Cap. 10 De su hijo a su mujer

Cap. 10 De su hijo a su mujer

Benjamin Ljubetic


Había un gran atochamiento, siempre pasaba esto en los días previos a los feriados largos, la gente se volvía un poco loca comprando cosas para preparar sus días en la playa o en el campo, hacía calor, pero nuestro auto tenía aire acondicionado, era uno de los pocos, porque en esos años era muy poco común. Papá conducía, yo miraba y escuchábamos música, íbamos de regreso a casa después de venir a dejar a mi mamá a su trabajo. 


Ya había pasado una semana desde mi cumpleaños y como habían sido días ocupados no habíamos podido tener la libertad de estar solos con papá, porque mamá se había tomado unos días libres, lo que significaba que estaba todo el día en casa y eso claramente era un impedimento para nosotros, en ese momento sentados en el auto de regreso era el primer momento solos.


- ¿Qué quieres comer bebé? - Me preguntó papá sin sacar la vista del camino.

- Pizza - Respondí instantáneamente.


En ese momento el semáforo se puso en rojo, se detuvo y me miró con cara de regañarme.


- Tu siempre quieres pizza

- Pero si sabes que es mi favorita papá

- Bueno entonces iremos por unas pizzas, podemos comerlas en el restaurant o ¿prefieres llevarlas a casa?

- Prefiero en el restaurant

- Pues dale, eso haremos - Tomó el cinturón de seguridad para ponerlo más holgado y se acercó tanto que sin darme cuenta sus labios succionaron mis pequeños labios rosados y su barba de hombre rozó mis mejillas lampiñas de un nene de nueve años. Mis bolitas y mi pene reaccionaron de inmediato, no con una erección solo un cosquilleo interno, algo que hasta hoy me cuesta mucho explicar, pero que con el tiempo, con la experiencia y con los juegos dentro de mí, he podido ir identificando.


La bocina del auto de atrás no hizo separarnos y mi papá partió pues ya estaba en verde, los minutos siguientes a ese beso tan dulce fueron muy silenciosos, tan solo la radio sonando muy suave de fondo y el ruido de la calle. Su mano se posó en mi pierna, como traía shorts sus gruesos y grandes dedos se pusieron en mi muslo, y lo cubrían casi completo, la sensación en mis bolitas y en mi pene volvió, pero ahora con una mini erección y con un cosquilleo en el estómago.


- Te extrañaba bebé - me dijo papá rompiendo ese silencio, que nos traía disfrutando de nuestra piel.

- Yo también papi - le sonreí - por culpa de mamá no pude chuparte el pene en todo este tiempo.

- Pero ya podremos bebé, mamá trabaja hasta mañana en la mañana y luego en el feriado también - mientras me hablaba tomó mi mano, delgada y blanca y la llevó hacia él, la dejó descansar en su muslo, casi en su paquete, luego volvió a poner la suya en mi pierna y metió un poco sus dedos por debajo de mi short y mi pequeño pene se erecto completamente.


El sol casi se ponía cuando estacionamos en el restaurant, era nuestra pizzería favorita quedaba un poco retirado de la ciudad pero nos gustaba porque era grande, las pizzas eran muy deliciosas y mi padre había trabajado ahí en su época de estudiante.


Nos bajamos del auto, estaba caluroso y caminamos de la mano, como padre e hijo, me encantaba como se preocupaba de mi, como me cuidaba y lo cariñoso que era, llegamos, nos sentamos uno junto al otro, en esos asientos acolchados y un poco incómodos, yo estaba hacia el rincón y el hacia la orilla, comenzamos a hablar de las vacaciones, de las cosas que hice con mamá y como siempre hubo muchas risas, llegó el garzón, un chico joven y nos tomó el pedido, me di cuenta como miraba a mi padre, sus ojos estaban fijos en la piel algo bronceada, no dejaba de ver como movía los labios carnosos, que estaban rodeado de esa barba de tres o cuatro días, siempre varonil, con esa voz profunda, brazos fuertes, un poco musculados, con la cantidad de vello justo, que terminaban en manos grandes, con dedos gordos, con venas prominentes y uñas perfectamente bien cuidadas. El chico lo miraba de la misma forma como yo hacía muchas veces cuando veía a un hombre que me gustaba mucho. Una vez que hicimos el pedido le dije a papá que me iría a lavar las manos, pasé por sus piernas y toque su vientre duro, sus muslos que casi reventaban el short y obviamente me apoyé en su paquete que se hacía más grande con los botones en vez de cierre.


Cuando me lavaba las manos escuché mi nombre junto con el sonido de la puerta, era papá que venía a buscarme.


- Acá estoy - respondí desde el lavamanos

- Vine a hacer pipí y a lavarme las manos, ya llegaron las bebidas

- ¿Te espero acá papi?

- Si quieres bebé - me dijo mientras entraba a uno de los cubículos y dejaba la puerta a medio abrir, a los pocos segundos escuché el chorro de orina fuerte e intenso golpear el agua de la taza del baño. Yo estaba de pie a unos metros, esperando y vigilando como si fuese el guardia de seguridad.


Cuando no escuché más el chorro firme, solo pequeños chorritos que golpeaban me asomé por el espacio de la puerta, tenía tantas ganas de tocarlo, de que me hiciera abrir la boca y que pusiera su pene en mi, no me importaba que estuviera durmiendo, o que estuviera muy duro, solo quería saborearlo, sentir su calor, que me diera golpecitos en los labios y con la lengua afuera como lo venía haciendo desde las últimas veces que lo habíamos hecho. Desde mi perspectiva podía ver su espalda, y sus nalgas que estaban cubiertas por los shorts, sus piernas y sus brazos, él se percató de mi presencia, me miró, se sonrió.


- ¿Qué pasa bebé?

- Nada, te estoy esperando

- Ya termine, me estoy abotonando - y se dió vueltas para mostrarme, pude ver su slip blanco que hacía un contraste hermoso con su piel y sus dedos gruesos intentaban cerrar los cuatro o cinco botones de metal de su short. Me acerca y tomé su bragueta, mis dedos más delgados eran sin duda más ágiles para hacer ese trabajo, en cuento lo tomé él se dejó hacer, cerré el primer botón y cuando tomé el segundo la puerta de entrada al baño rechino y escuchamos unas voces, mi padre cerró la puerta en menos de un segundo, y en el segundo le puso el seguro. Se puso nervioso, de que pudieran ver a un hombre de treinta y dos años con un niño de nueve encerrados en un cubículo de un baño y que el niño esté tocando la bragueta. No dijimos nada, él solo hizo un gesto de silencio con su dedo índice, y mientras oíamos las voces de dos hombres que hablaban mientras orinaban. Volví al segundo botón y antes de cerrarlo, mis dedos traviesos se metieron para sentir el paquete de papá, su pene se movió de inmediato y yo con rapidez tomé el elástico del slip y de lo bajé, sus pelos que tanto me encantaban fue lo primero que vi, luego la base del pene y luego toda esa verga que ya estaba a medio despertar, aún colgaba, pero la sangre bombeaba para hacerla crecer, el prepucio se iba estirando como un elástico dejando ver la punta del glande. Mi boca experta se abrió y me fui directo a tomarla, mis labios se cerraron atrapando un poco menos de la mitad, el sabor de la verga de papá me inundó la boca, un poco de olor y sabor a orina aún permanecía pero no fue impedimento para empezar a meter y sacar de mi boquita ese trozo de carne palpitante, grande, y caliente que ya estaba completamente erecta, tan solo dos segundos desde que mi lengua hizo contacto con el glande, este ya estaba por explotar. Y así fue, no creo que haya estado más de un minuto con él en mi boca y de pronto su semen explotó en mi paladar, su verga daba brinquitos en mi boca y cada uno de ellos era un espasmo de placer que mi papá ahogaba con sus manos, para que los hombres que estaban afuera y que ya estaban saliendo del baño no escucharan. Cuando la saqué de mi boca, lanzó el último chorro que ya no tenía la misma fuerza que los anteriores, así que solo me llegó a la nariz y cayó casi todo en los labios, dejándolos mojados y blancos con ese líquido espeso que ya amaba. Saqué mi lengüita para relamer y comer lo que tenía pero papá se agachó y me succionó la boca, me robó su semen y se lo bebió, yo lo miré sorprendido, jamás pensé que haría eso hasta ese momento nunca lo había hecho.


Mi papá me miró, me guiñó un ojo y murmurando me dijo - Vamos - yo abrí la puerta, él terminó de cerrar su short y nos lavamos las manos. Me miré en el espejo y no tenía nada, todo el semen de papá estaba ya en mi estómago y lo que cayó afuera, estaba en el de él.


Salimos del baño y las bebidas seguían en la mesa, y el mesero se cruzó con nosotros de camino a la mesa con nuestra pizza.


- Pensé que se habían ido, hace rato que no los vi

- Tuvimos un pequeño accidente en el baño - Dijo papá, muy natural

- ¿Todo bien, necesitan ayuda?

- Todo está bien, muchas gracias, nada grave.

- Bueno, si necesita algo me avisa

- Muchas gracias 


El mesero se alejó, yo le di un sorbo a mi bebida, me quitó el sabor a papá que aún tenía en la boca, me encantaba cómo sabía su semen, no me molestaba beberlo ni sentir su sabor, pero estaba sediento.


- Eres un loco bebé 

- ¿Por qué papi? - pregunté dándole la primera mordida a la pizza

- Porque ya sabes que esto es secreto y no podemos hacerlo en cualquier parte

- Pero estábamos solitos papi

- Sí, pero luego llegó gente

- Pero no nos vieron papi

- Lo sé bebé, pero debemos tener cuidado - me dijo serio

- No te gustó - pregunté en tono triste

- Me encantó mi amor, lo haces delicioso, mejor que una putita

- ¿Una putita?

- Sí, mejor que una putita

- ¿Qué es una putita papi?

- Una putita - dijo mi papá bajando la voz y cerciorándose de que no hubiese nadie alrededor - es una puta chiquita, y una puta es una mujer que le gusta mucho chupar pene, y que los hombres las penetren y les hagan el amor.

- Entonces ¿Yo soy una puta papi?

- No bebé, eres una putita, porque eres pequeño.

- ¿Pero las putas son mujeres y yo soy un niño?

- Sí, pero te gusta hacer lo que las mujeres hacen con los hombres

- Sí papi, pero no hacemos el amor

- ¿Cómo que no? Todo lo que te hago te lo hago con amor

- Sí, pero solo me das tu semen en la boca y nunca me lo hechas adentro

- Pero si ya te he dicho bebé, que no tienes vagina para poder hacer eso.

- Entonces tampoco puede ser una putita, porque no tengo vagina.

- mmmm, sí es verdad, te gusta hacer las cosas que hacen las putitas, pero no tienes todo lo que tiene una.

- No es justo - dije un poco molesto

- ¿Que no es justo bebé?

- Porque a mi me gusta ser niño, pero también me gustaría ser niña, para tener vagina y ser una putita de verdad. ¿Las niñas tienen vagina papi?

- Sí bebé, tienen vagina como las mujeres, pero es pequeña. Es como tú, que tienes pene, como los hombres, pero es pequeño.

- Y sin pelitos

- Exactamente, sin pelitos


La pizza y las bebidas se habían acabado, la conversación había sido casi murmurando, pero estábamos en un sector donde no teníamos personas en las mesas aledañas, por lo que nadie nos escuchó.


- ¿Papi? tú me puedes mostrar como es la vagina de una niña.

- Mmmmm, sí creo que sí. Tendría que buscar alguna enciclopedia, y también te puedo enseñar la de una mujer.

- Esa ya la conozco - dije espontáneamente, para darme cuenta que papá no sabía que lo había espiado mientras hacía el amor con mi mamá la semana pasada, llevé mis manos a la boca en evidencia de mi error.


- ¿Qué vagina conoces bebé?


Hubo un silencio, lo miré para saber si estaba molesto o no, y saber si le podría responder con la verdad.

- ¿Desean algo más? ¿Un postre? - Nos interrumpió el mesero

- No gracias, tráigame la cuenta, nos iremos a comer el postre a otro lado - le dijo mi papá al joven y luego me miró con una leve y casi imperceptible sonrisa.




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