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12. Tú serás…
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Tú serás…
ALASKA
2 de abril de 2016
Estamos jugando al Monopolio: los hermanos Hans y los hermanos Harris. Mientras que todos están peleándose por culpa de propiedades y traiciones, yo estoy ocupada mirando cada vez que puedo a Drake, sentado frente a mí. Él está riendo del berrinche que tiene Dawson, que le acusa de hacer trampas mientras Holden intenta ver las cartas de Jocker y Adelaide proclama que el banco está cerrado para Alice. Por mi parte, Hayley continúa haciendo lo que espero que termine siendo una hermosa trenza en mi cabello. Es bonito que nuestras familias pasen tiempo así. Y no es que yo esté soñando con que podríamos ser nosotros en el futuro, para nada.
Es necesario dejar claro que estoy actuando de manera un poco boba, echándole a Drake miradas cada vez que puedo. Pero es que no dejo de recordar la manera en la que nos besamos en su habitación hace siete días. Y no es que cuente los días que han pasado ni nada parecido…
—Listo —anuncia Hayley. Tanteo mi cabeza para sentir el resultado final en mi cabello.
—Necesito verla.
—Yo te ayudo —dice Drake, y lo observo.
Saca su teléfono y me toma una foto, luego se pone de pie y viene detrás de mí para tomar otra. Pasa la trenza por mi hombro y luego recuesta su pecho en mi espalda para mostrarme las fotos.
—¿Ves? Hermosa.
—Ya… —Es lo que alcanzo a decir tratando de controlar mi voz afectada por su cercanía.
Nos mantenemos viendo la pantalla de su teléfono móvil y luego este vibra con una notificación de WhatsApp de Dawson. Alzo la vista hacia el gemelo de Drake y él hace señas de que vea el mensaje, así que bajo mi cabeza justo cuando Drake abre el chat. Es una foto de nosotros mirando su teléfono.
Tengo que luchar contra la urgencia de pedirle que me la envíe, porque es una foto muy espontánea, muy bonita, y viéndola da la impresión de que él siente tanto como yo. Alguien se aclara la garganta, me vuelvo y es Jocker. Tiene una de sus cejas enarcada y entonces me doy cuenta de que somos el centro de atención.
—Y así es como quedaron tus fotos. —Drake finge tranquilidad antes de incorporarse y volver a su puesto.
Tomo mi larga trenza para jugar con ella antes de ponerme de pie e ir hacia el sofá, en donde Miranda y Jackson juegan con la pequeña Jackie. Mi teléfono vibra en mi bolsillo. Sonrío al leer lo que me ha llegado.
Señor Caliente: creo que debemos conservarla.
Y ahí está la foto que nunca en mi vida borraré. No puedo evitar sonreír antes de dejarme caer al lado de Jack.
El resto de la tarde transcurre de manera normal y divertida. Mi sobrina pasa por los brazos de todos, incluso de Adelaide, que asegura que es demasiado raro cargar a alguien tan pequeño. No hubo ninguna posibilidad de finalizar el juego del Monopolio porque todos terminaron discutiendo y acusándose de tramposos.
Me despido de mis hermanos, cuñadas y sobrina, esperando poder verlos pronto. Los gemelos y Hayley permanecen en casa conversando con Alice. Me refugio en la cocina para robar una rebanada de pastel helado cuando todos se distraen.
Me siento frente a la mesa y disfruto de mi pedazo robado. Los señores Harris se han ido a su casa y creo que mis padres salieron a comprar algo, no sé, la verdad es que no presté atención. Suspiro sintiendo el lado frío del pastel derretirse en mi lengua.
—Robando pastel y no invitas.
Lucho contra las ganas de sonreír. Incluso sin darme la vuelta es evidente que sé de quién se trata. Drake camina hasta estar de pie a mi lado, me sonríe y ladeo mi cabeza mientras lo observo. Tomo un trozo de pastel en la pequeña cucharilla y se lo extiendo.
—¿Quieres?
No me responde, sus acciones hablan por él. Baja su cabeza y guía su boca hasta la cucharilla, toma lo que le ofrezco y lo saborea mirándome fijamente. Necesito ayuda, me estoy perdiendo en esta maravillosa escena no apta para cardíacos.
—Gracias.
—Cuando quieras —susurro antes de tomar el último trozo del pastel y hacer a un lado el plato sucio.
—¿Qué te ha parecido la foto que nos ha sacado mi copia romanticona?
Golpeo mis dedos contra la mesa. Es evidente que con Drake mentir no sirve de nada. Su mano se posa en la mesa mientras espera mi respuesta.
—Me gusta mucho.
—A mí también —roza mi nariz con su índice—, sobre todo porque tú estás preciosa, como siempre.
«Agárrenme que me caigo». Él es demasiado para esta vida. Intento parecer despreocupada, cosa que seguramente no logro, y deslizo mi mano hasta dejarla al lado de la suya. No miro el movimiento, mantengo la mirada fija en él.
En uno de sus gestos característicos, cuando se trata de mí, él enarca una de sus cejas, muerde su labio inferior antes de mover su mano y atrapar la mía. La gira haciendo que mi palma quede en contacto con la suya.
—¿Y ahora, Alaska?
Su sonrisa de alguna manera logra alentarme, así que mis dedos se cuelan entre los suyos y él sella el movimiento entrelazando nuestros dedos. No sé cómo explicar lo que siento.
—Así —digo cuando encuentro mi voz—. Ahora estamos así.
Agradezco que, después de nuestro momento en su habitación, la situación no sea incómoda entre nosotros, pero no somos tontos, o al menos quiero creer que no lo somos, y las cosas indudablemente han cambiado. No son grandes cambios, pero están ahí y nuestras manos en este momento son una prueba de ello.
—¿Crees que soy una niña?
—No.
—Entonces ¿qué crees? —pregunto.
—Te lo diré en clave y algún día sabrás el lugar indicado donde buscar para saber qué es lo que creo —es su respuesta, la cual me deja muy inconforme.
—Eso no es justo.
—¿Qué podemos hacer para que sea justo?
Tengo serios problemas si estoy malinterpretando esto, pero estamos coqueteando de una manera demasiado evidente. Me pierdo viendo sus ojos, de verdad que siempre amaré lo especiales que son. La manera como dos colores pueden capturarlo todo.
—Yo… —Repentinamente siento la necesidad de decirlo todo.
—¿Tú?
Pero vuelvo en mí, sacudo mi cabeza y acabo por sonreírle antes de bajar de la silla. No suelta mi mano, le pido que se agache para poder susurrar en el oído:
—Creo que eres mi Harris favorito.
Suelta una risa y besa mi mejilla.
—Sin duda alguna, tú eres mi Hans favorita.
16 de abril de 2016
Los mensajes sucios que me llegan a JoinApp no se han detenido, en un principio pensé que eran aleatorios, pero ahora tengo la impresión de que los envía la misma persona. Nunca respondo, siempre bloqueo los distintos usuarios, pensé que pararía, que se cansaría, pero ahora creo que se está volviendo demasiado extraño o tal vez estoy siendo paranoica.
Leo una vez más el último mensaje que me ha enviado Cometa05 sobre desear estar dentro de mí y ser su pequeña novia. Escucho risas y de inmediato alzo la vista a la ventana de Drake.
Está entrando con una chica y solo puedo pensar una cosa:
«Por favor, otra vez no».
No ahora, que siento que somos diferentes.
La chica ríe de manera tontorrona antes de comenzar a hacer un baile medio sexi, no sé qué le dice Drake, pero está señalando hacia el teléfono móvil que sostiene en sus manos. La chica sacude su cabeza y se saca la camisa. Camina hasta él. Lo acorrala, no sé qué le dice, pero él de nuevo le muestra el teléfono móvil. Ella se lo quita y lo guarda en la cinturilla de su falda. Toma las manos de Drake y las posiciona sobre su trasero, luego se pega a él y comienza a besarlo.
Contengo el aliento. En un primer momento Drake no se mueve, luego su cuerpo parece que se relaja un poco. A veces las hormonas ganan, supongo. Algunas veces tu cuerpo pide sexo cuando ya lo conoces. Y a veces eres soltero y no está mal que duermas con chicas, porque no tienes novia.
Solo tienes a una vecina enamorada de ti.
La chica lo guía hacia la cama y comienza a quitarse su falda. Se acuesta y trepa por la cama. Drake se mantiene de pie y la expresión de lujuria en su rostro se va difuminando. Sacude su cabeza y frunce el ceño momentáneamente. Le dice algo, ella ríe y se incorpora para presionar su mano contra su entrepierna por encima del tejano. Es imposible que un hombre no tenga una reacción ante tal estímulo.
Él cierra los ojos y se inclina hacia donde le está tocando, pero de nuevo sacude su cabeza en un movimiento de negación y le dice algo. Entonces mira hacia la ventana y me observa. No sé cómo luzco, pero bajo del marco de mi ventana y cierro las cortinas de golpe.
No sé por qué no dejé de mirar desde un principio, pero era como ver una novela pasar frente a mis ojos. Corro hasta mi cama y me siento sobre ella abrazando una almohada.
A diferencia de aquella otra vez, siento que esto ha sido muy diferente. He visto todo el proceso de seducción de la chica, que, por sus movimientos, quizá vaya ebria. Lo he visto caer y detenerse, como si su cuerpo peleara con su razón, ya que no era inmune al tacto de esa chica, pero algo le detenía. Estoy muy confundida.
En mi tocador mi teléfono comienza a vibrar, pero no lo miro por miedo a que sea Drake, porque no sé qué podríamos decirnos. Estoy en un estado de ánimo raro. Me acuesto y reproduzco YouTube en mi portátil para despejar mi mente de cualquier pensamiento.
No soy consciente de cuánto tiempo pasa, pero cuando tomo mi teléfono, veo que me envió varios mensajes hace tres horas, después de las llamadas perdidas. No es insistente, solo hay tres mensajes.
Señor Caliente: Has visto algo terrible, lo sé.
Señor Caliente: Ophelia es amiga de Dawson. La rescaté de un bar, porque está ebria hasta el culo. Sí, me tocó y me calenté, pero no iba a ceder. Promesa.
Señor Caliente: Por favor… He leído las escenas de este tipo que escribes y la protagonista siempre se va corriendo indignada. No corras, habla conmigo.
Miro hacia el techo odiando que cite las acciones de uno de mis personajes, golpeando mi ego y haciéndome buscar mi razón. Después de todo, él ni siquiera tendría que darme explicaciones, pero me hubiese dolido que no lo hiciera.
Alaska: ¿Por qué tendría yo que correr? Es tu vida.
Señor Caliente: Sabes por qué.
Alaska: No. No lo sé.
No me responde de inmediato, pero veo que ha leído mi mensaje. Luego me llega una captura de pantalla que, al descargarse, descubro que es un nombre de usuario.
Señor Caliente: Soy yo. Es mi cuenta. No me descubriste, así que supongo que nunca me dedicarás una escena.
Alaska: ¿Por qué me lo envías?
Señor Caliente: Busca el único mensaje que te he enviado. Debe de estar atascado entre tantos…
De inmediato busco a TattosHD, creo haber visto varios de sus comentarios en mis historias, pero no podría mentir al afirmar que estoy segura. Doy con su perfil y lo odio por hacerme sonreír con su descripción simple.
Sí, genio, me gustan los tatuajes.
Sí, descubrí que me gusta leer.
Sip, ando leyendo historias románticas y de sexo.
Y sí, soy un Alasfan (creo que deberían encontrar nombre para su fandom).
Soy chico.
No hay nada más que saber de mí, ve a leer a @AlasBookH
Hago clic en enviar un mensaje y me paralizo cuando leo su mensaje enviado el 2 de abril.
TattosHD: Creo (estoy muy seguro) que me gustas y quiero un montón de besos de chocolate contigo.
Pero creo que no es el momento.
Sin embargo, creo que en algún momento tú serás…
¿Qué? ¿Qué seré? Siento que quiero tirar de mi cabello. En una noche me ha hecho pasar por mil emociones. Le escribo con rapidez, tanta que hay un par de palabras mal escritas, pero no me importa. Tenemos una situación más importante aquí.
Alaska: ¿Seré qué? Qué mierda significa que seré…?
Señor Caliente: Serás…
Alaska: ESTO NO ES NI UN POCO GRACIOSO. DIME.
Señor Caliente: ¿Qué te inspira?
Alaska: ¡No es momento de hablar de eso!
Señor Caliente: Tampoco lo es para hablar de lo otro ;)
Me ha agarrado con mis propias palabras, maldito astuto. Golpeo mi frente con el teléfono móvil. Vibra.
Señor Caliente: No vas a correr, ¿verdad? ¿Crees en lo que digo?
Alaska: Puedo ser sabia creyendo en tu honestidad o idiota cayendo en tus mentiras.
Sea como sea, no estoy corriendo. No iba a hacerlo, que conste.
Alaska: Pero… puedes ponerla a dormir en el sofá.
Señor Caliente: Yo estoy en el sofá ahora.
Y me envía una foto suya en ese sofá que reconozco. Amplío la foto para evaluar su belleza de cerca y deslumbrarme con ella a gusto. Cuando he visto la foto desde todos los ángulos, le respondo.
Alaska: ¿Dormirías conmigo?
Señor Caliente: ¿Pregunta trampa?
Alaska: No.
Señor Caliente: ¿Te refieres a realmente dormir?
Alaska: Si no quisieras dormir en el sofá…
Señor Caliente: Tus padres me matarían.
Alaska: Ellos no lo sabrían.
Una vez más no me responde a pesar de haber leído mi mensaje, después de unos minutos aparece que está escribiendo.
Señor Caliente: Alaska…
Alaska: ¿Sí?
Señor Caliente: Ven a abrirme la puerta.
Señor Caliente: He venido a dormir contigo.