Aurora

Aurora


Capítulo 28

Página 31 de 52

Capítulo 28

Obviando a sus hermanas esa mañana —y más que todo cuando en el desayuno comenzaron a comentar sobre lo que el guapo de Alonso les había parecido— Aurora admiraba su bonsái antes de salir para su trabajo tratando de disimular lo más que podía su cansancio y lo que había soñado. Las chicas estaban encantadas con el “enano” como le llamaron también y la curiosidad por conocer al médico les picaba demasiado.

—Al menos la comida nueva les gusta a Romeo y Julieta —dijo Diana—. Se la comieron toda.

—Los veo muy bien, antes de irme les tomaré una foto para enviársela a Rick —añadió Minerva terminando de beberse un vaso de jugo.

—Me alegra —suspiró Aurora luego de rosearle un poco de agua al bonsái—. El encargado de la tienda me dijo que es necesario que el doctor los vea, ya que al conocerlos sabrá que especie son y será mejor atenderlos.

—Pues habrá que obedecer —sonrió Diana sintiendo que el foco de la idea se le había prendido, si Aurora dejaba pasar más tiempo y perderlo ella no.

Ya era mitad de semana y según ella, era necesario socarle las tuercas a su hermana y hacer que al menos disfrutara de uno de los hombres interesados en ella.

Poco antes de llegar a la agencia mientras manejaba Aurora escuchó que su teléfono timbraba, apenas y alargó su brazo para buscarlo en su bolso sin dejar de ver la calle pero en cuanto lo tuvo dejó de sonar. Con el rabillo del ojo miró quien la llamaba y al ver el nombre tragó, era Alonso y sus pensamientos al recordar el sueño volvieron a asaltarla y —de paso— a alterarla. Dejó descansar el móvil sobre sus piernas ya que por ir manejando no podía marcar, buena excusa también para no hablar con él, seguía perturbada aunque en realidad y debido a lo que pasó, era ella la del compromiso de llamarlo y preguntarle cómo había amanecido porque era de suponerse que muy adolorido. Justo a unos metros de su parqueo el teléfono volvió a timbrar y “vibrar” a la vez, haciendo que en un reflejo frenara de un solo golpe y de no haber sido por el cinturón no hubiese podido evitar el golpe en el volante. El móvil había resbalado hasta meterse entre sus piernas y la vibración del mismo la sintió justo en su sexo por encima del pantalón y debido a eso, los músculos se activaron en alerta haciéndole tensar la pierna, lo que ocasionó meter el freno sin querer.

—Ay Dios —se dijo reaccionando de golpe, el roce violento del cinturón con su cuello le hizo un chimón, se miró en el retrovisor frunciendo la frente—. Lo que me faltaba —se acarició con cuidado, le ardía.

Sujetó el teléfono y miró la pantalla, había sido mensaje y del mismo Alonso para su colmo, exhaló.

“Buenos días preciosa, te he llamado pero supongo que vas hacia tu trabajo y lo entiendo. Te

aviso que te hago caso y voy saliendo a donde el médico, el dolor en la espalda poco me dejó dormir,

luego te aviso cómo me fue. Abrazos ;)”

Eso decía el mensaje cuando Aurora lo leyó y no sabía a qué ponerle atención, si al que la llamara “preciosa” el muy osado o a que el malestar de la espalda lo haya hecho ir al médico y eso le preocupó. Por un momento quiso contestarle de inmediato pero la cabeza se le nubló y no supo qué decir, la sacudió porque no podía quitarse su imagen de la madrugada. Él besándola y tocándola y no sólo eso, con su cara entre sus piernas hizo que las volviera a apretar otra vez, lo había visto tan condenadamente sensual que le era imposible controlarse y hasta estaba considerando no verlo ese día. Aurora no se sentía bien y sabía que si no hacía eso a un lado, no iba a poder concentrarse en su trabajo todo el santo día. Haciendo un mohín metió su teléfono al bolso, ya luego vería que hacer.

—Querido Cat por favor cántame algo y tranquilízame, sólo tu voz puede hacerlo —buscó con desesperación en su reproductor alguna canción de él que escuchar y al momento encontró “Morning has broken” le dio play y se reclinó en su asiento suspirando.

Oh sí, algo de poesía y filosofía matutina estaba bien para comenzar a distraerse e imaginar los pájaros, las flores del jardín, la lluvia, el cielo, el rocío, el césped, el sol y la alabanza a la creación por un nuevo amanecer como decía la canción, iba a hacer que su mente dejara de pensar en lo que no debía. Bendito Cat, el hombre tenía un don para amansar a cualquier bestia con su música. Paz y amor, oh sí, un poco de tranquilidad se agradecía.

—Pudo haber sido peor —se dijo resignada luego de exhalar manteniendo la calma—. Si hubiera acelerado de un solo con seguridad choco.

Escuchando su música arranco de manera normal para terminar de llegar a su trabajo.

Llegando lo primero que hizo fue llamar a su abogado.

—Buenos días Emily, soy Aurora Warren —saludó a la secretaria—. ¿Me comunicas con el licenciado Rooswelt por favor?

—Buenos días señorita Warren, enseguida.

—Gracias.

Sólo esperó unos segundos.

—Aurora que bueno escucharte, buenos días —saludó el hombre al otro lado, era contemporáneo de los padres de las chicas y por eso les tenía mucho cariño como si fueran sus propias hijas.

—Buenos días licenciado, disculpe que lo llame tan temprano pero necesito que haga algo por mí, es urgente.

—A ver, dime —le puso atención mientras se acomodaba sus lentes y cogía papel y lápiz de su escritorio.

—Quiero solicitar una orden de alejamiento, estoy siendo acosada.

—¿Cómo? —el hombre se asustó.

—Así es pero por favor quiero que todo se lleve de la manera más hermética posible, hasta anoche me había callado pero ya mis hermanas lo saben también. Necesito contar con un respaldo judicial, con algo que me proteja y me permita actuar sin problemas llegado el caso.

—Dame todos los detalles, te diré qué hacer y no te preocupes, si estás en todo tu derecho puedes estar tranquila, ¿contra quién sería?

Aurora respiró con calma y sin entrar mucho en detalles personales le comentó al profesional sus temores y éste, mientras la escuchaba con atención anotaba todo para que el caso fuera procesado inmediatamente y con carácter de urgencia.

Una hora después de hablar con él, Aurora estaba más tranquila bebiendo un poco de su granizado de café, trabajaba frente al monitor pero no dejaba de pensar en lo que habían sido esos últimos días. Una semana ya, hacía una semana que toda su rutina le había girado por completo, observaba el calendario de su computadora mientras llenaba una documentación taladrándose la cabeza con ese detalle. Hacía una semana que había conocido a Alonso y a Maximiliano, un mismo día para rematar y aunque había tratado más al médico en ese tiempo, lo sucedido con Alonso frente a su casa cuando se enfrentó con Greg y luego, lo que pasó en el pórtico de su casa cuando seductoramente le abrochó de nuevo el sostén también, le ocupaba sus pensamientos. ¿Por qué dejó que la manipulara así? ¿Por qué no se resistió? De pronto sentía que Alonso, quien había aparecido de la nada había venido con la intención de sacudirle todo, pero como punzada a la cabeza le atravesó la imagen de alguien más; Ethan ¿A dónde lo dejaba si también lo había conocido ese mismo día? Se separó de su monitor girando su silla y exhaló llevándose una mano a la sien, había hecho a un lado el recuerdo de la cena con él pero en sus adentros sabía que no debía ignorar eso porque aunque ella se mostrara profesional y él lo intentara, no era tonta como para obviar la verdadera razón de dicha cena; el evidente interés de Ethan por ella.

—Debo hacer algo —se dijo para sí—. ¿Cómo es posible que ese hombre me pretenda y luego se quite la calentura con Rebecca?

Con eso tenía suficiente como para no creerlo una buena persona, aunque también reconocía que seguramente lo había hecho por despecho, si ella le hubiera seguido el juego a sus insinuaciones o dado alguna leve esperanza a futuro, seguramente él se hubiera comportado como el empresario serio que lo creía, ¿pero habrá sido ella misma la culpable de lo que le pasó? Una cosa era el interés de Rebecca por él pero el que él se haya aprovechado de eso para utilizarla era lo que le molestaba, un golpe bajo a su empresa y falta de respeto a ella misma por parte de los dos y debía solucionar ese problema. Si Ethan creía darle celos estaba equivocado.

—¿Aurora? —la voz de la reina de Roma la hacía reaccionar.

—Pasa —se sentó derecha en su sillón.

—Toqué la puerta y no me oíste, ¿algún problema?

—No, todo bien.

—Por favor dime la verdad —se sentó frente a ella—. Si es algo por mí… dímelo, yo sabré como afrontarlo y dar la cara.

Aurora la sentía diferente esa mañana y en parte eso le agradó.

—¿Algo como qué? ¿Murmuraciones? —la miró.

Rebecca se miraba algo apenada y según Aurora más le valiera ser sincera y no estar fingiendo por estar preocupada por su trabajo.

—¿Tienes un minuto? Quisiera hablar contigo antes de comenzar labores —insistió ella.

—Dime, te escucho —se reclinó en su silla, el día anterior no habían coincidido aunque trabajaran juntas.

En ese momento le sonó el teléfono de su escritorio y contestó.

—Sí Amy.

—Aurora, tiene una llamada.

—¿De quién?

—Es una mujer, dice llamarse Deborah Farrell de Quintana.

Tragó sentándose derecha, era la madre de Alonso y eso la asustó.

—Pásamela —dijo sin remedio y tapando el speak del aparato se volvió a Rebecca—. Espérame un momento, debo atender esta llamada.

—Está bien.

—¿Aurora? —preguntó la mujer.

—Sí señora Farrell, dígame —debía disimular.

—Por favor dime Deborah nada más, te llamo para agradecerte lo que hiciste anoche por mi hijo.

Abrió los ojos y se mordió el labio inferior, ya la noticia era bomba.

—No tiene porqué —se desconcertó un poco.

—Si no hubiera sido por tus cuidados luego del ataque él no estaría bien, no es que lo está del todo pero si algo mejor me dice mi hermano a cómo llegó anoche.

—No fue nada, sólo algo de primeros auxilios y mal hecho, no soy buena enfermera.

—No seas modesta, la herida del labio sanará y la inflamación ha bajado un poco, gracias a Dios no hubo fractura de dedos aunque lo único que me preocupa es el golpe en su espalda.

—¿Usted está con él?

—Sí estamos en una clínica privada, viajamos temprano desde Cucamonga cuando nos avisaron, Juan Diego está con él y el médico porque necesitan ver que eso no sea nada interno. Yo aproveché salir de la habitación para llamarte luego de convencerlo de que me diera tu número, es lo menos que puedo hacer.

—Y le agradezco no se preocupe, por favor manténgame informada sobre su evaluación.

—Así será, él dice que te preocupaste mucho por él y como sea, nosotros como padres estamos también muy agradecidos contigo, la verdad… con lo sucedido con Lucas… teníamos ya un concepto

que…

Aurora intuía lo que la mujer quería decir.

—Pero no —suspiró—. Agradezco el que nos equivocáramos y como errar es de humanos pero el rectificar de valientes pues no nos queda más que reconocerlo, ¿nos aceptarías una invitación para almorzar el sábado en Cucamonga? Es sólo un pequeño detalle como agradecimiento.

—Ah… hum… —comenzó a cavilar—. Es un honor Deborah, sólo permítame verificar mi agenda, es que como sabrá en una agencia nunca se saben las emergencias de último momento y al menos yo no tengo horario de salida ni siquiera los fines de semana.

—Entiendo querida, disculpa mi torpeza, debería saber que como gerente das el ejemplo a tus empleados, ya luego le dirás a Alonso pero estaremos encantados de pasar una tarde contigo, al menos tener un tiempo agradable como familia entre tanta cosa negativa.

—Sí lo entiendo también pero por los momentos la prioridad es él y que se recupere.

—Gracias por tus palabras, cuando salgamos de la clínica y sepamos que está bien él mismo te llamará, pasa buen día y gracias por atenderme y por cuidar de él, eso como madre te lo agradezco con el alma.

—Le repito que fue un placer y dele mis saludos y mis deseos de que esté mejor.

—Se lo diré, sin duda eso será mejor medicina para él que las que se pueda tomar.

Aurora disimiló eso último y despidiéndose colgaron, nunca se imaginó que la madre de Alonso la llamara para agradecerle pero eso no la hacía sentir bien al contrario, más miserable porque cuando se dieran cuenta que había sido por culpa de ella y por un ex celoso salido de las sombras, se iban a enfurecer y más la iba a aborrecer, si no llegaba a corresponder los sentimientos de Alonso.

Menudo peso sentía ahora encima, exhaló.

—¿Todo bien? —insistió Rebecca al notarla. La miró, deseaba hablar con su amiga con la misma confianza de antes pero sencillamente Becca no era lo misma y prefirió callar.

—Sí claro, una llamada de agradecimiento.

—Pero dijiste algo de ser mala enfermera, ¿tiene que ver con eso que tienes en el cuello? ¿Quién está en recuperación?

Aurora se llevó la mano al chimón, le ardía todavía.

—No, esto fue por el cinturón ahorita que venía y quien está en recuperación es Alonso Quintana, un amigo que no conoces.

—Pues espero se recupere, ¿iras a verlo?

—Es posible.

—Bueno pues hablaré rápido para no atrasarte, yo vine a algo y ahora que tengo el valor es mejor no posponerlo.

Aurora la miró con atención.

—Te escucho.

—Aurora no te lo había dicho pero… tengo un problema.

—¿Cuál?

—No recuerdo lo que pasó la noche del sábado en Los Ángeles.

Aurora abrió los ojos sin poder creerle.

—¿Estás bromeando? —inquirió frunciéndole el ceño.

—No, te lo juro —se inclinó en el escritorio apoyando los brazos—. Recuerdo lo de… Ethan pero… lo demás no… no tanto, sólo recuerdo que bajé furiosa a un bar del hotel a beber y… luego la cabeza se me nubló.

Aurora evitó abrir la boca.

—Rebecca… —la chica no le creía.

—Es verdad Aurora y estoy desesperada —la interrumpió—. ¿Yo te dije lo que pasó verdad?

Tengo vagos recuerdos, sé que bebí mucho, revolví todo, hablé con un tipo, nos fuimos a una mesa…

algo pasó en la habitación cuando regresé… por favor dime, necesito saber. Me dijiste que estuve con otro hombre, lo que haya hecho por favor dímelo porque no lo recuerdo con claridad y no he podido dormir ni trabajar en paz, ya no puedo seguir así, la duda me está matando.

¿Necesitaba saber? Podía ser lógico si había bebido y revuelto quien sabe que tanta cosa, ¿pero iba ella a decirle o mejor dicho a repetirle las mismas palabras que Rebecca le dijo cuándo le contó lo que hizo con lujo de detalles?

Negó con la cabeza al recordar, apenas y se había logrado recuperar de la excitación cuando manejaba, ¿para ahora ser la narradora de una escena porno?

Necesitaba escuchar a Cat otra vez.

 

Ir a la siguiente página

Report Page