Cap. 12 De su hijo a su mujer

Cap. 12 De su hijo a su mujer

Benjamin Ljubetic


Abrí la puerta, me senté en el asiento del copiloto, papá me ayudó a abrochar mi cinturón de seguridad y antes de separarse totalmente de mi y regresar al volante, se acercó y me besó muy dulcemente los labios, yo respondí el beso y con mis manos toqué su masculina cara, mis labios tomaron vida propia y aumentaron la intensidad, mi pequeña lengua incursionó y penetró su adultos y gruesos labios hasta llegar a sentir la humedad de su gran lengua, esa que me gustaba tanto, que me había dado tanto placer al besarme, al recorrer mi cuello, al masajear mis pequeños testículos y al perderse entre mis nalgas abriendo mi virginal culito de niño hasta ese momento. Mi penecito se erecto y las cosquillitas volvieron a mi estómago, a mis bolitas y podía sentir que sin controlarlo mi culito se abría y se cerraba, palpitando como la primera vez que mi padre me lo toco con sus masculinas manos, haciendo que una de sus yemas se quedara prisionera entre los pliegues de mi pequeño y rosado ano. No se cuantos minutos pasaron, cada vez que papá me besaba o me tocaba me perdía en el tiempo y en el espacio, cuando nos separamos abrí los ojos muy lentamente.


  • Estás convertido en un excelente besador - me dijo papá riendo y volviendo a mi boca para darme un piquito.


Yo se lo respondí y lo mire con admiración, amor y sin saberlo, hasta ese momento, con calentura. Mi papá encendió el motor del auto y al mirar por la ventana vi, apoyado en la pared en el costado del restaurant, al mesero, el mismo chico que nos había atendido ahora nos miraba perplejos, pues el beso que nos dimos no era el típico beso de un padre de treinta y dos años con su hijo de nueve. Me puse nervioso y preferí no decirle nada a papá.


Minutos después de partir, ya habíamos tomado la pequeña carretera que nos llevaba de regreso a casa y papá rompió el silencio.


  • Bebé, ¿Dónde viste una vagina de mujer? - Preguntó sin despegar los ojos de la ruta.


Me inquieté un poco, pero me sentía en confianza con él, todo lo que íbamos descubriendo poco a poco juntos me hacían sentirme libre de decirle todo lo que me pasaba o sintiera, a veces me avergonzaba un poco, pero la mayoría de las veces le podía decir todo y me sentía bien haciéndolo, pensé en eso y me dio el coraje suficiente para contarle.


  • El día de mi cumpleaños, en la noche - empecé con la voz un poco tímida - me levanté al baño y como el mío estaba ocupado fui al de tu pieza papi.


  • Ya ¿y? - Preguntó un poco intrigado
  • Te ví desnudo con la mamá haciendo las cosas de grandes con ella
  • ¿Qué viste? - me cuestionó bastante motivado.
  • … 
  • ¿Qué viste bebé? Si no me cuentas no duermes conmigo hoy, es el trato.
  • Tu estabas desnudo y tenías tu cosita dentro de la mamá
  • Ah!, entonces no viste la vagina, solo viste eso
  • No, vi cuando le diste el juguito pero no dentro como me dijiste, le sacaste el tu pene y le tiraste todo el juguito encima, mientras la mamá se tocaba su vagina y ahí se la vi.
  • Ok - dijo papá entre risas, un poco nerviosas, un poco divertidas - bueno bebé eso es lo que hacemos los grandes, ¿viste? - me dijo mientras estacionaba justo fuera de la heladería donde compraríamos el postre.


Nos bajamos compramos helados, el de vainilla era mi favorito, nos sentamos en una se las mesas y conversamos de cualquier cosa, cuando íbamos de regreso a casa me dije a papá que quería chuparle su pene, me dijo que podía hacerlo todo el tiempo que quisiera, porque esa noche dormiríamos juntos, yo ya había cumplido con la condición que él me puso. Eso hizo que mi pene se pusiera duro y moría de ganas de llegar a casa rápido, la conversación del día, sus besos, el recuerdo de su musculoso cuerpo sobre el de mi mamá llenándola de semen me tenían vuelto loco de excitación. 


Cuando llegamos a casa, me fui a la ducha, antes de dormir era siempre mi momento de bañarme, a veces lo hacía en la ducha y otras me daba un baño de tina, le pregunté a papá que como me bañaba y me dijo que solo una ducha, que me lavara bien el pelo, que cuando estuviera listo lo llamara para revisarme como lo hacía desde hace un tiempo cuando comencé a bañarme solo. En la ducha normalmente mi pequeño pene se erectaba, cuando lo lavaba o solo por el hecho de sentir el agua tibia en mi piel lampiña, papá me había enseñado a correrme el “forrito” para atrás, para poner jabón y mucha agua y de esta forma dejarlo muy limpio. Recuerdo que antes de que yo empezara a desear tocar su pene y a buscarlo por las noches para mamarlo mientras el dormía, yo tenía 4 o 5 años, cuando to yo tomaba mi baño de tina, mi papá siempre ponía su dedo pulgar e índice tomando mi minúsculo penecito de ese entonces y con suavidad pero con firmeza lo movía y corría toda la piel del prepucio hasta atrás, me decía que eso debía hacerlo siempre. Esas prácticas que ahora recuerdo eran solo de limpieza, nunca tuvieron otra intención de su parte y yo nunca sentí nada extraño o anormal. Así fue como aprendí a mantenerlo limpio. Ahora unos años más grande, el tamaño era casi el mismo, pero seguía haciendo lo que mi padre me había enseñado.


Al terminar mi ducha, llamé a papá para que me revisara.


  • Listo - grite como era costumbre
  • Voy bebé - escuché a la distancia.


Yo seguí jugando en la ducha con el agua encendida, dirigía el chorro tibio a mi pequeño pene, cuando se erectó otra vez, volví a repasar mi rutina de limpieza y con mi deditos tomé el prepucio y descubrí mi rosado y pequeñísimo glande, apliqué un poco más de jabón e hice espuma en todo mi pene, mis bolitas, mi pubis, mis glúteos y la entrada de mi culito, me detenía en los lugares que me daba placer, al rozar mis pequeños coquitos húmedos y espumantes, o al poner la yema de mis dedos en mi ano, el poner mis dos palmas en mis nalgas y acariciármelas muy dulcemente. Sin saberlo me estaba masturbando, estaba disfrutando de mi cuerpo, de mi piel lampiña y sentía como se le ponían duras mis pequeñas y rosadas tetillas, las toqué y tuve un pequeño choque eléctrico, mi penecito dio un salto y mi anito se abrió y se cerró, mi mano izquierda bajo a mi pene, y mi mano derecha se fue a mis nalgas, mis dedos curiosos hurguetearon y llegaron a la entrada de mi culito, llena de espuma, muy suave y lubricada, puse uno de mis deditos, apreté y solté mi esfínter y mi dedo se movió y fue atrapado por los pliegues de mi ano, sin sacarlo volví a hacerlo otra vez y la presión de mi dedo al relajar mi anito hizo que entrara un poco más, cuando contraje un más de la mitad de mi dedo estaba atrapado, sin moverlo comencé a soltar y apretar mi esfínter, ese bombeo me provocó sensaciones que no había sentido, era un poco similar a cuando mi papá puso mi culito en su cara y con sus labios y su lengua me comió y me chupo el culito. La mezcla del agua caliente, la suavidad del jabón, la lubricación de mi culito y mi dedo dentro era delicioso. Lo saqué e intenté una vez más, cerraba y abría mi rosado anito, ahora mi dedo entró un poco más fácil, solté mi pene que estaba duro como roca atrapado en mi otra mano, y sin sacar el dedo de mi culito llevé mi mano izquierda para abrir mi nalguita, como queriendo que entrara un poco más, la sensación era deliciosa.


  • ¿Puedes poner otro? - me interrumpió la voz de papá que estaba apoyado en la pared mirándome mientras yo había estado jugando con mis dedos varios minutos.
  • Ay - exclamé, sacando mi dedo que resbaló suave abandonando mi anito, e instintivamente llevé mi mano para cubrir mi pequeña erección.
  • No te tapes tontito, si ya te ví completo - me dijo sonriendo.
  • Estaba limpiándome - dije entre medio verdad y medio mentira.
  • ¿Siempre te limpias el culito así?
  • No papi, es la primera vez.
  • ¿Te quedó limpio?
  • No sé
  • Muéstrame las manos para ver 


Levanté mis manos y las abrí para mostrarle mis dedos y mis palmas, el agua seguía corriendo, él se acercó y acercó su cara a mi manos. 


  • Se ven limpias, date vuelta bebé - me pidió mientras me ayudó con su mano en mi hombro a voltearme y quedar de espaldas a él.


Su mano se humedeció y bajo segura por mi espalda hasta llegar a mis nalgas.


  • Ábrete los cachetitos - me pidió


Levanté un poco mi culito y puse mis manos en las nalgas, siempre de espaldas y me las abrí suavemente, pude sentir el cambio de temperatura al exponer mi anito completamente, una de las yemas de sus dedos se colocó en mi ano y lo tocó como si fuera un timbre, presionó un poco y me pidió apretar y relajar, cuando apreté su dedo se separó de mí y cuando relajé volví a sentirlo en contacto con mi rosado anito, el agua y lo grueso de su masculino dedo, solo permitieron que me tocara, pero no se pudo abrir.


  • Cuando yo te diga vuelves a cerrar y a abrir ¿Bueno? - me dijo mientras separaba su dedo de mi botoncito.
  • Sí papi
  • Cuando abras, es como cuando vas a hacer caquita, así podemos ver si tienes algo que sacar o si está limpio.
  • Pero no quiero hacer caquita papi
  • Lo sé, pero para que esté limpio debemos sacar lo que haya, ¿Tú querías limpiarlo no?
  • Sí, eso estaba haciendo, pero salió limpio.
  • Muy bien bebé, entonces como yo tengo los dedos más largos, puedo llegar más adentro, ¿Quieres?


Solamente asentí con la cabeza intentando mirar lo que hacía desde mi posición, pues le estaba dando la espalda y mi cara y pecho los tenía apoyados en la pared de cerámica, me dio la instrucción de relajar, cuando lo hice sentí nuevamente su dedo, pero ahora se deslizaba suave por mi anito, me indicó que apretara y que soltara, y la punta de su dedo, entró un par de milímetros y al presionar mi anito pellizco su yema que salió expulsada con fuerza. 


  • Muy bien bebé, lo haremos otra vez, y terminamos


Lo miraba con dificultad por la posición en la que me encontraba mientras yo seguía con mis manos abriendo y dejando expuesto mi pequeño anito para que papá lo revisara, cuando me dijo que apretara y abriera, llevó sus dedos a su boca, y puso mucha saliva en ellos, para luego poner otra vez las yemas en mi rugoso e infantil anito, esta vez al soltar su yema entró con mucha más facilidad, me pidió apretar y la primera parte de su dedo quedó atrapada en mi interior, me pido soltar y al hacer fuerza mi anito intentó expulsar su dedo, pero él aprovechó lo relajado que yo estaba para hacer un poco más de fuerza y penetrarme un poco más; cuando me pidió apretar otra vez, ya podía sentir su dedo a la mitad, la sensación era extraña, no puedo decir que sentía placer, pero sí podía ver los ojos de mi papito iluminados, me pidió relajar y al hacer fuerza su dedo salió expulsado, en una fracción de segundos lo llevó a su boca, lo llenó de saliva y volvió a mi, entró directamente y pude sentir como hurgaba mucho más profundo de lo que yo había hecho unos minutos antes, y mucho más profundo que cuando jugueteo con su lengua en mi. Me pidió apretar y pude capturar todo su dedo en mi, mi anito se cerró al final de su dedo en la parte más gruesa.


  • Wow bebé, que fuerte aprietas, ahora suelta para sacarlo y revisar.


Hice lo que me pidió, y su dedo fue saliendo por la fuerza que mi pequeño culito hacía para expulsarlo y por el movimiento que él hizo para retirarlo.


  • Muy bien bebé, te has limpiado muy bien, está muy limpio, vamos a poner un poco más de jabón - dijo esto mientras se acercó para tomar la ducha y acercarla a mi cuerpo, al levantarse pude ver su boxer que tenía su pene grande presionando la tela.
  • ¿Me pongo jabón papi?
  • Sí bebé - me dijo ya con la ducha lista en su mano - sabes voy a entrar a bañarme contigo, así salimos juntos y nos vamos directo a la cama
  • Sí porque tienes que cumplir tu promesa
  • ¿Cuál promesa? - me preguntó mientras se sacaba el boxer y la polera dejándome ver su pene casi completamente erecto, sus testículos colgando grandes y su cuerpo masculino y grande, que se veía aún más grande comparado con mi pequeño cuerpo de niño con recién nueve años cumplidos.
  • Que dormiríamos juntos papá - dije medio reclamando
  • Pues claro bebé - me dijo mientras mojaba su cuerpo ya completamente dentro de la ducha que compartimos. Su pene se posaba en mi hombro derecho, estaba grueso, caliente, venoso, un poco más oscuro que su piel su cabeza estaba casi completamente cubierta por el forrito, solo se podía ver el hoyito por donde salía el juguito. Mientras el agua corría por sus hombros y pectorales llevé una mano a sus testículos, y la otra al tronco de su pene.
  • ¿Y cuando nos acostemos podré sacarte juguito? - pregunté
  • ¿Quieres sacarlo con la boca o con las manos?
  • Con mi boquita papi - dije mientras él se ponía en cuclillas para quedar a mi altura, dejó la ducha de lado y me dió un piquito mientras sus manos recorrieron mi espalda desde mis hombros hasta posarse y descansar en mis pequeñas nalguitas que siempre habían sido muy duritas y paradas.
  • Si quieres en vez de sacármelo yo puedo dártelo - me dijo casi en mi oido
  • ¿Y como papi? ¿Cómo se lo diste a la mamá la otra vez?


Solo me miró y me sonrió, volvió a tomar la ducha, y se puso jabón en todo su cuerpo, teníamos espuma por todas partes, tomó su pene y lo limpió minuciosamente y me pidió hacer lo mismo para revisar, mi pene seguía erecto tal como lo tenía cuando tenía mis propios dedos dentro unos minutos antes, mi papá volvió a ponerse a mi altura y con su mano libre revisó que estuviera limpio.


  • Muy bien bebé, te felicito has aprendido mucho, ahora date vuelta para terminar de limpiar tu culito


Hice lo que me pidió, quedé otra vez dándole mi espalda y con mi cuerpo pegado en la cerámica,  bajó la presión del agua y soltó la cabeza de la ducha, quedando solo la manguera y un chorro suave saliendo, me pidió relajar mi culito y cuando lo hice sentí el chorro directo en mis pliegues de la entrada de mi culito, la sensación fue deliciosa sentí como si algo de agua entrara, me pidió apretar, y luego volver a soltar, esta vez no puso el agua, pero si pude sentir que salió solo un poquito de agua desde dentro, sí había entrado, muy poca.


  • Ahora, te abrirás con las manos como lo hiciste y relajas otra vez a la cuenta de tres, ¿Vale?
  • Sí papi - yo no decía nada, solo me dejaba llevar y experimentaba sensaciones nuevas, no entendía bien que estábamos haciendo, pues ya estaba limpio, pero se sentía muy bien, la verdad que estar con papá siempre era un placer, pero estar desnudo con él, en la ducha, tenerlo tan cerca, tenerlo pendiente de mi culito y dándome instrucciones acerca de él, era ya maravilloso
  • Uno, dos y tres


Yo relaje mi culito y sentí pegado en mi entrada la manguera de la ducha, escuché que papá contó hasta dos, me pidió apretar y luego sacó la manguera. Yo sentí mi culito lleno, tenía una presión en mi estómago, sentía cosquillas en mis coquitos, en tan solo unos segundos sentía cosas que no había sentido nunca antes, tenía gana de hacer caquita, pero me daba vergüenza y apreté aún más.


  • Ahora suelta bebé, relaja - me dijo papá
  • No puedo papi
  • ¿Por qué no bebé? ¿Qué pasa?
  • Quiero hacer caquita - dije poniéndome rojo, solté mis nalguitas que aún mantenía abiertas y llevé mis manos a mi cara.
  • No pasa nada bebé, estamos limpiando, es solo la sensación, vamos suelta.
  • Y si me hago caquita
  • No pasará bebé, y si pasa, acá hay jabón y agua, limpiamos de inmediato
  • Bueno - dije y mi pequeño cuerpo ya no soportaba más, mi culito se abrió y el agua salió expulsada con fuerza, mientras el chorro salía, me di vuelta y pude ver que golpeaba la pierna de papá y solo salía agua.
  • Listo bebé, viste, mira no paso nada, era solo agua.
  • Si papi
  • Esto lo debes hacer solo cuando estemos solos, ¿Bueno?
  • Si - dije mientras asentía con la cabeza
  • Así tienes el culito limpio, fresquito y oliendo bien.
  • ¿Y porque hicimos esto papi?


Me miró y su ojos se volvieron a iluminar, su pene seguía erecto a centímetros de mi mentón, de mis labios.


  • Ya verás bebé, si te gusta lo que podemos hacer, deberás hacer esto siempre, pero nunca le cuentes nada a nadie, ni a la mamá, ni a los abuelos.


Mientras decía esto apagó el agua de la ducha, abrió la puerta de vidrio y tomando una toalla me cubrió y me secó, luego él hizo lo mismo. Nos secamos el pelo, nos cepillamos los dientes.


  • Espérame en mi cama bebé, pon la tele si quieres, yo llamaré a la mamá para decirle que todo está bien y me voy a acostar para que durmamos abrazados.
  • Voy a buscar mi pijama a mi pieza papi.
  • ¿No quieres que durmamos piluchitos mejor?
  • Siiii! - respondí feliz, saber que podría estar desnudo con papá y que podría sacarle la lechita, o que él me la daría como dijo, ya era una noticia maravillosa, sali del baño y salté sobre la cama, mientras su espalda ancha, sus caderas firmes, sus nalgas abultadas y masculinas salían por la puerta en dirección al salón para llamar a mamá.
  • Hola mi amor! ¿Cómo estás? … si ya se bañó y está viendo un poco de tele… no en su habitación…  pero si él tiene su habitación y ya es grande… yo quiero dormir solo… bueno, bueno, lo dejaré dormir conmigo, pero que no se acostumbre… si mi amor, trabaja bien… hablamos mañana, besos buenas noches.


Ahora los pectorales firmes, coronados por sus tetillas duras, su cintura ajustada, su pene dormido reposando y colgando juntos a sus testículos, entraban en la habitación.

  • La mamá te mando un beso - me dijo mientras se acercó a la cama, tomó mi mentón y me besó la frente.
  • Gracias papi . le dije sonriente.
  • Ahora a acostarse bebé, ayúdame a abrir la cama - obediente me levanté y juntos abrimos la cama.




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