Artículo del Embajador de Rusia en Chile Sergei N. Koshkin "La guerra en Ucrania es de vieja data" publicado en el diario chileno "El Mercurio" (28.02.2023)

Artículo del Embajador de Rusia en Chile Sergei N. Koshkin "La guerra en Ucrania es de vieja data" publicado en el diario chileno "El Mercurio" (28.02.2023)

Embajada de Rusia en Chile

El agente diplomático de Ucrania en Chile publicó el pasado 23 de febrero en el prestigioso diario nacional El Mercurio su visión de lo que está ocurriendo en su país. Su extensa reseña merece, sin duda, una respuesta pública para que los chilenos conozcan la opinión de la parte opuesta.

Ya el título de la mencionada columna – Un año de guerra en Ucrania – es contradictorio, pues el mismo diplomático ucraniano admite y reconoce que el conflicto en cuestión se había desencadenado en 2014, o sea, mucho antes que hace un año. La crisis se desató cuando ese mismo año el nacionalismo radical ucraniano se instaló en el poder en Kiev a raíz de un sangriento golpe de Estado armado que gozaba del apoyo tácito de Occidente, y lanzó una despiadada guerra contra la población civil del sureste de Ucrania (Donbás), rusoparlante en su mayoría, tildada de “separatistas y terroristas”.

Desde aquel momento Rusia no ahorró esfuerzos para encontrar una solución política y diplomática de la crisis en el vecino país, mientras que Kiev y los mal llamados facilitadores occidentales gestionaban en secreto un escenario totalmente distinto. La fórmula de paz acordada en 2015 entre Kiev y las repúblicas del Donbás y consagrada en los Acuerdos de Minsk aprobados por el Consejo de Seguridad de la ONU, resultó ser una cortina de humo utilizada por las autoridades ucranianas y sus supervisores externos para potenciar las capacidades militares de Ucrania.

Son de dominio público las muy arrogantes confesiones al respecto de la ex-canciller alemana Angela Merkel, del ex-presidente francés Francois Hollande y del mandatario ucraniano de aquel momento Petró Poroshenko. El verdadero objetivo final era aplastar al Donbás y después atacar a la península de Crimea que en 2014 se había integrado a la Federación de Rusia de una manera voluntaria, pacífica, legítima y democrática.

Durante todos estos años las vivencias de la población del Donbás fueron muerte de miles de civiles, niños entre ellos, a causa de bombardeos, asesinatos políticos, acoso a los creyentes, privación de servicios esenciales, despojos de pertinencias, desalojos y destierros. Nadie en el Occidente le hizo caso a estas barbaridades perpetradas por las autoridades hipócritas de Ucrania y sus séquitos neonazis. Los grandes medios internacionales unánimemente cerraron sus espacios a las noticias sobre estas atrocidades.

Mientras tanto, los países de la OTAN desplegaron sus bases militares y laboratorios biológicos secretos en la proximidad de las fronteras de Rusia, no dejaban de entrenar y armar a los ucranianos. Ucrania se convirtió en su proyecto “Anti Rusia”, plaza de armas para un inminente ataque militar a la Federación de Rusia.

El propósito de la operación militar especial en Ucrania, tal como no cansan de explicar las autoridades civiles y castrenses rusas, es defender nuestro propio territorio y las regiones que en busca de protección decidieron unánimemente por voluntad popular formar parte de la Federación de Rusia.

En el marco de los combates las Fuerzas Armadas de Rusia hacen todo lo posible para evitar daños a la población civil y la infraestructura residencial. Los bombardeos con armas de alta precisión se realizan únicamente contra objetivos militares, obvios o disfrazados de pacíficos, e infraestructura crítica utilizada para fines militares.

En cambio, la parte ucraniana nunca ha cesado de bombardear indiscriminadamente poblaciones enteras (con enfoque especial en la ciudad de Donetsk), viviendas, hospitales, comercios, centros educativos y templos en las zonas bajo el control ruso, incluso las que están en profunda retaguardia, causando múltiples bajas entre los civiles y cuantiosos daños materiales. Los civiles son impedidos de abandonar las zonas de combate y utilizados como “escudos humanos”, hay numerosos casos documentados de tortura y ejecuciones de prisioneros de guerra rusos. Y de nuevo, igual que antes, el espacio informativo global está cerrado para la transmisión de estos deplorables hechos.

Moscú jamás ha rechazado una solución negociada del conflicto en Ucrania, siempre y cuando tales negociaciones sean bien intencionadas y serias.

Resulta que la parte ucraniana no da señales de estar dispuesta a emprender este camino. El mandatario ucraniano prohibió por Decreto Presidencial cualquier negociación con el Gobierno de Rusia. La mencionada en la columna del diplomático ucraniano Fórmula de Paz de Zelensky es totalmente absurda y está totalmente desvinculada de la realidad. Al igual que las numerosas “iniciativas” anteriores, constituye más bien un ultimátum, una exigencia propagandística de una rendición total e incondicional de Rusia, y como tal es absolutamente inviable.

Es evidente que los halcones en el Occidente y en Kiev detestan la idea de la paz. Ellos insisten en seguir peleando “hasta el último ucraniano” con tal de destruir a Rusia y preservar su hegemonía global esquivando la inevitable formación de un mundo multipolar y equitativo. Esta postura poco perspicaz convierte al Occidente en participante directo del conflicto bélico.

Como señaló el Presidente Vladimir Putin en su mensaje a la nación del pasado 21 de febrero, luchamos en Ucrania para proteger nuestra casa, mientras que el objetivo de Occidente es el poder mundial ilimitado.




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