Anatomía del amor

Anatomía del amor


Notas

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[431] ORÍGENES DE LA INTUICIÓN FEMENINA. UNA PERSPECTIVA DIFERENTE: Donald Symons (1979) sostiene que las mujeres desarrollaron su notable habilidad para interpretar claves no verbales porque las hembras homínidos necesitaban seleccionar al macho adecuado para la crianza de los hijos. Las hembras que lograban «leer» correctamente las claves de la personalidad sobrevivían mucho más (Symons, 1979). Los sociólogos señalan que los individuos de baja clase social son observadores más agudos de los individuos de clase alta que lo contrario. Y podría argumentarse que la intuición femenina proviene de su larga historia de ciudadanas de segunda clase en las sociedades patriarcales. Los factores culturales ciertamente desempeñan un papel importante en la capacidad personal de captar las claves no verbales. Pero sospecho que las funciones ancestrales de las mujeres como cuidadoras proporcionaron la presión selectiva primaria del talento intuitivo femenino. <<

[432] Kimura, 1989. <<

[433] McGuinness, 1979, 1985; McGuinness y Pribram, 1979. <<

[434] Whiting y Whiting, 1975. <<

[435] Konner, 1982. <<

[436] Miller, 1983. <<

[437] Rossi, 1984; Frayser, 1985. <<

[438] McGuinness, 1979, 1985; McGuinness y Pribram, 1979. <<

[439] Otten, 1985; Moir y Jessel, 1989; Money y Ehrhardt, 1972. <<

[440] McGrew, 1981.

<<

[441] McGuinness, 1979. <<

[442] Leakey, 1971. <<

[443] Behrensmeyer y Hill, 1980; Brain, 1981. <<

[444] Bunn y Kroll, 1986. <<

[445] Cavallo, 1990; Cavallo y Blumenschine, 1989. <<

[446] ALGO MÁS SOBRE EL ROBO DE PRESAS MUERTAS: existe una gran polémica acerca del papel cumplido por el robo de presas muertas en la dieta homínida primitiva. Pat Shipman, por ejemplo, afirma que nuestros ancestros robaban en grupo en lugar de cazar, y que probablemente lo que más obtenían eran piel y tendones. Por lo tanto, «los cuerpos de animales… no eran troceados y trasladados sistemáticamente a los campamentos para su ingesta colectiva». Véanse Shipman, 1984, 27; Shipman, 1987; Binford, 1985. <<

[447] Potts, 1984, 1988. <<

[448] Zihlman, 1981. <<

[449] Lewin, 1987b; McHenry, 1986. <<

[450] Brod, 1987; Goleman, 1986. <<

[451] Gilligan, 1982a. <<

[452] Ellis y Symons, 1990. <<

[453] Bower, 1988a; Susman, 1989, 1990. <<

[454] Johanson y Shreeve, 1989. <<

[455] Tobias, 1991. <<

[456] ¿QUIÉN FABRICABA LAS HERRAMIENTAS Y ARRANCABA LA CARNE EN OLDUVAI? Si bien la información reciente sugiere que los robustos australopitecinos podrían haber fabricado y empleado herramientas, y que esas criaturas presentaban un agrandamiento del área de Broca en el cerebro, diversas líneas de estudio sugieren que dos millones de años atrás los individuos Homo habilis fabricaban y almacenaban estas herramientas y que idearon el sistema de escondrijos para el descarne en Olduvai: a) Las pequeñas piezas dentarias laterales del Homo habilis indican que se alimentaban especialmente de carne (McHenry y O’Brien, 1986), b) La capacidad craneal incrementada de esta especie tal vez requiriera la ingesta de alimentos ricos en energía, como por ejemplo la carne (Ambrose, 1986), c) Los huesos de Homo habilis descubiertos están dispuestos en diseños espaciales semejantes a los de las herramientas de hueso encontradas en Olduvai, y estos diseños en Olduvai coinciden con los diseños de fósiles y herramientas de Koobi Fora, d) Varios detalles anatómicos de estos huesos fósiles sugieren que el Homo habilis está ubicado en la línea directa de la humanidad. <<

[457] Van Alien, 1976. <<

[458] Ibid. <<

[459] Van Alien, 1976; Okonjo, 1976. <<

[460] ENFOQUES SOBRE LA DOMINACIÓN MASCULINA UNIVERSAL: los antropólogos han propuesto diversas razones por las cuales los hombres dominan universalmente a las mujeres. Algunos apuntan a la biología: los hombres son por naturaleza más fuertes y más enérgicos. Por esa razón los hombres siempre han dominado a las mujeres (Sacks, 1979). Otros proponen una explicación psicológica: los hombres dominan a las mujeres para rechazar a las mujeres poderosas de su vida (Whiting, 1965). Otros dicen que la dominación masculina universal se origina en las funciones reproductoras femeninas. Como las mujeres engendran hijos, están más relacionadas con el mundo natural que con el cultural (Ortner y Whitehead, 1981) o con el sector privado más que con el público (Rosaldo, 1974). A los interesados en el enfoque antropológico de la dominación masculina universal y en las teorías de por qué las relaciones entre los sexos varían de una cultura a otra, les recomiendo vean Dahlberg, 1981; Reiter, 1975; Etienne y Leacock, 1980; Leacock, 1981; Friedl, 1975; Harris, 1977; Sanday, 1981; Sacks, 1979; Ortner y Whitehead, 1981; Rosaldo y Lamphiere, 1974; Collier, 1988. <<

[461] Elkin, 1939; Hart y Pilling, 1960; Rohrlich-Leavitt, Sykes y Weatherford, 1975; Berndt, 1981. <<

[462] Montagu, 1937, 23. <<

[463] Kaberry, 1939; Goodale, 1971; Berndt, 1981; Bell, 1980. <<

[464] Reiter, 1975; Slocum, 1975. <<

[465] Whyte, 1978. <<

[466] SOCIEDADES TRADICIONALES CON MUJERES PODEROSAS: las mujeres pigmeas del Congo, las mujeres navajo del sudoeste de los EE. UU., las mujeres iroquesas de Nueva York, las mujeres tlingit del sur de Alaska, las mujeres algonkian del noreste de los EE. UU., las mujeres de Bali, las mujeres semang de las selvas tropicales de la península de Malasia, las mujeres de la Polinesia, las mujeres en ciertas regiones de los Andes, de África, del sudoeste asiático, del Caribe, las isleñas trobriand del Pacífico y las mujeres de muchas otras sociedades tradicionalmente detentan un poder económico y social considerable. Véanse Sanday, 1981; Etienne y Leacock, 1980; Dahlberg, 1981; Reiter, 1975; Sacks, 1979; Weiner, 1976. <<

[467] Leacock, 1980, 28. <<

[468] Sanday, 1981, 135. <<

[469] TIPOS DE PODER: el poder en las sociedades tradicionales se manifiesta de diversas maneras. Sin embargo, para el sociólogo Robert Alford el poder se divide en tres variantes bien diferenciadas: a) la capacidad para influir o persuadir; b) la autoridad o mando formalmente instituido; c) lo que los sociólogos a veces llaman hegemonía, acepción casi idéntica a uno de los significados del término cultura, dado que se refiere a las costumbres no cuestionadas y aceptadas de una cultura que invisten de poder a un sexo o individuo y no a otro (Alford y Friedland, 1985). Se recomienda a los interesados en un análisis de la evolución de la jerarquía y la autoridad que vean el capítulo XV del presente libro. <<

[470] Friedl, 1975; Sacks, 1971; Sanday, 1974; Whyte, 1978. <<

[471] Friedl, 1975. <<

[472] Shostak, 1981, 243. <<

[473] Rogers, 1975. <<

[474] EL ARCHIVO DEL ÁREA DE RELACIONES HUMANAS: muchos antropólogos consideran dicho archivo como una fuente muy irregular y equívoca debido a que la información sobre cada cultura fue recogida por diferentes etnógrafos. Cada uno de ellos formuló preguntas diferentes de maneras diferentes, registró sus percepciones en diferentes circunstancias y con el condicionamiento de perspectivas subjetivas. Los datos del archivo fueron luego tamizados por Whyte y svis colegas, reduciendo aún más las posibilidades de que resultaran fehacientes. Recurro aquí al análisis de Whyte porque no deseo pasar por alto una fuente disponible y porque mi experiencia con la bibliografía etnográfica indica que las conclusiones de Whyte acerca de este tema reflejan algunas verdades interculturales generales. <<

[475] Whyte, 1978. <<

[476] Belkin, 1989; Hochschild, 1989. <<

[477] Sanday, 1981. <<

[478] De Waal, 1982, 1989. <<

[479] De Waal, 1982, 187. <<

[480] Hrdy, 1981; Fedigan, 1982. <<

[481] EL USO DEL FUEGO: UN TEMA POLÉMICO: en la actualidad, varios antropólogos sostienen que el fuego en la caverna de Swartkrans y en otros puntos de África, el Próximo Oriente, Asia y Europa, en los que se constató una antigüedad que varía entre 1.800.000 y 120.000 años se produjo por obra de la naturaleza, es decir que sería el resultado de incendios de matorrales, erupciones volcánicas, rayos, combustión espontánea o ramas incendiadas que penetraron a través de grietas en los techos de las cavernas (James, 1989; Binford, 1981, 1985, 1987). Pero existen abundantes pruebas circunstanciales de que la humanidad que vivió en este período utilizó el fuego: a) Trozos de carbón, huesos quemados, piedras calcinadas, arcilla cocida, tierra enrojecida y otros indicios de fuego anteriores a los 120.000 años fueron descubiertos en treinta y cuatro localizaciones de África, el Próximo Oriente, Asia y Europa (James, 1989), b) Anualmente, durante la temporada de sequía, se producían pequeños incendios de matorrales, de modo que los humanos tuvieron tanto la oportunidad de experimentar a intervalos regulares con el uso del fuego, como la inteligencia suficiente para controlarlo, c) Las cavernas son húmedas, frías e inactivas; no proporcionan condiciones adecuadas para la atracción de rayos o la combustión espontánea de estiércol en estado de putrefacción, d) Rara vez los rayos provocan incendios importantes en pastizales, es más, la humanidad puede haber creado las praderas del África oriental mediante el fuego. Cuando la gente abandona una región en la actualidad, las sabanas rápidamente vuelven a conformar paisajes más naturales de praderas salpicadas de matorrales y árboles, e) En numerosas cavernas de toda África y Eurasia se han hallado huesos de homínidos ancestrales de una antigüedad correspondiente al período mencionado. ¿Podrían haber sobrevivido en cavernas congeladas si no hubiesen controlado el fuego? Estos datos han llevado a diversos antropólogos a la conclusión de que es muy probable que la humanidad que vivió en dicho período encendiese hogueras. Véanse James, 1989; Straus, 1989. <<

[482] Brain y Sillen, 1988. <<

[483] Brown y otros, 1985. <<

[484] EL HOMO ERECTUS Y EL DIMORFISMO SEXUAL: los fósiles de Homo erectus muestran una reducción del dimorfismo sexual a nivel del tamaño del cuerpo respecto a las formas homínidos más primitivas. No obstante, en las notas del capítulo VII sostengo que el dimorfismo sexual observable en el tamaño de los huesos de machos y hembras no puede decirnos nada acerca de las estrategias reproductoras ancestrales; por lo tanto, no analizaré aquí este rasgo evolutivo. <<

[485] Brink, 1957. <<

[486] Behrensmeyer, 1984. <<

[487] Gibbons, 1990b. <<

[488] Montagu, 1961; Gould, 1977; Fisher, 1975, 1982; Trevathan, 1987. <<

[489] Martin, 1982; Lewin, 1982. <<

[490] Montagu, 1961, 156. <<

[491] LA ALTRICIALIDAD HUMANA SECUNDARIA: los recién nacidos humanos no son uniformemente altriciales; en cambio, se observa en ellos un mosaico de rasgos, algunos de los cuales implican una mayor altricialidad que otros (Gibson, 1981). En nuestros días los científicos discuten si la «altricialidad secundaria» de algunos rasgos neonatales evolucionó en respuesta a la desproporción céfalo-pelviana (Lindburg, 1982). Personalmente, empleo la explicación más difundida de que la altricialidad secundaria es una respuesta a la desproporción céfalo-pelviana. Véanse Montagu, 1961; Gould, 1977; Bromage, 1987; Trevathan, 1987. <<

[492] Trevathan, 1987; Bromage, 1987 <<

[493] Fisher, 1975, 1982. <<

[494] Trevathan, 1987. <<

[495] Bromage, 1987; Smith, 1986. <<

[496] Lancaster y Lancaster, 1983; Lancaster, en preparación. <<

[497] Ackerman, 1989. <<

[498] LA EVOLUCIÓN DE LA CAZA: UNA POLÉMICA: algunos antropólogos dudan de que el Homo erectus cazara grandes animales; sostienen, en cambio, que el Homo erectus subsistía primordialmente gracias al robo de la caza ajena (Binford, 1981, 1985, 1987). Personalmente, y por las razones que siguen, pienso que el Homo erectus cazaba grandes piezas: a) Actualmente existen más de 105.000 kilogramos vivos de grandes animales por cada kilómetro cuadrado del Parque Nacional Albert, en Uganda, y la información arqueológica sugiere que un millón de años atrás prevalecían las presas salvajes, b) El Homo erectus fabricaba herramientas de piedra adecuadas para la función de descarnar piezas de caza, y dichas herramientas han sido encontradas a lo largo de las márgenes de los ríos, donde las bestias acudían para beber, c) Los halcones cazan; los tiburones cazan; los lobos cazan en manadas coordinadas; los chimpancés cazan grandes animales en relación con su propio tamaño y no dejan rastros arqueológicos de sus matanzas; no es realmente necesario un cerebro humano moderno para matar y comer carne. Pienso que el Homo erectus ya cazaba, mataba y compartía la carne hace un millón de años. <<

[499] Jia y Weiwen, 1990. <<

[500] EL homo sapiens ARCAICO: varios antropólogos piensan que es el Homo sapiens arcaico, en lugar del Homo erectus, la especie representada en estos yacimientos tardíos (Wolpoff, 1984). Más aún, algunos de ellos piensan que el Homo erectus era una especie única que cambió gradualmente a lo largo del tiempo (ibid.)\ otros piensan que estos huesos representan diversas variedades o incluso especies independientes y que sólo una de las ramas condujo al Homo sapiens moderno (Lewin, 1989). <<

[501] Conkey, 1984. <<

[502] Service, 1978; Pfeiffer, 1982. <<

[503] Gargett, 1989; Chase y Dibble, 1987. <<

[504] Para un análisis de los argumentos esgrimidos en torno a la evolución del Homo sapiens neanderthalensis, véanse Delson, 1985; Mellars, 1989. <<

[505] Holloway, 1985. <<

[506] Arensburg, 1989. <<

[507] Lieberman, 1984; Laitman, 1984; Laitman, Heimbuch y Crelin, 1979. <<

[508] Leroi-Gourhan, 1975; Solecki, 1971, 1989. <<

[509] Gargett, 1989; Chase y Dibble, 1987. <<

[510] Mellars, 1989. <<

[511] ORÍGENES DEL HOMO SAPIENS: LAS TEORÍAS: algunos antropólogos opinan que el Homo erectus surgió de África hace cosa de un millón de años y que luego, siguiendo líneas paralelas en diferentes regiones de África y Eurasia, es decir, según el modelo «candelabro», evolucionó poco a poco hasta convertirse en lo que son los pueblos modernos. Otros piensan que un único conjunto de pueblos modernos se originó en África hace más de 100.000 años y que desde allí se dispersó por todo el Viejo Mundo, reemplazando a medida que avanzaban a poblaciones preexistentes y más primitivas (entre ellas el hombre de Neanderthal), es decir, la hipótesis del «arca de Noé» o de «todo comenzó en África». Ciertos yacimientos de África y Medio Oriente, de una antigüedad que supera los 70.000 años, proporcionan pruebas de la existencia de pueblos plenamente modernos. También se encontraron restos de esqueletos de pueblos plenamente modernos en el sudeste asiático, Australia, Nueva Guinea y en el Nuevo Mundo. <<

[512] Para estudiar otras hipótesis respecto a los orígenes del arte, la cultura y la organización política del Alto Paleolítico, véanse Conkey, 1983; Price y Brown, 1985; Johnson y Earle, 1987; Cohén, 1977. <<

[513] Gladkih, Kornieta y Soffer, 1984. <<

[514] White, 1986. <<

[515] Ibid.\ Mellars, 1989. <<

[516] White, 1989a, 1989b. <<

[517] LA CERÁMICA PRIMITIVA, ¿UNA ACTIVIDAD AL SERVICIO DE LO RITUAL?: los restos arqueológicos procedentes de Checoslovaquia sugieren que estas estatuillas cumplían fines ceremoniales. En las laderas inferiores de los montes Pavlov, en lo que hoy es conocido como Moravia, hace 26.000 años estos antepasados construyeron sus casas de frente a la confluencia de dos ríos de tortuoso recorrido. A ochenta metros sobre el nivel de la aldea, en una ladera rocosa, construyeron una depresión circular con cúpulas en dos lados, uno de los varios hornos descubiertos en la región. Dentro de la construcción se encontraron miles de fragmentos de estatuillas, hechas de una cerámica fuerte y durable compuesta de grasa de mamut mezclada con ceniza de huesos, loes y algo de arcilla. Sólo una de las esculturas de estos yacimientos de Moravia permanece intacta, un glotón del tamaño de un puño. O nuestros antepasados eran unos pésimos alfareros o su intención era destrozar su obra a fin de adivinar el futuro o para algún otro fin ceremonial (Vandiver y otros, 1989). <<

[518] Fox, 1972, 1980; Bischof, 1975b: Frayser, 1985. <<

[519] Cohen, 1964; Fox, 1980; Malinowski, 1965. <<

[520] Tylor, 1889. <<

[521] LA EXOGAMIA COMO ESTRATEGIA PROCREADORA PRIVILEGIADA: los antropólogos ponen especial cuidado en la distinción entre las reglas sexuales, como el tabú del incesto, por ejemplo, y las reglas relativas al matrimonio. Sin embargo, estos fenómenos están íntimamente relacionados, y las evidentes ventajas políticas de aparearse fuera del círculo de la familia inmediata bien podrían haber favorecido la difundida tradición humana de la exogamia, el matrimonio con individuos externos a la comunidad. En un estudio intercultural de los patrones de matrimonio de 62 sociedades, Suzanne Frayser (1985) informa que en el 35% de los casos es imperativo contraer matrimonio fuera de la comunidad; en el 42% de los casos se espera que los sujetos se casen dentro de la comunidad; y en el resto no se especifican preferencias. <<

[522] ENDOGAMIA: a menudo son necesarias numerosas generaciones de endogamia muy cercana para que los genes dañinos sean seleccionados y causen las tan temidas alteraciones dentro de la línea de una familia. En realidad, cierta cantidad de endogamia es necesaria para acentuar los rasgos positivos; ése es el motivo por el cual los criadores cruzan a los perros buscando por ejemplo un cierto temperamento o capacidad de resistencia. Para una adecuada salud genética, una especie necesita la proporción de endogamia necesaria para fijar los rasgos positivos y la proporción de exogamia que enmascare los genes deletéreos recesivos y enriquezca el genoma con material genético nuevo y vital. De modo que, si bien el tabú del incesto (el apareamiento con miembros de la familia de origen) es universal, el apareamiento entre primos hermanos es obligatorio o privilegiado en muchas sociedades (Bischof, 1975; Daly y Wilson, 1983). <<

[523] Westermarck, 1934. <<

[524] Spiro, 1958. <<

[525] Shepher, 1971, 1983. <<

[526] Bischof, 1975b; De Waal, 1989. <<

[527] Sade, 1968; Bischof, 1975b. <<

[528] Bischof, 1975b; De Waal, 1989; Daly y Wilson, 1983. <<

[529] Frayser, 1985, 182. <<

[530] Frazer [1922], 1963, 702. <<

[531] Darwin, 1871, 47. <<

[532] Chance, 1962. <<

[533] Fox, 1972, 292. <<

[534] Ibid. 287. <<

[535] Eibl-Eibesfeldt, 1989. <<

[536] Damon, 1988; Kohlberg, 1969. <<

[537] Kohlberg, 1969; Gilligan y Wiggins, 1988; Damon, 1988; Kagan y Lamb, 1987. <<

[538] Darwin, 1871, 493. <<

[539] Maxwell, 1984. <<

[540] Alexander, 1987, 102. <<

[541] Shostak, 1981; Gregor, 1985. <<

[542] LAS DIFERENCIAS DE EDAD ENTRE LA NOVIA Y EL NOVIO: es corriente en todas las culturas del mundo que el novio sea varios años mayor que la novia (Daly y Wilson, 1983). <<

[543] Shostak, 1981, 226. <<

[544] Los hereros son pueblos pastores que se asentaron en la región de los !kung dobe a mediados de los años veinte. <<

[545] LA INTIMIDAD PARA EL SEXO: en todo el mundo las personas procuran copular en privado. Los chimpancés, los babuinos y otros primates alguna que otra vez se ocultan con la pareja detrás de los matorrales para copular, pero en general los primates realizan el coito a la vista de sus semejantes. El impulso humano de copular en privado y sin interrupciones es probablemente un rasgo más surgido en las llanuras Áfricanas cuando, milenios atrás, nuestros antepasados primitivos comenzaron a aparearse. <<

[546] LA ESTIMULACIÓN ERÓTICA PREVIA AL COITO: los habitantes de Ponape y de las islas Trobriand, en el Pacífico insular, dedican horas a la estimulación previa, mientras que los lepcha, de Sikkim, casi no se acarician antes del coito. La cantidad de juegos eróticos previos al coito varía de una sociedad a otra. Tras el análisis de los estudios realizados en el mundo sobre estimulación erótica, Goldstein (1976a) enumera en orden decreciente según la preponderancia mundial los diversos tipos de contacto previo a la cópula. Las caricias en todo el cuerpo son el tipo de estimulación más difundido; instintivamente tenemos tendencia a abrazarnos, tocarnos y acariciarnos antes de hacer el amor. El «beso simple», el contacto boca a boca, está tan próximo a la universalidad que probablemente también sea básico en nuestro repertorio sexual humano, a pesar de las escasas culturas en las cuales el beso resulta repugnante (Ford y Beach, 1951). El beso de lengua también es muy común. Acariciar los pechos de la mujer aparece en tercer lugar en el listado decreciente de las formas de estimulación sexual previa según su preponderancia mundial. A continuación aparecen la caricia de los genitales femeninos, la estimulación oral de sus pechos, la caricia de los genitales masculinos, la felación, el cunilinguo, el anilingus y, por último, la estimulación dolorosa de partes del cuerpo (Goldstein, 1976a). La estimulación previa se observa asimismo en otras especies. Las aves golpetean mutuamente sus picos. Los perros se lamen. Las ballenas se golpean recíprocamente con las aletas.

La mayoría de las aves y de los mamíferos realizan algún tipo de estimulación precopulatoria. <<

[547] LA COVADA: en diversas sociedades del mundo se observa una tradición conocida como la covada, del francés couver, «incubar o empollar». Dicha costumbre establece que el padre imite algunas de las conductas de su esposa durante el embarazo y cuando se aproxima el momento del parto. En algunas culturas el hombre simula sufrir los dolores físicos del parto; en otras simplemente cumple con ciertos tabúes de la nutrición. Los mehinaku, por ejemplo, sólo exigen que se cumplan algunas restricciones dietéticas. En algunas ocasiones, el padre (que no es el marido de la mujer) cumplirá con las restricciones de la covada; pero es más frecuente que pase por alto estas tradiciones para que su vínculo con la madre del recién nacido no quede en evidencia. <<

[548] RITUALES DE LA PUBERTAD: la mayoría de las culturas celebran el ingreso en la pubertad con ceremonias destinadas tanto a los muchachos como a muchachas, de modo que probablemente en época de nuestros antepasados ambos sexos eran sometidos a rituales puberales antes del casamiento. Como los matrimonios de conveniencia también son comunes en el mundo entero, es posible que en aquella época fuera común que los padres seleccionaran el primer cónyuge del hijo adolescente. Véase Frayser, 1985. <<

[549] EL SEXO PREMATRIMONIAL: en la mayoría de las culturas del Pacífico insular, así como en numerosas regiones de África al sur del Sáhara y en Eurasia, los pueblos toleran el sexo prematrimonial. En muchas regiones alrededor del Mediterráneo el sexo prematrimonial está estrictamente prohibido. En el 82% de 61 culturas registradas, las mismas limitaciones (o falta de restricciones) se aplican a ambos sexos por igual; en dichas sociedades no se observa un sometimiento de la mujer con respecto a las relaciones sexuales prematrimoniales. En las culturas donde sí se observa un sometimiento de la mujer, el varón a veces recibe un castigo más severo que su pareja; muchas de estas sociedades habitan regiones de África, al sur del Sáhara (Frayser, 1985, 205). <<

[550] EDAD MEDIA DE LA MENARQUÍA: en la actualidad, la edad media para la menarquía o primera mestruación en las niñas blancas de los Estados Unidos es a los 12,8 años de edad; para las niñas negras la edad media es a los 12,5 años. La pubertad temprana también es común en las poblaciones europeas contemporáneas. No obstante, la edad de la menarquía ha bajado gradualmente en los últimos ciento cincuenta años en las culturas de los Estados Unidos y Europa. En 1840 la edad promedio oscilaba entre los 16,5 y los 17,5 años en diversos pueblos europeos. Esto no implica que la menarquía se esté adelantando progresivamente a través de la evolución humana. En las culturas griega y romana antiguas, las niñas tal vez tenían la menarquía ya a los 13 o 14 años (Eveleth, 1986). Como se recordará, en los pueblos cazadores-recolectores, en general las niñas se desarrollaban entre los 16 y los 17 años, lo cual sugiere que en los pueblos ancestrales la menarquía aparecía bastante cerca de los veinte años, y que la menarquía tardía es típica de la condición humana (Lancaster y Lancaster, 1983). <<

[551] Clark, 1980; Cohen, 1989. <<

[552] Gregg, 1988. <<

[553] Ibid. <<

[554] Actualmente se discute si la domesticación de plantas y animales en Europa fue introducida por inmigrantes o si la práctica se difundió de igual modo que otras nuevas que fueron adoptadas por los forrajeadores locales (Howell, 1987). <<

[555] Nissen, 1988; Clark, 1980; Lewin, 1988a; McCorriston y Hole, 1991; Blumler y Byrne, 1991. <<

[556] Whyte, 1978. <<

[557] Bullough, 1976, 53. <<

[558] EL ABORTO no fue siempre ilegal en la historia de Occidente. Los antiguos griegos, por ejemplo, estaban a favor de las familias pequeñas y aprobaban el aborto. Las leyes sobre el aborto han variado radicalmente en la historia occidental, en consonancia con las circunstancias sociales. <<

[559] Whyte, 1978. <<

[560] Lacey, 1973; Gies y Gies, 1978; Lampe, 1987. <<

[561] Colosenses, 3:18. <<

[562] Hunt, 1959, 22. <<

[563] Whyte, 1978. <<

[564] Leacock, 1972. <<

[565] Ibid. 120. <<

[566] Whyte, 1978. <<

[567] EL MATRIARCADO PRIMITIVO: a pesar de la insuficiente información disponible acerca de la ausencia o presencia de un matriarcado primitivo, diversos académicos contemporáneos defienden dicho concepto (véanse Fluehr-Lobban, 1979; Davis, 1971; Gimbutas, 1989). Partiendo de la supervivencia de las deidades femeninas de Grecia y Roma, de misteriosas figuras femeninas en el arte popular, de los cuentos de hadas europeos y de dibujos de figuras de apariencia divina en la alfarería y en los frescos primitivos, Gimbutas sostiene que los matriarcados existieron en Europa siete mil años atrás y que estos pueblos fueron luego dominados por pueblos merodeadores procedentes de las estepas rusas que trajeron consigo tradiciones de descendencia y gobierno patrilineal. <<

[568] Whyte, 1978. <<

[569] SUBORDINACIÓN SOCIAL DE LAS MUJERES EN LAS CULTURAS AGRÍCOLAS: el análisis de noventa y tres sociedades preindustriales muestra que las mujeres en las comunidades agrícolas detentan menos autoridad doméstica, menos solidaridad ritual con otras mujeres y menos control del patrimonio que las mujeres pertenecientes a sociedades dedicadas al cultivo de pequeñas huertas y a la caza y la recolección. Las mujeres de las comunidades agrícolas recurren con mayor frecuencia a formas informales de influencia. Los hombres expresan un temor más ritualizado de las mujeres en estas culturas. El trabajo de las mujeres es menos valorizado y se asigna menos valor a sus vidas (Whyte, 1978). <<

[570] Leacock, 1972; Etienne y Leacock, 1980. <<

[571] EVOLUCIÓN DE LAS JEFATURAS: Johnson y Earle (1987) sostienen que la organización política europea caracterizada por la presencia de «grandes hombres» permanentes o jefes surgió en el Alto Paleolítico de 35.000 a 12.000 años atrás, a causa de la caza en gran escala y de la necesidad de defender los territorios en las regiones densamente pobladas de Europa, pero que los jefes se volvieron un fenómeno corriente en Europa con el desarrollo de la agricultura. Para un análisis de la evolución de la organización política humana, véanse Carneiro, 1991, 1987, 1981; Nissen, 1988; Johnson y Earle, 1987. <<

[572] Whyte, 1978, 169. <<

[573] Goldberg, 1973. <<

[574] Davis, 1964. <<

[575] Eibl-Eibesfeldt, 1989, 267; Sapolsky, 1983. <<

[576] Velle, 1982; Sapolsky, 1983; Rose, Holaday y Bernstein, 1971; Rose y otros, 1974. <<

[577] Brown, 1988. Esta tendencia aparece en toda la bibliografía antropológica. <<

[578] McGuire, Raleigh y Brammer, 1982. <<

[579] Raleigh y otros, en impresión; Tiger, 1992. <<

[580] Frank, 1985. <<

[581] Goody, 1983, 211; Queen y Habenstein, 1974. <<

[582] Bullough, 1976; Lacey, 1973. <<

[583] Hunt, 1959, 63; Carcopino, 1973, 60; Phillips, 1988. <<

[584] Mateo, 19:3-9. <<

[585] Phillips, 1988. <<

[586] Gies y Gies, 1978; Bell, 1973; Bullough, 1978; Hunt, 1959; Phillips, 1988. <<

[587] Gies y Gies, 1978, 33. <<

[588] Queen y Habenstein, 1974, 265. <<

[589] Gies y Gies, 1978, 18; Dupâquier y otros, 1981. <<

[590] Bell, 1973; Power, 1973; Abrams, 1973. <<

[591] Phillips, 1988. <<

[592] Goody, 1983, 211; Dupâquier y otros, 1981; Phillips, 1988; Stone, 1990. <<

[593] Lucrecio, 1965. <<

[594] TASAS DE DIVORCIO: la tasa de divorcio es mucho más difícil de calcular de lo que comúnmente se cree. En 1989 la tasa de divorcio anual de los Estados Unidos era de 4,7 por cada 1.000 personas, lo cual significa que aproximadamente 5 de cada 1.000 personas se divorciaban por año. Dichas cifras no dicen nada acerca de las posibilidades que tiene una persona de divorciarse en el curso de su vida. Para calcularlo, los demógrafos emplean el término «método de la curva de la vida». Analizan qué experiencia han tenido respecto al divorcio diversos grupos de adultos de edades progresivas a lo largo de toda su vida, y establecen todos los factores que contribuyeron a la frecuencia de divorcio a través del tiempo en los grupos en cuestión. Luego evalúan la fuerza actual de estos factores, prevén nuevos factores que podrían contribuir al divorcio y emplean todos estos datos para calcular cuántas personas se divorciarán durante el año en curso y en las décadas venideras. Los CÁLCULOS ACTUALES, resultantes de la proyección de las tendencias de divorcio durante el presente siglo mediante la aplicación del «método de la curva de la vida», indican que el 47,4% de todos los norteamericanos que se casaron en 1974 se divorciarán con el tiempo, suponiendo que se mantengan estables los promedios de divorcio y de muerte prevalecientes en 1975 (Cherlin, 1981, 25). Otro pronóstico: el 54% de las mujeres casadas en primeras nupcias, que en 1987 tenían de veinticinco a veintinueve años de edad, terminarán divorciándose (Levitan, Belous y Gallo, 1988, 1). Para un detalle completo de los porcentajes de divorcio por edad, número de hijos y estado civil anterior, véanse London y Foley Wilson, 1988. <<

[595] Cherlin, 1981, 53; Levitan, Belous y Gallo, 1988, 32, 99; Glick 1975, 8; Espenshade, 1985. <<

[596] Cherlin, 1978. <<

[597] Glick, 1975. <<

[598] Harris, 1981; Levitan, Belous, y Gallo, 1988. <<

[599] Evans, 1987; Harris, 1981; Cherlin, 1981; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<

[600] Cherlin, 1981, 35. <<

[601] Harris, 1981. <<

[602] Glick, 1975; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<

[603] CONTROL DE LA NATALIDAD Y DIVORCIO: algunos científicos afirman que la introducción de la píldora anticonceptiva, los dispositivos intrauterinos y la esterilización quirúrgica desempeñaron un papel importante en la declinación de los índices de natalidad en los años sesenta y en décadas sucesivas. Sin embargo, los índices de natalidad también eran bajos durante la Gran Depresión, cuando las parejas en crisis económica preferían postergar la vida de familia y las formas modernas de control de la natalidad no existían (Cherlin, 1981, 57). Los índices de natalidad también bajaron a comienzos de la década de los sesenta, antes de que los métodos anticonceptivos alcanzaran su amplia difusión posterior (Harris, 1981). En realidad, la natalidad viene disminuyendo desde hace cien años, mucho antes de que los cambios tecnológicos de control se desarrollaran (Goldin, 1990). Sin embargo, las nuevas formas de control de la natalidad pueden haber afectado a las tendencias demográficas de otras maneras. Mediante el uso de estos dispositivos, más mujeres solteras pueden evitar el embarazo, por lo tanto menos mujeres se casan muy jóvenes, con el probable resultado de que la edad promedio para el primer casamiento haya aumentado y de que más mujeres se incorporen al mercado laboral más temprano. Sin embargo, el demógrafo Andrew Cherlin (1981) llega a la conclusión de que las nuevas formas de control de la natalidad no fueron los factores determinantes de las tendencias de los años sesenta a favor de matrimonios tardíos, menos hijos y más divorcios. <<

[604] Harris, 1981, 93. <<

[605] Evans, 1987. <<

[606] Cherlin, 1981. <<

[607] Ibid. Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<

[608] Easterlin, 1980; véanse también Cherlin, 1981; Espenshade, 1985; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<

[609] Levitan, Belous y Gallo, 1988, 77. <<

[610] Fisher, 1989. <<

[611] Levitan, Belous y Gallo, 1988, 77. <<

[612] Norman Goodman, Departamento de Sociología, SUNY, Stony Brook, comunicación personal. <<

[613] EDAD EN EL MOMENTO DEL MATRIMONIO Y DIFERENCIAS DE EDAD ENTRE MARIDO Y MUJER: el matrimonio tardío no es habitual en las sociedades tradicionales. En el 69% de 45 culturas tradicionales estudiadas, las jóvenes se casaban a una edad inferior a los 18. La categoría de edad en la que aparecía la frecuencia más alta iba de los 12 a los 15 años (Frayser, 1985, 208). En el 74% de 42 culturas, los varones tenían un mínimo de 18 o más años en el momento de casarse. La categoría de edad que mostraba la frecuencia más alta iba de los 18 a los 21 (ibid.). Aun en los Estados Unidos, aproximadamente el 25% del total de mujeres se casan a los 19 años, y esta cifra permanece constante desde 1910 (Cherlin, 1981, 10). En las culturas agrícolas el sistema de dotes a menudo demora el matrimonio de una mujer que pasó de los veinte años de edad. Actualmente, el matrimonio tardío en los Estados Unidos es en general consecuencia de que las mujeres prefieran terminar sus estudios universitarios e incorporarse al mercado laboral (Glick, 1975). En todo el mundo los maridos suelen ser de dos a seis años mayores que sus esposas. En los Estados Unidos la diferencia de edad entre marido y mujer aumenta con la edad del varón porque los hombres divorciados suelen casarse por segunda vez con mujeres más jóvenes (London y Foley Wilson, 1988). <<

[614] Barringer, 1991; Levitan, Belous, y Gallo, 1988. <<

[615] Lancaster y Lancaster, 1983. <<

[616] Harris, 1981. <<

[617] Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<

[618] Ibid. <<

[619] Ibid.; Blake, 1989a, 1989b. <<

[620] Hunt, 1959. <<

[621] Mead, 1966; Kirkendall y Gravatt, 1984. <<

[622] Krier, 1988. <<

[623] Cherlin, 1981; White, 1987; Barringer, 1989b; Stone, 1990. <<

[624] LAS LEYES DE DIVORCIO EN EUROPA Y LOS ESTADOS UNIDOS: para un análisis de la historia de las leyes y la práctica del divorcio en los Estados Unidos y Europa occidental, véanse Phillips, 1988; Stone, 1990; Bohannan, 1985; Dupáquier y otros, 1981. <<

[625] PORCENTAJE DE PERSONAS DIVORCIADAS QUE VUELVEN A CASARSE Y MOMENTO DEL NUEVO CASAMIENTO: la Oficina de Censos informa que el 76,3% de las mujeres que se divorcian antes de los treinta años con el tiempo vuelven a casarse; el 56,2% de las que se divorcian entre los treinta y los cuarenta vuelven a casarse, y el 32,4% de las que se divorcian después de los cuarenta vuelven a casarse (Levitan, Belous y Gallo, 1988). Aproximadamente el 75% de las mujeres y el 80% de los hombres que se divorcian volverán a casarse (Glick, 1975; Cherlin, 1981; Levitan, Belous y Gallo, 1988). Un tercio de los adultos jóvenes pueden hoy tener expectativas de un segundo matrimonio (Cherlin, 1981, 69). La mitad de los segundos matrimonios ocurren dentro de los tres años posteriores al divorcio (Cherlin, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984). EL NÚMERO PROMEDIO DE AÑOS ENTRE EL DIVORCIO Y EL SEGUNDO MATRIMONIO es de 2,9 para las mujeres norteamericanas de menos de treinta años y sin hijos; de 3,0 años para las mujeres con uno a dos hijos, y aproximadamente de 4,4 años para las mujeres que tienen de tres a cinco hijos (Levitan, Belous y Gallo, 1988). Otros datos llevan a la conclusión de que lo normal es que las mujeres vuelvan a casarse cuatro años después del divorcio, mientras que lo normal en el caso de los hombres es que vuelvan a casarse a los tres años después del divorcio (London y Foley Wilson, 1988). El demógrafo Paul Glick (1975) informa que el promedio de años entre el divorcio y el nuevo casamiento es de tres años. La cantidad promedio y mediana de años que un niño pasa con uno solo de sus padres es de 3,98 (Marriage and Divorce Today, 1986). LAS TASAS DE NUEVO CASAMIENTO han aumentado progresivamente desde la década de los treinta, a excepción de la década de los cincuenta (Levitan, Belous y Gallo, 1988, 33). Unos pocos DIVORCIOS más se produjeron entre las parejas EN SEGUNDAS NUPCIAS que entre los cónyuges de primer matrimonio (Cherlin, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984). Muy pocos hombres y mujeres se casan más de dos veces (Levitan, 1988). Glick informa que las mujeres que se divorcian y VUELVEN A CASARSE con un hombre soltero terminan teniendo 3,1 hijos, y que los hombres y mujeres que se casan una sola vez terminan teniendo 3,2 HIJOS. En los segundos casamientos entre dos personas divorciadas, hombres y mujeres terminan teniendo un número algo menor de hijos, un total de 2,9 criaturas (Glick, 1975). <<

[626] Levitan, Belous, y Gallo, 1988; Espenshade, 1985; Cherlin, 1987. <<

[627] Cherlin, 1981; Furstenberg y Spanier, 1984. <<

[628] Marriage and Divorce Today, 1986. <<

[629] Bohannan, 1985; Levitan, Belous y Gallo, 1988. <<

[630] Bohannan, 1985. <<

[631] Krier, 1988. <<

[632] MÁS INFORMACIÓN SOBRE ASOCIACIONES: hay abundantes razones para pensar que los sujetos de las sociedades basadas en el parentesco establecían lazos de familia con iguales que no eran parientes directos. Pero es muy poco probable que estas asociaciones cumplieran la misma función que cumplen hoy en día en las sociedades modernas, en las que los lazos de parentesco no definen la vida cotidiana (Leith Mullings, Departamento de Antropología, Centro de Graduados de la CUNY, comunicación personal). Más aún, estas asociaciones indudablemente no se formarán dentro de todas la poblaciones norteamericanas. Por ejemplo, me parece probable que se formen con mayor frecuencia en los medios urbanos que en los rurales, y que sean más comunes dentro de algunos grupos étnicos que en otros. <<

[633] Eveleth, 1986; Goldstein, 1976. <<

[634] Cetron y Davies, 1989. <<

[635] Ibid. <<

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