Asia

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IV

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Todo esto es asunto nuestro, de las mujeres. En realidad, todo lo que es humano es asunto nuestro. Las mujeres inteligentes y de estudios no podemos reconocer cumplida nuestra misión al dedicar nuestro tiempo y nuestros pensamientos a los asuntos de nuestra pequeña localidad. El mundo aguarda precisamente lo que nos corresponde dar. No hemos de temer la competencia del hombre en el campo de las relaciones humanas, puesto que hasta la fecha no se ha hecho nada en este sentido. Nuestros asuntos internacionales han sido dirigidos exclusivamente por las mentalidades de tipo mercantil de nuestros hombres de negocios.

Mas para que puedan llevar a cabo tan grave tarea en la posguerra, las mujeres deben educar su alma y su espíritu. Han de olvidar sus pequeñas seguridades personales, sus deseos y ambiciones, y lanzar el pensamiento más allá de sí mismas, si es que han de ser capaces para el nuevo mundo que nos aportará la victoria.

Una hija mía de cinco años se preparaba el otro día para dibujar sobre una enorme hoja de papel blanco. Antes de hacerlo estuvo pensando durante un buen rato. «¿Qué te pasa? —le pregunté—. ¿No sabes lo que has de pintar?». «Sí que lo sé —me contestó—. Pero lo quiero hacer muy grande. Así que lo primero que tengo que hacer es pensar en grande».

Esto es lo que todas las mujeres deben hacer antes de emprender los enormes trabajos del mañana. Tenemos que pensar en grande y no en nosotras mismas, en nuestro orgullo y en nuestros pequeños triunfos personales. ¿De qué le iba a servir al mundo mi felicidad, que en otras circunstancias sería lo único que me importara?

Pensad en grande con la vista puesta en el mañana, mujeres inteligentes y de cultura; pensad en grande, maestras de las mujeres del porvenir. El mañana nos exige pensar en grande porque grandes son las cosas que hay que hacer. A despecho de lo que sientan y de lo que deseen, las mujeres harán del mañana lo que quieran. Si piensan demasiado en pequeño, las mujeres pueden convertir el mañana en un desastre personal y una calamidad nacional.

Pero si las mujeres piensan en grande, pueden obtener en todo el mundo la victoria de la paz.

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