(2003) Fraude masivo en Wall Street | Sandro Pozzi

(2003) Fraude masivo en Wall Street | Sandro Pozzi

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Fraude masivo en Wall Street

El arresto de 47 intermediarios reabre el debate sobre la falta de control del sistema financiero de EE UU

SANDRO POZZI - Nueva York

EL PAÍS | Economía - 23-11-2003   


El martes volvió a repetirse, en pleno corazón financiero de Mahanttan, la chocante escena de agentes federales del FBI metiendo esposados en furgonetas oscuras a 47 individuos debidamente trajeados y encorbatados. No es una imagen habitual en Nueva York, pero con ella volvieron a la memoria las detenciones televisadas de hace dos años de ejecutivos de grandes corporaciones estadounidenses y de firmas contables acusadas de falsear sus cuentas, de inflar resultados y de estafar a millones de inversores con sus prácticas abusivas.


La vuelta del verano está siendo dramática, y los cimientos de la mayor economía del mundo han vuelto a temblar otra vez, justo cuando parecía que las aguas estaban volviendo a su cauce normal tras el seísmo provocado por el colapso de los gigantes Enron y WorldCom, que destaparon las primeras deficiencias del sistema. La nueva convulsión que está afectando al distrito financiero y de negocios en EE UU comenzó a finales de agosto en la misma Bolsa de Nueva York (NYSE), en Wall Street, al conocerse el multimillonario paquete de compensación (187,5 millones de dólares) a su presidente, Dick Grasso.


Le siguieron unos días después las irregularidades detectadas por la fiscalía general del Estado de Nueva York en las operaciones de compraventa de los títulos en la impoluta industria de los fondos de inversión. Los abusos son esencialmente cuatro:


- 'Late trading'. Consiste en realizar operaciones de compraventa de títulos en manos de grandes inversores tras el cierre de los mercados en Estados Unidos para sacar ventaja de las noticias que surjan a partir de las cuatro de la tarde. La operación se realiza en el mercado asiático, porque da un margen de seguridad de 15 horas.


- 'Market timing'. Se aprovechan las insuficiencias del mercado para comprar o vender los títulos de los fondos basándose en unos movimientos del mercado que aún no aparecen reflejados en el valor de esos fondos.


- Comisiones. Las compañías gestoras de los fondos compraban a las firmas de corretaje y a sus agentes con comisiones millonarias para que les dieran un trato preferente a sus títulos.


- 'Rapid trading'. Es una derivada del market timing. Las operaciones de compra y venta de títulos de los fondos se realizaban en el mismo momento que se apostaba por otro tipo de fondos (pensión) de la misma compañía. De esta manera se sacaba ventaja a los movimientos del mercado antes de que éstos se produjeran.


En los cuatro, los gestores de los fondos de inversión y los intermediarios financieros han puesto por delante los intereses de sus compañías, y a veces los suyos personales, en detrimento del pequeño inversor. Y el martes, en plena convulsión por este escándalo, el FBI destapaba en Wall Street, después de 18 meses de investigación, una compleja red de estafa en el mercado de cambio de divisas que operaba desde hacía 20 años para blanquear dinero con los ahorros de pequeños inversores y grandes bancos.


Los más viejos del lugar aseguran que no se ha visto una coincidencia igual de escándalos desde la década de los años veinte. Los tres dos casos, aunque en la práctica son diferentes, no dejan de ser ramas de un mismo árbol que está a punto de pudrirse por los conflictos de intereses, la manipulación contable, la corrupción, la falta de ética profesional, el uso de información privilegiada, la estafa y la violación de los derecho esenciales de los inversores, entre otros abusos. El origen de esta oleada de escándalos que azotan a la mayor potencia del mundo desde hace dos años está, según los economistas, en la explosión de la 'burbuja tecnológica' tras la euforia bursátil de finales de los noventa.


Embriagados por el dinero fácil, los operadores del mercado financiero, a todos los niveles, aprovecharon las debilidades del sistema para enriquecerse todavía más. "Durante la locura de los noventa, muchos se dejaron llevar por las ganancias a expensas de los principios éticos", afirma el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en su último libro, Cuando el capitalismo pierde la cabeza. No ha sido el único en poner este problema en evidencia durante las últimas semanas.


El problema añadido es que estos individuos actuaban contando de antemano con la seguridad de que los reguladores del mercado de valores no les prestaban la más mínima atención. El ejemplo más claro es la actitud permisiva que ha reinado en el NYSE bajo la presidencia de Grasso, que no actuó ante la violación sistemática de las reglas por parte de las firmas de especialistas. Un informe de la Security and Exchange Commissión (SEC), el órgano supervisor del mercado, revela que durante los últimos tres años se ha estado realizado operaciones irregulares con más de 2.200 millones de títulos. Ninguna fue perseguida ni castigada.


Está siendo la crisis económica la que está ayudando a las autoridades judiciales a levantar gran parte del polvo que durante años se ha escondido bajo las alfombras en Wall Street. El propio presidente de la SEC, William Donaldson, entonaba esta semana un mea culpa ante la comisión bancaria del Senado y reconocía que se habían pasado demasiado tiempo pensando en cómo todo esto podía estar pasando. Donaldson estuvo al frente de la Bolsa de Nueva York a comienzos de los años noventa.


El sentimiento generalizado que se respira entre los inversores estadounidenses ante tanto abuso y falta de principios éticos vuelve a ser de absoluta desconfianza hacia el sistema. Y precisamente esto es lo que más preocupa a los economistas. "El sistema capitalista está basado en la confianza, y cuando ésta se pierde por la corrupción, se derrumba", afirma Richard Hoey, de la firma de analistas financieros Dreyfus.


Ahora las autoridades reguladoras estadounidenses intentan ponerse de acuerdo para coordinar sus actuaciones con la justicia y concentrar sus energías en poner fin a estos abusos en uno de los pulmones de la economía del país, en lugar de perder el tiempo lanzándose las unas a las otras los trastos a la cabeza. Pero, como decía un senador el pasado jueves, "no acabaremos con esto hasta que el zorro esté enjaulado".


Entretanto, el consejo que dan las autoridades judiciales estadounidense a los inversores es que estudien con calma los productos y los servicios financieros que se les ofrecen antes de lanzarse a jugar su dinero en el arriesgado y voraz mundo de Wall Street. Es una "lección", según el fiscal antifraude de Manhattan, que se debe sacar del último caso de corrupción y de estafa destapada por el FBI en el mercado de cambio de divisas, porque "hay muchos tiburones en esas aguas", afirma.


   

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