Bhagavad Gita

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KRISNA

1. Aquel que actúa no por una recompensa terrenal, sino cumpliendo con la acción que ha de realizarse, ese es un sannyasi[69], un yogui, y no aquel que no enciende el fuego sagrado ni ofrece sacrificio santo.

2. Porque el sannyasi que renuncia es también el yogui de la acción santa; y ningún hombre puede ser un yogui si antes no abandona su voluntad terrena.

3. Cuando el sabio escala las cumbres del yoga, sigue la senda de la acción; mas cuando finalmente alcanza las cumbres del yoga, se halla en la tierra de la paz.

4. Y alcanza las cumbres del yoga cuando abandona su voluntad terrena, cuando no se halla atado por la acción de sus sentidos, ni tampoco por sus obras en la tierra.

5. ¡Álzate, pues! Y con ayuda de tu espíritu eleva tu alma: no permitas que decaiga. Pues tu alma puede ser tu amiga, pero también tu enemiga.

6. El alma del hombre es su amiga cuando mediante el espíritu él la ha conquistado; mas cuando un hombre no es señor de su alma, entonces esta se convierte en su propio enemigo.

7. Cuando su alma está en paz[70], él está en paz, y entonces su alma se halla en Dios[71]. En el frío o en el calor, en el placer o en el dolor, en la gloria o en el infortunio, él siempre está en Él.

8. Cuando, dichoso con la visión y la sabiduría, [el sabio] es dueño de su propia vida interior, su alma sublime establecida en lo alto, entonces es llamado yogui en armonía. Para él el oro, las piedras o la tierra son una misma cosa.

9. Él se ha elevado a las alturas de su alma. Y en paz contempla a sus familiares, compañeros y amigos, a los imparciales o indiferentes o a quienes le odian: a todos ellos los ve con la misma paz interior.

10. Cultive el yogui día tras día la armonía del alma: en lugar apartado, en profunda soledad, dueño de su mente, sin esperar nada, sin desear nada.

11. Encuentre un lugar puro y un asiento estable[72], ni muy alto ni muy bajo, cubierto con hierba sagrada, una piel y una tela por encima.

12. Acomódese en ese asiento y practique yoga para la purificación del alma: con la vida de su cuerpo y mente en paz; su alma en silencio ante el Uno[73].

13. Con el cuerpo, la cabeza y el cuello erguidos, instalados rectos e inmóviles; la mirada interior no inquieta, sino asentada y fija entre las cejas;

14. con el alma en paz, desterrado todo temor, afianzado en su voto de santidad[74], permanezca con la mente en armonía y su alma dirigida a mí, su Dios supremo.

15. El yogui que, dueño de su mente, ora de continuo en tal armonía de alma, obtiene la paz del nirvana, la paz suprema que se halla en mí.

16. El yoga es armonía. No es para quien come en exceso ni para quien come poco; tampoco para el que duerme poco, ni para quien duerme en demasía.

17. Armonía en la comida y el descanso, en el sueño y en la vigilia: perfección en todo cuanto uno hace. Ese es el yoga que proporciona la paz frente al dolor.

18. Cuando la mente del yogui se halla en armonía y encuentra el reposo en el espíritu que reside en su interior, alejados todos los deseos inquietantes, entonces él es un yukta, uno en Dios.

19. Entonces su alma es una lámpara cuya luz es firme, pues arde al abrigo de todo viento.

20. Cuando la mente se asienta en la quietud de la oración del yoga[75], y por la gracia del espíritu ve el espíritu y en él halla plenitud,

21. entonces el devoto conoce el gozo de la eternidad: una visión percibida por la razón mucha más allá de lo que los sentidos puedan percibir. Allí dentro mora y no se aparta de la verdad.

22. Ha encontrado el gozo y la verdad, una visión para él suprema. Allí dentro se halla firme: el mayor de los dolores no le afecta.

23. En esta unión del yoga hay libertad: una liberación frente a la opresión del dolor. Este yoga debe seguirse con fe, provistos de un corazón fuerte y valeroso.

24. Cuando todos los deseos se hallan apaciguados, y la mente, retirándose adentro, reúna a los múltiples sentidos errantes en la armonía del recuerdo,

25. entonces, con la razón armada de resolución, guíe el devoto su mente sosegada hacia el interior del espíritu, silenciando así todos sus pensamientos.

26. Y cada vez que la mente inestable e inquieta se extravíe alejándose del espíritu, tráigala de nuevo una y otra vez hacia este.

27. Es así como la dicha suprema adviene al yogui cuyo corazón es firme, cuyas pasiones han sido apaciguadas; que se halla limpio de pecado y es uno con Brahman, con Dios[76].

28. El yogui que, limpio de pecado, ora en todo momento en esta armonía del alma, pronto siente el gozo de la eternidad, la dicha infinita de la unión con Dios.

29. Él se ve a sí mismo en el corazón de todos los seres[77], y a todos los seres en su corazón. Esa es la visión que de la armonía tiene el yogui; una visión que es siempre una.

30. Y cuando me ve en todo y todo lo ve en mí, entonces nunca le abandono y él nunca me abandona.

31. Aquel que, en esta unidad de amor, me ama en todo cuanto ve, doquiera que viva, en verdad ese hombre vive en mí.

32. Y el más grande de los yoguis es aquel cuya visión es siempre una: cuando el placer y el dolor de los otros es su propio placer y dolor.

ARJUNA

33. Me has hablado, ¡oh Madhusudana!, de un yoga en constante unidad, de una comunión que es siempre una. Mas la mente es inconstante; no logro hallar descanso en medio de su agitación.

34. La mente, ¡oh Krisna!, es inquieta, impetuosa, obstinada, difícil de domar: llegar a dominar la mente se antoja tan difícil como lograr someter a los vientos procelosos.

KRISNA

35. Cierto es, ¡oh hijo de Kunti! Que la mente es inquieta y en verdad difícil de adiestrar. No obstante, mediante la práctica y la liberación frente a las pasiones, sin duda la mente puede domarse.

36. Cuando la mente no se halla armonizada, esta comunión divina es difícil de alcanzar; pero el hombre cuya mente se halla en armonía, si es sabio y esforzado, la alcanza.

ARJUNA

37. Y si un hombre se esfuerza y fracasa en alcanzar el objetivo del yoga, pues su mente no está en yoga, y aun así ese hombre tiene fe, ¿cuál es su final, oh Krisna?

38. ¿Acaso alejado de la tierra y el cielo, errante entre los vientos sin rumbo, se desvanece como una nube en el aire, no habiendo hallado la senda de Dios?

39. Ilumina mi oscuridad, ¡oh Krisna!: sé para mí una luz. Pues ¿quién si no tú puede disipar esta duda?

KRISNA

40. Ni en este mundo ni en el venidero perece ese hombre; pues quien hace el bien, hijo mío, nunca transita el sendero de la muerte.

41. Habita por años innúmeros en el cielo de los que hicieron el bien; y luego, ese hombre que no llegó a alcanzar el yoga es nacido de nuevo en casa de gente buena y próspera.

42. Es posible incluso que nazca en una familia de yoguis, donde brille la sabiduría del yoga; mas nacer en familia tal rara vez acontece en este mundo.

43. Comienza así su nueva vida con el saber de una vida anterior; y empieza de nuevo a esforzarse, siempre adelante hacia la perfección.

44. Pues su anterior aspiración y empeño le conducen irresistiblemente hacia adelante; e incluso el que simplemente aspira al yoga llega más allá de lo escrito en los libros.

45. Y así, el yogui siempre afanoso y con el alma limpia de pecado alcanza la perfección a través de muchas vidas, y llega al fin supremo.

46. ¡Sé pues, oh Arjuna, un yogui! Pues el yogui va más allá de quienes siguen la vía de la austeridad[78], la sabiduría[79] o la acción[80].

47. Y de entre todos los yoguis, el más grande es aquel que se muestra lleno de fe en su corazón y me ama con toda su alma.

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