Azul

Azul


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Ella se volvió a la puerta del balcón y levantó un poco la cortina. Una bofetada de agua y viento se estrello en el cristal, tan sorpresiva fue que la hizo saltar hacia atrás. Podía escuchar el bramido del océano y el reproche del viento, como si se hubieran puesto de acuerdo para recriminarle los besos de la biblioteca y la cocina.

O sería tal vez, que le estaban dando un ultimátum.

Mar, viento y cielo no aceptarían ninguna clase de traición.

Lo dejaron muy, muy claro.

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