga de su propio semen que aún tenía en mi interior, sentí como mi culito se abrió, solo ke relajé porque ya sabía que no era lo que yo había pensado en un principio, solo era la leche que papá había depositado en mí, y ahora se la estaba devolviendo directamente en su boca. Papá se separó de mí, abrió mis nalguitas con sus manos y al mirar hacia atrás pude ver su cara de vicio y como relamía sus labios, unos segundos y volvió como loco a meter su lengua en mi, mi culito estaba lo suficientemente dilatado para sentir todo como nunca antes. Volvió a separarse de mí, y una nalgada intensa pero suave hizo rebotar mi nalga derecha, ardió un poco, pero hizo que soltara un gemido aún más largo y más agudo que todos los que me había provocado papá esa noche.


  • Esta cosita esta muy dilatada mi amor, es la colita más deliciosa que he comido, parece una verdadera vagina - un escupitajo cayó justo en mi abierto culo, su lengua fue otra vez por él - Eso cosita abre, ábrete para papi, así, muestreme el chorito, deje que el papá le coma el chorito - y su boca fue y lo comió otra vez - mueve la colita bebé, muévala para mi - otra nalgada - eso, como una puta ¿te gusta? 


De pronto papá se incorporó, su pene erecto me dio unos golpes en las nalguitas, en la entrada de mi culito y comencé a sentir trallazos calientes en mi culito, en mi espalda, en mi cuello e incluso en mi nuca, no se cuantos fueron, pero los gritos de papá, sus gruñidos y la forma como me apretó las dos nalgas del culo durante todo su orgasmo me hicieron ver que fue más largo de lo que nunca había sido. Mis nalgas ardían, por la presión de sus manos y por el calor de su leche espesa que chorreaba por mi piel.


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