Baby doll

Baby doll


20. Eve

Página 23 de 55

2

0

.

E

V

E

Eve no alcanzaba a comprender la rapidez con que su alegría, el alivio de saber que Lily estaba de vuelta, se había transformado en desesperación. Lo que preocupaba a Eve no era la reacción de Lily a las noticias sobre Wes. Sino la ausencia de la misma. La expresión de Lily no se había alterado, pero sus ojos reflejaban dolor. Antes de que a Eve le diera tiempo a decir alguna cosa, antes de que alguien pudiera darle explicaciones, Lily se había marchado corriendo arriba. En otros tiempos, Eve habría seguido a Lily, se habría asegurado de que todo iba bien. Pero ahora algo la había detenido. Por difícil que fuera aceptarlo, Lily no quería su compañía en ese momento. Necesitaba espacio y Eve estaba dispuesta a respetar sus deseos. Tenía además que pensar en Abby. Desde que Wes se había marchado, Abby no se había movido del sofá y seguía con expresión concentrada, como si estuviera intentando solucionar un problema matemático que no tenía respuesta. Eve empezó a notar el ascenso de la tensión hacia los hombros.

—Se pondrá bien, Evie. Todas estaréis bien —dijo su madre, dándole unas palmaditas cariñosas.

Pero su padre era de otra opinión.

—Llama al médico, Eve. Dile que Lily tiene problemas. Son demasiadas cosas demasiado pronto. Estará mejor en el hospital.

—Para, papá. Ya has oído lo que ha dicho Lily. Démosle un poco de tiempo.

—Eve, creo que…

—Papá, se acabó la discusión.

El padre de Eve se puso colorado. Cuanto mayores se hacían sus padres, más sensibles se volvían. Y además su padre, que había sido consejero delegado de una empresa de suministros médicos durante treinta y seis años, era un hombre acostumbrado a salirse con la suya. Eve lo oyó murmurar para sus adentros:

—A lo mejor no tendríamos ni que haber venido.

Eve no estaba dispuesta a seguir con el tema. No en aquel momento.

—A lo mejor.

—Escúchame bien, jovencita, hemos venido hasta aquí para ayudar…

—Yo no os pedí que vinierais.

Era cierto. De hecho, les había dicho que no vinieran. Sabía que ellas iban a necesitar tiempo para asimilar lo sucedido, para reconectar las tres, pero su padre nunca aceptaba un no por respuesta.

—No pienso permitir que ignores las señales de alarma mientras tus hijas se desmoronan —declaró.

Eve hervía de rabia.

—¿Piensas que voy a permitir que se desmoronen? Yo no dejo nunca que nada se desmorone. Pero esta es mi casa. Mi familia. Lo gestionaré a mi manera. Y si no te parece aceptable, a lo mejor tendrías que volver a tu casa.

—¿Así que nos echas? —preguntó su padre, bizqueando casi por el enfado.

—Estoy pidiéndote que respetes nuestra situación.

Se produjo un momento de silencio y, acto seguido, su padre abandonó la estancia hecho una furia. La madre de Dave se acercó a Eve y la agarró por el brazo.

—No se lo tomes en cuenta. Tienes razón, no deberíamos haber venido, pero yo quería volver a ver a nuestra niña. Volveré en cuanto hayas podido solucionar todo esto. Y escucha, sé que sientes tentaciones de dejarlo todo por tus hijas, pero cuida también de ti.

Eve abrazó a Meme.

—Lo mismo digo.

Meme se fue arriba. Eve se armó de valor dispuesta a enfrentarse a su madre, pero su reacción la sorprendió.

—Nuestras chicas están juntas. Están sanas y salvas y estáis todas juntas. Eso es lo que importa. Ya me encargaré yo de tu padre. A ese vejestorio no le gusta no controlar las cosas —dijo.

Eve oyó que su padre estaba hablando por teléfono con la agencia de viajes, pidiéndoles que reservaran un vuelo para primera hora de la mañana. Normalmente, Eve adoptaba el papel de pacificadora. No le gustaba nada que su padre se enfadase y siempre hacía lo posible para solucionar el tema. Pero aquella noche, los sentimientos de su padre le traían sin cuidado. Estaba agotada. Se dejó caer en el sofá al lado de Abby, consciente de que tenían que hablar de Wes y de cómo lo había tratado su hija.

La televisión estaba encendida y Abby la miraba sin ver nada. De pronto, apareció en pantalla una imagen de Lily y Abby cuando tenían dieciséis años. Estaban emitiendo un reportaje sobre la vuelta a casa de Lily. Era increíble. Eve quiso coger el mando a distancia.

—Apaga eso.

Pero Abby se negó y subió el volumen.

La imagen de Lily quedó magnificada en la pantalla gigante de alta definición. Aquella condenada foto de la placa conmemorativa cuya instalación Rick Hanson había ayudado a organizar. Y entonces la imagen se cortó para pasar a la de Lily hoy mismo, recuperando a Sky de los brazos de Wes. Eve no pudo evitar pensar que Lily parecía a la vez un pajarito herido y una poderosa guerrera. Cuando la cámara se centró en el repeinado reportero con expresión de grave preocupación, Eve se dio cuenta de que estaba justo enfrente de su casa.

—Mientras que amigos y familiares se han reunido hoy para dar apoyo a los Riser, los miembros de la familia de Rick Hanson, el presunto secuestrador, siguen de su lado.

La imagen cambió y apareció en pantalla Missy, la mujer de Rick Hanson. Estaba delante de la cárcel del condado de Lancaster, rodeada por un mar de reporteros. Delicada y agotada, ataviada con un exquisito y caro vestido de color azul marino complementado con un collar de perlas, transmitía un aspecto respetable, como el de la esposa de un político. Eve sabía que Missy Hanson era maestra de educación infantil, una mujer excepcionalmente guapa con cabello oscuro y largo y un leve acento sureño. Había pasado por su casa para traerles un guiso de atún poco después de la desaparición de Lily y les enviaba una carta una vez al año para recordarle a Eve que pensaban en su familia y rezaban para obtener respuestas. ¿Qué hacia esa mujer en la tele? Eve se inclinó hacia delante y contuvo la respiración dispuesta a oír lo que tuviera que decir Missy.

—Mi marido no es malo. Sé que de serlo todo resultaría más sencillo. Tomó decisiones horrorosas, pero creo que hay preguntas que continúan sin respuesta sobre la chica que supuestamente secuestró. De hecho, tengo pruebas que demuestran que podría haber una versión muy distinta de esta historia.

A Eve se le cortó la respiración cuando Missy mostró una foto. La cámara hizo un

zoom para apreciar mejor el selfie. Cuánto odiaba Eve esa palabra. Era tan vulgar. Pero estaba claro que se trataba de un selfie. Sería de hace uno o dos años. Lily tenía el brazo extendido y sonreía, Sky y Rick asomaban la cabeza. Llevaban gorros de fiesta y sonreían a la cámara. Por su aspecto, cualquiera habría dicho que eran una familia feliz y normal, no dos personas secuestradas por Rick. Eve sintió tantas náuseas al ver la fotografía que tuvo que apartar la vista. Abby se llevó la mano al vientre y se quedó mirando fijamente la pantalla, sin parpadear.

—Sé que a muchos de ustedes les costará entender por qué estoy aquí, pero di mi palabra de permanecer junto a mi esposo en la salud y en la enfermedad, y pienso ser fiel a la misma. Confío en que el público no opine hasta que se hayan revelado todos los detalles del caso. Gracias.

Eve buscó la mano de Abby, consciente de que aquello afectaría tremendamente a su hija.

—Tranquila, Abs. Nadie va a creerse esta historia. Nadie —le dijo.

Pero Abby se levantó de repente. Cogió las llaves del coche de Eve y corrió hacia la puerta. Eve intentó bloquearle el paso.

—Abby, espera… Tranquilízate.

Abby se volvió hacia ella.

—Voy a dar una vuelta. Déjame en paz. Déjame en paz de una puta vez.

Abby salió corriendo de la casa, los periodistas gritándole preguntas, los

flashes de las cámaras echando humo, cegando a Eve que se había quedado en la puerta. Eve la dejó marchar y confió en que poco a poco se fuera enfriando. Llamó a Wes, sabiendo que habría visto las noticias y esperando que pudiera localizar a Abby y sosegarla.

Eve necesitaba acostarse, pero empezó a dar vueltas por la casa, incapaz de relajarse. Limpió la cocina de arriba abajo, pero comprendió que no podía permanecer en la casa ni un segundo más. Abby se había llevado las llaves del coche y decidió llamar un taxi. Le dio la dirección de una casa a la vuelta de la esquina y llegó hasta allí saliendo por la puerta del jardín trasero. Pensó que simplemente iría un rato al Belvedere, su local favorito en la ciudad, y que bebería hasta ahogar las preocupaciones. Pero se encontró sin darse cuenta delante del edificio del departamento de policía de Lancaster. Nunca le había gustado ir allí, aborrecía los recuerdos que el lugar le traía, pero tenía que ver a Tommy y asegurarse de que aquella foto y las declaraciones ridículas de Missy Hanson se quedaran en nada.

Se dirigió a su despacho y vio a Charlie, el administrativo. Ya ocupaba ese puesto aquella primera noche en que fue interrogada, aunque nunca jamás la trató como una criminal. Nunca había olvidado su amabilidad. Charlie le sonrió de oreja a oreja al verla llegar y le estrechó la mano.

—Señora Riser. No sabe cuánto me alegro, lo feliz que me ha hecho saber que Lily está bien.

—Gracias, Charlie. Nuestra alegría es inmensa… también…

La sonrisa de Charlie se esfumó.

—¿Ha pasado algo?

La fachada de valentía de Eve se estaba agrietando poco a poco, pero sabía que no podía derrumbarse.

—Me preguntaba si estaría el

sheriff Rogers. Tenía algunas preguntas.

—Sí, señora. La acompañaré…

—No es necesario. Conozco el camino.

Eve se alejó corriendo de la mirada inquisitiva de Charlie. Llegó al despacho de Tommy y lo vio a través del cristal, encorvado encima de sus papeles, sin el sombrero, una taza de café sobre la mesa. Por un instante, Eve se preguntó si debería dar media vuelta y marcharse. Pero era demasiado tarde. Tommy levantó la vista y se quedó pasmado al verla allí. Se incorporó rápidamente para abrirle la puerta.

—¿Evie? Pasa. ¿Estás bien? Bueno, seguro que no lo estás… No te esperaba. ¿Qué te trae aquí a estas horas?

—Necesitaba…, necesitaba…

Eve soltó todo el aire y se dejó caer en una silla.

Él se la quedó mirando y comprendió por qué había ido.

—Mira, Rick Hanson está loco si piensa que esas fotos pueden explicar lo que encontramos en ese infierno… —Tommy se interrumpió, percatándose de que había hablado demasiado.

Eve sabía que por la mañana se había comportado como una cobarde. Que había accedido a cuidar de Sky porque no tenía agallas para escuchar la confesión de Lily. Pero entonces comprendió que si tenía que ayudar a Lily y a Sky a superar todo aquello, si tenía que ir contra Hanson, no podría vivir en la ignorancia.

—Quiero saber todo lo que le pasó a mi hija. Necesito saberlo.

Apenado, Tommy se frotó la cara, sus ojos de color avellana con ojeras rojizas colgando debajo.

—Eve, creo que no es muy buena idea. Hay cosas en su declaración que una madre no debería oír nunca. Créeme si te lo digo.

—Tommy, por favor.

—Iría en contra del protocolo. Una vez más.

—Pero por mí…, ¿no romperías el protocolo por mí? —Sabía que era una pregunta horrenda, pero le daba igual.

Tommy suspiró, sopesando sus alternativas, sus responsabilidades. Se incorporó despacio y se acercó a las persianas del despacho, que cerró para impedir miradas indiscretas. Regresó a la mesa y le pasó una carpeta a Eve.

—Es el informe preliminar del FBI, junto con un catálogo de las pruebas recogidas en la escena del crimen. Si quieres, te dejo sola para concederte un rato de intimidad.

Hizo ademán de marcharse, pero Eve estiró el brazo para impedírselo. Dejó descansar su mano sobre la de él.

—Por favor. No te vayas.

Tommy no dijo palabra. Retiró la mano y se sentó de nuevo detrás de la mesa. Permaneció en silencio mientras Eve leía el informe de sesenta páginas, un relato detallado de los abusos sexuales y físicos que había sufrido su hija en manos de un hombre que hasta entonces había considerado un amigo de la familia. Eve interrumpió la lectura varias veces, preguntándose si había cometido un error, preguntándose si algún día lograría quitarse de la cabeza todas aquellas imágenes. Cuando cerró por fin la carpeta, pensó que iba a vomitar. ¿Cómo era posible que existieran personas capaces de hacer todo aquello, no solo a su hija, sino a cualquier ser humano? ¿Cómo podía vivir en un mundo con gente así? Miró a Tommy, las lágrimas cayéndole sin cesar.

—¿Está aquí? —le preguntó, incapaz de pronunciar su nombre.

—Está. Hoy le han dado una buena paliza, así que le tenemos en custodia por su propia protección.

—¿Quién le ha dado esa paliza?

Tommy no respondió, lo cual fue respuesta suficiente. Eve deseó estrecharles las manos a los agentes, pensó en ofrecerles una comida casera para poder escuchar hasta el último y sórdido detalle de cómo había sufrido.

—¿Está mal?

—No lo bastante.

—Nada será nunca bastante. Lo sabes, ¿no? —dijo Eve.

—Lo sé, Evie. Créeme, lo sé.

Eve le devolvió el informe, deslizándolo por encima de la mesa, y se levantó.

—Gracias.

—¿Necesitas que te lleven? Puedo pedírselo a cualquiera de los chicos.

Las imágenes, las cosas que acababa de leer batallaban para buscar un espacio en su cerebro, le impedían pensar. Abrió la boca para aceptar el ofrecimiento, pero en vez de palabras, se le escapó un sollozo. Tommy la abrazó y Eve se recostó en él, rompiendo otra vez a llorar por Lily. Lloró por Abby, por Dave, por sus padres y por toda la gente que Rick Hanson había destruido despreocupadamente.

—Estoy aquí, Evie. Estás conmigo. Todo irá bien. Estoy aquí.

«Siempre tan amable y tan íntegro», pensó Eve, consciente de que estaba inmiscuyéndose de nuevo en la vida de Tommy. Él había hecho su elección hacía años y la elegida no había sido ella. Pero a pesar de todo, Eve había acudido a su despacho, había querido verlo. Se sentía como si estuviera en una de esas montañas rusas que salían en las noticias. Tornillos y tuercas volaban por todas partes, precipitándola hacia el desastre. Los sonidos y el ajetreo de la comisaría desaparecieron. Era imposible saber cuánto tiempo estuvo abrazándola. Eve deseaba seguir allí… y lo habría hecho, pero su familia la necesitaba, y él no era suyo. Se apartó y cogió el bolso.

—¿Crees que vas a estar bien? —preguntó Tommy.

—Eso espero.

Eve tenía ya la mano en el pomo de la puerta cuando él la cogió de nuevo entre sus brazos, su corazón latiendo a tanta velocidad como el de ella.

—¿Qué vamos a hacer, Evie? —le preguntó.

Eve se quedó mirándolo.

—No tengo ni idea.

Ir a la siguiente página

Report Page