Cap. 11 De su hijo a su mujer

Cap. 11 De su hijo a su mujer

Benjamin Ljubetic


Caminamos en dirección al auto y como era costumbre papá me dio la mano, él siempre ha sido muy cariñoso, y lo era con todos los que amaba, con mi madre era muy atento y preocupado, con mis abuelos era un excelente hijo, los llamaba constantemente y los visitábamos muy a menudo. Tenía un par de amigos con los que siempre era cercano, alegre y divertido, conmigo era especial, no solo porque teníamos esta intimidad, yo era su hijo, su creación, yo era su principal preocupación porque yo era un niño, no podía salir adelante por mi mismo y él quería entregarme todo lo que necesitara. Es por eso que muchas veces en estos años, recuerdo conversaciones con cierto remordimiento de su parte o de culpa por lo que hacíamos.

Yo he sido bastante maduro desde siempre y es por eso que mis palabras y caricias siempre intentaron calmarlo, recuerdo que una vez, cuando estaba en la cocina preparando algo para la cena, me acerqué, lo abracé, mis manos se pegaron a sus nalgas y mi cabeza a la altura de su ombligo, el toco mi cabeza sin dejar de hacer lo que hacía, como estaba con pantalón de pijama pude notar que al sentir mi abrazo su pene se movió, suavemente, pero se movió, yo me sonreí y lo toqué


- No bebé.

- Un solo besito.

- No bebé.

- ¿Por qué?.

- Porque estoy cocinando y es peligroso, además que no está bien ya te lo he dicho muchas veces.

- Pero papi, si a mi me gusta.

- Lo sé, pero no se debe hacer, los hijos y los papás no hacen esto, somos hombres.

- Pero si me dijiste una vez que los hombres sí lo hacían.

- Sí bebé, pero cuando son grandes - me hablaba sin dejar de hacer las cosas y yo seguía abrazado a él, su pene seguía ahí, pegado a mi cuerpo, a centímetros de mi boca, tan solo nos separaba la delgada tela de su pijama.

- ¿Y otros niños no lo hacen?

- Seguramente si bebé, yo pienso que puede ser, pero no porque otros lo hagan está bien.

- Pero ¿Por qué está mala papi?

- Porque lo que hacemos lo hacen las personas que se aman

- Pero yo te amo ¿Tú me amas?

- … 

- ¿Me amas papi?

- Sí hijo, te amo, lo sabes, pero debes…

- Entonces esta bien - lo interrumpí

- Mira, escúchame bien, una vez te dije que esto debía ser un secreto entre los dos, ¿te acuerdas? - asentí mirándolo desde abajo - bueno, te lo dije por lo mismo, porque no se permite que los niños hagan estas cosas con otras personas, no importa si son niños, si son hombres o si son mujeres

- ¿Por qué?

- Porque muchos niños son obligados a hacer cosas que no quieren - tomo mis brazos que lo rodeaban, se separó de mí y se agachó en cuclillas para quedar a mi altura - entonces como algunos niños son obligados, hay leyes que no permiten que los niños hagan estas con los grandes

- ¿Y quien los obliga? - Pregunté muy curioso

- Los adultos, amigos, los papás, o los tíos, o los profesores; por eso es que yo te pregunté una vez si lo habías hecho antes con alguien ¿te acuerdas? 

- Sí me acuerdo papi

- Entonces esa es la razón de que no está bien, y que lo que hemos hecho es un secreto entre los dos, ¿Bueno?

- Sí papi - asentí con la cabeza y me acerqué a besarle sus masculinos labios que me tenían hipnotizado

- Hijo!, si estamos hablando que no está bien - y movió su cara hacia atrás dejándome con el beso a medio dar.


Yo lo miré, fue inevitable sentirme un poco triste, me vino una pequeña punzada en el pecho que se extendió a mi cabeza y a mi guatita. Lo miré y me quedé paralizado, a medida que mi boca deshacía la forma de beso, mis ojos se llenaron de lágrimas, el dolor de mi pecho se hizo un poco más intenso y un calor se apoderó de mi cabeza, se localizó en mi frente y dos lágrimas no pudieron ser contenidas por mis ojos y corrieron por ambas mejillas, el dolor de mi pecho creció un poco más y sentí como si se me acabara el aire, cerré mis ojos y el resto de lágrimas siguieron cayendo, lo último que vi fue la cara borrosa de papá por efecto de mis lágrimas, todo estaba en silencio, solo escuché mi respiración profunda a los pocos segundos y como si se reventara una contenedor de agua, mis lágrimas brotaron sin control, el calor que sentía en mi frente seguía ahí, en mis mejillas sentía el fuego de la pena que corría en esas gotas de agua salada, yo no sabía que pasaba, no podía controlarlo, solo escuchaba la voz de papá, pero no comprendía lo que me decía, todo pasaba como en cámara lenta, en un momento sentí los pulgares de papá limpiando mis mejillas, sus manos tomando mi cabeza y llevándola hacia su cuello, tomé otra respiración profunda y el perfume de su piel, la combinación con su perfume me inundaron por dentro y sentí un poco de calma, el dolor en mi pecho había menguado un poco, pero aún estaba ahí, mi cabeza estaba como en otro lugar. Abrí los ojos y me di cuenta que en algún momento me tomó en sus brazos, yo vestía solamente un pequeño slip, sentía sus manos y muñecas sostenerme desde mis nalgas, su cuello estaba refugiando mi cara y su voz intentando calmarme.


- ¿Benjamin? ¿Hijo? ¿ Qué pasa?

- …

- ¿Bebé? háblame 


Me separó un poco de su cuerpo, una mano me sostenía y la otra me limpiaba las lágrimas, el dolor estaba pasando, el calor de mi cara también, las últimas lágrimas estaban por caer y mis ojos ya podían ver con más claridad. Lo miré y pude ver en sus ojos que tenía miedo, que estaba preocupado, se acercó y me besó la frente, sentí su barba en mi piel, seguía flotando en sus brazos, sintiendo sus masculinidad sostenerme, su olor embriagarme y sus labios tocando la tersa piel de mi frente, cuando se separó volvimos a mirarnos.


- Tu no me has obligado papi - dije con la voz quebradiza, los ojos se volvieron a inundar y el aire volvió a faltar un poco.

- Lo sé hijo, pero…

- Yo te amo papi - lo interrumpí - yo te quiero mucho y me gusta mucho jugar con tu pene, me encanta que me des de tomar tu lechita, me gusta que me toques, que me pongas la lengua en mi culito - mientras le hablaba nunca deje de mirarlo, y las últimas lágrimas caían suaves - tú sabes que yo quiero que me hagas las cosas que haces con las mujeres,  yo no le voy a contar a nadie nunca papi, ni a la mamá, ni a mis profesores, ni a los abuelos, ni a mis compañeros, a mis… - y su boca se pegó a la mía, su labios absorbieron mis pequeños e hinchados labios rojos, y me besó fuerte e intenso. Me sentó sobre la mesa sin separar nuestros labios, yo sentía su pecho caliente, ambos estábamos sin polera, el solo con su pantalón de pijama y yo con mi slip, nuestras manos empezaron a acariciar el cuerpo del otro, mis pequeñas manos recorrían su cintura ajustada y llegaban hasta las axilas, me encantaban, porque tenían la cantidad justa de pelo, mis deditos se perdieron ahí y comencé a acariciarle suavemente, como haciendo cosquillas, él se acercó más, su mano me tocaba la espalda y la otra no soltaba mi nuca. El sabor de su saliva siempre ha sido una maravilla, la humedad y el calor de sus labios me hacía sentir protegido. Mi penecito estaba totalmente erecto y sentía una cosquilla en mi culito.


- ¿Estás bien bebé? - preguntó casi sin separar sus labios de los míos

- Sí papi

- ¿Esto es lo que te gusta?

- Sí - dije como pude mientras tu lengua estaba dentro de mi - me gusta todo lo que me haces

- ¿Qué más quieres hacer? - Me preguntó separándose de mí, abrí mi boca y apunté su pene y luego mi lengua. Miré y pude ver como se marcaba ese hermoso pene abajo de su pijama azul, moví mis piernas y lo rocé con mi rodilla, el dio un pequeño salto de gusto, mis manos bajaron a sus nalgas, mis pulgares se agarraron de su elástico y lo bajé un poco, él se dejó hacer, su trasero quedó desnudo, pero su pene tan duro estaba afirmando el pijama por delante, me bajé de la mesa y me paré frente a él, su pene erecto me tocaba el cuello, con mis manos tiré la tela de su pantalón, lo bajé y su pene salió eyectado hacia arriba con mucha fuerza, dándome un golpe en mi mentón, abrí la boca de manera instintiva como queriendo devorarlo, no pude atraparlo en el aire, lo tomé con mi mano y lo llevé a mi labios que lo esperaban mezcla de sus saliva, la mía y un poco de mis lágrimas. Aún tenía la boca caliente por el llanto, los labios hinchados en exceso y ese calor al parecer le provocó algo nuevo a papá, porque al poner su glande hinchado y esponjoso en contacto con mi boca dio un suspiro como nunca hasta ese día, mi boca se abrió y como ya teníamos experiencia, él sabía cómo penetrar la pequeñita boca de un niño y yo sabía cómo manejar el gran pene de un macho para darle placer. Hasta ese día papá aún se negaba a hacerme todas las cosas que hacía con las mujeres, pese a que yo se lo rogaba. Internamente quería darle placer, que me usara y jugara conmigo, que me hiciera sentir como a una mujer, o bueno por mi edad como una niña. Sentía que era mi deber satisfacerlo, no era algo que me hayan explicado, enseñado o que haya visto, solo era algo que yo tenía adentro de mí, que yo no comprendía y me daba cuenta que papá tampoco.


Mamé su pene como tanto me gustaba, el seguía de pie yo no tenía la necesidad de agacharme, estando de pie podía alcanzar su pene muy bien y disfrutar de él. Me avisó que estaba cerca de darme su leche, yo apreté los labios a su tronco para exprimirla y recibirla completamente. Él separó su pelvis y me pidió que me hincara, ya en el suelo quedaba muy lejos para alcanzar con mi boca su pene, pero la vista que tenía era maravillosa, me afirmé se sus piernas, podía ver sus bolas, afeitadas, como le gustaba traerlas, su pene muy grande, su pubis con ese pelo rizado, su estomago firme, sus pectorales abultados, más arriba su barba, sus ojos, sus dientes; lo tenía completamente para mi, su mano agarraba el tronco de su pene y no dejaba de masturbarlo, su cuerpo se tensó.


- Abre la boca - No dejé de mirarlo e hice lo que me pidió


- Más grande, como una putita - me ordenó, muy tosco, muy brusco, no como es él normalmente.


Abrí mi boca lo que más pude, obedeciendo a sus órdenes, se sentí vulnerable con la intensidad de su exigencia. Mi pequeña lengua lamió mis labios y mis manos tocaron mi pene, de pronto vi como sus testículos treparon dentro de la bolsa y al descender su glande que había crecido en tamaño abrió el hoyito de su entrada para dejar salir un chorro de semen blanco y espeso que me golpeó directamente en la mejilla, inmediatamente vino el segundo que cayó un poco más abajo rozando mi labio, el tercero cayó exactamente dentro de mi boca, lo recibí en mi lengua, el cuarto me golpeó la frente, y los dos siguientes al tener un poco menos de intensidad se esparcieron por la cara, mi pelo y mis hombros. Mi padre bufó con determinación, se afirmó de la mesa y soltó su pene, cuando lo vi libre me incorporé rápidamente y lo atrapé con mi traviesa boca, tenía gotitas de semen que seguían saliendo tímidas, espuma generada por el roce se su mano, su prepucio y el líquido preseminal, todo lo que había lo engullí, todo tenía su sabor y lo saqué con mi boca para tragarlo. Cuando papá se recuperó me tomó de la mano para que me pusiera de pie, luego me tomó en brazos como al principio de todo esto y volvió a besarme. Sus labios y su lengua tomaron la leche que tenía en mi mejilla y la llevó a mi boca, nuestro beso húmedo sabía a él, a su semen a su hombría y eso me encantaba.


- ¿Estás bien hijo?

- Sí papi, te quiero - le dije mientras me aferraba a su cuello

- Te amo bebé

- Yo a tí a papito - me separé de él, lo miré un poco divertido y mientras él caminaba hacia el salón para descansar sobre el sofá le pregunté - ¿Por qué me dijiste putita? - Él se puso rojo y se rió un poco nervioso

- Cosas que uno dice cuando está excitado bebé

- ¿Excitado?

- Sí. Excitado es cuando tienes ganas de hacer lo que hacemos

- Entonces yo siempre estoy excitado

- ¿Cómo? -  pregunto entre divertido e intrigado

- Si, yo siempre quiero jugar contigo a esto

- ¿Ah sí?, pero excitado es cuando sientes cosas en el cuerpo, un poco de calor, o pequeños pinchazos o se te pone duro el pene si eres hombre.

- Entonces yo estoy siempre excitado, porque siempre quiero hacerlo, y tengo calorcito, y a veces se me para el pene en la escuela, o jugando, y me da calorcito, o me dan ganas de que me pongas la lengua en el culito.

- Bueno es normal, los hombres nos excitamos con más facilidad.

- ¿Y las mujeres también se excitan?

- Sí, pero ellas no tienen pene, entonces no se erectan, pero su vagina se pone caliente y les sale un juguito, como el del papá, pero como una crema

- Entonces, ¿Cómo tú estabas excitado me dijiste putita?

- Sí bebé, disculpa

- ¿Qué diferencia hay entre las putas y las putitas? ¿El tamaño?

- Jajaja - Papá no paraba de reír - ¿Te acuerdas cuando me preguntaste que era una puta y te conté?, bueno, una putita hace lo mismo, pero es más cariñoso llamarla así y bueno, si, como tu eres un niño, eres más pequeñito, puedo decirte mi putita.

- Me dirás putita siempre - dije entusiasmado

- No es necesario bebé, recuerda que tu eres un niño, para ser putita deberías ser una niña.

- Pero tu me dijiste putita papi

- Porque estaba excitado - me dijo levantándose del sillón y volviendo a la cocina.


Episodios como este ocurrían cada cierto tiempo, donde el remordimiento de papá, o mis preguntas por todo lo que estaba descubriendo nos hacía conversar y reflexionar de lo que nos pasaba y lo que sentíamos, él en su manera de ser, siempre tan atento y tan preocupado quería estar presente y hacerme sentir bien, y cada vez que esto pasaba, nuestra unión se hacía más fuerte, nuestra conexión de reforzaba y sentía que el amor que tenía por él era aún más, si es que se podía.



- ¿Qué quieres de postre bebé? - Me preguntó antes de llegar al auto.

- Helado 

- Ok, vamos por unos helados y luego a casa

- Si! ¿Hoy dormiremos juntos papi? - Pregunte mientras me sentaba en el auto

- Sí bebé dormiremos juntos, solo con una condición

- ¿Cuál? - Pregunté entusiasmado

- Qué me digas donde viste una vagina de mujer.




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