Angelina

Angelina


LXV

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L

X

V

Aquí concluye esta novela sencilla y vulgar. He

vivido otras muchas (que no merecen ser escritas) muy dramáticas e interesantes, pero ninguna como ésta tan sincera y tan casta, triste flor de mi dolorida juventud.

Angelina se llama en memoria de la pobre niña que sacrificó por mí, con sublime heroísmo, todas las ilusiones de su vida.

En lo más hondo de mi corazón, como la huérfana lo deseaba, hay un rinconcito que no he profanado con el amor de otra mujer —y allí vive Linilla.

Orizaba, diciembre de 1893

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