Azul

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NO tuvieron contratiempos durante la escapada, en realidad Fátima ni siquiera imagino que los hubiera después de lo que había sucedido en mansión del duque. Amelia no se atrevería a desafiar las amenazas que Oliver le había hecho, aunque en lo profundo de su ser, ella temía que Amelia o Alfonso intentaran por lo menos desquitarse de alguna manera. Podía esperar cualquier clase de sorpresa desagradable y mucho peor considerando que ambos monstruos estaban coludidos.

A bordo del Cerulean y del Black Clover, había mucho movimiento. Oliver la condujo de inmediato a su cabina, y sin perder tiempo regresó a cubierta gritando órdenes a la tripulación. Alfonso no era una persona grata en aquel sitio, y después de haber atacado un barco inglés y secuestrando a uno de sus pasajeros, era obvio que tendría la precaución de tratar de ocultar los barcos anclándolos lejos del muelle popular. Lejos de cualquier testigo, pero también lejos de todo resguardo. Esto resultó beneficioso para los planes de Oliver.

El Cerulean y el Black Clover se estacionaron detrás de los cuatro barcos españoles que aguardaban anclados en una bahía alejada del muelle. No habían tenido ni un ápice de dificultad para localizar los barcos de Alfonso, siendo piratas, sabían con toda precisión cada palmo de las tierras e islas que se esparcían por todo el Caribe.

—¡Fuego!.

El Capitán Drake giró la orden desencadenando un estallido de voces que multiplicaban esa sola palabra. El galeón se sacudió con cada cañonazo. Una tromba de proyectiles lanzados desde el Cerulean y el Black Clover convirtieron en astillas a la flota española en pocos minutos y después de la ofensiva, los dos navíos enfilaron hacia mar abierto.

Habían transcurrido un par de horas desde el ataque. Fátima permaneció en la cabina observando a través de una escotilla como se fusionaban el cielo y el mar en una sola tonalidad turquesa.

¿Por qué siempre había tonalidades de azul rodeándola?, se preguntó ella. ¿Quién era entonces parte del mar, Oliver o ella?.

Y ¿si fuera ella?.

Pero, ¿si era él?.

—Fátima. Robbie regresa a Port Royal y quiere despedirse de ti.

Una arruga se incrustó en el ceño de Oliver, era evidente su molestia y no pudo ocultar la inquietud de su voz. Ella debía estar asustada por los disparos, tal vez hasta molesta con él por haber atacado aquellos barcos, en cambio ella lo observaba indiferente, como si ella no estuviera ahí frente a él. Él suspiró, seguramente ella se encontraba en shock después del ataque, eso explicaría su ausencia.

Fátima salió a cubierta, el Black Clover navegaba a la par que el Cerulean, a tan solo unos cuantos metros de distancia. Tim maniobraba el timón y la tripulación apiñada sobre el barandal de madera, agitaban sus manos en cuanto tuvieron a la mujer al alcance de la vista.

Había llegado la hora de separarse de aquellos hombres con quienes ella había compartido varios meses de angustias, huídas y lecciones no solo de esgrima sino de vida. Ella sentía un genuino afecto por cada uno de ellos. Especialmente por Robbie. Lo iba a extrañar.

—Buen viaje Fátima. Nos veremos pronto. Le he prometido al Capitán Drake que estaremos a tiempo para la boda religiosa. —El hombre abrió sus brazos. Fátima se sintió como una niña pequeña que corre a los brazos de un hermano— Cuídate mucho.

Le dijo al oído con voz muy dulce. Fue la primera vez que ella escuchó esa melodía inyectada en su voz y luego depositó un beso diminuto sobre su frente.

Los marinos del Black Clover levantaron un tablón ancho y lo colocaron sobre los barandales de ambos barcos formando un puente por donde Robbie caminó de un extremo al otro y regresó a bordo de su fragata.

Oliver rodeó a Fátima por la cintura con sus brazos y la besó en la mejilla, mientras las tripulaciones de los dos barcos gritaban vivas, hurras y exclamaciones de algarabía. Oliver dejó escapar una carcajada serena y clara ante la muestra de entusiasmo de sus colegas.

Siempre rodeada de azul. Volvió esa frase a su pensamiento. Sentía pena.

¡Se sentía azul!. No le agradó.

Tuvo que reconocerlo, separarse de esos hombres le producía cierta tristeza. Más azul rodeándola, pensó.

—Hasta pronto Robbie, Tim... Hasta pronto a todos.

Ella gritó para que escucharan su voz, y les lanzó un beso al aire que corearon con un estrepitoso “Aye milady”.

El Black Clover giró a estribor y se alejó veloz con las velas henchidas, mientras el Cerulean se enfilaba hacia el norte.

Fátima permaneció recostada en el pecho de Oliver, contemplando desde cubierta al Black Clover que se perdía entre el turquesa del cielo y el mar.

Ella elevó su rostro y contempló el perfil de Oliver, su mentón fuerte, su nariz recta sus ojos que habían adoptado una tonalidad más intensa de verde y sus extraordinarios y carnosos labios.

“Rodeada de azul”, admitió ella. Y él era como un príncipe ¿azul?... Siempre creyó que esos romances insólitos eran solo cuentos de hadas, y ahora ella misma podía dar fe que eran reales.

Oliver colocó sus nudillos bajo la barbilla de ella y elevó su rostro hacia el suyo, sus hermosos ojos verdes brillaban con esa extraña chispa vital que solo se observa los días soleados sobre el agua cadenciosa del océano.

—Ha sido la última. —Dijo en medio de un suspiro.

—¿La última?.

—Si, la última batalla. Finalmente soy libre. ¡Soy libre, Fátima!.

La aprisionó sutilmente entre sus brazos y embarcó sus labios en los de ella con aquella ternura tan infinita y mucho más profunda que el mar... azul.

Charles Towne, Carolina. 1673

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