¿Cómo manejar el impacto psicológico de la COVID en niños y adolescentes?

¿Cómo manejar el impacto psicológico de la COVID en niños y adolescentes?

Crianza Respetuosa


El aislamiento físico en los hogares, como medida de protección ante la COVID, ha alterado de modo radical la vida de muchos niños. 

Ellos son los más vulnerables a los cambios en sus rutinas cotidianas. Además, muchos cuidadores también han estado experimentando estados emocionales negativos, lo cual repercute directa o indirectamente sobre los niños.

A continuación vamos a estar comentando, las afectaciones más frecuentes que se han estado dando en niños y adolescentes y algunas recomendaciones para un afrontamiento adecuado por parte de los familiares.

El sobreapego ha sido una respuesta frecuente sobre todo en la primera infancia (hasta los 5 años). En menor medida también se ha presentado en niños de 6 a 10 años. 

Es una conducta en la que para calmar la ansiedad, los niños quieren estar todo el tiempo cerca del cuidador principal (la madre en la mayoría de los casos). Los pequeños piden que los carguen todo el tiempo, o andan detrás de la mamá impidiendo que ella pueda realizar otras labores o dedicarse a ella misma. 

Muchas veces se muestran agresivos si otros familiares que habitualmente los cuidan (como es el caso de las abuelas), intentan atenderlos para apoyar a la madre.

Para este tipo de conducta, es importante brindar apoyo y contención a los niños. Ellos necesitan de nosotros para ganar seguridad y tranquilidad. 

Algunas recomendaciones son:

- Que otros familiares apoyen a la mamá u otro cuidador principal, para que ella pueda dedicarse al niño. 

- Que la mamá le pida al niño que la ayude en sus labores. De ese modo ellos se sienten útiles y a la vez, permiten que el adulto haga otras actividades. 

- Ofrecerle diversas actividades de juego que llamen su atención y alternar entre acompañarlo un poco e ir haciendo otras labores.

De seguro muchos padres han notado a sus hijos más caprichosos, voluntariosos y rebeldes, por estos tiempos. Es otra conducta frecuente.

Hay que recordar que la vida ha cambiado mucho para ellos. Les hemos puesto muchas normas para regular la convivencia por largo tiempo, de toda la familia en casa. Por eso usamos mucho el NO y los regañamos con frecuencia. Sin darnos cuenta, no le estamos dando posibilidad de satisfacción a muchas necesidades propias de la edad, como la de explorar y conocer, entre otras. 

En respuesta a todo eso, los niños tienen una reacción lógica de "protestar" del modo que ellos pueden.

Para un afrontamiento saludable de este tipo de situaciones, necesitamos observar en que circunstancias los niños se tornan rebeldes e irritables. Así podremos darnos cuenta de las necesidades que ellos tienen y así buscar el modo de que puedan gratificarlas. Por ejemplo que quiera saltar sobre los muebles, puede estar indicando una necesidad de ejercicio físico a la que se le debe dar respuesta de algún modo.

Además ellos deben tener la vida organizada en horarios y contar con diferente opciones de actividades que los adultos les deben ofrecer.

Mientras juegan o desarrollan esas actividades, debemos acompañarlos. Ese tiempo compartido les hace mucho bien a niños y padres.

Las alteraciones del sueño son otras manifestaciones de afectación, bastante frecuentes.

Si los niños no tienen el mismo gasto de energía, que en las condiciones normales de vida, es posible que no tengan la misma necesidad de sueño. Por eso puede que no quieran dormir en los mismos horarios.

Por otra parte, los estados de ansiedad, les provocan pesadillas, sueño intranquilo y miedos nocturnos. 

Una vez más, se trata de darles afecto y acompañamiento. Y tratar de atenuar la ansiedad que están vivenciando.

Para disminuir la ansiedad de los niños debemos:

- Ajustar horarios para todas las actividades del día. 

- Regular al máximo el consumo de dibujos animados y videojuegos. 

- Ofrecer actividades diversas: juegos de roles, dibujo, plastilina, manualidades en general, juegos de mesa, entre otros. 

- Realizar actividades físicas.

- Invitarlos a colaborar en actividades del hogar.

- Asegurar el autocuidado de los cuidadores, para que el estado emocional para con el niño, sea positivo.

- Alejar a los infantes de noticias negativas y otros contenidos ansiógenos, propios de los adultos. 

En el caso de los adolescentes, una buena parte de ellos, han invertido los horarios, acostándose a altas horas de la noche y luego levantándose tarde. Esto responde a un patrón de sueño que es normal en ellos y a que el aislamiento físico en casa, lo ha favorecido. 

A pesar de que ellos se sienten cómodos así, hay que ayudarlos a regularse. Hacer que se levanten en un horario aceptable y que realicen rutinas de estudio y de colaboración con la dinámica familiar, va a incidir en que logren dormir en el horario de la noche, aunque con un desplazamiento a horas más avanzadas.

El estudio en casa también ha resultado difícil para muchos niños y adolescentes. Esto resulta comprensible, dado que a pesar de todos los esfuerzos, no es posible replicar el escenario escolar, sobre todo por la ausencia de la labor directa de los maestros y de la impronta del grupo. 

Sin embargo, es imprescindible que así como en condiciones normales, cada día se va a la escuela, no pase un día sin que niños y adolescentes, realicen actividades de estudio en casa.

Para que el estudio se desarrolle lo mejor posible, es necesario:

- Que se realice como primera actividad del día, después del desayuno y el aseo personal. El juego siempre debe ir después del estudio. 

- Dosificar las tareas de las teleclases para evitar el agotamiento y aburrimiento. 

- Ajustar el horario a la edad y posibilidades de cada niño. 

- Reconocer el esfuerzo y motivarlos.


Nunca debemos perder de vista que los niños tienen menos recursos psicológicos para afrontar las consecuencias del aislamiento físico en los hogares, como medida de protección ante la COVID. 

Nos toca a nosotros con paciencia y amor, apoyarlos a transitar por esta etapa, del mejor modo posible.



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