¿CÓMO RECIBIR PERDÓN DE DIOS Y CAMINAR EN VICTORIA?

¿CÓMO RECIBIR PERDÓN DE DIOS Y CAMINAR EN VICTORIA?

Fernando Alexis Jiménez | www.FamiliasSolidas.com | En Redes Sociales @VidaFamiliarCo

Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo

La mujer hablaba con sinceridad. “Si este avión se accidentara—me dijo—sin duda iré al cielo. He sido buena esposa, buena madre y ayudo a los necesitados. Y no dudo que Dios tendrá todo eso en cuenta y tendré la eternidad.”

Era su forma de explicarme por qué motivo no iba a ninguna congregación. De hecho, la conversación surgió cuando me vio leyendo la Biblia, en el trayecto a otra ciudad.

Desde su perspectiva, no tenía pecados de qué arrepentirse. Y por supuesto, no era necesario andar en la búsqueda de Dios, si ella no era una persona mala.

Quise hablarle del arrepentimiento de los pecados a ir al Padre para obtener el perdón. Pero de inmediato, desechó la idea.

No es el único caso. Como ella, millares de personas en todo el mundo piensan que ser bueno es el pasaporte a vivir con el Creador por siempre.

Pero, ¿realmente las buenas obras nos justifican? ¿Qué papel ocupan en la espiritualidad de las personas?

ES POR GRACIA, NO POR OBRAS

Todo aquél que desea ser justificado por la eternidad debe llegar a Dios de una manera única: con fundamento en la gracia. Y ese regalo proviene de la obra redentora de Jesucristo. Es gratuita, porque Él ya pagó en la cruz. Nos justifica delante del Padre.

Ahora, ¿por qué la justificación es algo maravilloso? Porque al mirarnos en el espejo de la pecaminosidad, ninguno tendría la oportunidad de obtener la salvación.

Sin embargo, leemos:

“Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.” (Romanos 5: 12 | NBLA)

Cuando somos justificados por la fe y no por las obras, es posible alcanzar lo que humanamente es imposible: la paz con Dios.

El apóstol Pablo escribió:

“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos[b] en la esperanza de la gloria de Dios.” (Romanos 5: 1, 2 | NBLA)

No nos cansaremos en insistir que no es por nuestras obras y merecimientos, sino por la obra de salvación del Señor Jesús. Allí pagó por la condenación que nos merecíamos. Lo hizo de una vez y para siempre. Como consecuencia, el Padre nos concede ser salvos, esto es a los que creen en el Hijo. Es un don gratuito.

DIOS ESEL AUTOR DE LA SALVACIÓN

El autor y teólogo dominicano, Leo Meyer, lo explica de la siguiente manera:

“Dios es el autor de la salvación, un acto que abarca varias realidades: predestinación, regeneración, justificación, adopción, santificación y glorificación. Es un evento pasado que se desarrolla en el presente y tiene una parte que se ejecutará en el futuro. Todo esto no se debe a nuestros méritos, sino únicamente a la gracia de Dios.”

Por su parte, el autor y expositor bíblico Charles Rozell Swindoll, escribe:

“Nacimos en enemistad con Dios. El mismo pecado que introdujo Adán contaminó toda la raza humana. No hay logro humano que pueda borrar esa mancha interior que nos separa de Dios. Esto nos lleva a una conclusión: todos necesitamos ayuda.”

El asunto es abordado en la carta a los Romanos:

“Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. Porque, así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos.” (Romanos 5: 18, 19 | NBLA)

Al tomar conciencia de que somos justos delante del Padre, sentimos confianza para acercarnos a Él, sin temor, con la certeza de que nos ama, nos escucha y nos ayuda en el proceso en todas las áreas de nuestra vida.

LA GRACIA DE DIOS QUE SOBREABUNDA

Absolutamente todos tenemos proclividad al pecado. Nos acompaña siempre, como una sombra gigantesca que se extiende frente a nosotros cuando cae la tarde y tenemos el sol sobre la espalda.

En la carta a los Romanos leemos:

“La ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, para que, así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.” (Romanos 5: 20, 21 | NBLA)

Las obras de la ley, en las que todavía muchos se mueven o afincan sus esperanzas para alcanzar la salvación, nos hace conscientes de la maldad. Por ese motivo podemos asegurar que la gracia superó el pecado, lo venció y, de esa maneja, trajo esperanza.

POR AMOR, DIOS PERDONA A QUIEN DEBE MORIR

Una escena del evangelio ilustra este principio fundamental:

“Los escribas y los fariseos trajeron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. ¿Tú, pues, qué dices?». Decían esto, poniendo a prueba a Jesús, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. Pero como insistían en preguntar, Jesús se enderezó y les dijo: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, le dijo: «Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?». «Ninguno, Señor», respondió ella. Entonces Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más».” (Juan 8:3-11 | NBLA)

Tenga en cuenta que, de acuerdo con la ley, la mujer debía ser apedreada. Sin embargo, el Señor Jesús—quien en su condición divina estuvo en el monte Sinaí cuando se promulgó la ley para los israelitas—fue claro a decirle a la adultera:

-- Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más.

Esa es la manifestación del amor de Dios por los pecadores. Aunque es juez soberano, no quiere la condenación del género humano. Por ese motivo extiende su gracia, para evitar la perdición eterna de millares de almas.

En la carta a los creyentes de Éfeso, el apóstol Pablo escribió:

“Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados), y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2.1-9 | NBLA)

Hay varios conjuntos de palabras que se infieren y que es importante tener en cuenta:

  • La misericordia de Dios.
  • El amor de Dios.
  • La gracia de Dios nos salva.
  • Por medio de la fe.
  • La gracia es un don de Dios.
  • La salvación no es por obras.

Quienes se afirman en el legalismo ocultan, rechazan o desestiman la doctrina de la gracia porque le quita esencia a la religiosidad en la que siempre han confiado.

Todo se vuelve sencillo en esencia: Dios nos ofrece el perdón de pecados por la gracia. Lo único que debemos hacer es apropiarnos de ella por fe.

Aprópiese de la gracia de Dios, pida perdón por sus pecados y emprenda una nueva vida. Por la obra de Jesús es la cruz es posible alcanzar el perdón.

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