Aura

Aura


Capítulo 32

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Cuando Ray despertó, se descubrió en la habitación del Batterie en la que tantas noches había pasado. Por un segundo creyó que todo lo vivido había sido un sueño, pero cuando se incorporó y sintió el dolor de los rasguños en las manos y en las rodillas supo que todo había sido real.

Se quitó de encima las mantas que lo cubrían y se puso en pie apoyándose en los hierros de la cama. El mareo le sobrevino de nuevo, pero esta vez pudo controlarlo y salió de allí, descalzo. Alguien le había puesto unos pantalones de chándal y una camiseta de tirantes mientras dormía.

Con una mano agarrando la barandilla, fue subiendo escalón tras escalón mientras los recuerdos inundaban su mente. Se asomó al despacho de Madame Battery cuando llegó al pasillo superior, y se lo encontró destrozado, con el diván caído sobre un costado y el escritorio volcado, las cortinas rojas arrancadas y el viento entrando por la ventana rota. Las voces que escuchaba provenían del bar, así que se dirigió allí.

Cuando cruzó la puerta que daba a la barra, se encontró con al menos cincuenta personas repartidas por todo el local que escuchaban hablar a Madame Battery y a Darwin.

—Nos repartiremos en diferentes grupos y decidiremos quiénes sois los más cualificados para liderarlos —explicaba el líder rebelde—. La reconstrucción de la Ciudadela es una de nuestras prioridades.

—Y sobre todo necesitamos que todo el mundo mantenga la calma. Sabemos que ya han empezado a surgir los primeros focos de conflicto en algunos barrios, pero para eso se repartirán armas entre algunos de vosotros: una revolución interna podría acabar con lo poco que nos han dejado para salir adelante y no podemos permitírnoslo. Hasta aquí, ¿alguna pregunta?

—¿Dónde está Eden?

La gente se volvió al escuchar la voz de Ray, como si hubiera aparecido un fantasma. Kore saltó directamente la barra del bar y le dio un abrazo que pilló al chico tan desprevenido que no se lo devolvió.

—Vayamos fuera —le dijo al oído.

—Bien —continuó Madame Battery, mientras ellos regresaban a la parte privada del bar—. Lo dejaremos por hoy y os informaremos en cuanto haya novedades...

Ray se dejó llevar por Kore de regreso al piso inferior y, después, a los baños y hasta el laboratorio de Logan. Allí se le hizo un nudo en el estómago al recordar la muerte del ingeniero en sus brazos y tuvo que controlarse para no llorar.

—¿Le habéis enterrado?

—Incinerado —le dijo la bailarina, con un hilo de voz.

—¿Cuánto tiempo he dormido?

—Dos días —contestó ella justo cuando Aidan, la dueña del local, Samara y Darwin aparecieron en lo alto de las escaleras y cerraron la puerta tras de sí.

—Bienvenido de vuelta al mundo de los vivos —le dijo Aidan con una sonrisa cansada.

Llevaba vendado un brazo y varias gasas cubrían el lado derecho de su mandíbula y parte del cuello; su ojo aún permanecía hinchado y amoratado.

—¿Y Eden? —preguntó el chico—. ¿La habéis encontrado?

—Querido, será mejor que te sientes y...

—¡No quiero sentarme! —estalló él, golpeando la mesa con el puño—. ¡Se la han llevado! ¡Dorian se la ha llevado!

—Lo sabemos, Ray —dijo Darwin.

—¿Y qué hacéis aquí? Tenemos que ir a buscarla.

—¿Adónde? —insistió el rebelde.

—¡Al... al segundo complejo! Está claro, ¿no? Se la han tenido que llevar allí.

—Es lo más probable, sí. Pero no lo sabemos seguro. Y debemos ser prudentes. Estamos organizando una expedición al complejo que descubrió Jake, pero no es fácil. No podemos arriesgar más vidas de las que ya hemos perdido. La gente tiene miedo. La vida de miles de personas se ha venido abajo. Esta ciudad es ahora mismo una puñetera bomba. Cualquier paso en falso podría provocar que estallase y esa revolución terminaría en una masacre. Nosotros somos lo único que está impidiendo que los ciudadanos se vuelvan locos.

—Quiero ir al complejo. Necesito hacerlo.

—Lo haremos, Ray, lo haremos. Pero tenemos que trazar un plan sostenible, reconocer el terreno... Y tú tienes que recuperar las fuerzas porque no será sencillo.

—Sabemos que quieres entrar —dijo Aidan—. Nosotros también, pero habrán reforzado todas sus medidas de seguridad y tampoco sabemos cuáles son sus intenciones después de lo que ha ocurrido.

—Intentaron aniquilarnos. A todos —dijo Kore, junto a Aidan—. Como si fuéramos cucarachas. Eden también es mi amiga, y te aseguro que quiero recuperarla y hacerles pagar a todos lo que nos han hecho tanto como tú. Pero esto es la guerra, Ray. Y cualquier error que cometamos puede costarles la vida a cientos de personas.

—¿Y entonces qué sugerís que hagamos?

—Te unirás a la nueva guardia de la Ciudadela que dirigen Darwin y Aidan —dijo Madame Battery.

—Aprenderás a pensar y a actuar como un soldado. A ser a todos los efectos un soldado. No será sencillo —confesó Aidan.

—No me importa —le aseguró él, con una mirada amenazante.

—Y nos ayudarás con la revelación —añadió Darwin, mirando de soslayo a Madame Battery para recibir su aprobación.

—¿La revelación? —preguntó él.

—Vamos a contarle a todo el mundo la verdad sobre su origen.

Ray se quedó lívido.

—¿Ellos ya...? —preguntó el chico refiriéndose a Aidan y Kore.

—Sí, ya sabemos que somos clones —dijo la chica con orgullo.

—Tú mismo me dijiste que sería una locura descubrirles la verdad —le recordó Ray a Darwin—. Que no estaban preparados...

Madame Battery se acercó entonces y le puso una mano sobre el hombro.

—Ahora mismo no hay nadie que dirija esto, Ray. El gobierno se ha ido a la mierda y la anarquía reina en todas las calles. Ya no hay ninguna zona segura y necesitamos llevar las riendas de la ciudad si no queremos que se derrumbe sobre nosotros.

—El no tener los brazaletes solares que prometimos nos costará más de una desgracia, pero daremos un suministro ilimitado de energía a todos los ciudadanos que lo necesiten. El Centro de Recargas dejará de ser un lugar para recaudar impuestos y moveremos nuestro flujo económico como antaño —explicó Darwin—. Pero todo esto llevará su tiempo.

—Decirles la verdad nos mantendrá unidos. Es un secreto que tenemos que revelar —dijo Aidan.

El chico se llevó las manos a la cabeza. ¡Todo había salido mal!

—Ray —dijo Darwin poniéndole la mano en el hombro—. Te necesitamos. Esta ciudad te necesita. Te lo dije en su momento y te lo vuelvo a repetir ahora: eres la esperanza de todos nosotros.

El chico cruzó la mirada con todos ellos. Con Kore, Aidan, Jake, Darwin, Madame Battery y la pequeña Samara, que se mantenía en silencio, con el pelo oscuro cubriéndole parte del rostro. Y se imaginó allí a los que faltaban, a Logan y a Eden, y el odio hacia Dorian, la impotencia por tener que esperar y la rabia de haberles fallado lo invadieron por dentro.

—¿Por dónde empezamos?

© Laura Enrech

JAVIER RUESCAS

Javier Ruescas (Madrid, 1987) es el autor de múltiples novelas que le han convertido en uno de los escritores juveniles más conocidos entre el público español. También es editor, profesor de escritura creativa, dirige sus redes sociales y ha participado en numerosas ponencias internacionales sobre nuevas tecnologías y literatura.

www.javierruescas.com

MANU CARBAJO

Manu Carbajo (Madrid, 1989) es director, guionista y realizador. Sus cortometrajes han sido seleccionados en múltiples festivales, nacionales e internacionales, y cuentan con miles de visitas en YouTube. Aparte, también ha trabajado en publicidad y ha dirigido diversos videoclips musicales. Actualmente se encuentra trabajando en el guion de su primera película.

www.manucarbajo.com

LA SAGA ELECTRO

Con el peso de la verdad sobre sus hombros, Ray, Eden y su nuevo compañero de viaje, Dorian, se dirigen a la Ciudadela en busca de ayuda. Pero el lugar no es el mismo desde que la chica lo abandonó: ahora la lucha de los rebeldes contra el gobierno se ha vuelto más encarnizada. Las reservas de energía comienzan a estar al límite y la gente se muere. El miedo se ha convertido en el arma más poderosa de los centinelas.

Mientras Eden se enfrenta a su pasado y Ray intenta desentrañar sus sentimientos por ella, Dorian irá descubriendo poco a poco los límites de su auténtica naturaleza. Juntos deberán deshacer, antes de que sea demasiado tarde, la telaraña de secretos, mentiras y traiciones que amenaza con sepultar la verdad para siempre.

edebé

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